El ¡°c¨ªrculo vicioso¡± de la vivienda que atrapa al Gobierno
La distancia entre las expectativas creadas y la lentitud de los resultados tensiona las relaciones entre el PSOE y Sumar
Una ley ¡°hist¨®rica¡±, precedida de un acuerdo ¡°hist¨®rico¡±, que marcaba un hito ¡°hist¨®rico¡±. Todo se present¨® como ¡°hist¨®rico¡± en la ley de vivienda aprobada en abril de 2023. Emplearon id¨¦ntico adjetivo desde el presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez (PSOE), hasta la l¨ªder de Podemos, Ione Belarra, pasando por todo un cat¨¢logo de figuras de la izquierda gubernamental. Su diagn¨®stico coincid¨ªa en lo esencial: al fin las fuerzas progresistas hab¨ªan estampado su sello en el mercado de la vivienda. No hab¨ªa sido f¨¢cil. La ley sali¨® tras m¨²ltiples choques en el seno del Gobierno y bajo la presi¨®n tanto del movimiento por el derecho a la vivienda ¨Cque empuj¨® para la aprobaci¨®n de la norma y la acab¨® recibiendo con escepticismo¨C como de un incesante carrusel de datos que constataban los estragos sociales por los precios elevados. Pero, a tenor de sus promotores, a?os de negociaciones entre tiranteces hab¨ªan merecido la pena. Llegaba ¡°un cambio de paradigma¡±, dijo S¨¢nchez.
Hace un a?o y medio. Y no ha habido un antes y un despu¨¦s. Ni por la ley, ni por ninguna otra medida. El Gobierno del PSOE y Sumar, sucesor del que impuls¨® la norma, sigue ¨Cal igual que buena parte de la sociedad espa?ola¨C sin sacudirse el problema de la vivienda, que persiste corregido y aumentado. La din¨¢mica en la que est¨¢ inmerso el Ejecutivo es similar a la pasada legislatura. Las tensiones entre los socios han seguido ¨Ctambi¨¦n por la ley de suelo¨C y siguen ¨Cahora en la negociaci¨®n presupuestaria¨C. El malestar social se expresa en la calle y podr¨ªa hacerlo con m¨¢s fuerza en las pr¨®ximas semanas. Los principales grupos reivindicativos, como los sindicatos de inquilinos y la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), se muestran defraudados por el Gobierno, que sufre la limitaci¨®n a?adida de su estrecho margen de competencias, ya que en su mayor¨ªa est¨¢n en manos de las comunidades aut¨®nomas. Y todos los indicadores ¨Cpobreza, emancipaci¨®n, renta dedicada al alquiler, desigualdad social e intergeneracional, entre otros¨C desvelan un empeoramiento de los problemas asociados a la vivienda.
Al soci¨®logo especializado en vivienda Daniel Sorando no le sorprende el panorama. ¡°Nadie que conozca el mercado esperaba resultados visibles en a?o y medio, m¨¢s a¨²n cuando quedaron abiertos dos agujeros ¨Calquileres de temporada y tur¨ªsticos¨C dif¨ªciles de cerrar con el actual Congreso. Pero la izquierda tiene un problema con la vivienda, y no solo con esta ley: entre las expectativas que crea y lo que puede lograr hay un abismo, en parte por un electoralismo que oculta que los cambios tangibles tardan a?os. El Gobierno acaba transmitiendo sensaci¨®n de impotencia y reacciona con conflictos internos¡±, explica el profesor de la Universidad de Zaragoza, que afirma que se trata del ¨¢rea en la que el Ejecutivo ¡°tiene m¨¢s dif¨ªcil armonizar posiciones entre los socios, lograr resultados visibles y obtener el respaldo de las organizaciones sociales movilizadas¡±.
Eduardo Gonz¨¢lez de Molina, investigador asociado de la University College of London, lo ve as¨ª: ¡°En Espa?a no hay tradici¨®n progresista de pol¨ªtica de vivienda. El consenso se ha basado siempre en el dominio del mercado. Hasta la crisis de 2008, no ha habido gran diferencia entre PP y PSOE. Ahora s¨ª. Pero ahora hay tres problemas. El primero es de reparto del poder. Si las comunidades del PP [preside 11] no van a aplicar el control de precios, la sensaci¨®n ser¨¢ de que la ley no sirve. Adem¨¢s, el Congreso est¨¢ m¨¢s derechizado que la legislatura pasada. El segundo problema es que el PSOE y Sumar provienen de culturas pol¨ªticas distintas, lo que se refleja especialmente en la vivienda. Y el tercero es el m¨¢s grave: Espa?a arrastra d¨¦cadas de subdesarrollo en pol¨ªticas sociales de vivienda. Si los resultados siempre son lentos, m¨¢s a¨²n cuando vienes de tan abajo¡±.
Algunas cifras ilustran este ¡°subdesarrollo¡±. Cuando se aprob¨® la ley, las viviendas con alg¨²n r¨¦gimen de protecci¨®n p¨²blica representaban el 1,6% de los hogares, frente al 30% en Holanda, el 24% en Austria y el 16,8% en Francia, seg¨²n datos del Gobierno, un fen¨®meno provocado por la privatizaci¨®n masiva de inmuebles durante d¨¦cadas. ¡°Con tan poco parque p¨²blico, tu capacidad de incidencia en el mercado es muy baja. Har¨ªan falta dos d¨¦cadas para converger con Europa¡±, afirma Gonz¨¢lez de Molina. Otro dato: en 2021, ¨²ltimo a?o en que Eurostat compara a todos los pa¨ªses de la UE, las administraciones espa?olas gastaron 32,8 euros por habitante en vivienda, frente a los casi 120 por persona que se gastan en el conjunto de la UE. Aunque el presupuesto estatal ha subido con fuerza ¡ªde 473 millones en 2018 a 3.472 en 2023, m¨¢s del 70% de ellos proceden de fondos euros¨C, ¡°el retraso acumulado es enorme¡±, se?ala Sorando.
Este soci¨®logo, autor de First we take Manhattan. La destrucci¨®n creativa de las ciudades, cree que las relaciones entre el PSOE y los partidos a su izquierda est¨¢n abocadas al conflicto en torno a la vivienda, como se ve ¨Cdice¨C en los Ejecutivos de coalici¨®n y se vio en el Gobierno de PSOE e IU en Andaluc¨ªa entre 2012 y 2015. Una raz¨®n es la ¡°impaciencia¡± ante la tardanza de resultados, que lleva a ¡°improvisar continuamente nuevos anuncios¡± que generan ¡°roces¡±, se?ala. Pero esa no es la raz¨®n m¨¢s importante. La clave est¨¢ en la propiedad y la ideolog¨ªa. ¡°Aunque el porcentaje de hogares que perciben rentas inmobiliarias no llega al 10%, m¨¢s del 75% de la vivienda es en propiedad. Eso marca una mentalidad que se alarma cuando se intenta introducir cualquier medida que reduce el valor de la vivienda¡±, responde Sorando citando datos de Hacienda y del INE. ¡°El resultado es una tensi¨®n constante entre el PSOE, que es m¨¢s ambiguo porque teme asustar a parte de sus votantes y es menos dado a enfrentarse al lobby inmobiliario que determina esa mentalidad, y partidos como Podemos y Sumar, que quieren marcar perfil y proteger a su electorado con posiciones m¨¢s contundentes. Es un bucle¡±, explica.
Alto cargo en al ¨¢rea de vivienda de la Generalitat de 2004 a 2011, considerada la ide¨®loga de la ley de 2007 que marc¨® el paso a la legislaci¨®n auton¨®mica progresista durante toda una d¨¦cada, Carme Trilla afirma que unas pol¨ªticas efectivas requieren de una continuidad para la que es imprescindible un mayor entendimiento entre el PSOE y los partidos a su izquierda. Lo que describe la presidenta de la Fundaci¨®n H¨¢bitat 3 es una especie de ¡°c¨ªrculo vicioso¡±: ¡°La izquierda ¨Cllam¨¦mosle¨C radical culpa en exceso de los problemas a los propietarios, un discurso que aleja al PSOE hacia posiciones centristas que a su vez refuerzan a sus socios en la idea de que no quieren cambiar las cosas¡±. Trilla afirma que el Gobierno tiene la oportunidad de aplicar a la vivienda ¡°la misma l¨®gica¡± que al trabajo: ¡°Si las reformas del mercado laboral se pactan, y logran resultados, ?por qu¨¦ en la vivienda no?, ?por qu¨¦ el di¨¢logo y la cesi¨®n se ven como un fracaso?¡±.
La visi¨®n del ministerio y Sumar
David Lucas, secretario de Estado de Vivienda (PSOE), se toma los datos que presentan un panorama sombr¨ªo en cuanto al acceso a techo como ¡°una motivaci¨®n¡±. Subraya una idea: el Gobierno ¡°est¨¢ poniendo los cimientos¡± de una pol¨ªtica que acabar¨¢ modificando toda una tendencia. Resalta el cambio desde las poco m¨¢s de 11.000 viviendas p¨²blicas que el Gobierno del PP, seg¨²n ¨¦l, ten¨ªa en cartera en 2018 hasta las 184.000 que el actual Ejecutivo pretende ¡°movilizar¡± esta legislatura, de las que espera entregar la mayor¨ªa antes de finalizar mandato. Es el tipo de medida que, dice, ir¨¢ provocando un ¡°cambio estructural¡±, para el que reclama al PP una colaboraci¨®n con la que ahora lamenta no contar. ?Y por qu¨¦ tanto conflicto con la vivienda en el Gobierno? Lucas le quita hierro: ¡°No es tan as¨ª. Hay debate¡±. ?Y las cr¨ªticas directas de Sumar a la ministra Isabel Rodr¨ªguez, por ejemplo por pedir a los ¡°peque?os propietarios¡± que se ¡°hagan cargo¡± de la ¡°necesidad social¡± al fijar sus alquileres? Lucas defiende a la ministra sin polemizar: ¡°A veces no se analiza bien ni lo que se dice, ni por qu¨¦ se dice, ni el contexto en que se dice. Lo que viene trasladando la ministra es la necesidad de una implicaci¨®n de las comunidades para el control de precios¡±.
Se muestra expl¨ªcito en el reconocimiento de la gravedad del problema y de la existencia de discrepancias ??igo Errej¨®n, portavoz del grupo de Sumar: ¡°La vivienda se ha convertido en un agujero negro del Estado del bienestar. Si no cierras el agujero negro de la vivienda una buena parte de las pol¨ªticas redistributivas, como la revalorizaci¨®n de las pensiones, la subida del salario m¨ªnimo y la reforma laboral, se las est¨¢s ingresando a los caseros¡±. Errej¨®n a?ade que, si el Gobierno no atiende el ¡°clamor¡± por cambios en el mercado de la vivienda, el Ejecutivo ¡°va a sufrir¡± y ¡°mucha gente va a caer en el cinismo y se va a instalar una idea de impotencia de la pol¨ªtica¡±. Sobre las relaciones con el socio mayoritario del Gobierno, la respuesta de Errej¨®n hace prever que la l¨®gica de discrepancia se mantenga: ¡°Del PSOE hay que tirar, se tiene que mover m¨¢s¡±.
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