Cinco hombres en bici
Ni relojes, ni zapatos. Del triatleta al ejecutivo, pasando por el jubilado, el objeto de deseo al alza es la bicicleta. El¨¦ctricas, plegables, modernas, ¡®retro¡¯ o de competici¨®n
La bicicleta ha vivido un boom en 2020: Giant, el mayor fabricante del mundo, celebr¨® el crecimiento en todos los mercados; en Espa?a se tradujo en una subida del 38% en la facturaci¨®n. La alta demanda y los confinamientos han provocado que haya que esperar semanas o meses para hacerse con algunos modelos. La pandemia ha ayudado, pero este auge ciclista llevaba tiempo fragu¨¢ndose. M¨¢s de la mitad de los espa?oles (50,7%) utilizan la bici con alguna frecuencia, seg¨²n el ¨²ltimo Bar¨®metro de la Bicicleta, de 2019. Este medio de transporte ya aparec¨ªa en los planes de movilidad de las ciudades y en el imaginario colectivo de finales del siglo XX impregnando la moda, las tendencias urbanas y hasta las masculinidades. En la ¨²ltima d¨¦cada los ciclistas han aumentado en 4,5 millones en Espa?a; los hombres representan casi el 60% del colectivo. El primer veh¨ªculo que se conduce en la vida suele ser una bici. Una relaci¨®n que prosigue en la adolescencia. Con la mayor¨ªa de edad, algunos la dejan. Otros la abrazan. Hay toda una generaci¨®n que decidi¨® paliar la crisis de los 40 con una bici sublime de m¨¢s de 3.000 euros. Si en 2019 se vendieron en Espa?a una media de 3.400 bicicletas diarias, un 2% m¨¢s que el ejercicio anterior, en 2020 el sector estima que el aumento ser¨¢ del 30%. ¡°En las bicis de rendimiento el aumento de ventas ha sido el esperado. Pero en urbanas y el¨¦ctricas ha sido m¨¢s potente¡±, resume Jos¨¦ Alix, triatleta de 23 a?os y trabajador de la marca internacional de bicis Specialized. Una tendencia que se ha replicado en muchas partes del mundo.
Jos¨¦ Alix: ¡°A la nueva normalidad se llega en bici¡±
Para Jos¨¦ Alix, de 23 a?os, la bici forma parte de su memoria, de su profesi¨®n y de su ocio. ¡°Es pasado, presente y futuro¡±, resume. Practica triatl¨®n desde chaval, empez¨® ¡°con 8 o 9 a?os¡±. Con 16 se puso ¡°m¨¢s en serio¡±. Actualmente compite en la categor¨ªa ¨¦lite: entre los 100 mejores de Espa?a. ¡°Nos dejan entrenar, pero la sensaci¨®n es que est¨¢ todo en el aire¡±, explica. Una incertidumbre que le ha provocado cierta inquietud: ¡°Para un deportista la disciplina es importante, perderla te puede generar caos¡±.
Para evitar esa mezcla de frustraci¨®n y estr¨¦s que sobrevuela el ambiente, Alix intenta concentrarse en entrenar. Lo hace dos veces al d¨ªa: hay jornadas que amanece en el sill¨ªn; otras que sale de la piscina al borde de la medianoche.
¡°Tengo cuatro bicis propias¡±, recuenta. ¡°Y en casa hay varias m¨¢s, antiguas¡±, agrega. Hoy viste la de competici¨®n: una Specialized Tarmac SL7 con cuadro S-Works. ¡°La gama alta¡±, apunta, por si cabe alguna duda al ver esta flamante bicicleta de unos 8.000 euros. Trabaja para ese fabricante en Tres Cantos, adonde tambi¨¦n llega pedaleando: ¡°Nos dan una bici de empresa. Tienen una flota para incentivar que vayamos al trabajo en ella¡±.
La pandemia ha arrasado con algunas de sus citas deportivas, pero a la vez ha provocado un efervescente inter¨¦s por las bicis. ¡°Los n¨²meros est¨¢n ah¨ª¡±, dice. ¡°Hay un bum. Ha sido tal que se ha generado un problema de stock¡±, contin¨²a. Tambi¨¦n cree que desplazarse en este medio de transporte no debe ser peligroso ni provocar esa sensaci¨®n. Y considera que muchas ciudades se han atrevido y han hecho grandes cambios. Por eso pide m¨¢s impulso ciclista: ¡°A la nueva normalidad se llega en bici¡±.
Alix, acostumbrado a la ropa deportiva de los entrenamientos ¡ªsu favorito es subir el puerto de la Morcuera, en la sierra de Guadarrama¡ª o al estilo m¨¢s informal para ir a trabajar, se sorprende al verse en traje. ¡°No suelo ir as¨ª, pero no est¨¢ mal del todo¡±, dice. ¡°Todo sea por la bici¡±.
Alberto Montenegro: ¡±No me imaginaba yendo en bicicleta al cole¡±
Alberto Montenegro, de 34 a?os, nunca hab¨ªa tenido bicicleta en la ciudad. Eso cambi¨® en diciembre de 2018, en su 32? cumplea?os. Sus amigos le hicieron un regalo que no esperaba: una Finna Velodrome modelo single speed (de una sola velocidad), ensamblada en Barcelona y que cuesta m¨¢s de 500 euros. Recuerda sus primeros recorridos por Madrid como ¡°algo estresantes¡±. ¡°Hay que acostumbrarse a compartir espacio con los coches¡±, apunta. Desde entonces, cada ma?ana llega pedaleando al colegio Addis, en el barrio de Villaverde. All¨ª ejerce como profesor de secundaria: imparte Geograf¨ªa e Historia, Valores ?ticos y Cultura Cl¨¢sica a chavales de entre 12 y 16 a?os. ¡°Llevo ropa y me cambio all¨ª¡±, cuenta.
Durante el confinamiento tuvo que dejar de pedalear y pasarse a YouTube: as¨ª, se grababa v¨ªdeos para sus alumnos desgranando el ¨¢rbol geneal¨®gico de los dioses griegos o resumiendo el giro de la Tierra. Prefiere las clases presenciales. Va tranquilo al cole: ¡°Estamos con las ventanas y las puertas abiertas y no hemos tenido ning¨²n brote desde el inicio del curso¡±.
Nadie m¨¢s en su instituto va en bicicleta. Ni alumnos, ni profesores. Pero Montenegro ha despertado ya cierta curiosidad: ¡°Los chavales siempre me preguntan. Hago 14 kil¨®metros de ida y otros tantos de vuelta. Les parece mucho, pero a la vez ven que es factible. Es una manera de tratar la movilidad sostenible y el deporte¡±, explica. ¡°?Ah! Otro profesor me ha preguntado sobre la bici, me ha dicho que se lo est¨¢ planteando¡±, agrega. Describe como ¡°un chute de energ¨ªa¡± sus trayectos al trabajo. ¡°Cuando me la regalaron, sent¨ª que me estaban dando algo muy valioso; una bicicleta te abre un mundo de posibilidades¡±, explica. ¡°No me imaginaba yendo en bici al cole; ahora no me imagino haci¨¦ndolo de otra manera¡±.
H¨¦ctor Mu?oz: ¡±Nos tenemos que replantear c¨®mo nos movemos¡±
Escondido en un s¨®tano de un acomodado barrio madrile?o, el taller de H¨¦ctor Mu?oz, de 40 a?os, aparece plagado de recambios, engranajes, una impresora 3D¡ Ah¨ª Mu?oz repara bicis y desarrolla sus proyectos de upcycling. ¡°Seleccionas una bici vieja, le cambias algunos componentes y la pones de nuevo a punto. Se trata de convertir un producto abandonado en algo nuevo; una iniciativa consciente y relacionada con la econom¨ªa circular¡±, explica sobre la marca que fund¨® en 2010, Manual Art Work.
Tambi¨¦n forma parte del colectivo maker (extensi¨®n de la filosof¨ªa del h¨¢ztelo t¨² mismo basada en la tecnolog¨ªa). ¡°Me relaciono con mi entorno dando soluci¨®n a sus problemas¡±, contin¨²a, ¡°bien sea con las bicis, bien sea con la impresi¨®n¡±. Acaba de colaborar en el montaje de la exposici¨®n Materia gris, una selecci¨®n de piezas de artistas que han dado un paso radical en la b¨²squeda de nuevos materiales como un tejido de algas o una silla de biopl¨¢stico 100% vegetal. ¡°Siempre he tenido una gran sensibilidad medioambiental. Creo que los seres humanos hemos mirado demasiado tiempo hacia otro lado¡±, reflexiona. ¡°Como sociedad nos tenemos que replantear c¨®mo consumimos, los desechos que generamos o c¨®mo nos movemos¡±.
Tiene casi una decena de bicicletas propias: una Schindelhauer bastante modificada, una Redline Chopper (edici¨®n limitada de la que solo hay 1.500 en el mundo) o la Raleigh Chopper inglesa con la que aparece en la fotograf¨ªa (valorada en unos 1.200 euros). ¡°Es de finales de los setenta. Era la bici m¨¢s chula que pod¨ªa tener un ni?o ingl¨¦s en esa ¨¦poca. Est¨¢ radicalmente intervenida con ese look dorado que es un gui?o a Quadrophenia¡±, afirma, en referencia a la pel¨ªcula basada en el disco de The Who.
Fernando Garc¨ªa Garc¨ªa: ¡±Tenemos una relaci¨®n ¨ªntima con nuestras calles¡±
Fernando Garc¨ªa Garc¨ªa, de 49 a?os, est¨¢ harto de su calle. Este experto en marketing y publicidad, que trabaja para Paradores, vive en el centro de Madrid, cerca de la plaza de Espa?a. Nada m¨¢s salir de su portal se encuentra ¡°coches, coches y m¨¢s coches¡±. ¡°Con la pandemia, nos hemos dado cuenta de que es necesario cambiar cosas. Pero la inercia no es f¨¢cil de romper. Me propuse que la gente se interesase por algo que les toca de una manera ¨ªntima y cotidiana: la calle por la que pasan todos los d¨ªas¡±.
As¨ª, comenz¨® un movimiento que reclama la peatonalizaci¨®n de la suya. Algunos s¨¢bados, con sus vecinos, Garc¨ªa corta la v¨ªa para reivindicar el espacio p¨²blico. En la segunda convocatoria ya se hab¨ªan sumado otras dos avenidas de su distrito. ¡°Llegaremos a seis en la siguiente y de varios barrios¡±, agrega Garc¨ªa, cuya iniciativa, Revuelta Vecinal Madrid, se inspira en otros movimientos ciudadanos como Revolta Ve?nal y Revuelta Escolar, ambos surgidos en Barcelona y que reclaman priorizar a las personas frente a los coches en el dise?o de las ciudades.
Cree que las pol¨ªticas de movilidad en muchas ciudades de Espa?a son ¡°cochistas¡±. Especialmente en la capital: ¡°Incluso aqu¨ª, la bici es el medio de transporte m¨¢s competitivo. El problema es que el Ayuntamiento no invierte en carriles seguros¡±. Garc¨ªa pedalea sobre una plegable el¨¦ctrica, una Monty EF39 de 1.369 euros que tiene desde enero de 2020. ¡°Tardo 12 minutos al trabajo. Menos que en metro, taxi o coche¡±. Escogi¨® que fuera plegable porque no tiene donde dejarla. El¨¦ctrica, por una cuesti¨®n pr¨¢ctica: ¡°Voy con prisa y es cuesta arriba. Adem¨¢s, es m¨¢s c¨®modo cuando tengo reuniones y voy m¨¢s arreglado¡±. No se define como activista: ¡°Reclamar mejoras del espacio p¨²blico o una disminuci¨®n del ruido, la contaminaci¨®n o el espacio dedicado al coche en las urbes me parece m¨¢s de sentido com¨²n que una lucha¡±.
Fernando Arias: ¡±En bici surgen m¨¢s oportunidades de hablar con gente¡±
Australia, Cuba, Tailandia, Myanmar (Birmania)¡ En sus 65 a?os de vida, Fernando Arias ¡ª¡±Me suelen llamar Nano¡±, se?ala¡ª nunca ha dejado de viajar: ¡°Hay muchos lugares alucinantes, pero sintonizo con el desierto: con Argelia y con el S¨¢hara. Me gusta mirar al vac¨ªo y no ver nada¡±. ¡°Quiz¨¢s es porque viv¨ª all¨ª¡±, agrega hablando casi para s¨ª mismo. Nacido en Sidi Ifni, capital hasta 1969 del territorio, perteneciente a la antigua colonia espa?ola en el norte de ?frica, vivi¨® en Villa Cisneros, actual Dajla, hasta 1973. ¡°Faltaban dos a?os para la entrega [del territorio a Marruecos, que se hizo efectiva el 1 de enero de 1976]¡±, recuerda.
Se mud¨® entonces con sus padres y sus 10 hermanos a Madrid, al barrio de Bat¨¢n. All¨ª regres¨® hace un lustro, despu¨¦s de jubilarse. Al poco se hizo con una bici plegable. ¡°Me la vendi¨® una amiga. La ten¨ªa en el trastero y no la usaba. Estaba nueva¡±. Desde entonces practica una particular forma de cicloturismo: carga la bici en el maletero, va en coche hasta su destino y luego lo recorre a pedales: ¡°Es un gusto. Aparcas y te olvidas. La bici forma parte del viaje¡±. As¨ª ha visitado Ribadesella, Isla Cristina, La Manga, Pontevedra, Valverde de la Vera¡
¡°Cuando vas en bici, la gente asume que formas parte del lugar; tienes m¨¢s oportunidades de interaccionar y de hablar¡±, cuenta Arias, que tiene dos hijos: ¡°El peque?o y el mayor¡±. Ha pasado m¨¢s de un a?o de su ¨²ltima escapada, cuando fue a visitar la geoda gigante de Pulp¨ª, en Almer¨ªa. ¡°La encontraron en la mina de la localidad. Por suerte, la golpearon por un lateral y se abri¨® como un huevo, sin romperse. El resultado: 8 o 12 metros de brillantes cristales de yeso¡±, explica. ¡°Es la geoda visitable m¨¢s grande del mundo. Las hay de mayor tama?o, en M¨¦xico por ejemplo, pero no se puede acceder a ellas¡±, apunta.
Tiene muchas ganas de que pase la pandemia: ¡°Sobre todo, para seguir viajando; me lo pide el cuerpo¡±. Mientras, pedalea por la Casa de Campo, se toma algo en el mes¨®n El Pastor ¡ª¡±Una referencia en el barrio¡±¡ª, realiza cuidadas miniaturas o sue?a con una bici el¨¦ctrica (en la imagen, con una Peugeot Et01 D10 que cuesta 3.199 euros). ¡°Es el siguiente paso; la ayudita que te da la el¨¦ctrica se nota y en ciudad viene bien. ?M¨¢s con la edad!¡±.
Ayudante de fotograf¨ªa Edwin Orozco. Agradecimientos a Calmera Ciclismo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.