El misterio del cerebro convertido en arte
Una exposici¨®n en el Centro de Cultura Contempor¨¢nea de Barcelona disecciona sus funciones, dilemas y misterios a trav¨¦s de 300 obras de artistas, pensadores, fil¨®sofos y cineastas
El cerebro tiene un total de 160.000 quil¨®metros de fibras nerviosas y unas 86.000.000.000 neuronas. Para hacerse una idea, piensen que la Tierra tiene 7.300.000.000 habitantes y que para igualarse a la complejidad del cerebro el tr¨¢nsito diario deber¨ªa multiplicarse por diez. El seso es el ¨®rgano m¨¢s complejo que existe y el que m¨¢s inc¨®gnitas despierta. Siempre se ha equiparado con la tecnolog¨ªa punta de cada ¨¦poca y est¨¢ lleno de analog¨ªas: el cerebro como telar, como calculadora mec¨¢nica, como red el¨¦ctrica o telef¨®nica, como ordenador, como universo¡ A veces lo ponemos en blanco, nos lo comemos sin remedio o lo estrujamos de m¨¢s, seguramente el mayor placer de la ciencia ficci¨®n, o es tan aleatorio como una bandada de p¨¢jaros perfectamente sincronizada.
Ning¨²n otro ¨®rgano genera tal cantidad de sofisticaci¨®n: la conciencia, el pensamiento abstracto, el lenguaje, la imaginaci¨®n, los sue?os o la memoria. Corresponde a lo humano, aunque no solo: inteligencias artificiales, animales y organismos sin sesera deambulan por Cerebros(s), la exposici¨®n que el Centro de Cultura Contempor¨¢nea de Barcelona inaugura este mi¨¦rcoles, un viaje de m¨¢s de 300 piezas a las profundidades de la psique de la mano de cient¨ªficos, fil¨®sofos, poetas y artistas. Organizada por el f¨ªsico y bi¨®logo Ricard Sol¨¦ y la comisaria Emily Sargent, la muestra cuestiona la estructura, funci¨®n y evoluci¨®n del cerebro. Los datos importan aqu¨ª, pero tambi¨¦n todo ese sentido simb¨®lico asociado a lo mental y a lo que entendemos por inteligencia, siempre en plural. El matiz es importante porque no hay dos cerebros iguales, aunque pudiera parecerlo. Una celebraci¨®n de lo singular que sigue el sello de las exposiciones que definen al CCCB: investigaci¨®n, transversalidad y divulgaci¨®n.
El recorrido se abre con los tres minutos del documental La cueva de los sue?os olvidados (2010), del aclamado cineasta Werner Herzog. Ofrece un paseo por una cueva del sur de Francia, a las orillas del r¨ªo Ard¨¨che, descubierta por casualidad en 1994 por el espele¨®logo Jean-Marie Chauvet. Contiene unas 500 pinturas rupestres que datan de hace 32.000 a?os, mucho m¨¢s antiguas que las de Altamira o Lascaux. Una entrada estelar, ese viaje al arte rupestre, que prueba c¨®mo la mente es capaz de narrar y crear un mensaje anticip¨¢ndose al futuro. Herzog es un maestro en darle un sentido estelar a las fuerzas de la naturaleza y en comprender ¡°lo que puede un cuerpo¡±. Del caminar sobre el hielo, ese diario de viaje que recoge caminar a pie, en l¨ªnea recta, la distancia entre M¨²nich y Par¨ªs, es uno de los referentes de esa conquista de lo in¨²til que tanto indaga el arte contempor¨¢neo y un aut¨¦ntico ejercicio de poder mental. Es la idea que sobrevuela en Cerebro(s), una exposici¨®n que parte de dos muestras originarias independientes, Brains: The Mind as Matter (2012) y State of Mind: Tracing the Edge of Consciousness (2016), programadas en la Wellcome Collection de Londres, entidad coproductora de esta exposici¨®n junto con el CCCB y la Fundaci¨®n Telef¨®nica, donde podr¨¢ verse el a?o pr¨®ximo.
Dividida en varios ejes tem¨¢ticos, Cerebros(s) cuestiona nuestra comprensi¨®n de la experiencia consciente y explora lo que puede pasar cuando esta experiencia se interrumpe o se degrada. El apartado llamado Materia analiza c¨®mo el estudio de los cr¨¢neos f¨®siles desvela la aparici¨®n de la mente simb¨®lica. Simulando un gabinete de curiosidades, se presenta parte de la extensa colecci¨®n de la Wellcome Collection que re¨²ne libros de historia de la salud y la medicina modernas, objeto de anatom¨ªa antiguos, grabados, dibujos y fotograf¨ªas. En las vitrinas se mezclan ediciones de ¨¦poca de estudiosos como Vesalius o Descartes, dibujos de Camillo Golgi o Santiago Ram¨®n y Cajal, la documentaci¨®n original de la m¨¢quina anal¨ªtica de Charles Babbage y el legado de la hija visionaria de Lord Byron, Lady Ada Lovelace, as¨ª como la excepcional maquinaria de ¨¦poca del ingeniero c¨¢ntabro Leonardo Torres Quevedo.
El segundo apartado, Mentes, desvela c¨®mo los cerebros imbuyen al pensamiento, las emociones o los sue?os, explora los dos hemisferios y sus infinitas correspondencias. Todo el acento recae en el actual estado de la neurociencia y en las exploraciones filos¨®ficas y ¨¦ticas que algunos artistas hacen a partir de este conocimiento. La propuesta de los creadores Laramascoto, basada en el trabajo de Roger Bartra y su teor¨ªa del Exocerebro es lo m¨¢s destacado aqu¨ª, s¨ª como la instalaci¨®n de Alex Guevara partiendo de su propia actividad neuronal mientras duerme. Tambi¨¦n los fragmentos del documental sobre la agnosia del cineasta Joaquim Jord¨¤ y los autorretratos del artista William Utermohlen afectado por el Alzheimer. Imposible salir de estas salas sin pensar en los muchos estados mentales con los que el cerebro dialoga con la enfermedad.
Por ¨²ltimo, Otras mentes pone el broche con la parte m¨¢s expansiva de este campo de estudio: todas aquellas inteligencias colectivas desarrolladas por especies que trabajan conjuntamente como una sola mente, inteligencias artificiales que imitan los circuitos cerebrales o robots biol¨®gicos sin cerebro que muestran comportamientos b¨¢sicos. Joan Fontcuberta, Patrick Tresset o Roc Par¨¦s ilustran ese coqueteo entre arte contempor¨¢neo e inteligencia artificial mientras una instalaci¨®n de telara?as de Tom¨¢s Saraceno invita a reflexionar sobre el concepto de ¡°mente extendida¡±.
Cien a?os despu¨¦s de que Ram¨®n y Cajal descubriese que la neurona era la unidad b¨¢sica de la arquitectura cerebral, el ritmo de los descubrimientos se ha acelerado de tal forma que la comunidad cient¨ªfica define el cerebro como el mapa m¨¢s detallado de la materia gris que jam¨¢s ha existido. Hay tantas certezas como dudas. He ah¨ª la fascinaci¨®n de un tema que crece como el Physarum, un hongo que es capaz de sortear un laberinto para encontrar alimento, s¨ªmil de nuestro deambular diario. ?Son las ciudades como los cerebros? Se lo pregunta Godfrey Reggio en Koyaanisqatsi (1982), vocablo de la lengua de la etnia norteamericana hopi que significa vida desequilibrada. Es la obra que cierra la exposici¨®n. Apenas llega a los tres minutos esta pel¨ªcula experimental con m¨²sica de Philip Glass, pero no puede ser m¨¢s elocuente y celebrativa del lado m¨¢s inconformista e insubordinado de la mente humana.
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