Una cena con El Tipo que Nunca Cena en Casa
Un valenciano que oculta su identidad arrastra una legi¨®n de seguidores escribiendo cr¨®nicas ingeniosas y muy honestas sobre bares y restaurantes que cuestan hasta 25 euros por cabeza
¡°?Qui¨¦n cre¨¦is que ha follado m¨¢s: Julio Iglesias o Miguel Bos¨¦?¡±. Al Tipo le gusta provocar. Le gusta que surjan debates absurdos durante la cena. Le gusta que haya risas entre plato y plato. El Tipo que Nunca Cena en Casa hace de cada cena, una celebraci¨®n. Pero tambi¨¦n hay algo que no le gusta nada, que alguien pueda descubrirle. Por eso, sobre la mesa, no hay c¨¢maras de fotos buenas, ni reserva a nombre del Tipo, ni da jam¨¢s una pista de que pueda estar examinando cada plato, un ejercicio que luego trasladar¨¢ a sus cr¨ªticas gastron¨®micas, probablemente las m¨¢s seguidas en Valencia ciudad. Su web recibe 40.000 visitas cada mes y su tabla s¨®lo tiene tres mandamientos: no dir¨¢s nunca qui¨¦n eres, no te dejes invitar y jam¨¢s cobrar¨¢s un euro por esto. ?l vive de otras cosas.
El Tipo es un hombre, como ya desvela su nombre art¨ªstico. Y un var¨®n de mediana edad. Pero ya est¨¢. No concede m¨¢s informaci¨®n. No quiere que se sepa si est¨¢ gordo o flaco. Si es rubio o moreno. Si lleva u?as de cantaor flamenco o si se hace la manicura. ?l s¨®lo es un tipo que cena mucho fuera de casa y que luego lo cuenta con ingenio en unas cr¨ªticas que vuelan por los grupos de WhatsApp cada vez que hay que elegir un sitio para comer. Hoy es martes y cena en Malarmat, en El Cabanyal. Ma?ana, en Lienzo. Y esta semana a¨²n le quedan dos m¨¢s. No de todas sus visitas redacta una cr¨®nica y, por tanto, no todas se han de ajustar a los par¨¢metros que estipula en su web.
La velada empieza en La Jijonenca de El Cabanyal, una helader¨ªa muy cercana donde caen las primeras Alhambras y donde se encuentran los cuatro comensales. Las terrazas del barrio, barridas por la brisa del mar, est¨¢n muy animadas, como la del bar de enfrente, el Bernard Pub, un local con una barra que tiene pinta de haber vivido noches muy gallardas.
A las nueve en punto est¨¢ en la mesa de Malarmat. Los cuatro comensales se sientan y piden la bebida: una chica se pasa a la sin alcohol, los otros dos piden un tercio de Alhambra, y el Tipo, una Alhambra de tirador. Es la tercera y los debates absurdos se est¨¢n desmadrando. ¡°?Por cuatro millones de euros te comer¨ªas esa caca de perro? S¨ª, da mucho asco, pero te la comes y te olvidas de currar para el resto de tus d¨ªas¡±. El Tipo y su amiga mantienen la dignidad. Los otros dos coger¨ªan el dinero sin pens¨¢rselo.
El Tipo es el primero que abre la carta. Echa un vistazo r¨¢pido y pregunta qu¨¦ platos comparten con La Aldeana, el restaurante de al lado, que es la matriz de Malarmat. La camarera se los indica y El Tipo dice que no quiere ninguno de esos, que desea conocer lo genuino de este hermano siam¨¦s. A ¨¦l le gusta contar primero una milonga sobre el origen de su blog. De una tradici¨®n que empieza con Carlos III, el rey que creo la figura de una persona, un noble, que le dec¨ªa d¨®nde pod¨ªa comer bien. Y que desde entonces siempre ha habido un tipo que nunca cena en casa que ha sido an¨®nimo hasta que ¨¦l, el ¨²ltimo de esa estirpe, ha adquirido cierta notoriedad por las redes sociales. ¡°El anterior a m¨ª fue V¨¢zquez Montalb¨¢n¡±, suelta antes de darle un sorbo a la cerveza.
Luego se pone serio y explica que esto, en realidad, naci¨®, siendo un treinta?ero, del hartazgo de estar cada d¨ªa dici¨¦ndole a sus amigos d¨®nde comer, y que un buen d¨ªa se hizo un blog de Tumblr para dejar ah¨ª todas sus experiencias culinarias y que, as¨ª, le dejaran en paz. Este h¨¢bito despert¨® en X¨²quer, donde viv¨ªa. All¨ª empez¨® a frecuentar los bares del barrio: el Tanto Monta, La Creper¨ªa, el antiguo Capit¨¢n Morgan, La Oveja Negra¡ ¡°Yo cenaba fuera de casa cuatro o cinco d¨ªas a la semana, y luego fui expandi¨¦ndome por la ciudad¡±.
El blog no fue la soluci¨®n. A los amigos que no paraban de preguntarle, se sumaron los an¨®nimos que le lanzaban las preguntas por el Tumblr. Adem¨¢s, se cre¨® una presi¨®n absurda. Si una semana no hab¨ªa ido a dos sitios nuevos y los publicaba, se agobiaba. Y lo cerr¨®. Hasta que una compa?era de trabajo empez¨® a pincharle para que siguiera en las redes sociales. ¡°Pero yo soy muy tronco con las redes y le dije que no. Ella, entonces, me dijo que si lo retomaba, se hac¨ªa cargo de las redes sociales. Y encima lie a mi amiga con mi mejor amigo, Rodri, que hace webs y fotos. As¨ª que estaba perdido¡ Yo no publico nada; ellos lo hacen todo. Yo s¨®lo ceno y escribo. A ellos no les pago. Aqu¨ª todo ha sido siempre for de LOL [Laughing Out Loud, para divertirse, partirse de risa, seg¨²n las siglas usadas en Internet]. Si gano algo, como el a?o pasado, por ejemplo, con la gu¨ªa que edit¨¦, lo reparto con Ana y Rodri¡±.
Al Tipo le gusta que haya cuatro en la mesa. Es la cantidad perfecta para pedir s¨®lo una raci¨®n. Su l¨ªmite, por el que tiene una legi¨®n de seguidores, est¨¢ en 25 euros. Hace poco hizo, hicieron, una encuesta para ver si, por la inflaci¨®n, deb¨ªa subir el l¨ªmite a 30 euros. Y la gente se rebel¨®. ¡°Ni de co?a, la gente quer¨ªa que siguiera en 25 pavos¡±.
El Tipo consigue convencer a la camarera para que saque cuatro chupitos de hierbas. Se los pimplan, dos cada uno, uno de sus amigos y ¨¦l. Entonces, justo antes de la despedida, explica: ¡°Mirad, creo que la gente piensa que Julio ha follado m¨¢s que Miguel, pero yo considero que no, porque ten¨ªa la mitad de opciones. Miguel Bos¨¦ me flipa. El Bos¨¦ af¨®nico es como el Elvis gordo. Tiene como un punto de icono pop decadente, s¨²per guapo y s¨²per imitable¡±.
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