Suspenso en altas capacidades
La falta de formaci¨®n docente y la disparidad de criterios entre regiones deja sin atender a miles de alumnos con necesidades especiales
Entre los 12 y los 18 meses, ya balbucean multitud de palabras y muestran una curiosidad inusual por lo que les rodea. Antes de los tres a?os, su vocabulario es amplio y pronuncian construcciones gramaticales impropias de su edad. Muchos ya saben leer o escribir al cumplir los cuatro; su concentraci¨®n ante las tareas que m¨¢s les interesa es casi enfermiza; recurren a estrategias fuera de lo com¨²n para resolver problemas por s¨ª mismos, y se preocupan ante cuestiones abstractas complejas, como la muerte, la religi¨®n o el origen del universo. Son algunas de las muchas se?ales que indican a las familias que su reto?o puede tener altas capacidades intelectuales (ACI). Muy pocas veces, los progenitores fallan.
M¨¢s all¨¢ de destacar por un coeficiente intelectual elevado ¡ªigual o superior a 130¡ª, los peque?os con ACI desarrollan otra serie de caracter¨ªsticas: sus niveles de creatividad, motivaci¨®n, personalidad, emotividad y temperamento tienen poco que ver con el resto de sus compa?eros. El problema es que existen distintos tipos de perfiles: no todos son tan locuaces; muchos prefieren pasar desa?percibidos; los hay que, adem¨¢s, presentan otras necesidades educativas... Y en demasiadas ocasiones, la escuela es incapaz de detectarlos, con los riesgos que eso supone para su desarrollo personal y acad¨¦mico.
Seg¨²n los datos referentes al curso 2021-2022 publicados por el Ministerio de Educaci¨®n y Formaci¨®n Profesional, en los colegios e institutos espa?oles hay 46.238 alumnos de altas capacidades. La cifra apenas supone el 0,5% de todo el estudiantado matriculado, lo que demuestra las dificultades del sistema educativo para identificar y atender a estos menores. La estad¨ªstica es tozuda. Multitud de estudios recientes coinciden en que entre un 7% y un 10% de la poblaci¨®n cuenta con altas capacidades intelectuales, lo que demuestra que los colegios son un coladero.
La cuesti¨®n preocupa a la comunidad educativa, porque los alumnos con ACI necesitan planes espec¨ªficos de apoyo en las aulas ya que su desarrollo intelectual, social y emocional ha de abordarse de manera diferente. La actual Ley de Educaci¨®n expone que ¡°corresponde a las administraciones educativas adoptar las medidas necesarias para identificar¡± a estos estudiantes, ¡°y valorar de forma temprana sus necesidades¡±. A partir de ah¨ª, la escuela debe desarrollar ¡°planes de actuaci¨®n adecuados a dichas necesidades¡±. Entre ellos, la ley contempla la flexibilizaci¨®n o aceleraci¨®n de curso; la adaptaci¨®n curricular (como ofrecer al alumno contenidos del curso siguiente); la compactaci¨®n curricular (ir m¨¢s all¨¢ de lo que marca el programa con actividades adaptadas a sus gustos o intereses), o la participaci¨®n en grupos de enriquecimiento para que est¨¦n en contacto con otros ni?os y ni?as con capacidades similares.
Valoraciones no homog¨¦neas
Lo que ocurre es que son las comunidades aut¨®nomas las que tienen las competencias en Educaci¨®n y, por lo tanto, son dichas administraciones las que deben detectar y atender a estos alumnos. ¡°Podemos encontrarnos con chicos y chicas de altas capacidades en Andaluc¨ªa que, por ejemplo, no lo son en comunidades como Madrid¡±, lamenta la presidenta de la Fundaci¨®n El Mundo del Superdotado, Carmen Sanz Chac¨®n. Como no existe un criterio uniforme en todo el pa¨ªs para identificar a estos estudiantes, sugiere esta experta, sucede que la mayor¨ªa de ellos est¨¢ sin atender, por lo que se incumple la ley.
¡°No se trata de que el ni?o se adapte al sistema educativo, sino que sea el sistema educativo el que se ajuste a la necesidad del ni?o¡±, sostiene la psic¨®loga Olga Carmona. Coautora del libro Hijos con Alta Capacidad: El reto de educarlos (Plataforma editorial), Carmona insiste en la importancia de una detecci¨®n temprana que permita canalizar lo antes posible el potencial y el ajuste emocional de estos ni?os y ni?as. ¡°Esperar es perder preciosas oportunidades y un caldo de cultivo para que aparezcan trastornos como fobias escolares, ansiedad, depresi¨®n, alteraciones psicosom¨¢ticas¡¡±, enumera.
Las altas capacidades, matiza esta especialista, no suponen un trastorno. ¡°Pero si no se atienden, s¨ª pueden derivar en alteraciones que podr¨ªan llegar a ser severas¡±, admite. No solo secuelas ps¨ªquicas y fisiol¨®gicas, tambi¨¦n acad¨¦micas, con unas tasas elevadas de fracaso escolar. Por eso es clave que padres, madres y escuela se alineen en la misma direcci¨®n. Por desgracia, no siempre es as¨ª.
El origen del problema, coinciden psic¨®logos y maestros, es el desconocimiento absoluto que el claustro tiene sobre estos alumnos. ¡°Falta formaci¨®n en las facultades, la asignatura de altas capacidades no existe y la mayor¨ªa de profesores todav¨ªa cree que estos ni?os tienen que sobresalir en todas las ¨¢reas, o destacar con diferencia sobre el resto. Y no es as¨ª en absoluto¡±, se?ala el psic¨®logo y delegado en Espa?a del Consejo Mundial para Ni?os Superdotados y Talentosos, Leopold Carreras. Ese d¨¦ficit formativo del profesorado es, seg¨²n ¨¦l, ¡°el gran fallo¡± del sistema educativo.
Lo sabe bien Alba de Mingo, presidenta de la asociaci¨®n EducaDE, donde se imparten cursos espec¨ªficos sobre el tema dirigidos a profesionales de la educaci¨®n. ¡°Hay profesores maravillosos que no saben qu¨¦ hacer con estos peque?os, porque no tienen los conocimientos necesarios¡±, lamenta De Mingo.
¡°Yo no lo veo¡±
Lo habitual es que sean los padres y madres quienes den la voz de alarma en el colegio. Y es tambi¨¦n frecuente que sea la propia escuela la que se muestre reacia a iniciar la valoraci¨®n de alumno. Cuando se les plantea el tema, la t¨ªpica respuesta que reciben del profesor es ¡°yo no lo veo¡±. ¡°Si t¨² no est¨¢s formado para conocer que algo existe, ?c¨®mo lo vas a ver? La falta de formaci¨®n es la base del problema¡±, insiste.
No hay que olvidar que el desarrollo intelectual y emocional de estos menores requiere de recetas distintas a las del resto de compa?eros. Y aunque la aceleraci¨®n de curso solo vale para determinados casos, lo que s¨ª es seguro es que todos necesitan adaptaciones metodol¨®gicas y curriculares. Por eso, saber motivar a estos ni?os y ni?as es fundamental. ¡°Si el profesor se vincula con el alumno, conseguir¨¢ los mejores resultados posibles. Si, por el contrario, el docente se muestra r¨ªgido, fr¨ªo y el ni?o lo percibe como hostil, no hay nada que hacer y generalizar¨¢ una respuesta de rechazo hacia lo escolar¡±, avisa Olga Carmona.
M¨¢s all¨¢ de la p¨¦rdida del potencial de conocimientos que implica no atender a estos estudiantes en el aula, la psic¨®loga advierte de ¡°la insatisfacci¨®n, infelicidad y frustraci¨®n¡± que supone para estos menores no sentirse comprendidos ni atendidos en sus necesidades. ¡°Tratar de que encaje en un molde en el que no cabe y llegar a creerse que, como no se ajusta, es peor que los dem¨¢s, es un drama. La mayor¨ªa de los ni?os y ni?as no detectados llegan a la adolescencia rotos, con la autoestima por el suelo, sin saber c¨®mo relacionarse o, peor a¨²n, fingiendo ser como no son¡±, se?ala. Tambi¨¦n es relativamente frecuente que algunos puedan acabar siendo v¨ªctimas de acoso escolar o de bullying, incluso en la edad adulta.
Adem¨¢s de impulsar planes de formaci¨®n para los docentes, el psic¨®logo Leopold Carreras aboga por que los colegios del pa¨ªs realicen test de screening o cribados de manera conjunta a toda la clase. ¡°Es una medida sencilla y muy ¨²til, porque sirve para detectar tanto a alumnos con tendencia a desarrollar alg¨²n tipo de alta capacidad como a otros que puedan tener problemas o dificultades con ¨¢reas concretas¡±, explica. De este modo, la escuela identificar¨ªa a much¨ªsimos m¨¢s estudiantes con ACI de los que encuentra ahora.
La escuela como soluci¨®n
Los colegios e institutos pueden aportar mucho a este alumnado. Para el especialista del Equipo Específico de Altas Capacidades de la Comunidad de Madrid, Javier Tomás Bórnez, es imprescindible que la escuela les ofrezca un “itinerario de aprendizaje personalizado, diferenciado y enriquecido, que les desafíe y estimule”. También es necesario que reciban apoyo individualizado desde el aula, ya que esto les ayudará a inhibir las barreras. Este proceso implica la elaboración de un Plan lndividualizado de Enriquecimiento Curricular (PIEC), tutorías y mentorías donde se identifiquen sus fortalezas, necesidades y metas de aprendizaje. “El objetivo es que el no lo veo de algunos docentes cambie a un vamos a verlo. La clave es compactar y sustituir, nunca añadir más carga de trabajo, dado que eso sería una tortura pedagógica”, explica Bórnez. Otro aspecto que debe trabajarse bien es el de las habilidades sociales y emocionales a través de tutorizaciones a nivel de grupo, “donde se respeten todas las diferencias individuales”. Fuera del aula, además, junto con otros niños y niñas con altas capacidades, se deben desarrollar actividades de investigación, talleres de inteligencia emocional y de oportunidades de liderazgo, grupos de apoyo… Para fomentar su autoestima y sentido de pertenencia, concluye Bórnez, el colegio debe reconocer “los talentos únicos” de estos estudiantes, “y ofrecerles retos académicos y sociales que promuevan su resiliencia”.
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