Diez cementerios junto al mar que merece la pena visitar
A orillas del Cant¨¢brico o con la vista puesta en el Mediterr¨¢neo, esta decena de camposantos llenan de belleza, naturaleza o poes¨ªa las localidades en las que est¨¢n asentados
Este mi¨¦rcoles 1 de noviembre, festividad de Todos los Santos, las miradas est¨¢n puestas en los cementerios. Antes que panor¨¢micos o art¨ªsticos, son lugares de respeto que transmiten mil sensaciones: memoria, recogimiento, belleza, la melancol¨ªa inherente.
Aprovechamos esta fecha para visitar 10 camposantos de la costa espa?ola, con la enso?aci¨®n a?adida del mar y sus bals¨¢micos efectos, atractivos por razones diversas y, por qu¨¦ no decirlo, repletos de vida. Y es que para deleitarse en estos escenarios de duelo no es necesario haber fallecido.
1. Romanticismo junto a la r¨ªa
Una circunstancia de naturaleza asombrosa atrae la atenci¨®n seg¨²n nos desplazamos de Barru a Niembru, dentro del concejo asturiano de Llanes. De esta forma se nos ofrece a la vista la r¨ªa-ensenada de El Vau, en la que se engasta la iglesia de Nuestra Se?ora de los Dolores, transfigurada durante la pleamar en La dama del lago, delante de la cual se despliegan las sepulturas del cementerio de Niembru, fechado en el siglo XVIII. Decimos ¡°lago¡± porque la procedencia del agua pasa inadvertida (salvo desde el merendero), generando una estampa que subyuga a cuantos la fotograf¨ªan. Pocos cementerios pueden presumir de combinar la ret¨®rica del ¡°polvo eres¡± con arena de mar salpicando las tumbas. Todo se torna a¨²n m¨¢s id¨ªlico cuando el nivel del mar alcanza las paredes de la iglesia, de modo que las aguas pl¨¢cidas de la r¨ªa crean un lienzo perfecto, en el que el paisaje se duplica en un reflejo realmente conseguido. A su costado nadan como si tal cosa card¨²menes de peces; y, durante la bajamar, buscadores de cebo sortean las barcas varadas. Un mausoleo indiano se levanta justo en la l¨ªnea del mar.
La construcci¨®n funeraria de Niembru es recurrente entre los pintores y ha sido escenario de numerosas pel¨ªculas, como El abuelo, de Jos¨¦ Luis Garci. En realidad, esta cuadr¨ªcula de tumbas y cruces corresponde a la parroquia de Barru, que integra los pueblos de Niembru, Balmori y Barru, lugar este donde, por razones del azar, se halla el taller donde se acaba de reparar la magn¨ªfica verja del cementerio de Comillas.
Desde el bien acondicionado y encantador hotel Hontoria se disfruta de todo este sector de costa llanisca; de la gastronom¨ªa se encarga el cocinero C¨¦sar F. Casado.
2. Expresi¨®n art¨ªstica frente al Cant¨¢brico
Ning¨²n camposanto de la costa espa?ola se acerca en valores art¨ªsticos a la joyita medieval a la par que modernista que guarda el cementerio viejo de Comillas (Cantabria), declarado bien de inter¨¦s cultural. Una met¨¢fora del cementerio entendido como parte activa de los contextos urbanos hist¨®ricos y responsable del paisaje cultural.
Su mole ocupa una de las siete colinas de la villa (como en Roma): la m¨¢s cercana al mar, con vistas a los Picos de Europa, fue intervenida en 1893 por Llu¨ªs Dom¨¨nech i Montaner, de quien se cumple este a?o el centenario de su muerte. ¡°Este genial arquitecto modernista¡±, se?ala Enrique Campuzano, doctor en Historia del Arte y miembro del equipo restaurador del cementerio, ¡°no se limit¨® a conservar las ruinas de la parroquia del siglo XV, sino que enfatiz¨® la integraci¨®n en el paisaje humanizado con la muralla escalonada, salpicada con pin¨¢culos, amoldada al terreno, as¨ª como con dos arcos de medio punto colocados en la antigua nave de la iglesia, a fin de que desde la entrada se atisbase el mar.¡±
Ya solo por contemplar la verja de la portada de Dom¨¨nech, reci¨¦n fijada despu¨¦s de dos a?os de restauraci¨®n, merece la pena el desplazamiento. Se ha reparado la corrosi¨®n causada por las sales marinas, adem¨¢s del forjado de piezas que sustituyen las malas intervenciones de los a?os cuarenta y sesenta del siglo pasado, siempre con los remaches originales. La imponente pieza se articula en cuatro hojas: las dos centrales destinadas a los finados y las dos laterales abiertas para los deudos. En total, 2.270 piezas en hierro forjado.
El ¨¢ngel protector o custodio (nunca exterminador como se insiste en divulgar), labrado por Josep Llimona y encaramado sobre el ¨¢ngulo del presbiterio, se observa desde cualquier punto de Comillas y se ha convertido en emblema de esta ilustre localidad. Llimona firm¨® tambi¨¦n el pante¨®n de la familia Pi¨¦lagos, en forma de ola, de cuya cresta surge otro excelente ¨¢ngel bendiciendo.
En el restaurante El Carel tienen ganada fama sus alcachofas confitadas. Cierra desde el 13 de diciembre hasta marzo.
3. El turismo funerario, santo y se?a de la Costa del Sol
El necroturismo alcanza en la capital malague?a las m¨¢s altas cotas merced a la labor de mantenimiento y actividades que desarrolla la Fundaci¨®n Cementerio Ingl¨¦s de M¨¢laga. Incluido en la Ruta Europea de los Cementerios, el origen del Cementerio Ingl¨¦s engrosa la historia de la infamia, puesto que, hasta 1831, los protestantes eran inhumados en la playa, al caer el d¨ªa, de pie y nunca en su totalidad, para pasto de los perros y juguete de las mareas. A fin de remediar tal ultraje, se erigi¨® este recinto anglicano, el primer cementerio protestante de la Espa?a peninsular. Su primer inquilino, Robert Boyd, fue fusilado en 1831 no muy lejos, en la playa de San Andr¨¦s, acompa?ando al general Torrijos, tras su pronunciamiento fallido contra Fernando VII. Aqu¨ª tiene su reposo heroico. En el c¨¦lebre cuadro Fusilamiento de Torrijos y sus compa?eros en las playas de M¨¢laga, de Antonio Gisbert, se reconoce a Boyd por su melena pelirroja.
Tras el port¨®n de entrada, flanqueado por los leones del imperio brit¨¢nico y la vivienda neog¨®tica del enterrador, se abre una estampa de cuidadas sepulturas transformadas en paisaje por el jard¨ªn de gusto british, en el que proliferan 109 especies, entre cipresales, pimenteros, pinos y algarrobos... y tambi¨¦n la yuca y la buganvilla.
?Lo m¨¢s curioso? Las dependiencias amuralladas primigenias, donde conchas marinas cubren las l¨¢pidas de ladrillo cocido en recuerdo del vil pasado. Sobresalen la iglesia de Saint George, a modo de templo griego, y el mausoleo de 42 militares del buque escuela alem¨¢n Gneisenau; el h¨¢lito literario persiste donde descansan el poeta Jorge Guill¨¦n y el hispanista Gerald Brenan, cuyos restos mortales fueron donados a la ciencia previamente a su inhumaci¨®n.
El recinto abre de martes a domingo, de 9.00 a 14.00 horas, y si bien la visitas guiadas se reservan para el verano, todos los viernes se celebra una visita teatralizada (15 euros la entrada), en las que varios personajes narran los avatares del lugar. De julio a septiembre han alcanzado gran ¨¦xito Las Noches del Ingl¨¦s. La entrada cuesta 5 euros (gratuita de 9.00 y 10.00) y la documentaci¨®n se puede descargar en el m¨®vil y usar el p¨¢rking situado junto a la plaza de toros.
A la salida, podremos optar entre Aire Gastrobar y la pizzer¨ªa Il Museo, regentada por aut¨¦nticos napolitanos. Para dormir, tenemos a mano La Casa Azul B&B, cuyo encanto reside en buena medida en sus muebles recuperados y vintage.
4. Hemingway estuvo aqu¨ª
Muchos creen que pertenece a Gautegiz-Arteaga ¡ªmunicipio al que est¨¢ adscrita la mitad del vecindario de Kanala¡ª, pero no. Esta bombonera f¨²nebre propiedad del Obispado se ubica en Sukarrieta, municipio vizca¨ªno que se extiende a ambas orillas de la r¨ªa de Gernika, eje de la reserva de la biosfera de Urdaibai.
En ruta hacia Laida y Laga (lo mejorcito en lo tocante a playas vascas), en el punto kilom¨¦trico 42, habr¨¢ que reducir la velocidad y subir a mano izquierda la cuesta de pavimento marr¨®n. En este alto frondoso, junto a la parroquia renacentista de Nuestra Se?ora de Legendika, se halla este primor en el mundo de los camposantos que es Kanala, datado en 1945.
Desde la tapia se contempla la r¨ªa de Gernika cincelada por demarcaciones mareales en toda su dimensi¨®n marisme?a, un panorama que deslumbra y fomenta la introspecci¨®n. Media docena de panteones ocupan la parte antigua, mientras que en las tumbas de la zona moderna atraen como un im¨¢n las estelas discoideas de tradici¨®n pagana, elementos funerarios p¨¦treos de homenaje imbuidos de mitolog¨ªa solar y que incorporan valor art¨ªstico al conjunto. Las estelas suelen lucir lauburus o cuatrisqueles, esas esv¨¢sticas de brazos curvil¨ªneos que salpican todo el Pa¨ªs Vasco. Una paz id¨ªlica lo ocupa todo.
Despu¨¦s de este paseo funerario, podremos gozar de an¨¢logas vistas desde la terraza de la Taberna Gizarte Etxea. Otro descubrimiento. En la playa de Laida nos esperan los inevitables pintxos del bar Atxarre. El pr¨®ximo d¨ªa 5 de noviembre todos los pintxos y raciones estar¨¢n volcados al mundo de las setas.
A la hora de pernoctar, la casa rural Hemingway Kanala recuerda el paso del escritor estadounidense por este barrio, cuando visitaba a su amigo el p¨¢rroco, exiliado en Cuba durante la Guerra Civil. El edificio consta de seis apartamentos de entre 45 y 170 metros cuadrados.
No nos marcharenos sin acudir al Urdaibai Bird Center para contemplar el ¨¢guila pescadora invernante y la esp¨¢tula Vrouwke, a la que est¨¢n haciendo un seguimiento v¨ªa sat¨¦lite desde Holanda.
5. El no cementerio del Fin del Mundo
La irrupci¨®n del arte vanguardista, hasta que se asimila, suele generar fuertes rechazos. Comprobarlo, si no, en esta genial obra funeraria adelantada a su tiempo y, por ende, pol¨¦mica, inacabada. Todo comenz¨® en 1999, cuando el alcalde socialista de Fisterra (A Coru?a), Ernesto ?nsua, encarg¨® al arquitecto pontevedr¨¦s C¨¦sar Portela ¡ªautor, en la misma Costa da Morte, del faro de Punta Nariga (Malpica de Berganti?os)¡ª el dise?o de un cementerio civil que diera respiro al superpoblado camposanto del pueblo. Portela concibi¨® en pleno cabo de Finisterre, camino del m¨ªtico faro, un alineamiento de 14 cubos de hormig¨®n, de 12 nichos cada uno, y una peque?a escalera a?adida, orientados a naciente, a la omnipresente r¨ªa de Corcubi¨®n, buscando comulgar con el paisaje del Fin de la Tierra. Al juego de efectos contribuye que los cubos se amoldan a las irregularidades de los senderos de pescadores del monte do Cabo y a la presencia de pinos. Hoy est¨¢ considerado una obra de arquitectura funeraria puntera en Europa y en el mundo; y son muchos los estudiantes de arquitectura que la visitan. El recinto sigue fuera de uso, pese a que no faltan personas que desear¨ªan encontrar en ¨¦l su ¨²ltima morada.
Pasada la iglesia del Santo Cristo da Barba Dourada hay que hacer un alto en la curva de Cabanas, junto al Monumento al Peregrino, desde donde se obtiene la mejor panor¨¢mica de este camposanto marino, para despu¨¦s aparcar junto a la fuente de Cabanas. Desde 1999 cada alcalde finisterrano ha perge?ado su particular plan de rescate para la obra de Portela. A Ernesto ?nsua le parece ¡°perfecto¡± que se reutilice como columbario: la ¨²ltima idea que ha aflorado y que tiene visos de prosperar. Sin abandonar el dise?o moderno, encontraremos en la playa de Langosteira, el hotel Bela Fisterra. Y de vuelta al pueblo nos aguarda el restaurante Terra, donde el joven y entusiasta chef Brais Pichel sirve ¨²nicamente un men¨² degustaci¨®n (50 euros, sin bebidas), a un m¨¢ximo de 15 personas al d¨ªa. Se aconseja reservar.
6. Una galer¨ªa de arte mallorquina
Como por encanto, nos encontramos en un mundo deslumbrante, en una Mallorca serrana: el pueblo de Dei¨¤, de casas con paredes de piedra sedimentaria y techumbres de teja ¨¢rabe. De su coqueto cementerio, ubicado al igual que la iglesia parroquial en la cima de una colina, cabe decir que goza de un panorama privilegiado de la sierra de Tramuntana, y siempre encabeza las clasificaciones de belleza f¨²nebre en Espa?a. Mientras los mallorquines prefieren enterrarse ¡°en hueso¡±, la comunidad art¨ªstica extranjera, tan devota de este puebl¨ªn como de cuento, optan por colocar sus cenizas junto a losas pintadas o esculpidas ¡ªa veces sobre piedras¡ª con gusto y discreci¨®n. La colorida estela dedicada a las cenizas del m¨²sico ingl¨¦s Kevin Ayers provocar¨¢ asombro a los amantes de la psicodelia. En Dei¨¤, las flores de pl¨¢stico est¨¢n rigurosamente prohibidas y las regaderas, buscando la sostenibilidad, est¨¢n elaboradas con lat¨®n.
Robert Graves (1895-1985), autor de la novela Yo, Claudio, fue el escritor que situ¨® a Mallorca en el mapa literario internacional. Graves ¡ªtumbas en ingl¨¦s¡ª sol¨ªa deambular entre estas sepulturas para cargarse de la energ¨ªa que ¡ªtodos los artistas aseguran¡ª proyecta el macizo de Teix. Una austera l¨¢pida de cemento y un no menos sencillo epitafio ¡ªPoeta¡ª, borroso por el paso del tiempo, evocan al mit¨®logo. ¡°Solo, a lo lejos, el piadoso mar¡±, que dir¨ªa Unamuno.
Bajo el cementerio est¨¢ el mirador de Can Corraca. Antes o despu¨¦s podremos visitar la Casa de Robert Graves, situada a las afueras, cerca del desv¨ªo que baja a la cala de Dei¨¤, de una afortunada fotogenia.
7. Las tumbas invaden la parroquia vieja de Cambados
Dejando la r¨ªa de Arousa y ganando altura por la falda del monte de A Pastora, alcanzamos la primera parroquia de Cambados, en estilo g¨®tico mari?eiro, de la que quedan vestigios de una belleza robada por el tiempo. En el cementerio de Santa Mari?a Dozo se conserva esta iglesia levantada en el siglo XV e invadida por las ampliaciones del cementerio cambad¨¦s, declarado monumento de inter¨¦s tur¨ªstico nacional e integrado en la Ruta Europea de los Cementerios.
En 1835 se destech¨® el templo para arreglarlo, algo que jam¨¢s se llev¨® a cabo. Quedan cuatro arcos transversales que, al decir del novelista ?lvaro Cunqueiro, sostienen el aire. Una leyenda asegura que las dovelas resisten todav¨ªa por haberse pegado con la sal de las factor¨ªas de salaz¨®n de la ¨¦poca. En el tercer arco est¨¢ representada el vicio de la pereza y el cuarto es conocido como el del Juicio Final. Se comprende que Cunqueiro considerara, este de Santa Mari?a Dozo, el cementerio m¨¢s melanc¨®lico del mundo.
Iremos despu¨¦s al parque-mirador de A Pastora, con vistas a la r¨ªa de Arosa. Otra leyenda dice que el demonio, para seducir a Cristo, lo subi¨® a este mirador y le propuso: ¡°Si postrado me adorares, todo cuanto ves te dar¨¦, menos Fefi?anes, Cambados y Santo Tom¨¦¡±.
De bajada encontraremos el Museo Etnogr¨¢fico y del Vino de Cambados, para despu¨¦s sentarnos en la terraza de la reformada taper¨ªa A dos Pi?eiros para degustar su pulpo a feira con queso de tetilla.
8. El regreso de los barcos pesqueros
Puede parecer extra?o colocar entre la n¨®mina de monumentos de una villa a su cementerio. En el caso de Luarca (Vald¨¦s), en el Occidente de Asturias, est¨¢ plenamente justificado por su emplazamiento en un brazo de tierra que entra en el Cant¨¢brico, mirador que ya quisieran muchos vivos para su propio deleite. Est¨¢ junto a la capilla de La Atalaya, con las im¨¢genes de la Virgen de la Blanca y el Jes¨²s Nazareno, y no lejos del faro de 1862 ¡ªque alojar¨¢ en breve un hotel-boutique¡ª y de la rehabilitada muralla del siglo XVI.
Aminora lo t¨¦trico de la visita la panor¨¢mica que forma la d¨¢rsena que dibujan las playas hasta Punta Muyeres, a la que se suma el ruido sincopado de los barcos pesqueros regresando a puerto, algo no f¨¢cil de ver desde un cementerio. Figuras de rostro sereno recortadas sobre la espuma, cruces, alegor¨ªas, b¨²caros mordidos por el salitre, m¨¢rmoles desgastados, todo compone la nostalgia por los que se fueron ¡ªel Ubi sunt¡ª en una ladera de dos tramos de escaleras, todo bien cuidado.
Si subimos a pie desde el puerto, veremos fijada en la puerta del cementerio (para su f¨¢cil localizaci¨®n en la terraza baja) una fotograf¨ªa de la tumba del premio Nobel de Fisiolog¨ªa y Medicina Severo Ochoa (1905-1993) y de su mujer Carmen Garc¨ªa: ¡°Unidos toda una vida por el amor. Ahora eternamente vinculados por la muerte¡±. Entre las sepulturas nuevas del primer piso se encuentra la del decorador cinematogr¨¢fico Gil Parrondo. Los visitantes solo pueden desplazarse por la zona central, acordonada para evitar el vandalismo. Pernoctar en el palacete de indianos Villa La Argentina redondea la excursi¨®n.
9. Estatuaria modernista en Arenys de Mar
Muchos son los que consideran la iconograf¨ªa funeraria de un misterioso gusto, cuando no kitsch. Para que estas personas cambien de opini¨®n est¨¢ indicado el camposanto de Arenys de Mar (Barcelona), que ostenta un grupo de esculturas de bien asentado prestigio. Las encontraremos en la cima del Tur¨® de la Pietat (Colina de la Piedad), con amplias vistas al Mediterr¨¢neo, en un cementerio conocido popularmente como de Sinera (Arenys escrito al rev¨¦s), tal y como lo bautiz¨® el poeta Salvador Espriu, autor del poemario Cementerio de Sinera y cuyos restos yacen en uno de sus nichos.
Inmersa entre cipreses y sepulturas, la mirada busca enseguida la escultura de una mujer sedente y reflexiva, obra capital del arte funerario del modernismo catal¨¢n, debida a Josep Llimona, y que singulariza el pante¨®n de la familia Mundet. De aire m¨¢s novecentista es la escultura de otra mujer, tambi¨¦n de Llimona, apoyada en el pante¨®n de Francesc Massaguer, tras el cual se yergue la tumba de Arnau Presas, en la que Venancio Vallmitjana, maestro de Llimona, labr¨® una imponente Sant¨ªsima Trinidad en m¨¢rmol blanco, en claro homenaje al cuadro La Trinidad de El Greco, un pintor rechazado por los c¨¢nones oficiales a finales del siglo XIX. Tampoco desmerece al conjunto la capilla neog¨®tica del banquero Lu Bosch.
A partir de los poemarios de Espriu, la artista Madola realiz¨® una instalaci¨®n de cer¨¢mica contempor¨¢nea abierta en el mismo recinto. Joan Miquel Llodr¨¤ (617 31 02 54) es gu¨ªa oficial e historiador del arte, y conoce al dedillo este espacio incluido en la Ruta Europea de los Cementerios.
A la hora de comer, un aut¨¦ntico del mar a la mesa se experimenta en el restaurante La Marina.
10. Un play¨®n perdido en la costa espa?ola
La excursi¨®n a la playa canaria de Cofete es la primera que se recomienda en la pen¨ªnsula de Jand¨ªa, extremo sur de la isla de Fuerteventura. Una jornada de conducci¨®n por 42 kil¨®metros de pista de tierra ¡ªida y vuelta¡ª para descubrir uno de los arenales espa?oles de mayor impacto. A media altura pasaremos por Casas de Cofete, el primer asentamiento humano de la pen¨ªnsula, algunas de cuyas viviendas tienen 200 a?os de antig¨¹edad, as¨ª como por el restaurante Cofete Pepe El Faro (no aceptan reservas), gestionado por la familia del difunto Jos¨¦ Viera, apodado Faro de Jand¨ªa en el mundo de la lucha canaria y natural de Cofete.
Junto al aparcamiento hallamos un mundo deslumbrante, brav¨ªo, remoto, en el que no deja de sorprender el cementerio decimon¨®nico a pie de playa, es decir, terreno de nadie, la ¨²nica manera de no tener que pagar por el solar. Antes de habilitarse este recinto los cuerpos se trasladaban hasta P¨¢jara (?40 kil¨®metros!) a lomos de dromedarios.
Pasmado se queda el visitante ante este desolado cementerio con tumbas cubiertas con piedras y arena, y rematadas con cruces de madera, con el amontonamiento de piedras propio de las sepulturas del desierto en las pel¨ªculas del Oeste; aulagas y matomoros en vez de gladiolos y crisantemos. Como dir¨ªa el escritor Juan Jos¨¦ Mill¨¢s, son ¡°cad¨¢veres hist¨®ricos porque la historia la hacen los difuntos de a pie¡±. La sepultura m¨¢s reciente se remonta a 1956 y un sencillo cerramiento facilita la observaci¨®n sin necesidad de entrar. Est¨¢ prohibido circular por la playa, y mucho m¨¢s acercarse a la orilla, puesto que el riesgo de encallar es elevado.
El cine est¨¢ siempre presente, si recordamos que por las curvas a Cofete descend¨ªan a toda velocidad los carros del fara¨®n persiguiendo a Mois¨¦s en la pel¨ªcula Exodus: Dioses y Reyes (2014), de Ridley Scott; y, m¨¢s todav¨ªa, si descubrimos que aqu¨ª se rod¨® la escena final de la pel¨ªcula El planeta de los simios (1968), de Franklin Schaffner, icono que forma parte del imaginario de la cultura popular.
Pedro Fumero sigue ense?ando la Casa de los Winter, al decir de muchos, una base de recambio de tripulaciones de submarinos nazis. Dicha mansi¨®n logr¨® rango literario en la novela Fuerteventura, del escritor tinerfe?o Alberto V¨¢zquez-Figueroa.
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