Si fuera Feij¨®o...

Explica Raymond Aron en sus Memorias que, cuando empez¨® a escribir en la prensa sobre pol¨ªtica internacional, su director le recomend¨® que fuera un ¡°espectador comprometido¡±, que se pusiera en los zapatos de aquellos sobre los que opinaba. Llevado por esta sugerencia, aunque desprovisto de las habilidades de Aron, voy a ponerme en los zapatos de Feij¨®o para sugerirle, con su permiso y a un d¨ªa del comienzo del debate de investidura, varias cosas.

La primera es que aborde la cita pensando en contribuir a la concordia nacional. Feij¨®o es un activo de moderaci¨®n que puede perderse si cede ante los cantos de sirena que polarizan el pa¨ªs. Lo principal es aislar su relato del ruido medi¨¢tico y de la turbidez madrile?a, que es lo que siempre se desata en esta ciudad cuando el poder que la fundamenta se siente amenazado. De ello depende el estilo que necesita resaltar como l¨ªder del PP si quiere distanciarse de la extrema derecha, que es la que impulsa la protesta callejera y la cabalga. Una actitud que no puede ser matiz, no solo porque marca la diferencia entre un conservador y un fascista, sino porque es lo que se espera de liderar un partido de Estado que nunca secundar¨¢ la dictadura de opini¨®n que agitan las redes sociales en la calle.

La segunda cosa es que comprenda con inteligencia cr¨ªtica lo que esconde el acuerdo entre PSOE y Junts. En la literalidad del mismo est¨¢n las fortalezas y debilidades de los protagonistas, hasta d¨®nde pueden y quieren llegar. Y siempre, en el entendido de que la legislatura ser¨¢ dificil¨ªsima por la relaci¨®n de fuerzas e intereses que aglutina el PSOE; no solo por las citas electorales que sortear¨¢, sino porque el Gobierno de S¨¢nchez nace tensionando los acuerdos b¨¢sicos de los que surgi¨® la Constituci¨®n.

De ah¨ª la importancia de pensar sensatamente lo que dir¨¢ el l¨ªder de la oposici¨®n durante el mi¨¦rcoles y qu¨¦ sentido de voto indicar¨¢ a sus 137 diputados el jueves. Un desenlace que ha de tener claro que S¨¢nchez tiene como prop¨®sito de gobierno hacer de la necesidad de contar con 121 diputados la virtud de sumar al menos 55 m¨¢s que le apoyen a diario en sus afanes. Esta debilidad es lo que Feij¨®o debe explotar. Detr¨¢s est¨¢n la causa y la culpa del acuerdo con Junts, un pacto que antepone la utilidad de gobernar a cumplir la agenda con Sumar firmada en el Reina Sof¨ªa. Esta agenda est¨¢ subordinada al ¨¦xito de la negociaci¨®n del conflicto catal¨¢n, pues el Gobierno de coalici¨®n solo aprobar¨¢ sus propuestas y los presupuestos para cumplirlas si avanza en aquella conforme a dos hitos: convocar un refer¨¦ndum pactado y alcanzar un concierto fiscal para Catalu?a semejante al vasco, algo que no tiene encaje constitucional en estos momentos.

Sobre esta inestabilidad estructural que amenaza la legislatura es donde Feij¨®o debe trabajar su alternativa el mi¨¦rcoles y ofrecerse como seguro de estabilidad que garantice la concordia nacional. La negociaci¨®n territorial con Junts se afronta desde una envergadura hist¨®rica que se retrotrae a 1714. Esto obliga a la izquierda espa?ola al sobreesfuerzo de afrontarla en solitario, una haza?a herc¨²lea para la que se arroga la representaci¨®n unilateral de los intereses pasados, presentes y futuros del Estado, como si desde el 23-J el PSOE tuviese en exclusiva la capacidad de entender d¨®nde est¨¢ el per¨ªmetro de los intereses de todos los espa?oles frente a un bloque independentista al que se atribuye la representaci¨®n homog¨¦nea de Catalu?a. Factores que distorsionan la negociaci¨®n y que podr¨ªan agravar el desenlace si se rompiese el acuerdo de legislatura. Entonces, el independentismo estar¨ªa legitimado para volver a la unilateralidad al fracasar el di¨¢logo, pues en el acuerdo con Junts no hay renuncia a ella.

Que los t¨¦rminos de este acuerdo son inquietantes lo acredita el que, para ganarse la confianza de su interlocutor, el PSOE haya sido obligado a presentar dos d¨ªas antes de la investidura una proposici¨®n de ley de amnist¨ªa de m¨¢ximos. Es cierto que quedan fuera las situaciones de lawfare, pero, m¨¢s all¨¢ de la idoneidad de la t¨¦cnica legal del texto, estamos ante una propuesta de gracia que es in¨¦dita desde la Transici¨®n y que est¨¢ produciendo una divisi¨®n en la sociedad espa?ola sin precedentes desde la guerra de Irak. Sobre todo, cuando se a?ade la supervisi¨®n de los avances negociadores del conflicto catal¨¢n a un mediador que lo internacionalizar¨¢ como si estuvi¨¦ramos en el Ulster.

Los t¨¦rminos de la investidura solicitada por S¨¢nchez nos colocan ante un sumatorio de situaciones de alt¨ªsimo riesgo, semejantes a las de la Transici¨®n, pero sin los consensos de ella. Un marco que desborda el pragmatismo de gobernar haciendo de la necesidad virtud, algo a lo que debe dar la vuelta Feij¨®o haciendo de la virtud necesidad y ofrecer la abstenci¨®n de los suyos a cambio de una renuncia al acuerdo con Junts y la retirada de la amnist¨ªa. Si lo hiciera, S¨¢nchez tendr¨ªa que decidir en conciencia y, mientras se decide, Espa?a ver¨ªa c¨®mo alguien se arriesga personalmente al servicio del ¨²nico patriotismo posible: aquel que trabaja por la concordia de todos.