Dava Sobel: ¡°Las mujeres han de ser capaces de reconocerse como l¨ªderes¡±
Esta divulgadora cient¨ªfica apuesta por historias sobre ciencia llenas de vida, como la de la hija de Galileo y la del grupo del Observatorio de Harvard
Dava Sobel es tan amable y c¨¢lida como concisa en sus respuestas. Apenas se explaya y huye de pontificar, como si quisiera esconderse de unos focos medi¨¢ticos que conoce bien. Ella habla a trav¨¦s de sus libros, que podr¨ªamos definir como historias de la ciencia con mucha vida. Su trabajo nos ha brindado obras como Longitud o La hija de Galileo, en las que muestra interesantes episodios de la historia de la ciencia. Siempre ha sido freelance ¡ªdurante a?os cubr¨ªa la secci¨®n de neurociencias de The New York Times¡ª, y dice sentirse afortunada porque en aquel momento no hab¨ªa tanta precarizaci¨®n en el periodismo cient¨ªfico. Mantenemos esta charla en su paso por Barcelona para dar una conferencia en el CCCB sobre su ¨²ltimo libro, El universo de cristal (Capit¨¢n Swing, 2017). El t¨ªtulo no se refiere al techo de cristal que opera en la ciencia, sino a los cristales en los que las protagonistas de su libro anotaban sus observaciones sobre la posici¨®n de las estrellas en el Observatorio de Harvard.
PREGUNTA.?En ese observatorio, bajo la direcci¨®n de Edward Pickering, en 1983 se alcanz¨® la paridad, algo ins¨®lito en aquella ¨¦poca. ?Es por eso que usted dice que es una historia feliz?
RESPUESTA. S¨ª, porque habla de mujeres que trabajaban en algo importante, amaban lo que hac¨ªan y sus logros fueron plenamente reconocidos. Sus nombres figuraron junto a los hallazgos, pertenecieron a las sociedades cient¨ªficas y algunas tuvieron reconocimiento nacional e internacional.
R. No, al principio no, y tampoco estaban pagadas como los hombres. A algunas les molestaba y a otras no tanto. Pero eso es algo que todav¨ªa sufrimos, lamentablemente.
P. Fueron elegidas como computadoras humanas por su capacidad de observaci¨®n, y la meticulosidad del talento femenino. ?Es esto lo que llena los laboratorios de mujeres?
R. Creo que s¨ª, que las mujeres desarrollan muy bien este tipo de trabajos laboriosos que requieren atenci¨®n y mucho tiempo de observaci¨®n.
P. ?Y a qu¨¦ atribuye que, habiendo tantas entre las probetas, haya tan pocas dirigiendo centros o equipos de investigaci¨®n?
R. A que no son percibidas como l¨ªderes. Es una actitud que tienen tanto hombres como mujeres y que hemos de cambiar. Las mujeres han de ser capaces de reconocerse a s¨ª mismas y entre ellas como l¨ªderes.
P. Muchas han sido educadas en la igualdad. Hasta que no llevan 10 a?os trabajando no perciben que hay reglas ocultas que operan en su contra.
¡°Silicon Valley funciona como un club de chicos, y adem¨¢s, no especialmente sociables¡±
R. S¨ª, y me sorprende que a¨²n se transmita un mensaje sutil que las disuade de optar por carreras cient¨ªficas. Han de poder imaginarse en esos trabajos, y necesitan referentes. En la computaci¨®n, por ejemplo, al principio la mayor¨ªa eran mujeres y ahora apenas hay. Silicon Valley funciona como un club de chicos, y adem¨¢s, no especialmente sociables.
P. Hace poco un cient¨ªfico chino comunic¨® el nacimiento de dos beb¨¦s modificados gen¨¦ticamente. Implica modificar las c¨¦lulas germinales, algo prohibido en muchas legislaciones porque supone transmitir la alteraci¨®n a las siguientes generaciones. ?Le preocupa?
R. La competencia entre cient¨ªficos ha entrado en una nueva fase y ahora cualquier cosa puede ocurrir. Cuando muri¨® el paciente del primer ensayo de terapia g¨¦nica se acord¨® parar esos experimentos. Me temo que esa actitud no se repetir¨ªa ahora. La cultura cient¨ªfica est¨¢ cambiando: quien hizo ese experimento con c¨¦lulas germinales sab¨ªa los riesgos y las inc¨®gnitas que hay, pero sigui¨® adelante.
P. La socializaci¨®n del conocimiento tambi¨¦n ha cambiado mucho. Los hallazgos antes se comunicaban tras haber sido validados por expertos y publicados en revistas cient¨ªficas, pero ahora, muchas veces se comunican directamente al p¨²blico, sin verificaci¨®n alguna.
R. No creo que eso sea lo mejor. Hay cosas que se pueden comunicar inmediatamente, por ejemplo las im¨¢genes obtenidas por una sonda espacial, pero hay un tipo de ciencia que necesita validaci¨®n e intermediaci¨®n.
P. En su libro vemos la figura de Galileo a trav¨¦s de las cartas que le escribe su hija, que es monja.
¡°Al morir el paciente del primer ensayo de terapia g¨¦nica, los cient¨ªficos pararon los experimentos. Ahora no pasar¨ªa¡±
R. S¨ª, es una correspondencia muy interesante, para m¨ª, tambi¨¦n desde el punto de vista emocional. Como no soy cat¨®lica, parte del contenido de esas cartas me era ajeno, pero encontr¨¦ un grupo de monjas de la misma orden, las clarisas, en Nuevo M¨¦xico, que me ayud¨®. Todav¨ªa mantengo contacto con ellas y las proveo de libros.
P. ?Qu¨¦ piensa de esas mujeres que en el siglo XXI deciden vivir en r¨¦gimen de clausura?
R. Que son muy felices. La madre abadesa que me ayud¨® es la persona m¨¢s feliz que he conocido. Escribi¨® un libro adorable sobre la vida en el convento: El derecho de ser jubilosa. Escrib¨ªa poes¨ªa y pude visitarla una vez. Fue una gran sorpresa para m¨ª: pensaba que viv¨ªan como en una prisi¨®n, pero ella nunca se sinti¨® prisionera.
P. Usted tiene 71 a?os. ?C¨®mo vive el paso de la edad?
R. No hay nada que puedas hacer al respecto. Me considero afortunada porque conservo la salud. Trato de ser activa y estoy muy ilusionada con mi investigaci¨®n para un nuevo libro sobre la astr¨®noma Dorothea ?Klumpke Roberts y su interesante familia. Eran cuatro hermanas y tres de ellas recibieron la legi¨®n de honor francesa. He vivido mucho, pero mi idea es seguir avanzando de forma gozosa, no en guerra con la edad.
P. ?Y c¨®mo lo consigue?
R. La clave est¨¢ en apreciar y disfrutar de lo que est¨¦s haciendo. Una vez entrevist¨¦ a Marjory Stoneman Douglas, escritora y ecologista que muri¨® con 108 a?os. Su nombre apareci¨® hace poco en los diarios a causa de la matanza en un instituto de Parkland, Florida, en la que un estudiante mat¨® a 17 personas. El instituto lleva su nombre por su contribuci¨®n a la conservaci¨®n de las marismas de los Everglades. Le pregunt¨¦ cu¨¢l hab¨ªa sido el mejor momento de su vida y dijo: ¡°?Este!¡±. Ten¨ªa 101 a?os, estaba casi ciega pero segu¨ªa trabajando y a¨²n viv¨ªa en su peque?a casa. Yo digo lo mismo.
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