Argentina: aumento del hambre propio de situaciones de guerra
El pr¨®ximo presidente debe abordar contundentemente el alarmante deterioro de la seguridad alimentaria en el pa¨ªs
Argentina es un pa¨ªs capaz de producir comida suficiente para alimentar a m¨¢s de 400 millones de personas, casi 10 veces su poblaci¨®n. Y, sin embargo, las ¨²ltimas proyecciones de la FAO indican que, si no se act¨²a de forma urgente, m¨¢s de siete millones de argentinos (un 17% de la poblaci¨®n) se quedar¨¢n sin comida en alg¨²n punto, hasta el punto de que muchos de ellos estar¨¢n uno o varios d¨ªas sin comer, expuestos al hambre.
Y si a aquellos en riesgo de no comer lo suficiente para llevar una vida plena sumamos a aquellos que no tienen ninguna seguridad de si les llegar¨¢ para obtener comida suficiente y se ver¨¢n obligados a reducir la cantidad o calidad de los alimentos que consumen, estamos hablando del 45% de la poblaci¨®n, seg¨²n los datos de la Escala de Experiencia de Inseguridad Alimentaria (FIES). La inflaci¨®n desbocada, el encarecimiento de los precios de los alimentos y unos ingresos familiares cada vez m¨¢s bajos son las principales causas de esta situaci¨®n, que afecta a casi la mitad de los argentinos y se antoja inaceptable para un pa¨ªs que exporta alimentos a todo el mundo.
A este panorama se a?ade un dato a¨²n m¨¢s alarmante: seg¨²n el ¨²ltimo informe del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Cat¨®lica Argentina, en 2018 un 13% de los ni?os argentinos pas¨® hambre y un 29,3% empeor¨® la calidad y la cantidad de su dieta. La situaci¨®n alimentaria de la infancia ha empeorado un 30% respecto a 2015.
En los 40 a?os que llevo dedicado a la seguridad alimentaria, nunca he visto un deterioro tan r¨¢pido en un pa¨ªs que no est¨¦ sufriendo una guerra, un conflicto armado o una gran convulsi¨®n social. Son cifras propias de situaciones de inestabilidad social y pol¨ªtica extrema y hay que abordarlas con medidas contundentes. No olvidemos que los ni?os son el futuro de una naci¨®n y, si no obtienen una alimentaci¨®n adecuada en sus etapas de crecimiento, estamos comprometiendo su desarrollo y el del pa¨ªs entero.
Afortunadamente, sabemos c¨®mo cambiar las cosas. Existen numerosas medidas de probado ¨¦xito, y ponerlas en marcha es cuesti¨®n de voluntad pol¨ªtica. Es urgente mejorar las condiciones de vida y trabajar por el desarrollo para que todos, tambi¨¦n los peque?os productores rurales, puedan tener una vida digna.
Eso podr¨ªa incluir un plan de emergencia que comience con programas de transferencia de ingresos, el fortalecimiento de la alimentaci¨®n escolar, la ampliaci¨®n de los comedores populares, programas de distribuci¨®n de alimentos b¨¢sicos ¡ªsobre todo en ciudades peque?as y medianas y en zonas rurales¡ª, y una redistribuci¨®n de las sobras alimentarias ¡ªcomo las que generan los supermercados y otras superficies¡ª a trav¨¦s de bancos de alimentos.
Si queremos reactivar la actividad econ¨®mica, tambi¨¦n es fundamental poner en marcha programas de microcr¨¦ditos para que los peque?os y medianos comerciantes
Si queremos reactivar la actividad econ¨®mica, tambi¨¦n es fundamental poner en marcha programas de microcr¨¦ditos para que los peque?os y medianos comerciantes de las zonas populares puedan comprar alimentos producidos por agricultores familiares y as¨ª generar un c¨ªrculo virtuoso.
Tambi¨¦n hay que repensar un modelo agroalimentario que hasta ahora se ha centrado en la exportaci¨®n de productos b¨¢sicos, y priorizar en su lugar el abastecimiento del mercado interno a trav¨¦s de circuitos de producci¨®n y consumo cortos y locales, que pongan los alimentos sanos y saludables como las legumbres, las frutas, los huevos o las verduras al alcance de todos.
Solo as¨ª podremos hacer frente a la otra cara de la moneda: los crecientes niveles de obesidad que ya afectan al 30% de los argentinos. Para ello, es fundamental poner m¨¢s ¨¦nfasis en la educaci¨®n nutricional y m¨¢s atenci¨®n a la forma de comer. Una alimentaci¨®n que, hoy en d¨ªa, est¨¢ terriblemente influenciada por una publicidad agresiva de productos poco saludables, a menudo dirigida a los ni?os. Es importante redoblar esfuerzos contra los alimentos ultraprocesados ricos en sal, az¨²car y grasas, y muy cal¨®ricos pero poco nutritivos.
El hambre, como candidatos a la presidencia del pa¨ªs como Alberto Fern¨¢ndez no dudan en reconocer, es hoy la mayor verg¨¹enza de Argentina. Y adem¨¢s, como ya afirmamos el Nobel de la Paz Adolfo P¨¦rez Esquivel y yo en este mismo diario, el hambre es un crimen.
Dado que erradicar el hambre y de la pobreza y mejorar la nutrici¨®n son cuestiones sociales centrales y de enorme envergadura que requieren acci¨®n coordinada a todos los niveles (Gobierno, sector privado y acad¨¦mico, ONG, ¨®rdenes religiosas, gremios, sindicatos y sociedad civil), es necesario el apoyo decidido de todos los l¨ªderes pol¨ªticos por situar estas cuestiones como prioridades en sus gobiernos. Animo a todos los sectores de la sociedad argentina a sumar esfuerzos en esa direcci¨®n.
Jos¨¦ Graziano da Silva ha sido director general de la FAO (2011-2019) y ministro extraordinario para la Seguridad Alimentaria en Brasil.
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