El balance de las v¨ªctimas de trata que osaron destapar a guardias y proxenetas en el ¡®caso Carioca¡¯: olvidadas, ¡°humilladas¡± y hasta muertas
Colectivos feministas denuncian que las mujeres han sido las perdedoras de un largo proceso que se sald¨® con penas m¨ªnimas por las dilaciones indebidas
Para unos ha salido gratis; para otros, a precio de saldo. El caso Carioca sobre la mafia del proxenetismo en Lugo fue tan grande y se dividi¨® en tantas parcelas que es dif¨ªcil echar la vista atr¨¢s y entender c¨®mo aquel terremoto ¡ªque abri¨® las cloacas e hizo tambalear desde hace m¨¢s de 15 a?os el apacible equilibrio de la peque?a ciudad gallega¡ª ha tenido tan pocas consecuencias para los culpables. De todos los procesados, proxenetas y agentes del orden aliados con los due?os de los prost¨ªbulos, el ¨²nico que est¨¢ entre rejas y que seguir¨¢ por un tiempo es el cabecilla de la trama, el temido due?o de los clubes Queen¡¯s y Colina, Jos¨¦ Manuel Garc¨ªa Ad¨¢n. El que en la primera d¨¦cada de siglo se labr¨® fama de ser el tipo m¨¢s duro de la ciudad cumple en la c¨¢rcel de Mansilla de las Mulas (Le¨®n) la condena que le fue impuesta en 2014, casi 21 a?os, por maltratar y agredir sexualmente a la que era su pareja y madre de su hija. Luego, en diversas piezas separadas de la macrocausa Carioca, el gran proxeneta volvi¨® a ser procesado como actor principal, pero ya se hab¨ªa inaugurado el periodo de rebajas en los Juzgados de Lugo. Las dilaciones indebidas que se acumularon en la causa son, explican desde la Fiscal¨ªa de Galicia, las que han motivado sucesivos acuerdos de conformidad con los acusados. El tiempo tambi¨¦n hizo que muchos delitos prescribieran.
La parte m¨¢s importante del sumario se liquid¨® en 2021 con un acuerdo en el que la Fiscal¨ªa pas¨® de pedir 520 a?os de c¨¢rcel a solo 10, a repartir pr¨¢cticamente entre Ad¨¢n y su fiel escudero, Jos¨¦ Manuel Pulleiro. El jefe de la trama estaba acusado de 54 delitos de prostituci¨®n coactiva, 27 contra los derechos de los trabajadores y otros de amenazas, tenencia il¨ªcita de armas, contra la salud p¨²blica por la venta de droga en sus locales y contra los derechos de los ciudadanos extranjeros. En su en¨¦sima cita con el banquillo, esta semana, antes de que en la Audiencia de Lugo quedase vista para sentencia la ¨²ltima pieza que a¨²n no se hab¨ªa sobrese¨ªdo o juzgado, Ad¨¢n ya no se jugaba nada.
Las fiscalas reclamaban para ¨¦l a?o y medio de c¨¢rcel por pagar con mordidas y favores sexuales a guardias civiles a cambio de protecci¨®n y soplos sobre redadas. Pero un acuerdo de conformidad entre el Ministerio P¨²blico y cuatro acusados (entre ellos, Ad¨¢n) dej¨® la pena para el explotador de mujeres en una simple multa de 2.000 euros. El juicio era contra cinco personas y una se neg¨® a pactar, lo cual torc¨ªa el acuerdo. La Ley de Enjuiciamiento Criminal, en su art¨ªculo 655 determina que ¡°continuar¨¢ el juicio si fuesen varios los procesados y no todos manifestaren igual conformidad¡±. Pero en Lugo se sigui¨® con la vista solo para la voz discordante, el subteniente de la Guardia Civil Julio Baquero, que se neg¨® a declararse culpable como todos los dem¨¢s. Este pacto parcial, ¡°ins¨®lito¡± y ¡°bochornoso¡± al que se lleg¨® para liquidar de una vez la macrocausa es, en opini¨®n del abogado Gerardo Pardo de Vera, que trabaja d¨ªa a d¨ªa con las v¨ªctimas, ¡°una humillaci¨®n m¨¢s para ellas¡±.
Los colectivos feministas y de apoyo a las mujeres prostituidas creen que ¡°algo falla en el sistema¡± para que no solo este caso, sino la mayor¨ªa de los juicios relacionados con la trata, acaben con un desenlace as¨ª: las dilaciones indebidas y la debilidad social de las testigos, a las que muchas veces se les pierde la pista tras la primera declaraci¨®n judicial, suelen traducirse en penas menores, que ya no implican c¨¢rcel. O bien en multas que ni se pueden comparar con las deudas de 3.700 a m¨¢s de 6.000 euros que ellas pagaron a los traficantes de seres humanos por venir a Espa?a.
As¨ª sucedi¨® esta semana con la ¨²ltima pieza, de las 50 que llegaron a ser en el mayor sumario contra la trata instruido en el pa¨ªs (274 tomos m¨¢s 36 de pinchazos telef¨®nicos; 90 imputados; 370 testigos). El juicio contra tres proxenetas y dos guardias civiles acusados, entre otros hechos, de convertir la actividad de los burdeles en un camino de rosas a cambio de dinero y favores sexuales ¡°ha servido para demostrar varias cosas¡±, critica M¨®nica Gonz¨¢lez, portavoz de la plataforma ciudadana Impunidade Carioca. Primera, enumera la activista, que ¡°los delitos quedaron probados¡±, y as¨ª lo reconocieron cuatro de los cinco procesados a cambio de una dr¨¢stica merma en sus condenas. Segunda, que ¡°la Fiscal¨ªa ha actuado como abogada de los acusados y con ello ha mandado un mensaje superpeligroso: vale m¨¢s la voz de los criminales que la de las mujeres que han sido valientes en ese entorno tan hostil¡±. Tercera, ¡°por acci¨®n u omisi¨®n de la Fiscal¨ªa, que durante a?os no hizo nada y caus¨® dilaciones que ahora sirven de argumento [para reducir las condenas], realmente existe impunidad y lo que les ocurra a estas v¨ªctimas invisibles importa poco¡±.
Sobre este ¨²ltimo juicio, Roberto Brezmes, fiscal jefe de Lugo, valora ¡°positivamente los acuerdos alcanzados con algunas partes¡±. Explica que era ¡°necesario apreciar la atenuante de dilaciones indebidas muy cualificada, por las diversas paralizaciones que hab¨ªa sufrido la tramitaci¨®n del procedimiento¡±. Tambi¨¦n defiende que ¡°la importancia de obtener una indemnizaci¨®n econ¨®mica para la principal perjudicada determina, a su vez, la necesidad de aplicar la atenuante de reparaci¨®n del da?o¡± y que ¡°la aplicaci¨®n de las dos atenuantes¡±, t¨¦cnicamente, ¡°lleva a la rebaja en dos grados de la pena¡±. Adem¨¢s, el fiscal insiste en ¡°la dificultad de localizar a las testigos¡±, que provoc¨® que muchos de los hechos ¡°quedasen hu¨¦rfanos de prueba de cargo¡±, con el consiguiente riesgo de que las acusaciones acabasen en una sentencia absolutoria. Otra de las razones que Brezmes considera que est¨¢ detr¨¢s del resultado del caso es ¡°la complejidad de la investigaci¨®n llevada a cabo por el juzgado de Instrucci¨®n¡±. ¡°En su momento¡±, recuerda, ¡°se adoptaron medidas de investigaci¨®n limitativas de derechos¡± y hoy, a la hora de los juicios, estas ¡°son estudiadas desde el punto de vista de la jurisprudencia actual, muy diferente de aquel que exist¨ªa¡± entonces. ¡°Por todas estas razones¡±, concluye en su respuesta por escrito, ¡°la Fiscal¨ªa considera importante haber alcanzado un acuerdo de conformidad al menos parcial, que garantiza una respuesta penal adecuada, a pesar del tiempo transcurrido desde la fecha de los hechos¡±.
Fue el anterior fiscal jefe de Lugo, ya fallecido, quien, en 2013, decidi¨® ¡°desguazar¡± el descomunal caso para hacerlo digerible a su equipo, pero esto, seg¨²n las voces cr¨ªticas, provoc¨® que los delitos de cada acusado quedasen desconectados entre s¨ª. La trama se parcel¨® en medio centenar de minifundios y muchos ya no dieron frutos; se sobreseyeron. Por su parte, la magistrada que dirigi¨® la investigaci¨®n en el juzgado de Instrucci¨®n 1 de Lugo, Pilar de Lara, fue sancionada sin empleo ni sueldo y apartada en 2019 por el Consejo General del Poder Judicial, que vio ¡°retrasos injustificados¡± y ¡°desatenci¨®n¡± en la gran cantidad de causas abiertas por ella contra pol¨ªticos, empresarios y miembros de los cuerpos de seguridad del Estado. La jueza que durante un tiempo necesit¨® llevar escolta (para ella y para su hija) acab¨® siendo trasladada a Ponferrada.
Pero ?qu¨¦ fue lo que ocurri¨® con las trabajadoras de los prost¨ªbulos que, con sus relatos, alimentaron un sumario judicial digno de serie de terror? Algunas rehicieron con dificultad su vida aqu¨ª y en otros pa¨ªses de Europa, encontraron trabajo como cuidadoras, como camareras, como peluqueras o maquilladoras; otras estudiaron FP, hicieron cursos de pasteler¨ªa e incluso emprendieron sus propios negocios como aut¨®nomas. Unas cuantas regresaron a su pa¨ªs natal o se les perdi¨® el rastro; y un buen pu?ado simplemente cambiaron de burdel, ignoradas por una maquinaria administrativa que no facilitaba las cosas. Algunas m¨¢s, explican desde la ONG lucense Aliad Ultreia, creyeron encontrar una ¡°salida de emergencia¡± cas¨¢ndose, y acabaron con ¡°parejas agresivas¡±, como alg¨²n cliente que hab¨ªan conocido en el club.
La testigo protegida que hizo estallar la causa despu¨¦s de denunciar la agresi¨®n sexual, en presencia de su arma reglamentaria, del cabo Armando Lorenzo, miembro del Equipo Mujer y Menor (Emume) de la Guardia Civil, fue primero deportada a su pa¨ªs y despu¨¦s tra¨ªda de vuelta. Ahora no est¨¢ en el mundo de la prostituci¨®n y no vive en Brasil, sino en Europa, pero padece ¡°altibajos psicol¨®gicos brutales¡±, porque sigue ¡°vulnerable y con trauma¡±, describen fuentes cercanas al caso. ¡°Es la t¨®nica general¡±, comenta Ana Barba, educadora social de la ONG Aliad Ultreia, incluso en las que lograron rehacer sus vidas: ¡°La huella sigue ah¨ª, porque el impacto de lo que padecieron fue muy fuerte. Tanto en las que vienen pidiendo atenci¨®n psicol¨®gica como en las que creen que no la necesitan vemos secuelas¡±.
¡°Las mujeres se han querido olvidar, se han desconectado de un proceso muy largo, muy cansado¡±, prosigue la educadora. Seg¨²n Impunidade Carioca, ¡°ven que no se ha hecho justicia¡± con ellas. Una de las razones esgrimidas por las fiscalas para reducir las penas en el ¨²ltimo juicio, adem¨¢s de las dilaciones, fue ¡°la reparaci¨®n del da?o¡±. ¡°Estas mujeres han sufrido intimidaciones y amenazas, a ellas y a sus familias¡±, recuerda Barba. Las integrantes de Impunidade que asistieron a la ¨²ltima sesi¨®n se preguntaban a la salida ¡°si realmente¡± los responsables de impartir justicia ¡°saben lo que es el da?o¡±. En Aliad cuentan casos de mujeres que, despu¨¦s de atreverse a declarar, empezaron a recibir visitas de emisarios de los proxenetas encarcelados. El propio Pulleiro fue devuelto por De Lara a prisi¨®n despu¨¦s de saber que hab¨ªa violado la orden que lo confinaba en su pueblo para acudir al bar donde trabajaba una testigo. ¡°Tu cara me suena¡±, le espet¨® a la joven.
En los d¨ªas en que Ad¨¢n estaba agotando su prisi¨®n provisional, antes del juicio por maltrato que lo encerr¨® para dos d¨¦cadas, se constataron huidas de mujeres a Brasil. Mientras el sistema de protecci¨®n del Estado a las testigos hac¨ªa agua y no hab¨ªa recursos para las v¨ªctimas, un guardia civil a las ¨®rdenes de la jueza, Luciano L¨®pez, se acostumbr¨® a buscar y pagar alojamiento y comida, o incluso acoger en su propia casa, a v¨ªctimas que se hab¨ªan quedado en la calle. Tal y como pudo presenciar EL PA?S, la propia magistrada busc¨® habitaciones para las mujeres que la telefoneaban.
La muerte sin justicia de Angie Palencia
La colombiana Angie Lizeth Palencia Carri¨®n muri¨® de un tumor cerebral un a?o antes de poder ver sentados en el banquillo a los hombres que la obligaron a abortar con 18 a?os sin anestesia, en una t¨¦trica cl¨ªnica de Lugo, el beb¨¦ que quer¨ªa dar a luz. Pese al profundo trauma que esta experiencia le caus¨®, ella hab¨ªa salido del hoyo y cuando falleci¨® era dependienta de Media Markt en Madrid. El juicio, con una v¨ªctima ya difunta, fue otra ganga para los acusados, en este caso Ad¨¢n y el m¨¦dico abortista, que tambi¨¦n en 2020 pactaron con la Fiscal¨ªa. El padre del beb¨¦, el empresario que hab¨ªa exigido ¡°arreglar como fuera¡± su ¡°problema gordo¡±, jugaba al golf mientras aspiraban el feto con una m¨¢quina rota. Ni siquiera lleg¨® a juicio, porque previamente la Audiencia lo exoner¨®.
Cilene Domingues Louren?o, la brasile?a que se enamor¨® obsesivamente de Ad¨¢n hasta mandarle cartas con flores dentro; hasta tatuarse su nombre en la piel, vive su propio infierno. Desde hace 17 a?os est¨¢ parapl¨¦jica y hace tiempo que reside en un centro especializado en Le¨®n. En Brasil dej¨®, antes de viajar con deuda a Espa?a, dos hijos varones con los que a¨²n mantiene contacto, pero que no pudo volver a abrazar. Nunca regres¨® a su tierra, porque se arroj¨® desde la altura de un sexto piso en un hospital de Pontevedra despu¨¦s de firmar, d¨¦bil, desesperada y sola, un consentimiento para dar en adopci¨®n a la peque?a Laura Kiara (engendrada por un cliente) que dio a luz despu¨¦s de ser arrumbada por la mafia de proxenetismo en un psiqui¨¢trico y luego en una residencia de monjas. En Le¨®n, Cilene no ha olvidado a esa ni?a que a finales de este mes cumplir¨¢ la mayor¨ªa de edad, ignorante de todo esto, con otro nombre y otra familia.
Aquel fantasma del burdel
En las ruinas del Queen’s, el burdel central de la trama, donde se daban cita empresarios de postín, policías locales, nacionales, narcotraficantes, guardias civiles, ciertos políticos y demás consumidores de sexo de pago, un fantasma de mujer quedó vagando para la eternidad. En su despacho, la jueza guardaba un dibujo infantil, pintado por la hija de Adán, la niña de los ojos del proxeneta, que representaba, según explicó la propia pequeña, una chica enterrada. Cuando estalló la Carioca, Lugo amaneció con pintadas que preguntaban directamente “¿dónde está Ana?”. Algunas testigos dieron otros nombres, el supuesto fantasma que cobraba forma algunas veces, y otras se desdibujaba, podría conocerse también en aquel ambiente como Sandra, Sara o Paula.
Una extrabajadora recordaba en el juzgado aquella mañana en la que una brasileña de 19 años desapareció, después de una noche en la que se oyeron quejidos y un disparo en una habitación. Pasados los años, un día de 2014 los investigadores descubrieron que alguien había burlado el precinto judicial y había cortado y levantado el suelo de cemento de una caseta aledaña, en la finca del club. El condecorado pastor belga 'Elton', uno de los mejores canes que llegó a tener la Guardia Civil para detectar rastros de cadáveres humanos, marcó sin dudarlo el terreno donde De Lara sospechaba que había estado sepultado un cuerpo. El análisis de la tierra en el laboratorio nunca dio resultados y aquella pieza quedó en nada.
La mayoría de las piezas importantes del sumario, si no prescribieron o fueron sobreseídas (sobre todo en lo referido a agentes de todos los cuerpos), se despacharon con acuerdos de conformidad entre la Fiscalía y los acusados, como ocurrió con Marcos Grandío, jefe del club Eros, que vio rebajada de 26 a tres años su pena gracias a esta fórmula. Grandío fue otros de los proxenetas beneficiados esta semana en el último juicio de la Carioca.
Por su parte, el dueño del club Liverpool del municipio lucense de O Corgo, un antro donde se llegó a prostituir a dos menores y donde el jefe exigía hacerlo “sin goma” —porque los clientes eran señores mayores “de aldea” que estaban “limpios”— no llegó ni al banquillo. Con gran polémica entre colectivos feministas y partidos de izquierda, las fiscalas también pidieron archivar las pesquisas.
La trabajadora social Ana Barba, de Aliad Ultreia, aprecia, sin embargo, "un cambio de sensibilidad" por parte de los mandos de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado en Lugo. La Operación Carioca "visibilizó lo que estaba pasando" para una sociedad que ignoraba el submundo del proxenetismo y la trata. Sigue habiendo burdeles tradicionales, más de 15 en la provincia, pero ahora la actividad se ha trasladado a los pisos. La figura del explotador sexual sigue estando ahí, detrás de estos lugares que ya no son un establecimiento público, sino privado, y que requieren de una orden judicial para entrar. Pero ya parecen "impensables", concluye Barba, esas escenas que aparecían en la Carioca: los guardias transportando mujeres desde el aeropuerto en sus coches patrulla; comiendo y cenando gratis, uniformados, en el burdel; bebiendo y practicando sexo con sus favoritas; catando y dando el visto bueno a las recién llegadas.
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