¡®Los reyes del mundo¡¯, una met¨¢fora circular sobre el desplazamiento, la violencia y la pertenencia
El filme colombiano, ¨²ltimo ganador de la Concha de Oro de San Sebasti¨¢n, se encuentra en la Cineteca de Ciudad de M¨¦xico
R¨¢ es un adolescente que vive en las calles de Medell¨ªn junto con Culebro, Sere, Winny y Nano. Despu¨¦s de recibir una carta del Gobierno en la que se le notifica la devoluci¨®n del terreno arrebatado a su abuela por los grupos paramilitares, decide emprender el viaje con sus amigos hacia esa tierra prometida. En el camino, encontrar¨¢n otras personas que habitan en los m¨¢rgenes de una sociedad en crisis, que alternativamente ofrecen lecciones de bondad, brutalidad y codicia.
Esta es la sinopsis con la que se presenta la coproducci¨®n colombiana Los reyes del mundo, reciente ganadora de la Concha de Oro de San Sebasti¨¢n a mejor pel¨ªcula, y que se encuentra en cartelera de la Cineteca de Ciudad de M¨¦xico. Filmada en los bellos paisajes selv¨¢ticos del Bajo Cauca, en el departamento de Antioquia ¡ªubicado en el noroccidente colombiano¡ª, zona que a¨²n se mantiene conflictiva, presenta una met¨¢fora circular sobre el desplazamiento, la violencia y la b¨²squeda de ese sentido de pertenencia a una tierra prometida, enquistada en el imaginario de una colectividad que a?ora la devoluci¨®n de un sentido de paz que les fue arrebatado.
La segunda pel¨ªcula de Laura Mora, tras Matar a Jes¨²s (2017), aborda una de las ra¨ªces de la violencia en Colombia: la lucha por la tierra, ya sea por el conflicto armado o asociado al extractivismo y la gran miner¨ªa en Antioquia, que se transforma en una espiral violenta que parece no tener fin en el pa¨ªs sudamericano. Cristina Gallego, una de las productoras de Los reyes del mundo, hace hincapi¨¦ en la universalidad de la tem¨¢tica del filme, motivo por el que pudo conectar tanto con el p¨²blico latinoamericano como con el europeo, continente donde la cinta tambi¨¦n fue galardonada con El Abrazo en Biarritz, Francia; y el Ojo Dorado en Z¨²rich, en Suiza, por mencionar algunos reconocimientos.
¡°Es una una historia que se repite, es un conflicto permanente. La pel¨ªcula va en este viaje mostrando lo que te puedes encontrar alrededor del pa¨ªs y en cualquier lugar, los conflictos sociales¡±, explica por videollamada Mirlanda Torres, coproductora de la pel¨ªcula junto a Gallego, y dice que uno de los grandes desaf¨ªos de la cinta fue rodar en zonas que todav¨ªa tienen problemas de orden p¨²blico y con presencia de grupos armados.
¡°Represent¨® un largo trabajo de dos a?os para conocer la zona, entrar con l¨ªderes comunitarios, buscar locaciones y vincular a la comunidad de los diferentes municipios para que no sintieran su cotidianeidad agredida por la pel¨ªcula¡±, complementa.
Todos los actores de la pel¨ªcula fueron naturales. La directora, seg¨²n Torres, trabaj¨® con los protagonistas las emociones y las historias de cada uno por encima del guion. Fue un trabajo de integraci¨®n mutuo ¡°muy enriquecedor¡±. Explicarles a ellos c¨®mo funciona un equipo de un filme, c¨®mo funcionan las relaciones, qu¨¦ iban a hacer y que la relaci¨®n sea rec¨ªproca.
¡°Aprendimos de su mundo y de sus experiencias de vida para alimentar al proyecto y llenar la historia de cada personaje con sus vivencias. Con todo lo que ellos tra¨ªan para aportarle al personaje. Creo que fue un trabajo muy bello y pues ha sido una experiencia de vida para los chicos. Creo que les ha movido ciertas fibras de lo que ellos quieren o esperan en la vida¡±, dice la productora.
Gallego, que tambi¨¦n fue productora de la nominada al Oscar El abrazo de la serpiente, menciona que se asumieron much¨ªsimos riesgos, tratando de hacer un balance y combinar ¡°esta cuesti¨®n tan vibrante como tan visceral¡±. La pel¨ªcula de Mora, una coproducci¨®n en la que tambi¨¦n intervino M¨¦xico, Francia, Noruega y Luxemburgo, juega con las met¨¢foras, lo on¨ªrico y a pesar de la violencia rondante, no le impide construir belleza y fraternidad en medio del conflicto.
Por eso no es rara la simbolog¨ªa a trav¨¦s de la pel¨ªcula. Un caballo blanco que a momentos parece real y en otros fruto del subconsciente de R¨¢; una casa derruida en su interior con dos ancianos que parecen un recuerdo fantasmal de otro tiempo; o un burdel en medio de la nada, una especie de matria, donde las mujeres quedaron como v¨ªctimas y relatoras de la atrocidad por el paso de la guerra.
Estos son algunos elementos que forman parte del lenguaje y la imagen de esta road movie que apela al realismo m¨¢gico, proponiendo una reflexi¨®n ¡°bellamente dura¡±, precisa Torres, sobre la amistad y los sue?os frustrados, inalcanzables, ut¨®picos, esperanzadores y de hermandad que construyen estos muchachos.
¡°La construcci¨®n que Laura hace es muy bella, ya que junta muchas de sus preguntas y de sus intereses. Tiene muchos elementos. Desde lo fotogr¨¢fico, lo visual, la construcci¨®n de los espacios, la direcci¨®n de arte y estos elementos se conectan en mayor o menor medida con el espectador¡±, dice Gallego.
Torres destaca el abordaje de la directora de los temas y conflictos de la cinta desde la met¨¢fora y finaliza con lo siguiente: ¡°la pel¨ªcula toma elementos surrealistas y le da pie a la alucinaci¨®n mezclada con la realidad para narrar ciertas problem¨¢ticas que est¨¢n en el imaginario de Colombia o que, incluso, son s¨ªmbolos con los que se pueden identificar distintos p¨²blicos desde sus propios contextos¡±.
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