?C¨®mo generar confianza sana en la ciencia?
La comunicaci¨®n es un pilar central de la misi¨®n de la investigaci¨®n cient¨ªfica y su relaci¨®n con la equidad y la democracia, para que pueda ser utilizada no solo por los opresores, sino tambi¨¦n por los oprimidos
Muchos cient¨ªficos nos consideramos defensores de la democracia y la libertad, y nos dedicamos a la ciencia no solo por el placer y el significado de poder explorar la naturaleza, sino tambi¨¦n porque damos sentido a nuestras vidas intentando reforzar con nuestro trabajo uno de los pilares m¨¢s importantes de las sociedades modernas. Por ello, nos desconcierta el hecho de que haya personas que apoyen agendas anticient¨ªficas. A menudo leo en redes sociales como mis colegas piensan que los movimientos antivacunas o los negacionistas del cambio clim¨¢tico son irracionales y hasta autodestructivos. De hecho, hay cient¨ªficos que incluso estudian si ser de derechas o de izquierdas afecta a la actitud ante la ciencia. En un art¨ªculo reciente, Javier Salas nos resum¨ªa estos trabajos y conclu¨ªa que ¡°la derecha m¨¢s radical tiene problemas con la ciencia¡±.
Mucha de la evidencia apunta en esta direcci¨®n, pero yo creo que es m¨¢s complejo. Para empezar, la ciencia y el poder que genera siempre se han entrelazado con la clase, el g¨¦nero, la religi¨®n, la identidad nacional y la pol¨ªtica subyacente a las din¨¢micas sociales y econ¨®micas. La ciencia proporciona argumentos y herramientas tecnol¨®gicas que sustentan las luchas de poder y las agendas geopol¨ªticas, y adem¨¢s se utiliza para crear las narrativas y los marcos culturales que justifican los privilegios de quienes m¨¢s se benefician del despliegue de las tecnolog¨ªas. Pero la realidad es m¨¢s complicada, el capital pol¨ªtico y social de la ciencia puede ser utilizado no solo por los opresores, sino tambi¨¦n por los oprimidos, y puede destinarse tanto para mejorar la democracia como para justificar el autoritarismo.
Un ejemplo cl¨¢sico es la aplicaci¨®n de la teor¨ªa de la evoluci¨®n de Darwin al ¨¢mbito social con el objetivo de promover la agenda del ¡°darwinismo social¡±. Los darwinistas sociales justifican que los fuertes vean aumentar su riqueza y poder, mientras que los d¨¦biles vean disminuir los suyos, debido al orden natural, es un uso tendencioso de la teor¨ªa de Darwin que ¨¦l no compart¨ªa, en general. Esta ideolog¨ªa se present¨® como hecho cient¨ªfico en el siglo XIX y se us¨® tanto por la izquierda como por la derecha para apoyar el autoritarismo, la eugenesia, el sexismo, el racismo, el imperialismo, el fascismo y el nazismo. No es de extra?ar que las personas oprimidas por estas ideolog¨ªas reaccionen contra la ciencia que se us¨® para crearlas. Por ejemplo, el creacionismo asume que el darwinismo social es una consecuencia l¨®gica de la teor¨ªa de la selecci¨®n natural en biolog¨ªa, implicando as¨ª que los cient¨ªficos utilizan su estatus de intelligentsia para marginar a los m¨¢s d¨¦biles de la sociedad. En ciertos contextos, el creacionismo puede dar fuerza pol¨ªtica a un grupo para revelarse contra la opresi¨®n del darwinismo social.
Tecnociencia para oprimir
La ciencia puede usarse para oprimir, pero el rechazo de la ciencia en general tampoco genera libertad, porque esto tambi¨¦n significa el rechazo a su capacidad intr¨ªnseca para mejorar la equidad. De ah¨ª que las ideolog¨ªas anticient¨ªficas y la tecnofobia puedan convertirse en poderosas armas antidemocr¨¢ticas. Por ejemplo, la ciencia facilita la nueva esclavitud de las madres de alquiler, pero tambi¨¦n es verdad que pocas cosas han contribuido tanto a la emancipaci¨®n de las mujeres como la ciencia que contiene la p¨ªldora anticonceptiva. La confusa dial¨¦ctica entre pol¨ªticas a favor y en contra de la ciencia alent¨® el auge de las teor¨ªas conspiratorias durante la crisis de la covid. La credibilidad de historias culpando a las redes 5G de la pandemia y de las alertas contra nanobots introducidos secretamente en nuestros cuerpos con la vacuna, se aliment¨® de los temores colectivos a una tecnolog¨ªa se utiliza para controlar e incluso destruir a los d¨¦biles, mientras una ¨¦lite poderosa se beneficia de sus recompensas. Cuando miramos a las grandes empresas tecnol¨®gicas, todos sabemos que hay razones s¨®lidas y racionales para sentir esos temores.
Las narrativas de ¡°elitismo cient¨ªfico¡± tampoco reflejan la realidad. Algunos cient¨ªficos pueden estar motivados por el poder, el estatus y la riqueza; sin embargo, la mayor¨ªa de nosotros nos hacemos cient¨ªficos por vocaci¨®n para trabajar por el bien com¨²n y perseguir un conocimiento que facilite el avance humano. De hecho, este complejo di¨¢logo entre ciencia y poder hace que muchas carreras cient¨ªficas tambi¨¦n est¨¦n precarizadas, lo que genera consecuencias sociales y pol¨ªticas que complican todav¨ªa m¨¢s la situaci¨®n.
En sociedades en las que la vida de los ciudadanos est¨¢ cada vez m¨¢s determinada por la tecnolog¨ªa y la ciencia, la confianza en la gobernanza cient¨ªfica se convierte en un pilar fundamental del propio sistema democr¨¢tico. La confianza de los ciudadanos en el proceso democr¨¢tico se ver¨¢ erosionada si los beneficios de la ciencia y las tecnolog¨ªas no se distribuyen equitativamente y si poderes tecnol¨®gicos irresponsables toman el control de gran parte de nuestras vidas. Como cient¨ªficos, tenemos tambi¨¦n que ser autocr¨ªticos, incorporar la comunicaci¨®n en nuestro trabajo y aprender a navegar por este campo de minas de la comunicaci¨®n cient¨ªfica. La democracia y el futuro de nuestro planeta que se enfrenta a consecuencias catastr¨®ficas del calentamiento global est¨¢n en peligro, si un gran n¨²mero de ciudadanos da la espalda a la ciencia. Por lo tanto, es imperativo que desde las autoridades acad¨¦micas y cient¨ªficas se promueva un di¨¢logo que permita a las sociedades decidir democr¨¢ticamente c¨®mo desplegar la ciencia en beneficio de todos, no solo de los poderosos, educados y bien conectados.
?C¨®mo generar confianza sana en la ciencia?
Aqu¨ª propongo algunas ideas para generar confianza sana en la ciencia. Cuando se cuenta una historia cient¨ªfica hay que exponer claramente sus or¨ªgenes. ?De d¨®nde procede la idea, qui¨¦nes fueron sus autores y cu¨¢les eran sus objetivos? ?Hay historias no contadas? ?Hay personas olvidadas, que han quedado fuera de la historia debido a su procedencia o su g¨¦nero? Seg¨²n mi propia experiencia, al exponer el contexto, el descubrimiento cient¨ªfico se convierte en una historia humana, con la que la gente puede relacionarse y establecer un di¨¢logo. Se pueden descubrir terribles contradicciones; por ejemplo, las malas personas pueden producir buena ciencia. La buena ciencia y los cient¨ªficos pueden haber sido utilizados con fines terribles. Hay que exponer la din¨¢mica de poder que subyace al mal uso de la ciencia, y hay contraatacar imaginando c¨®mo la ciencia puede convertirse en algo que afecte positivamente a las vidas de las personas.
Cuando comunicamos la ciencia tenemos que ser autocr¨ªticos. ?Por qu¨¦ lo comunicas? ?Qu¨¦ ganas t¨², tu organizaci¨®n y/o grupo con ello? Reflexiona sobre c¨®mo tu sexo y tu situaci¨®n socioecon¨®mica afectan a tus juicios e intenciones. La gente se dar¨¢ cuenta de tus prejuicios, aunque t¨² y la gente que te rodea no lo hag¨¢is.
La comunicaci¨®n cient¨ªfica tiene que inspirar. El comunicador debe identificar aplicaciones de la ciencia, y c¨®mo pueden posibilitar la creatividad y el nacimiento de nuevos espacios cient¨ªficos, culturales o sociales.
Hay que exponer los escenarios positivos. Por ejemplo, hay estudios que muestran que los negacionistas del cambio clim¨¢tico act¨²an m¨¢s a favor del medio ambiente en situaciones en las que se les han propuesto medidas contra el cambio clim¨¢tico que pueden facilitar la creaci¨®n de una sociedad m¨¢s considerada y solidaria, y conducir a un mayor desarrollo econ¨®mico y tecnol¨®gico. En este caso, ver que la acci¨®n pol¨ªtica para mejorar los resultados sociales acompa?a a la estrategia de mitigaci¨®n del cambio clim¨¢tico, refuerza el apoyo a la ciencia.
Tenemos que pensar en las consecuencias imprevistas, especialmente para los m¨¢s d¨¦biles de la sociedad. Cuando se comunica una historia cient¨ªfica, hay que pensar si los miembros de su audiencia se han visto afectados en el pasado por la ciencia que est¨¢ explicando, o c¨®mo pueden verse afectados en el futuro. Por ejemplo, la historia de explotaci¨®n de la investigaci¨®n m¨¦dica que afecta a la poblaci¨®n negra en EE UU contribuy¨® a la indecisi¨®n ante la vacuna contra la covid.
Ser consciente del lenguaje y la terminolog¨ªa tambi¨¦n ayuda a mejorar tanto la comunicaci¨®n como la propia comprensi¨®n del tema; al pasar de la jerga cient¨ªfica a un lenguaje m¨¢s est¨¢ndar, podemos identificar nuestros prejuicios y darnos cuenta de posibilidades que no son evidentes dentro de la burbuja de los cient¨ªficos.
Finalmente, no hay que olvidar que la comunicaci¨®n cient¨ªfica debe ser una contribuci¨®n al proceso democr¨¢tico, su prop¨®sito no es convencer a la gente de que acepte la ciencia como un dogma. Especialmente en asuntos complejos, como el clima, la biolog¨ªa o la medicina, que afectan al presente, el futuro, las esperanzas y los temores de todos, es importante reconocer que nuestros conocimientos evolucionan y se perfeccionan constantemente. Expongamos tanto los puntos d¨¦biles y como los fuertes con sinceridad y con los mejores conocimientos cient¨ªficos disponibles.
La comunicaci¨®n cient¨ªfica inclusiva, reactiva, autorreflexiva e inspiradora debe convertirse en un elemento central de la misi¨®n de la ciencia; debemos encontrar formas eficaces de integrar la comunicaci¨®n en nuestra pr¨¢ctica cient¨ªfica de manera que potencie la democracia y la igualdad. Generar confianza en la ciencia requiere honestidad, transparencia y una aut¨¦ntica intenci¨®n de emplear la ciencia para el bien com¨²n. Requiere humildad para intentar entender otros puntos de vista y reconocer que, en una democracia, la ciencia no es una fuerza externa que act¨²a sobre la sociedad, sino un producto de su complejidad.
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