Su historia es una de las m¨¢s misteriosas y fascinantes de la historia del arte. Pese a haber sido celebrado en su ¨¦poca y codiciado por los grandes coleccionistas parisinos, Georges de La Tour terminar¨ªa pasando dos siglos en el mayor de los olvidos. Como otros pintores de su tiempo, las guerras que arrasaron su Lorena natal, los cambios sucesivos en el canon art¨ªstico y los escasos escritos que lograron sobrevivir lo terminaron sumiendo en la m¨¢s profunda oscuridad. Eso fue hasta hace un siglo, cuando La Tour fue rescatado de las sombras por varios investigadores, con el historiador del arte Hermann Voss al frente. En cuesti¨®n de semanas, La Tour se termin¨® convirtiendo en un astro de la pintura del siglo XVII, cuyos mendigos, campesinos y m¨²sicos callejeros fascinaron al p¨²blico general por su tratamiento realista y la delicadeza de su luz.
Entre el 23 de febrero y el 12 de junio, una nueva exposici¨®n solemniza a¨²n m¨¢s el legado de La Tour en el Museo del Prado. Se tratar¨¢ de la muestra m¨¢s extensa que se haya dedicado al pintor franc¨¦s en Espa?a, ya que reunir¨¢ una suma de lienzos con escasos precedentes conocidos. Llegar¨¢n a las salas del Prado un total de 31 originales ¨Csobre la cuarentena de obras aut¨®grafas identificadas a d¨ªa de hoy¨C, procedentes de colecciones p¨²blicas y privadas, como las del Louvre parisino, el Metropolitan Museum de Nueva York, el Getty Museum de Los ?ngeles o el Kimbell Art Museum de Fort Worth (Texas), que prestar¨¢ una de las versiones del que tal vez sea su lienzo m¨¢s c¨¦lebre, El truco con el as de diamantes, poblado por esos jugadores de cartas que se reproducen en la pintura del siglo XVII.
De la vida de La Tour se sabe entre poco y nada. Su biograf¨ªa conocida podr¨ªa resumirse en tres frases
Adem¨¢s, distintos museos provinciales franceses han accedido a ceder parte de sus fondos. Por ejemplo, el Museo de Bellas Artes de Rennes ha prestado La virgen y el ni?o, y el Palacio Ducal de Nancy ha enviado La mujer de la pulga, retrato femenino que sirve tambi¨¦n de cr¨®nica de su ¨¦poca, marcada por la epidemia de peste que arras¨® la Lorena y la hambruna que acompa?¨® la Guerra de los Treinta A?os. Dos obras pertenecientes a las colecciones del Prado tambi¨¦n formar¨¢n parte del conjunto: San Jer¨®nimo leyendo y Ciego tocando la zanfon¨ªa.
La muestra ha sido comisariada por Andr¨¦s ?beda, jefe de conservaci¨®n de pintura italiana y francesa en el Prado, y Dimitri Salmon, conservador del Louvre parisino y gran especialista en La Tour. ¡°Reunir 31 obras ha sido una proeza. Los cuadros de La Tour no son numerosos y est¨¢n repartidos por el mundo. Cuando iniciamos el proyecto hace tres a?os nos dijimos que, si logr¨¢bamos reunir la mitad, ya ser¨ªa un gran ¨¦xito¡±, explica Salmon. La exposici¨®n supone una ocasi¨®n infrecuente para descubrir su obra. ¡°En total, la muestra representa un 75% de los originales que han llegado hasta nuestros d¨ªas. Quer¨ªamos reseguir su trayectoria de la manera m¨¢s completa posible, pero tomamos la decisi¨®n de escoger solo lienzos originales, sobre los que no hubiera dudas respecto a su autor¨ªa¡±, a?ade el comisario. Los cuadros susceptibles de haber sido firmados por disc¨ªpulos, ep¨ªgonos y familiares (su hijo ?tienne, nacido en 1621, fue uno de los aprendices de su atelier) fueron dejados al margen.
De la vida de La Tour se sabe entre poco y nada. Su biograf¨ªa conocida podr¨ªa resumirse en tres frases. Naci¨® en 1593 en Vic-Sur-Seille, donde se firm¨® el Tratado de Westfalia, que anexion¨® la Lorena al reino franc¨¦s y termin¨® con la independencia pol¨ªtica del ducado. Se cas¨® con Diane Le Nerf, hija de un tesorero del duque de Lorena, a los 25 a?os. Y termin¨® muriendo, sin duda a causa de la epidemia de peste, en la ciudad de Lun¨¦ville en 1652, pocos meses despu¨¦s que su esposa. Para los estudiosos que analizan su obra, La Tour representa una especie de reto continuo, ya que el pintor no firm¨® la mayor¨ªa de sus cuadros y no fech¨® casi ninguno. ¡°Quedan muchas cuestiones sin respuesta, como la cronolog¨ªa de sus pinturas, sobre la que todav¨ªa se debate¡±, afirma el director del Museo del Prado, Miguel Zugaza, en el cat¨¢logo de la muestra. ¡°Hasta ahora no ha sido localizado ninguno de sus dibujos. Se espera con impaciencia que se identifique alg¨²n cuadro de historia, alg¨²n retrato, alg¨²n bodeg¨®n o alg¨²n paisaje que confirmar¨ªan que La Tour no se content¨® ¨²nicamente con la representaci¨®n de escenas de g¨¦nero, de cruel realismo, sin concesiones, y de cuadros de tema religioso, graves e intemporales¡±, agrega Zugaza.
Tampoco se conoce el aspecto del rostro de La Tour, ni d¨®nde tuvo lugar su formaci¨®n. Pese a todo, para algunos expertos, las innumerables especulaciones sobre su vida y su obra no hacen m¨¢s que amplificar el poder de sus lienzos. ¡°Uno no sabe si alegrarse o no, aunque es cierto que la ambig¨¹edad que caracteriza sus lienzos hace aumentar su atractivo¡±, confirma el comisario Salmon. ¡°La mayor¨ªa de sus cuadros admiten dos lecturas: una religiosa y la otra, profana. Una natividad donde aparecen la Virgen y el ni?o Jes¨²s tambi¨¦n puede ser interpretada como un simple nacimiento an¨®nimo, como una escena de g¨¦nero¡±.
Tampoco la filiaci¨®n art¨ªstica del pintor est¨¢, a d¨ªa de hoy, especialmente clara. Antes de su redescubrimiento en 1915, sus obras fueron atribuidas a pintores n¨®rdicos, con quienes sus nocturnos guardan parecidos m¨¢s que razonables, o a espa?oles, como Vel¨¢zquez, Ribera o Zurbar¨¢n (sin ir m¨¢s lejos, el San Jer¨®nimo que figura en la colecci¨®n del Prado lleva el nombre de este ¨²ltimo escrito en el reverso). Para otros especialistas, en cambio, la influencia del caravagismo italiano resulta indudable. La corriente tremendista que impuls¨® el pintor a comienzos del siglo XVII apostaba por esbozar a los personajes en interiores dom¨¦sticos, a la luz de las velas y con tonos c¨¢lidos. Buena parte de los lienzos de La Tour que han sobrevivido al paso del tiempo responden a la perfecci¨®n a esa definici¨®n.
'Georges de La Tour'
La exposici¨®n en el Museo del Prado se inaugurar¨¢ el pr¨®ximo 23 de febrero y estar¨¢ hasta el 12 de junio. El Museo est¨¢ abierto de lunes a s¨¢bado de 10.00 a 20.00h; los domingos y festivos de 10.00 a 19.00h.
La Tour tambi¨¦n habr¨¢ sido uno de los pintores m¨¢s populares, en las dos acepciones del t¨¦rmino, que haya dejado el arte franc¨¦s de los ¨²ltimos siglos. Dio fe de ello la primera gran exposici¨®n celebrada en el Museo de la Orangerie de Par¨ªs en 1934, dos d¨¦cadas despu¨¦s de su redescubrimiento. Paul Jamot, entonces conservador jefe del Louvre, tuvo la idea de presentar ante el gran p¨²blico a los llamados ¡°pintores de la realidad¡± del siglo XVII, grupo que reun¨ªa a Poussin, a Claude, a los hermanos Le Nain, a Champaigne y tambi¨¦n al entonces desconocido La Tour. ¡°En pocos d¨ªas, se convirti¨® en un pintor famoso, al mismo nivel que los artistas con los que compart¨ªa exposici¨®n, hasta el punto que hoy se le considera el mayor pintor del XVII junto a Poussin¡±, afirma Salmon. ¡°La diferencia es que Poussin es un pintor m¨¢s intelectual y cerebral, que requiere tener ciertas bases para acceder a su obra. La Tour es todo lo contrario: un pintor popular y accesible, pese a que sus obras est¨¦n esparcidas por el mundo. El otro d¨ªa, un gran experto que me dec¨ªa que cambiar¨ªa toda la obra de Poussin por un peque?o rinc¨®n de un cuadro de La Tour. Su misterio y su espiritualidad siguen teniendo un gran efecto¡±, concluye el comisario.
Tambi¨¦n el paradigma est¨¦tico de nuestro tiempo, partidario de la obra abierta donde cada uno logre proyectar una interpretaci¨®n personal e intransferible de lo que ve, suele beneficia a La Tour. En la teor¨ªa literaria contempor¨¢nea, la ¡°muerte del autor¡± que defendieron Roland Barthes o Michel Foucault determinaba que un texto no pertenec¨ªa a su autor, sino al lector. En otras palabras, la biograf¨ªa del gran genio que sosten¨ªa la pluma nunca pod¨ªa contar m¨¢s que la del an¨®nimo que sujetaba el libro entre sus manos. Trascendiendo la palabra escrita, la idea cobra una gran resonancia ante la obra de La Tour. Frente a los lienzos de este pintor de vida desconocida, formaci¨®n enigm¨¢tica y religiosidad oscilante, el protagonista suele acabar siendo quien los observa y sondea.