El sue?o de los surcoreanos (y de muchos de nosotros): no hacer nada
En una sociedad en la que prima la productividad, la velocidad y el automatismo, en Se¨²l se celebra cada a?o una competici¨®n que gana quien permanece m¨¢s relajado durante 90 minutos
A veces no hacer nada es el acto m¨¢s valioso y poderoso¡± es el lema de un concurso surcoreano que lanz¨® su primera convocatoria en 2014 con el objetivo de enfatizar que detenerse, relajarse y no ser constantemente productivo no es una p¨¦rdida de tiempo. Un mensaje que tiene que enfatizarse especialmente en Corea del Sur, conocido por ser uno de los m¨¢s duros para los trabajadores. Sin ir m¨¢s lejos, el a?o pasado el Gobierno de Yoon Suk Yeol intent¨® incrementar el m¨¢ximo legal de horas de trabajo de 54 a 69 horas semanales, lo que propici¨® un intenso debate p¨²blico y numerosas protestas lideradas por j¨®venes. Parad¨®jicamente, la ganadora de la edici¨®n de este a?o del Space-Out es Valentina Vilches, una doctora chilena de medicina integral que se mud¨® a Se¨²l despu¨¦s de sufrir el s¨ªndrome del trabajador quemado. Vilches explica la iron¨ªa aclarando que la pandemia le ayud¨® a descubrir que el coreano le fascinaba. En uno de los intercambios de idioma de la aplicaci¨®n Tandem, conoci¨® al que es su actual marido, un coreano que quer¨ªa aprender espa?ol. Un encuentro virtual que le sirvi¨® para tomar impulso y mudarse a Se¨²l, donde sigue viviendo tres a?os despu¨¦s.
¡°La muerte me da mucho miedo, por eso quiero sacar provecho a mi vida, que cada d¨ªa me aporte un valor emocional¡±, explica mediante videoconferencia la chilena, que concurs¨® para demostrar los beneficios de parar la mente. La joven, de 30 a?os, se proclam¨® ganadora entre m¨¢s de cien personas por ser la concursante con el pulso m¨¢s estable (los participantes llevan un brazalete para medirlo) de entre los 10 seleccionados por el voto popular. A este voto contribu¨ªa el semblante y la postura del concursante, as¨ª como las razones que lo motivaron a participar y que cada cual escrib¨ªa en una pizarra. ¡°Puse algo como: la vida es muy corta as¨ª que aseg¨²rate de vivirla¡±, matiza la ganadora. Concurs¨® junto a su bata de m¨¦dico y el estetoscopio, porque a los participantes se les invita a llevar ropa y objetos que los representen. Otros vest¨ªan el traje tradicional coreano, hubo quien llevaba un pa?uelo palestino, quien se present¨® como un estudiante con ojeras rodeado de bebidas energ¨¦ticas y quien se disfraz¨® de Homer Simpson. Y es que dentro de la dictadura capitalista, el concepto del dolce far niente produce estupor, considerado una expresi¨®n desvergonzada de la pereza, un pecado capital seg¨²n la doctrina cristiana. Una apreciaci¨®n que, sin embargo, resulta una falacia si se juzga la pausa (y su disfrute) como si fuera una inacci¨®n de car¨¢cter permanente. Adem¨¢s, incluso si esa fuera la actitud, ser¨ªa respetable. Como dijo el prol¨ªfico actor y director Fernando Fern¨¢n G¨®mez, que trabaj¨® activamente durante toda su vida: ¡°Estoy muy capacitado para no hacer nada, no soy una persona de esas de las que se dice: necesitan estar trabajando porque si no, no se realizan; si hubiera sido heredero, habr¨ªa estado perfectamente sin hacer nada¡±.
El pensador surcoreano afincado en Berl¨ªn Byung-Chul Han, uno de los m¨¢ximos exponentes de la filosof¨ªa contempor¨¢nea, aborda en su libro Vida contemplativa: elogio de la actividad (Taurus, 2023) el problema al que nos enfrentamos: ¡°Dado que solo percibimos la vida en t¨¦rminos de rendimiento, tendemos a entender la inactividad como un d¨¦ficit¡±. En una sociedad donde el descanso se percibe como algo innecesario, una de las consecuencias m¨¢s severas es el deterioro de la salud mental. Un cuidado que, adem¨¢s, queda deslegitimado. Algo que Vilches dice constatar con sus pacientes: ¡°La imposici¨®n social de ser productivos todo el tiempo nos vuelve autoexigentes. No nos permitimos descansar, vivimos con FOMO (siglas del ingl¨¦s fear of missing out: miedo a perderse algo, en espa?ol), en piloto autom¨¢tico y desconectados del presente hasta que colapsamos¡±. Hasta el ocio se planifica y ejecuta paso a paso, como si se tratara de una extensi¨®n de trabajo. En este sentido, un viaje programado durante las vacaciones puede resultar m¨¢s agotador que la vida cotidiana, con un nivel de estr¨¦s que a veces no compensa el supuesto disfrute. La cultura del esfuerzo irrumpe incluso en el tiempo libre. ¡°Bajo la compulsi¨®n del rendimiento y la producci¨®n, no hay libertad posible. Me obligo a producir m¨¢s, a rendir m¨¢s, me optimizo hasta la muerte, eso no es libertad¡±, conclu¨ªa Han en una entrevista en este peri¨®dico.
En consecuencia, los espacios y el tiempo para la contemplaci¨®n y el descanso se presentan como una forma de resistencia contra la tiran¨ªa de la hiperactividad sin tregua. En febrero de este a?o mor¨ªa Camila Ca?eque, una fil¨®sofa que se dio a conocer por sus performances centradas en actos pasivos como esperar, dormir la siesta, tomar el sol o recibir un masaje, que tras una apariencia banal profundizan desde una perspectiva art¨ªstica en las distintas formas de reposo (entendido como autocuidado) como respuesta al agotamiento generalizado y el sinsentido de la existencia.
Estas pausas necesarias pueden durara minutos o varios d¨ªas. Los retiros de silencio budistas donde se medita 14 horas diarias durante 10 d¨ªas siguiendo la t¨¦cnica del vipassana son, por ejemplo, una oportunidad para regenerarse. Pero hay quien opta por retiros m¨¢s largos para la introspecci¨®n, como el que describi¨® Thoreau en Walden (1854), durante los m¨¢s de dos a?os que vivi¨® en la reserva natural de Walden Pond (Massachusetts).
Los a?os sab¨¢ticos permiten que aquellos atrapados en la vor¨¢gine del sistema puedan volver a so?ar y a replantearse lo que les queda de vida. Una reclamaci¨®n de este derecho a parar es sobre lo que escribe la fil¨®sofa Azahara Alonso en Gozo (Siruela, 2023), donde narra el a?o sab¨¢tico que pas¨® con su pareja en la isla de Malta ¡°sin hacer nada¡±. ¡°Para quienes no pertenecemos a las clases altas, permitirse una pausa en condiciones dignas no es f¨¢cil y se suele criticar como pereza, vagancia, ociosidad. Precisamente por eso quise escribir una novela en la que un personaje de clase trabajadora pudiera, con poqu¨ªsimo dinero, vivir durante unos meses el tiempo ocioso de los privilegiados. Pensadores como Franco Bifo Berardi proponen algunas posibilidades para conquistar desde estos estratos ese tiempo y forma de vida: desertar, desear menos, salirse del redil del consumo masivo¡±, explica por correo electr¨®nico Alonso. Parad¨®jicamente, ese retiro temporal de la vida cotidiana fue lo que permiti¨® que Alonso escribiera la obra por la que hoy es conocida; algo que confirma la filosof¨ªa de Cicer¨®n, quien consideraba que la inactividad era necesaria para el cultivo de la virtud.
¡°Los m¨¦todos de producci¨®n modernos nos han dado la posibilidad de la paz y la seguridad para todos; hemos elegido, en vez de esto, el exceso de trabajo para unos y la inanici¨®n para otros¡±, escrib¨ªa en Elogio de la ociosidad (1932) el fil¨®sofo y matem¨¢tico Bertrand Russell, ganador del Premio Nobel. En la obra propon¨ªa una jornada laboral de cuatro horas. ¡°Hemos sido unos necios, pero no hay raz¨®n para seguir siendo necios para siempre¡±.
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