C¨®mo viajar fuera del mapa: nueve destinos alternativos y nada convencionales por todo el mundo
Desde los paisajes monta?osos de Lesoto hasta el parque nacional de Kaziranga, el ¨²ltimo gran refugio de los rinocerontes de un solo cuerno en la India, todav¨ªa hoy permanecen muchos rincones del mundo donde es m¨¢s f¨¢cil cruzarse con pastores y sus animales que con otro turista
Para los m¨¢s aventureros y para los al¨¦rgicos a los destinos saturados, queda mucho planeta por recorrer, aunque llegar hasta ciertos rincones sea m¨¢s complicado y haya que ir cargado, sobre todo, de mucho respeto por la naturaleza y por las comunidades locales para que los visitantes aporten en positivo y no se conviertan en una plaga destructiva. Estos son algunos de los pa¨ªses y regiones del mundo que pueden ser una buena alternativa de viaje frente a otros vecinos m¨¢s saturados por el turismo de masas. Por su aislamiento, por sus condiciones clim¨¢ticas extremas o sencillamente por haber sido eclipsados por otros destinos similares m¨¢s accesibles, en estos destinos no hay muchas posibilidades de encontrarte con un amigo o vecino del barrio. Solo hay que salirse un poco del mapa para encontrar alternativas poco convencionales.
Lesoto: el peque?o reino surafricano de las monta?as
Dominado por las cadenas monta?osas de Drakensberg y Maluti, el peque?o Lesoto presume de ser el pa¨ªs m¨¢s alto del mundo: incluso su punto m¨¢s bajo, en las llamadas Tierras Bajas, se encuentra a unos 1.400 metros de altura. Si nos animamos a viajar por este reino monta?oso del sur de ?frica, ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil encontrarnos con un pastor basotho vestido con una manta tradicional que con los grupos de turistas como los que llenan Sud¨¢frica, el pa¨ªs que envuelve a Lesoto. No llegan a 800.000 los turistas anuales, frente a los m¨¢s de 16 millones que se animan a visitar al pa¨ªs.
Uno de los secretos del viaje a Lesoto es utilizar los alojamientos para mochileros administrados por la comunidad del antiguo protectorado brit¨¢nico, a menudo en la cima de las monta?as. Porque el principal atractivo de Lesoto son sus paisajes monta?osos aparentemente interminables, salpicados de nieve en invierno, te?idos de rosa por las puestas de sol, con pasos ¨¦picos, atravesados por cascadas y con una gran variedad de propuestas para aventuras a gran altura.
El remoto Parque Nacional Sehlabathebe del sur y el relativamente accesible Parque Nacional Ts¡¯ehlanyane protegen grandes zonas de naturaleza salvaje. Una caminata de 40 kil¨®metros conecta este ¨²ltimo con los valles tranquilos y los prados de las tierras altas de la Reserva Natural de Bokong. Entre los hitos del pa¨ªs est¨¢n tambi¨¦n el Sani Top, el pub m¨¢s alto de ?frica, la presa Katse, una maravilla de la ingenier¨ªa de 36 kil¨®metros cuadrados que abastece de agua a Johannesburgo y genera energ¨ªa hidroel¨¦ctrica, o el Malealea Lodge, un puesto comercial reconvertido en alojamiento que ofrece caminatas guiadas por la comunidad local, ciclismo de monta?a y sesiones de coro en la aldea. Y sin olvidarnos tambi¨¦n de las impresionantes cataratas de Maletsunyane o el Parque Nacional Ts¡¯ehlanyane, con t¨ªmidos ant¨ªlopes y sus bosques aut¨®ctonos.
Isla de Ibo, Mozambique: la desconocida isla del ?ndico
En medio de las pl¨¢cidas aguas del archipi¨¦lago Quirimbas de Mozambique, la isla de Ibo guarda un especial encanto, casi m¨ªstico y, de momento, al margen del turismo. Se trata de un antiguo puerto portugu¨¦s ba?ado por el ?ndico, en el que flotan los t¨ªpicos dhows de madera con sus caracter¨ªsticas velas triangulares, tan t¨ªpicos de las costas ¨ªndicas. Hay villas en ruinas y edificios decadentes cubiertos de musgo que flanquean sus calles sin coches. Todo, envuelto en una interesante encrucijada de culturas (¨¢rabe, swahili, india y portuguesa) que refleja una larga y una tempestuosa historia.
Entre manglares y arrecifes de coral, la isla permanece virgen. Menos conocida que la legendaria isla de Mozambique, m¨¢s al sur, todav¨ªa no ha sido descubierta por el turismo a gran escala. Acceder a ella no resulta f¨¢cil, a menos que se alquile un avi¨®n o se llegue navegando, y las instalaciones tur¨ªsticas en la isla son escasas. En la costa noroeste encontraremos una poblaci¨®n de unas 4.000 personas, pero en el sur apenas encontramos los manglares impenetrables y algunas peque?as propiedades dispersas, en las que se cultiva el caf¨¦ silvestre. En la antigua ciudad de piedra colonial, hileras de ruinas similares a las de Pompeya se intercalan con mansiones y fuertes restaurados, legado de la historia de Ibo como puerto portugu¨¦s donde se comerciaba con africanos esclavizados.
Ibo en realidad solo tiene 15 kil¨®metros cuadrados, una isla diminuta donde se fusionan la herencia musulmana y la cristiana, los antiguos edificios coloniales ponen una atm¨®sfera casi surrealista y no hay ni bancos, ni tiendas, como un pueblo fantasma y so?oliento. Tan solo un pu?ado de alojamientos bien equipados sirven para los pocos turistas que llegan, normalmente a pescar con los pescadores locales, a practicar snorkel entre delfines o dejarse mecer por el viento en un dhow tradicional.
Hay experiencias locales que merecen la pena, como cenar en una casa de pueblo y probar su extra?o caf¨¦ salvaje o caminar hasta la vecina Isla Quirimba (durante la marea baja, las dos islas est¨¢n efectivamente unidas por una serie de bancos de arena). Tambi¨¦n podremos dar un paseo de observaci¨®n de aves alrededor de la isla (se pueden avistar alrededor de 250 especies) siguiendo una peque?a red de caminos que se dirigen hacia el sur a trav¨¦s de los bosques, desde la poblaci¨®n principal.
Banteay Chhmar, Camboya: una ciudad perdida al estilo Indiana Jones
Angkor es sin duda una de las maravillas del mundo, pero parece que todo el mundo se ha puesto de acuerdo para viajar a Angkor Wat. Afortunadamente, sin alejarnos mucho de all¨ª, quedan muchos rincones sin turistas. Por ejemplo, al noroeste de Angkor, Banteay Chhmar nos permite una experiencia m¨¢s pac¨ªfica de ciudad perdida, con su colecci¨®n de magn¨ªficas ruinas budistas en un rinc¨®n de la jungla, que pasa desapercibido para todos, excepto para unos pocos habitantes de la zona. Igual que algunas de las estructuras principales de Angkor, los templos de Banteay Chhmar fueron construidos por el rey Jayavarman VII, el emperador Khmer del siglo XII. Pero a diferencia de Angkor, Banteay Chhmar qued¨® intacto cuando el reino jemer se derrumb¨® y volvi¨® al hinduismo, conservando una imagen ¡°congelada¡± de la edad de oro del budismo camboyano.
El tiempo ha derribado muchos de los imponentes templos de Banteay Chhmar, pero las ruinas siguen siendo maravillosamente evocadoras. Podremos pasear por los restos de antiguos santuarios engullidos por enredaderas que apenas dejan ver los intrincados bajorrelieves que recuerdan las grandes haza?as de Jayavarman VII, con solo el canto de los p¨¢jaros como compa?¨ªa. Y ese es precisamente el principal atractivo de un viaje a Banteay Chhmar: la tranquilidad. No es dif¨ªcil ser la ¨²nica persona admirando los enormes rostros de Avalokiteshvara que coronan las torres del templo principal o arrastr¨¢ndose como un Indiana Jones moderno entre las enredaderas de la jungla para ver los frisos tallados que recuerdan las victorias del rey Jayavarman VIII.
La otra ventaja es que esta no es la versi¨®n de Disney de Camboya, exclusivamente para turistas, que a veces aparece en el centro tur¨ªstico de Angkor, Siem Reap. El alojamiento no es en hoteles boutique con spa, sino en sencillas casas de aldeanos, y las comidas consisten en lo que sea que la familia anfitriona tenga para la cena. Venir aqu¨ª significa prescindir de algunas de las comodidades de Angkor, pero para los que buscan conectarse con una Camboya en la que los lugare?os son realmente los importantes, y no los turistas, no hay mejor lugar.
Es un destino perfecto para explorarlo a pie o en bicicleta (aunque los caminos est¨¦n llenos de baches). La sensaci¨®n de ser Indiana Jones est¨¢ casi asegurada en esta jungla donde, probablemente, nos encontremos m¨¢s aves tropicales que personas.
Parque Nacional de Kaziranga, India: tigres, rinocerontes y elefantes, en la remota Assam
Los grandes parques nacionales de la India pueden estar llenos de tigres y elefantes salvajes, pero tambi¨¦n est¨¢n llenos de personas intentando verlos. No ocurre los mismo en el Parque Nacional de Kaziranga en Assam, el ¨²ltimo gran refugio del rinoceronte indio de un solo cuerno. Mientras que el famoso Parque Nacional Bandipur recibe m¨¢s de 200.000 observadores de vida salvaje al a?o, Kaziranga recibe unos 70.000 visitantes, en su mayor¨ªa turismo local, que se acerca a conocer la cordillera accesible de Kohora, en Assam.
Aqu¨ª, en las zonas m¨¢s remotas del parque, se puede pasar todo el d¨ªa sin ver a otro grupo de safari. Y esto es tambi¨¦n una oportunidad para acercarse a los rinocerontes de un solo cuerno, a los elefantes, tigres, b¨²falos salvajes y a una multitud ruidosa de aves. Alrededor de dos tercios de los rinocerontes de un solo cuerno que sobreviven en el mundo viven dentro de la reserva, ocultos por densas hierbas gigantes, pero f¨¢cilmente visibles cerca de los tranquilos pozos de agua que reflejan el cielo. Visitar Kaziranga tambi¨¦n es una excusa para ver la poco explorada regi¨®n de Assam, con sus fascinantes ciudades sagradas, antiguos templos shaivitas, plantaciones de t¨¦ e islas fluviales inundadas.
Merece la pena hacer un desv¨ªo para asomarse al poderoso Brahmaputra, el gran r¨ªo marr¨®n fangoso de Assam, desde la isla Majuli, un antiguo centro de satras hind¨²es (monasterios vaishnavitas). O acercarnos al vecino Parque Nacional Orang, al otro lado del r¨ªo, una reserva poco visitada que alberga la poblaci¨®n de tigres m¨¢s densa de la India.
Kirguist¨¢n: vida en yurta en el coraz¨®n de Asia
Al aterrizar en las afueras de Bishkek, se contemplan las afiladas crestas nevadas del Tien Shan extendi¨¦ndose al sur, hasta el horizonte. Aunque solo hay cuatro o cinco horas en avi¨®n desde los principales destinos tur¨ªsticos del centro de Asia, Kirguist¨¢n parece un mundo aparte. Desde luego, no tiene la infraestructura de transporte de destinos monta?osos del ¡°primer mundo¡± como Suiza y no encontraremos casas de t¨¦ al final de un camino como ocurre en Nepal, pero quienes vienen a Kirguist¨¢n tienen la posibilidad de disfrutar de una naturaleza grandiosa, casi intacta, y de una interesante cultura tradicional semin¨®mada. En la mayor parte del pa¨ªs, m¨¢s del 90% monta?oso, es mucho m¨¢s probable encontrarse con un pastor a caballo o una manada de caballos en libertad que cruzarse con otro turista.
Y eso que el pa¨ªs tiene much¨ªsimos atractivos para el gran viajero: se pueden hacer paseos a caballo, senderismo, ciclismo y escalada, incluso heliesqu¨ª de traves¨ªa, pero el principal atractivo para los visitantes primerizos es la aventura en la naturaleza, aunque el motivo por el que repiten destino suele ser la cultura local, marcada por la hospitalidad, en una regi¨®n donde muchos pueblos todav¨ªa mantienen un estilo de vida semin¨®mada estacional. Adem¨¢s, hay una buena infraestructura tur¨ªstica comunitaria, peque?a pero activa, y quedan muchos valles monta?osos poco explorados.
Se pueden hacer caminatas de varios d¨ªas al incre¨ªble lago Ala-K?l, paseos a caballo por el paso Kyzart hasta el gran lago Son-K?l o senderismo por zonas m¨¢s desconocidas, hosped¨¢ndonos en casas de hu¨¦spedes locales y campamentos de yurtas administrados por familias, muchos de los cuales pertenecen a organizaciones regionales de turismo basadas en la comunidad local.
Entre los top de un viaje a Kirghistan, est¨¢ llegar hasta lo alto de las monta?as sobre el valle Saimaluu Tash, accesible solo a mediados del verano despu¨¦s de que se derrita la nieve. O tambi¨¦n observar las estrellas desde la puerta de tu yurta o en cualquier lugar alejado de la contaminaci¨®n lum¨ªnica. Una opci¨®n es contemplar la estruendosa cascada Shar de 300 metros, tras una caminata de un d¨ªa, sorprendentemente accesible pero poco conocida cerca de Tash Rabat Caravanserai. Una vista inolvidable: la del paso de Sary-Mogul de 4.105 metros, desde el cual caen escarpados valles glaciares hacia el valle de Alay y el pico Lenin (7.134 metros) en la lejan¨ªa.
Mar de Aral: turismo comunitario para enfrentarse al desastre
Como un paisaje salido de una pel¨ªcula de ciencia ficci¨®n dist¨®pica, el cementerio de barcos en Moynaq, en Uzbekist¨¢n, con los cascos met¨¢licos de las barcazas pesqueras yaciendo en las aguas poco profundas del norte de Aral, son una imagen inolvidable. El Mar de Aral es un escenario de absoluta desolaci¨®n. M¨¢s all¨¢ de estas barcazas en dique seco, se extiende un amplio desierto y lo que queda del mar se encuentra ahora a m¨¢s de 200 kil¨®metros de distancia. Pero a pesar de lo que a priori podamos pensar, una visita a este tr¨¢gico mar, ya sea del lado de Uzbekist¨¢n o de Kazajist¨¢n, resulta una interesante lecci¨®n de c¨®mo el uso negligente de los recursos del planeta puede llevar al desastre ecol¨®gico.
En la d¨¦cada de 1960, el Mar de Aral era el cuarto lago de agua salada m¨¢s grande del mundo, con una pr¨®spera industria pesquera y proveedor de una cuarta parte del pescado de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Despu¨¦s, el monocultivo sovi¨¦tico llev¨® a la desviaci¨®n de los r¨ªos Amu-Darya y Syr-Darya que alimentaban el mar, para regar la producci¨®n de algod¨®n en Uzbekist¨¢n y Turkmenist¨¢n. Esto puso en marcha una cat¨¢strofe ecol¨®gica irreversible a escala ¨¦pica que supuso la ruina para la zona. Este desastre provocado por el hombre es ahora m¨¢s actual que nunca, en plena lucha de la humanidad contra el cambio clim¨¢tico.
Hoy, el turismo para ver lo que queda del desastre proporciona un goteo de ingresos para las comunidades cuyos medios de vida hist¨®ricos se han arruinado. La ruinosa ciudad kazaja de Aral, puerta de entrada a la masa de agua del mismo nombre, ve c¨®mo se recupera una modesta industria pesquera gracias a la construcci¨®n de la presa Kok-Aral en 2005, que ha provocado el lento aumento del nivel del agua. Ahora es una base gestionada por ONGs para el turismo atra¨ªdo por el sorprendente paisaje des¨¦rtico que rodea el norte de Aral.
En el lado de Uzbekist¨¢n, la ciudad de entrada al sur de Aral, Nukus, invita a los visitantes a una acampada, explorar tumbas y a diferentes aventuras al aire libre, todo gestionado desde las comunidades locales. La mayor sorpresa es encontrarse all¨ª con un museo como el Savitsky, que alberga la segunda colecci¨®n de arte contempor¨¢neo m¨¢s importante de la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica despu¨¦s del Museo Estatal Ruso de San Petersburgo.
Entre los hitos de un viaje al Mar de Aral est¨¢ la experiencia de viajar en 4x4 desde Nukus para ver salir el sol sobre lo que queda del sur de Aral y flotar suspendido en el agua s¨²per salina. O acercarse a las antiguas tumbas de Mizdakhan, una ciudad muy importante de la Ruta de la Seda desde el siglo IV a. C. hasta el siglo XIV.
Rupununi- Guyana: aventuras ecol¨®gicas en la ¨²ltima frontera de Sudam¨¦rica
El ¨²nico pa¨ªs de habla inglesa de Am¨¦rica del Sur, Guyana, se mueve a un ritmo muy diferente a sus vecinos y esto le convierte en una alternativa realmente interesante. Aunque ha ido aumentando el n¨²mero de visitantes desde 2015, todav¨ªa no superan los 300.000 turistas al a?o. Muchos menos que cualquiera de sus vecinos. Y de ellos, son much¨ªsimos menos los que se aventuran hasta el interior de la selva de Guyana, donde se encuentran algunos de los mejores lugares del mundo para observar la vida salvaje.
En este Amazonas diferente y desconocido, se puede practicar otro tipo de turismo, conectando con ind¨ªgenas, observando fauna ex¨®tica, y descubriendo la cultura ind¨ªgena de la regi¨®n de Rupununi, llamada as¨ª por su caudaloso r¨ªo. No es f¨¢cil moverse por esta zona, donde los pocos visitantes navegan entre una selva tropical densa, en busca de guacamayos y monos, hosped¨¢ndose en r¨²sticos ecolodges sostenibles que crean ciertos recursos para las comunidades ind¨ªgenas.
En Guyana, y m¨¢s concretamente en Rupununi, es posible tener la misma sensaci¨®n que tuvieron los primeros exploradores de la selva amaz¨®nica. Tan solo hay un pu?ado de albergues ecol¨®gicos remotos como apoyo, para quienes se animan a descubrir una selva con mucha m¨¢s vida salvaje que otras m¨¢s tur¨ªsticas. Solo un camino de tierra conecta la regi¨®n con la capital, Georgetown, al norte y con Brasil al suroeste. Esta relativa inaccesibilidad ha ayudado a proteger el territorio. Pero como hay planes para construir carreteras hacia la zona, hay que aprovechar el momento para explorarlo antes de que cambie para siempre.
Podremos, por ejemplo, unirnos a investigadores locales en excursiones nocturnas con gu¨ªas cualificados desde Caiman House, en Yupukari, explorar la sabana del sur de Rupununi aloj¨¢ndonos en un rancho como Waikin Ranch o aprender m¨¢s sobre la cultura ind¨ªgena en alojamientos comunitarios como Rewa Eco-Lodge y Surama Eco-Lodge, o sobre la vida salvaje y los trabajos de conservaci¨®n en Karanambu Lodge, que rehabilita nutrias gigantes.
Utsjoki, Finlandia: viaje a Narnia en la remota Laponia finlandesa
Laponia es una de las zonas m¨¢s tur¨ªsticas de Finlandia, gracias a Papa Noel y a las luces y celebraciones en Rovaniemi, convertida en capital mundial de la Navidad. Pero hay otra Laponia finlandesa mucho m¨¢s desconocida, en los confines m¨¢s lejanos y silenciosos del pa¨ªs, a 500 kil¨®metros al norte del C¨ªrculo Polar ?rtico, donde Finlandia hace frontera con Noruega. Es en la regi¨®n de Utsjoki donde reside el verdadero encanto de Laponia y se extienden paisajes inolvidables, tanto durante el invierno, bajo una gruesa capa de nieve y con la aurora boreal parpadeando en lo alto, como en el verano, en esos d¨ªas en los que nunca anochece.
Remoto y escasamente poblado, este es uno de los espacios realmente naturales de Finlandia: una masa de bosques cubiertos por l¨ªquenes y p¨¢ramos altos, con algunos enclaves que todav¨ªa son considerados ailigas (lugares sagrados) por los ind¨ªgenas sami. La naturaleza ocupa el centro de todo, ya sea en una caba?a de troncos, pescando salmones gigantes en el caudaloso r¨ªo Teno o corriendo en un trineo tirado por renos sobre la nieve. En cualquier caso, es un lugar perfecto para salirse del mapa de los caminos trillados y observar paisajes ins¨®litos.
Los motivos para viajar hasta aqu¨ª son evidentes: bosques inmensos de abetos, el azul pedernal de sus lagos y la soledad, rota tan solo por alg¨²n que otro reno. Es f¨¢cil sentirse el ¨²nico ser humano sobre la tierra en el camino a Utsjoki, a 70 grados de latitud norte del C¨ªrculo Polar ?rtico. Esta regi¨®n es Narnia pura en invierno, cuando los copos caen espesos, las temperaturas descienden por debajo de los -20 ¡ãC y los ¨¢rboles est¨¢n esculpidos con escarcha. Su aislamiento es lo que ha salvado tan salvajes y tranquilos estos paisajes.
Esta es una regi¨®n que nos acerca a la naturaleza y a una forma de vida que casi hemos olvidado. El latido del coraz¨®n sami se siente intensamente aqu¨ª, especialmente cuando se corre a trav¨¦s de la nieve en polvo reci¨¦n ca¨ªda en un trineo tirado por renos y se escuchan inquietantes joik sami, los poemas r¨ªtmicos que evocan el esp¨ªritu de los antepasados, cantados alrededor de una fogata crepitante en una tienda lavvu. La b¨²squeda de alimento, la pesca de salm¨®n, el pirag¨¹ismo y el senderismo son actividades de verano, mientras que el invierno es tiempo para caminar con raquetas de nieve, pescar en hielo, esquiar fuera de pista y observar c¨®mo la aurora se mece en el silencio de la noche. Una gran experiencia para el visitante es recorrer el sendero Utsjoki, una caminata circular de 35 km por la naturaleza que enlaza lagos, valles y p¨¢ramos, siempre con impresionantes vistas de los picos de Noruega.
Kamtchatka: una frontera salvaje entre volcanes y hielo
Kamchatka es uno de los ¨²ltimos rincones del mundo con una belleza natural casi virgen. Aqu¨ª no hay ferrocarriles ni carreteras que la conecten con el resto del pa¨ªs y queda m¨¢s cerca de Alaska que de la ciudad m¨¢s cercana del Lejano Oriente ruso, Vladivostok. La lejan¨ªa de la pen¨ªnsula, de 1250 km de largo, junto con las dificultades burocr¨¢ticas y el coste bastante elevado de viajar a esta zona fronteriza rusa, han hecho que Kamchatka sea uno de los destinos menos convencionales del mundo.
Kamchatka es un destino tallado por el fuego y el hielo, algo similar a lo que pasa en Islandia, pero la pen¨ªnsula rusa recibe cada a?o solo unos 240.000 turistas, frente a los dos millones o m¨¢s que llegan a Islandia. Con 270.000 kil¨®metros cuadrados, Kamchatcha es m¨¢s del doble de la dimensi¨®n de Islandia. En ella viven una mezcla de resistentes colonos rusos y nativos koryaks, chukchi e itelmeni.
Declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco por su espectacular paisaje volc¨¢nico, esta pen¨ªnsula rusa tambi¨¦n ofrece un oso por cada 30 habitantes humanos, cientos de manantiales termales, 100.000 lagos y r¨ªos, abundantes renos y alces y aves raras. El ecoturismo es uno de sus grandes atractivos e incluso, durante la ¨²ltima d¨¦cada, Kamchatka tambi¨¦n se ha convertido en un lugar poco probable para el surf extremo. Desde las arenas negras de la playa de Khalaktyrsky, los surfistas pioneros de Snowave Kamchatka han liderado el camino y ofrecen lecciones de surf (alquiler de equipo de invierno incluido).
Para conocer a fondo los volcanes locales y sus poderes termales, podemos acercarnos al Museo Vulcanariam en Petropavlovsk-Kamchatsky. Adem¨¢s, en los pr¨®ximos a?os se completar¨¢ el complejo Three Volcanoes, un proyecto enormemente ambicioso que incluir¨¢ nuevos hoteles, restaurantes, un spa, pistas de esqu¨ª y rutas de senderismo.
Entre las experiencias m¨¢s emocionantes que los viajeros prueban en la zona est¨¢ la navegaci¨®n hacia la bah¨ªa de Avacha para ver el entorno junto al agua de Petropavlovsk, con el monte volc¨¢nico Vilyuchinsky en la distancia, y para llegar a la isla Starichkov, un para¨ªso para las aves. Tambi¨¦n es posible darse un chapuz¨®n en Paratunka, un lugar tranquilo donde los lugare?os vienen a relajarse en las piscinas alimentadas por aguas termales. O rastrear reba?os de renos cerca de Esso, junto a n¨®madas evens: se puede hacer en helic¨®ptero en los meses c¨¢lidos y en motonieve durante el invierno.
Tambi¨¦n en helic¨®ptero podemos llegar hasta el Valle de los G¨¦iseres, una de las atracciones naturales estrella de Kamchatka, que forma parte de la Reserva Estatal de la Biosfera Kronotsky. Otra opci¨®n es subir al cono volc¨¢nico activo de cuatro kil¨®metros de ancho del monte Mutnovskaya, lleno de charcos de lodo hirviendo y grietas de hielo cortadas por los vapores calientes de los gases volc¨¢nicos. Y para terminar, se puede tomar un buen descanso en las aguas termales escondidas en el Parque Natural de Nalychevo que cubre el hermoso valle de Nalychevo y la docena de volcanes (cuatro activos) que lo rodean.
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