Felipe Gonz¨¢lez: ¡°El capitalismo triunfante est¨¢ destruy¨¦ndose a s¨ª mismo¡±
Fue presidente del Gobierno durante 14 a?os ininterrumpidos. De ¨¦l siempre se ha dicho que tiene una ¡°buena cabeza pol¨ªtica¡±. Aqu¨ª desgrana sus reflexiones sobre el mundo en que vivimos y sobre la situaci¨®n de Espa?a
Felipe Gonz¨¢lez (Sevilla, 1942), socialista, fue presidente del Gobierno de Espa?a durante 14 a?os ininterrumpidos. De ¨¦l siempre se ha dicho que tiene una ¡°buena cabeza pol¨ªtica¡±. Y efectivamente, Felipe Gonz¨¢lez es ante todo un pol¨ªtico y ese es su punto de vista, la manera en la que mira al mundo y examina la situaci¨®n en Espa?a. Este texto es el producto de una larga conversaci¨®n en su casa, en Extremadura, un encuentro en el que el expresidente llama la atenci¨®n sobre cuestiones fundamentales del escenario internacional y nacional. Estas son sus reflexiones:
El capitalismo se autodestruye
El gran desaf¨ªo es saber si el modelo econ¨®mico financiero que se ha instalado en todo el globo es sostenible ¡ªy no le meto carga ideol¨®gica alguna¡ª. Yo creo que no. Dicho en t¨¦rminos manchesterianos, el modelo del capitalismo triunfante est¨¢ destruy¨¦ndose a s¨ª mismo por su insostenibilidad. Tengo una perspectiva socialdem¨®crata y creo que la distribuci¨®n del ingreso es muy injusta, pero m¨¢s all¨¢ de la discusi¨®n sobre la justicia social o mejores oportunidades en la predistribuci¨®n de la riqueza, un poco m¨¢s all¨¢ del debate ideol¨®gico, hay una realidad, y es que la sostenibilidad de este modelo econ¨®mico va a fracasar. Las sociedades no soportar¨¢n una nueva crisis. Ese es el primer elemento de an¨¢lisis: el modelo no es sostenible desde el punto de vista socioecon¨®mico.
El segundo elemento es que las relaciones internacionales est¨¢n viviendo una completa anomia, una falta de reglas. Las pocas que se construyeron despu¨¦s de la II Guerra Mundial est¨¢n destruy¨¦ndose. Y las nuevas reglas, construidas m¨¢s recientemente, no se est¨¢n respetando. Hay una falta de acatamiento al derecho, a la norma, que se refleja, por ejemplo, en la crisis de la Organizaci¨®n Mundial del Comercio (OMC), en la crisis de los acuerdos de desarme y no proliferaci¨®n nuclear, y en la crisis del cambio clim¨¢tico. Podr¨ªamos citar alg¨²n caso m¨¢s, pero la cuesti¨®n es que todos los mecanismos de ordenaci¨®n est¨¢n siendo negados y abandonados. Hay un absoluto desprecio por la normatividad, por el derecho, por las reglas que hace que las decisiones sean arbitrarias. El m¨¢s claro protagonista es Trump, claro.
El nuevo desorden internacional
Venimos de un equilibrio del terror entre las dos grandes potencias, una antigua guerra fr¨ªa, pero ahora hay, para entendernos, una nueva, con m¨¢s actores y m¨¢s distintos. Es decir, antes era la zona de rozamiento entre los grandes bloques la que sufr¨ªa las consecuencias de esa pol¨ªtica, pero el centro de esos dos mundos viv¨ªa en paz y con altos niveles de desarrollo, tanto en Europa como en Estados Unidos. ?Qui¨¦nes sufr¨ªan? Centroam¨¦rica, el Cono Sur, ?frica¡, zonas de rozamiento. Ahora, en el nuevo desorden internacional, los protagonistas han cambiado. Hay una situaci¨®n tremenda en Oriente Pr¨®ximo y en otros puntos, pero el factor fundamental, en mi opini¨®n, es el nuevo choque tect¨®nico entre la gran potencia emergente, China, y Estados Unidos. Y ese choque se produce en un marco global en el que se acent¨²a la anomia, la falta de reglas de la que hablamos. No es que las reglas se est¨¦n reformando, es que se est¨¢n destruyendo. Si lo analizamos a un nivel m¨¢s regional, por ejemplo la Uni¨®n Europea, el fen¨®meno es el mismo. Tanto en la respuesta a la crisis de 2008, como en la crisis migratoria, como en el desencadenamiento del Brexit, como en la relaci¨®n con Estados Unidos, se observa que la UE est¨¢ trufada de miembros que no est¨¢n dispuestos a respetar las normas.
¡°La sostenibilidad de este modelo econ¨®mico va a fracasar. Las sociedades no soportar¨¢n una nueva crisis¡±
Europa y el Brexit duro
Algunos dicen que esa falta de respeto por las reglas en la Uni¨®n es consecuencia de la ampliaci¨®n al Este y que antes no suced¨ªa. Es verdad que algunos de esos pa¨ªses est¨¢n acostumbrados a que se les impongan normas y confunden Bruselas con una nueva Mosc¨². Bueno, digamos que eso tiene cierta racionalidad, pero no creo que Salvini o Johnson sean muy del Este. Y cuando ?Johnson hace esa afirmaci¨®n tan rotunda de que no est¨¢ dispuesto a pagar la factura de la Uni¨®n en el caso de que se produzca un Brexit duro, est¨¢ simplemente rompiendo todo tipo de normas. Por tanto, el fen¨®meno empieza en los pa¨ªses del centro y del Este de Europa y tiene psicol¨®gicamente una explicaci¨®n que moviliza a mucha ciudadan¨ªa que quer¨ªa entrar, s¨ª, pero sin jugar dentro.
Pero, como le digo, el caso de Italia o del Reino Unido no tiene que ver con esa eventual explicaci¨®n. Deber¨ªa decir que me rebelo contra mi propio pesimismo y que no soy pesimista, pero la verdad es que la anomia global est¨¢ calando hacia abajo, hacia los estamentos nacionales locales. ?C¨®mo se traduce esa falta de respeto por las reglas en la realidad brit¨¢nica? ?Y en la realidad espa?ola? Que alguien diga que la democracia est¨¢ por encima de las reglas institucionales y que est¨¢n dispuestos, por tanto, a romperlas porque lo hacen de ¡°manera democr¨¢tica¡± es impresionante y es lo que se puede o¨ªr a Trump, a un polaco o a un h¨²ngaro, pero tambi¨¦n al brasile?o Bolsonaro. Tengo la mayor¨ªa y puedo cargarme un poder judicial independiente. Lo que m¨¢s me preocupa de todo esto es que quienes m¨¢s sufren esta crisis global son las democracias representativas. Los autoritarios tienen menos problemas; si no, que le pregunten a Xi Jinping qu¨¦ problema tiene con Hong Kong. No digo que no tenga dificultades, digo que tienen mecanismos de respuesta que nadie les cuestiona. En esa anomia general son los sistemas autoritarios los que mejor se desenvuelven, los que tienen menos costes, frente a los sistemas democr¨¢ticos representativos.
Es importante ver que no se trata de un enfoque solo de izquierda, porque en la izquierda hay una parte con vocaci¨®n autoritaria a la que las reglas de juego no le parecen tan importantes, pero tambi¨¦n una izquierda que sabe que solo sobrevive con reglas democr¨¢ticas. Y en la derecha tenemos un centroderecha liberal, o lo que quede de ¨¦l, que sabe que su supervivencia tambi¨¦n depende de lo mismo, y otra derecha autoritaria. Por tanto, no se trata de algo que se produzca en funci¨®n exclusivamente de la ideolog¨ªa de la izquierda, sino en funci¨®n de qui¨¦nes se desenvuelven mejor en un r¨¦gimen de libertades y qui¨¦nes son los primeros que sucumben al autoritarismo de un signo o de otro. Y siempre sucumben los mismos, ?no? En la tradici¨®n nuestra est¨¢n los socialtraidores y los compa?eros de viaje. Toda esta literatura lo que hace es acabar con el espacio, en sentido amplio, de la centralidad en defensa de la democracia. La otra desventaja para esa centralidad es que en las relaciones pol¨ªticas basadas en el tuit, el espacio para la reflexi¨®n y la informaci¨®n de fondo se ha reducido mucho. Ahora, en la pol¨ªtica tuitera se apela simplemente a reacciones emotivas, no reflexivas, y eso mina el escenario.
La crisis mal resuelta
Volvamos a la idea de que la sociedad no aguantar¨ªa ahora una nueva crisis; es cierto que la de 2008 se resolvi¨® mal. Y donde no lo hizo, como en Estados Unidos ¡ª?donde en t¨¦rminos relativos se hizo mejor porque se recuper¨® pronto y crecieron¡ª, lo cierto es que tampoco all¨ª se volver¨¢ a aguantar una nueva crisis. Insisto, es el modelo lo que est¨¢ en cuesti¨®n, un modelo que sigue concentrando renta. Lo que se est¨¢ produciendo es una redistribuci¨®n negativa del ingreso, tanto en las etapas de crisis como en las de crecimiento. Miremos en Espa?a: podemos tener ahora el mismo PIB per c¨¢pita que en 2008, por decir algo, lo que supondr¨ªa en t¨¦rminos del PIB, macroecon¨®micos, que existir¨ªa una l¨ªnea recta. Pero no es verdad. Ha habido un valle en el que ha quedado un mont¨®n de gente. No solo quedan cicatrices. Queda una desigualdad que se ha incrementado por efecto de esa crisis.
¡°Europa ha sido durante dos siglos el laboratorio de todas las grandes ideas del mundo, pero ahora es un museo¡±
Veamos c¨®mo se afront¨® la crisis de 2008 en la Uni¨®n Europea. Se hizo mal. Se afront¨® mal la crisis migratoria, dando por muertas las normas de Dubl¨ªn para el asilo y el refugio, y no se fue capaz de soportar la presi¨®n migratoria debida a los conflictos en el sur del Mediterr¨¢neo y a la miseria. Se afront¨® mal el Brexit. Y, desde luego, la relaci¨®n con Estados Unidos, porque hay fracturas internas. Hay m¨¢s de un trumpista dentro de la Uni¨®n Europea. ?C¨®mo se van a comportar? De momento, todo el mundo est¨¢ a la defensiva porque ese se?or ha hecho de Europa un objetivo, como de todos los pa¨ªses que ten¨ªa hasta ahora como aliados. Eso lo ha afrontado muy mal la Uni¨®n, que adem¨¢s est¨¢ muy retrasada respecto a la revoluci¨®n tecnol¨®gica. Europa est¨¢ m¨¢s adelantada, creo yo, en una cierta normativizaci¨®n para intentar tapar los agujeros que existen en la intimidad y los derechos personales, por ejemplo, pero no hay una sola tecnolog¨ªa de marca europea que compita con las de Estados Unidos, ni una. Europa ha sido durante dos siglos el laboratorio de todas las grandes ideas del mundo, pero en la actualidad es un museo, no un laboratorio.
Las empresas tecnol¨®gicas
Se trata de un oligopolio de oferta. Eso est¨¢ clar¨ªsimo. ?Hay que hacer algo para liquidarlas o romperlas? Hay un problema previo. Veamos el cuadro de las primeras 20 empresas de Estados Unidos en los ochenta y el mismo cuadro en el a?o 2000, cu¨¢ntas de esas 20 primeras grandes empresas han sido sustituidas, y comprobaremos que las primeras 15 o 16 de ahora no exist¨ªan en 1980. Hagamos lo mismo con el cuadro de Europa: veamos las m¨¢s grandes empresas de los a?os ochenta, desde Deutsche Telekom, Siemens, hasta France Telecom. ?Qui¨¦nes han ido sustituyendo a esas grandes empresas europeas, d¨®nde existe esa movilidad ascendente y descendente que premie la innovaci¨®n, el talento y la investigaci¨®n? Ning¨²n alem¨¢n cree que haya alguien en un garaje que pueda desplazar a esas grandes empresas. Y si lo hay, cree que se ir¨¢ a que le financien en Silicon Valley. Si alguien tiene una buena idea en nuestro espacio cultural europeo, una vez que d¨¦ los primeros pasos, es mucho mejor que se vaya a que le financien all¨ª. Porque aqu¨ª no va a tener recorrido, ni en Alemania, ni en Francia. No nos enga?emos. La movilidad ascendente y descendente est¨¢ aplastada por la pol¨ªtica, las empresas y los sindicatos, por todos los actores. Hay un oligopolio de oferta, cierto, pero dentro de ese oligopolio global no hay ning¨²n europeo. Si uno piensa que las primeras relaciones a trav¨¦s de Internet se produjeron en Europa antes que en Estados Unidos¡
1968 y la periferia
Todo lo que ocurre ahora en el mundo, la insostenibilidad del modelo y la anomia, ?est¨¢ relacionado directamente con la crisis econ¨®mica de 2008? No, yo dir¨ªa que no. Busquemos una onda larga y otra corta. Las ondas cortas se ponen de manifiesto explosivamente en las crisis. Pero la onda larga procede de una crisis anterior. La onda larga de respuesta al sistema dominante, independientemente de las caracter¨ªsticas de ese sistema, est¨¢ en 1968. Coincide adem¨¢s con los primeros pasos de la revoluci¨®n tecnol¨®gica. Podemos situar la onda corta en 2008, es verdad. Pero cuando se produce la crisis de 1997-1998 en el sureste asi¨¢tico y el Fondo Monetario Internacional mete la pata consistentemente, los ¨²nicos que se libraron fueron los que no aceptaron la intervenci¨®n del FMI, como Singapur. Todav¨ªa est¨¢bamos fascinados por la idea de pa¨ªses centrales y pa¨ªses perif¨¦ricos, pero eso ya no existe. Ahora existe la periferia dentro de los pa¨ªses centrales y periferia de pa¨ªses enteros. El gran triunfo de Trump es que la periferia de Estados Unidos sea el Medio Oeste del propio Estados Unidos. La Am¨¦rica profunda es la periferia. La periferia no es Finlandia o Corea del Sur, por ejemplo. Por eso, cuando se produjo la primera crisis, uno de los debates que yo quise plantear era que no era posible que en un sistema financiero globalizado hubiera crisis perif¨¦ricas que no afectaran a los pa¨ªses centrales. O sea, inculcar la idea de ¡°no vivan tranquilos¡±. La crisis salt¨® de Asia a Rusia y a Turqu¨ªa, de all¨ª a Brasil y arras¨® Argentina al a?o siguiente.
El optimismo de la inteligencia
?C¨®mo no ser profundamente pesimista? Gramsci dec¨ªa que ten¨ªa el pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad. Yo tengo la reflexi¨®n contraria. Desde el punto de vista de la inteligencia, soy optimista. Desde el punto de vista de la voluntad pol¨ªtica, soy pesimista. Creo que lo que falla es la voluntad y, por tanto, el liderazgo. Me dicen: ¡°Hombre, es que no sabemos lo que pasa¡±. S¨ª, claro que sabemos lo que pasa. En los acuerdos de desarme que se han saltado a la torera este a?o sabemos lo que pasa. Sabemos qu¨¦ pasa en Oriente Pr¨®ximo. Lo que pasa con el cambio clim¨¢tico, con la OMC y con el nuevo proteccionismo. Lo sabemos. Intelectualmente podemos llegar a un diagn¨®stico y de all¨ª a la terapia. Lo que cuestiono, o lo que me hace ser pesimista, es si existe esa voluntad para hacerlo, aparte de jugar con los tuits.
Y si se comprende, ?por qu¨¦ no se reacciona? Porque se comprende y al mismo tiempo se niega. El problema lo puedes hablar con los liberales dem¨®cratas brit¨¢nicos o con gente del laborismo, lo entienden perfectamente. No es un asunto que no se pueda entender en la izquierda. El problema es c¨®mo traduces eso en acci¨®n pol¨ªtica, en movilizaci¨®n de la voluntad. Y c¨®mo huyes de respuestas simplificadas que no sirven para nada.
Me preguntan sobre los criterios b¨¢sicos para configurar esa voluntad, dado que el diagn¨®stico parece compartido por mucha gente. En Europa, por ejemplo, estar¨ªa bien un an¨¢lisis autocr¨ªtico en el Consejo Eu?ropeo sobre c¨®mo se ha enfrentado la crisis y por qu¨¦ ha habido consecuencias mucho m¨¢s dolorosas y peores para la UE que para Estados Unidos. Decidir en qu¨¦ nos equivocamos. Recordar que solo apareci¨® ¡°monse?or¡± Draghi con pol¨ªticas monetarias y que cada vez que daba un paso ped¨ªa medidas pol¨ªtico-fiscales de acompa?amiento. Yo dir¨ªa que, m¨¢s que una autocr¨ªtica, lo que ha habido en Europa ha sido un deslizamiento, interesante, para flexibilizar de facto las posturas, pero sin flexibilizarlas desde el punto de vista normativo.
A veces me preguntan sobre las ventajas de las sociedades autoritarias con poderes fuertes que olvidan a sus Parlamentos, y por las sociedades democr¨¢ticas en las que los Parlamentos destruyen a los Ejecutivos. Y s¨ª, los Parlamentos democr¨¢ticos no ofrecen f¨®rmulas alternativas de soluci¨®n. Por eso insisto en la necesidad de que las democracias representativas tengan capacidad de resistencia frente a la anomia generalizada que se extiende. Veamos. ?Qu¨¦ est¨¢ pasando en Italia? Salvini estaba seguro de que tumbaba al Gobierno y provocaba elecciones. Y de pronto, en un ataque de lucidez, la izquierda democr¨¢tica dice: ¡°Ni hablar¡±. Por eso recuerdo lo que hizo Ch¨¢vez en 1999 en Venezuela, cuando jur¨® cumplir y hacer cumplir la Constituci¨®n, y solo pas¨® un a?o antes de convocar al pueblo para destruirla y hacer una nueva. As¨ª que, s¨ª, soy m¨¢s pesimista de la voluntad que de la inteligencia.
Trabajo y aut¨®nomos
?Por d¨®nde empezar a hablar de la situaci¨®n de la econom¨ªa? ?Por los nuevos tipos de trabajo? Quiz¨¢. Quiz¨¢ del hecho de que ya no se habla de jornadas laborales semanales o mensuales, sino que se discute del salario por hora. ?Cu¨¢les son los derechos laborales en ese espacio? Tenemos que regular esas nuevas formas de relaciones laborales, de la ocupaci¨®n en el sentido m¨¢s amplio, para evitar el abuso. Ten¨ªamos que haber empezado ya a afrontar el tema de aquellos que est¨¢n obligados a sobrevivir como aut¨®nomos.
Riqueza y big data
Y ?c¨®mo hacemos para avanzar en la lucha en t¨¦rminos de desigualdad, teniendo en cuenta que la revoluci¨®n tecnol¨®gica ha provocado un fen¨®meno de concentraci¨®n de la riqueza, sobre todo de la riqueza financiera y de la riqueza que se parece mucho a la otra, que es la de las grandes tecnol¨®gicas? La concentraci¨®n de la riqueza est¨¢ en el sistema financiero informal m¨¢s que en el formal. Atenci¨®n con lo que digo, para no confundir. Los bancos tradicionales lo est¨¢n pasando rematadamente mal. El mayor banco de Alemania est¨¢, dir¨ªamos, arruinado. Los que no lo pasan mal son los sistemas parafinancieros, desde los llamados fondos de inversi¨®n hasta los sistemas financieros ligados a Amazon o semejantes. Hasta Facebook quiere poner en marcha su propia criptomoneda. Es muy importante tener en cuenta que la materia prima de las grandes tecnol¨®gicas, lo que podr¨ªamos llamar el petr¨®leo del siglo XXI, es el big data. Es decir, la acumulaci¨®n de los datos personales de todos nosotros desde que nacemos hasta que nos morimos y tambi¨¦n de nuestros herederos, todo ello de manera gratuita. Por primera vez la materia prima es gratis. Intentamos regular algunos derechos, pero nunca decidimos lo fundamental: que los datos personales son propiedad de cada persona. Si el concepto de ¡°propiedad privada¡±, el m¨¢s respetado de los conceptos del capitalismo, se aplicara al big data, nadie podr¨ªa usarlo sin una autorizaci¨®n informada y consciente.
Esto ser¨ªa, claro, una revoluci¨®n. De verdad. La ¨²nica revoluci¨®n que de verdad cambiar¨ªa las cosas porque obligar¨ªa a las tecnol¨®gicas a tener una comunicaci¨®n contractual e informada directa con las personas cuyos datos van a utilizar. ?Una batalla perdida? Quiz¨¢s en parte. Los datos acumulados ya son el pasado y no puede haber, digamos, efecto retroactivo. Pero yo no estoy hablando en t¨¦rminos penales: el efecto retroactivo es dif¨ªcil plantearlo, pero no imposible. De lo que se trata es de, a partir de un reconocimiento de esa naturaleza privada, darle un tratamiento distinto. Pienso que el siglo XXI es eso. Esas empresas imbatibles dejar¨¢n de serlo y tendr¨¢n que respetar al ciudadano. Ahora ni respetan a los ciudadanos, ni a sus representantes, ni a los Gobiernos.
?El enemigo? S¨ª, sin duda. El enemigo, en un sistema tan individualista y de tal democracia liberal en origen como Estados Unidos, fueron en su momento las siete grandes compa?¨ªas petroleras que llegaron a suponer el 10% del PIB en Estados Unidos. Entonces se decidi¨® acabar con esa situaci¨®n. Esta broma se acab¨®. Hay que hacer pol¨ªtica: primero, para dividir y, segundo, para defender iniciativas innovadoras y evitar que sean engullidas de manera salvaje por las grandes compa?¨ªas. En el momento en que esas empresas se hicieron tan fuertes y potentes, ?por qu¨¦ van a perder el tiempo en innovar¡? Si ya tienen a una serie de buscadores de innovadores en todo el mundo que pueden absorber. Y de dos maneras: los que suponen una innovaci¨®n que puede a?adir valor al propio grupo se incorporan, y los que pueden ser competencia se hacen desaparecer, incluso en su mismo origen si creen que perjudica a su modelo de negocio. Todo esto se puede regular. Claro que s¨ª¡
Federalizaci¨®n de la Constituci¨®n
Me plantean a menudo cu¨¢les son los criterios b¨¢sicos para la reforma constitucional. Lo principal es la federalizaci¨®n de la Constituci¨®n para garantizar la lealtad institucional y para que no volvamos a tener este medio camino, un Estado auton¨®mico que se convierte en reino de taifas, un Estado fuertemente descentralizado, m¨¢s que los Estados federales, pero sin garant¨ªas de cohesi¨®n. Ese me parece el primer elemento, b¨¢sico. Hay otras muchas cosas que modernizar en la Constituci¨®n, fundamentalmente referidas a la nueva realidad comunicacional y a nuevos derechos; de algunos ya hemos hablado.
¡°Hay que federalizar la Constituci¨®n para no tener un Estado auton¨®mico que se convierte en reino de taifas¡±
Lo que m¨¢s me preocupa en estos momentos de la situaci¨®n pol¨ªtica espa?ola es que una crisis pol¨ªtica tan prolongada se ha traducido en deterioro institucional. Seguimos, por ejemplo, con unos presupuestos que se prorrogan casi indefinidamente. Podemos repasar instituciones, pero no quiero ser muy doloroso. Est¨¢ absolutamente caducado el Consejo del Poder Judicial. Y muchos otros organismos. Como m¨ªnimo, podemos decir que existe una par¨¢lisis institucional. Y yo a?ado que no entiendo por qu¨¦ el Parlamento no est¨¢ funcionando a pleno pulm¨®n desde que se constituy¨®. Tendr¨¢ limitaciones, porque obviamente el Gobierno no puede presentar proyectos de ley estando en funciones, pero el Parlamento en s¨ª deber¨ªa funcionar. El Tribunal Constitucional acaba de desautorizar a Rajoy por oponerse como Gobierno en funciones a las comparecencias.
La par¨¢lisis acarrea una afectaci¨®n institucional. Hay incluso un debate sobre los poderes de la jefatura del Estado, respecto de la crisis del nombramiento del candidato a la presidencia. Dicen que el art¨ªculo 99 es ambiguo; bueno, casi todos los buenos elementos de las Constituciones tienen un margen de interpretaci¨®n, no son tan cerrados como para que se puedan aplicar con un ordenador. Yo creo que habr¨ªa que fortalecer m¨¢s el papel de la presidencia del Congreso, para que tuviera la capacidad de tantear las posiciones de los grupos para saber si procede o no una ronda nueva de audiencia con el Rey. El Jefe del Estado no puede decidir si es necesaria esa ronda o no. El papel de la presidenta del Parlamento no solo tiene que ser llevar un papel, ir y venir, sino que tiene que hacer un sondeo con los grupos para poder dar despu¨¦s una explicaci¨®n de c¨®mo est¨¢ la situaci¨®n a quien tiene que hacer la ronda.
Autonom¨ªas, Catalu?a y refer¨¦ndum
Si se da cuenta, ya no estamos hablando de la Constituci¨®n (que permitir¨ªa ese papel de la presidenta del Congreso), sino del deterioro de las instituciones. Ese peligro es evidente. No puede ser que cada comunidad aut¨®noma no solo tenga una fiscalidad radicalmente distinta, sino que tenga adem¨¢s normas de formaci¨®n profesional distintas o normas de uso de transporte distintas. No puede ser que al camionero o al que tiene un t¨ªtulo de formaci¨®n profesional en Castilla-La Mancha no le sirva para trabajar en Madrid. O al rev¨¦s. Esto no puede ser. Tiene que existir una armonizaci¨®n que te permita moverte por todo el territorio. Por tanto, hay deterioro institucional. ?Hay una crisis de Estado? Hombre, como no quiero ser ombliguista y mucho menos pesimista, yo creo que est¨¢ peor el Reino Unido que nosotros. Lo digo en serio y con dolor. Porque el Reino Unido, la democracia con mayor tradici¨®n y m¨¢s s¨®lida, se est¨¢ jugando hasta la unidad territorial. Pero, en fin, es obvio que nosotros tenemos una crisis propia que est¨¢ deteriorando el funcionamiento institucional.
Una parte de ese deterioro se debe a algo que ya he comentado y que me preocupa mucho. La falta de respeto, tambi¨¦n en Espa?a, por las normas. Ese es un elemento fundamental de la crisis en Catalu?a. Hay una parte de la representaci¨®n pol¨ªtica catalana, me da igual si es el 47% o el 52%, porque ese no es elemento nuclear, que cree que se puede saltar las normas. Por eso digo que da igual que sean el 47% o tengan la mitad m¨¢s uno. ?Qu¨¦ pasa? ?Que en ese caso pueden ignorar las reglas? No. Y si se hace en nombre de la democracia es todav¨ªa peor. La democracia est¨¢ por encima de las reglas de juego, dicen. No. Las reglas de juego que hemos aceptado entre todos se pueden cambiar, por supuesto, pero por los procedimientos previstos para el cambio. ?En qu¨¦ ha contaminado este discurso la realidad de Espa?a? En que hay fuerzas pol¨ªticas, como Podemos, que compran ese producto. Esa es una de las enormes dificultades, en mi opini¨®n, para que haya una relaci¨®n de confianza. Hay incluso algunos analistas, se supone que muy enterados, que dicen que es perfectamente posible pactar un refer¨¦ndum espec¨ªficamente catal¨¢n para decidir el futuro de Catalu?a. En el marco constitucional no lo hay. ?Es posible hacerlo cambiando la Constituci¨®n? S¨ª, pero ya advierto que yo me opondr¨¦ a que se haga ese cambio. Porque no introducir¨ªa nunca en una reforma constitucional un elemento autodestructivo de lo que compartimos todos los espa?oles. Yo, personalmente, me opondr¨ªa y llamar¨ªa a la gente a que se opusiera. ?Por qu¨¦? Porque nos hace desaparecer como Estado, y detr¨¢s del Estado hay una realidad, un espacio p¨²blico compartido que se llama Espa?a. ?Desde cu¨¢ndo est¨¢ compartido? Desde cuando quieran. Desde luego, s¨ª desde la formaci¨®n del Estado moderno. Y mucho antes de la formaci¨®n del Estado moderno, desde hace cinco siglos. Y antes de eso, ?de verdad hab¨ªa Estado o hab¨ªa un demos divisible? Por tanto, ah¨ª hay un elemento fundamental para comprender que no es que tengamos un problema territorial con una parte de la sociedad catalana representada por el independentismo, tenemos un problema que contamina a fuerzas pol¨ªticas de otras partes del territorio que no tienen claro que las reglas del juego est¨¢n para ser respetadas; incluso para cambiarlas tienen que ser respetados los mecanismos de cambio previstos. Es que son muy duros, dicen. Bueno, esto es lo que hemos decidido entre todos y entre todos tenemos que decidir si se cambia o no. Luego tenemos adem¨¢s la amenaza de Vox que todav¨ªa no se ha convertido en un hecho real, pero que claramente no quiere el Estado de las autonom¨ªas. ?Tienen derecho a no quererlo? Sin duda. Por los procedimientos acordados. En fin, es evidente que deber¨ªa haber un pacto m¨ªnimo constitucional con respecto a Catalu?a. No es concebible que Ciudadanos, PP, PSOE¡ est¨¦n utilizando el tema para romperse la cabeza.
¡°Que hagan lo que quieran, pero que no nos lleven a elecciones y que respeten? las reglas del juego¡±
El Gobierno y el presidente
Pasando a la pol¨ªtica nacional, una parte del debate se centra ahora en la diferencia entre Gobiernos de cooperaci¨®n y de coalici¨®n. Yo honradamente digo que hagan lo que quieran, pero que no nos lleven a elecciones y que respeten las reglas del juego. Y las reglas del juego m¨ªnimas son tres: que el Gobierno funcione como debe funcionar de acuerdo con el ordenamiento jur¨ªdico. Que el presidente no deje de ser el presidente, que tenga la facultad de nombrar y de cesar al ministro que crea que tiene que nombrar y que cesar, porque es su responsabilidad, no de nadie m¨¢s. Y que las decisiones sean del Consejo de Ministros. De mis batallas, que nunca cuento con detalle, una esencial era el grado de autonom¨ªa del Gobierno respecto de las partes con las que tienes que dialogar y acordar en defensa de los intereses generales. Porque la obligaci¨®n del presidente es defender los intereses generales. Estas cosas se est¨¢n olvidando.
La conclusi¨®n de este viejo pol¨ªtico, que no es un pol¨ªtico viejo porque no quiero resignarme, es que hagamos lo que tengamos que hacer, el esfuerzo que tengamos que hacer para poner en la agenda de la sociedad los desaf¨ªos que tenemos.
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