La clase media ya no es lo que era: radiograf¨ªa del grupo social m¨¢s grande y cambiante
El acceso a la vivienda, los nuevos tipos de familia y la erosi¨®n de los servicios p¨²blicos marcan la transformaci¨®n del colectivo con rentas m¨¢s cercanas a la media
?Se termin¨® el ascensor social? Espa?a no se pone de acuerdo. Para una mayor¨ªa de encuestados por el CIS (un 58%), los j¨®venes de la actualidad van a vivir peor que sus padres. Pero por alg¨²n motivo, eso no significa que se teman lo peor. En el mismo bar¨®metro, que el CIS public¨® en junio bajo el t¨ªtulo Desigualdad y tendencias sociales, una mayor¨ªa de j¨®venes tambi¨¦n dec¨ªa estar satisfecha o muy satisfecha con su actual nivel de vida. No era la ¨²nica conclusi¨®n desconcertante. Ese nivel de vida, dec¨ªan los j¨®venes, mejorar¨ªa en los pr¨®ximos a?os.
La aparente incongruencia tiene mucho que ver con la dificultad de armar un relato coherente sobre la extensa clase media, una categor¨ªa tan fundamental para el ascenso social como heterog¨¦nea. En ella caben desde los hogares formados por un solo adulto que perciben 1.083 euros al mes, hasta familias de dos adultos y dos menores de 14 a?os cuyos ingresos lleguen a los 6.063 euros al mes, explica la economista Olga Cant¨®, investigadora de la Universidad de Alcal¨¢, tras aplicar al a?o 2022 la f¨®rmula cl¨¢sica para el c¨¢lculo de la clase media: todos los hogares cuyos ingresos despu¨¦s de impuestos oscilen entre el 75% y el 200% de la mediana nacional.
Seg¨²n la f¨®rmula de Cant¨®, que tambi¨¦n es la de la OCDE, un 59,63% de la poblaci¨®n en Espa?a era de clase media en 2021. Diez puntos porcentuales por debajo del 70% en que se mueven Francia, Pa¨ªses Bajos o Dinamarca. Pero la diferencia m¨¢s relevante entre estos pa¨ªses y Espa?a, dice, se da en el subgrupo de la clase media-baja (los que ingresan entre el 75% y el 125% de la mediana nacional), porque es ¡°la clase m¨¢s numerosa y la que cohesiona a toda la poblaci¨®n¡±.
¡°Los pa¨ªses con mucha desigualdad son los que tienen mucha clase baja, mucha clase alta, y menos gente en el centro, como es el caso de Estados Unidos¡±, dice. De acuerdo con sus cifras, el estrato de rentas medias-bajas se acerca al 35% de la poblaci¨®n en Espa?a, mientras que en pa¨ªses como Alemania supera el 40% y en Francia representa pr¨¢cticamente a uno de cada dos hogares.
Tener a m¨¢s poblaci¨®n en la clase media-baja parece una mala noticia pero no lo es. Y es que para los economistas, la clase es un concepto relativo que no mide riqueza sino homogeneidad. Es decir, que un 100% de clase media-baja no implicar¨ªa necesariamente pobreza pero s¨ª igualdad: todos los hogares estar¨ªan entre el 75% y el 125% de la mediana nacional (el valor de esa mediana nacional de ingresos es el que definir¨ªa la riqueza o pobreza de los ciudadanos).
De hecho, lo que suele ocurrir cuando se reduce la clase media-baja es que aumenta la clase baja (con ingresos por debajo del 75% de la mediana), y eso s¨ª que es una mala noticia, porque implica desigualdad hacia abajo. As¨ª viene ocurriendo en Espa?a desde el m¨¢ximo de clase media-baja que toc¨® en 1990, cuando esta lleg¨® a representar el 37,9% de la poblaci¨®n, dejando a la clase baja en un 29,5% de la poblaci¨®n. Varias d¨¦cadas despu¨¦s, y de manera notable tras la Gran Recesi¨®n, en 2013, las tornas se daban vuelta por primera y ¨²nica vez en 50 a?os, haciendo a la clase baja la m¨¢s numerosa del pa¨ªs, con un 33,1% de la poblaci¨®n (frente a un 31,6% en la clase media-baja).
Desde entonces, la clase media-baja ha recuperado el primer lugar y el conjunto m¨¢s amplio de la clase media (la suma de media-baja y media-alta) ha vuelto a su velocidad de crucero habitual: en torno al 60% de la poblaci¨®n. Pero lo que no ha habido ni se espera son las d¨¦cadas de crecimiento mete¨®rico que siguieron al Plan de Estabilizaci¨®n de 1959 y a las primeras d¨¦cadas de democracia, con tasas de crecimiento de dos d¨ªgitos en algunos a?os.
¡°En Espa?a, muchas veces se habla del ascensor social, pero lo que pas¨® es que la tarta se hizo m¨¢s grande¡±, dice el soci¨®logo Jos¨¦ Saturnino Mart¨ªnez Garc¨ªa, investigador de la Universidad de La Laguna y director de la Agencia Canaria de Calidad Universitaria y Evaluaci¨®n Educativa. ¡°Como la tarta se hace m¨¢s grande, a cada clase le toca una porci¨®n mayor, pero el criterio con el que se reparte esa tarta no ha variado demasiado¡±.
La sociolog¨ªa no entiende las clases como ¡°tramos de renta¡±, sino como una categor¨ªa que depende de la ocupaci¨®n y de la propiedad, explica Mart¨ªnez. Y cuando los soci¨®logos s¨ª se fijan en la renta no se limitan al sueldo del momento, sino a los ingresos de toda la vida laboral. ¡°Un joven de 28 a?os que ha hecho un m¨¢ster y empieza ganando 1.500 euros como becario frente a un camarero sin estudios universitarios que empieza ganando 1.500 euros; habr¨¢ que ver d¨®nde est¨¢n los dos a los 50 a?os¡±, dice como ejemplo. ¡°Nosotros no definimos la clase por lo que gana la gente en un momento de su vida, sino por las oportunidades que tiene a lo largo de ella¡±.
Por supuesto hay excepciones, dice Mart¨ªnez Garc¨ªa, con muchos casos de personas que s¨ª cambiaron de clase (especialmente entre las profesiones con conocimientos objetivos cuyo desempe?o depende menos del c¨ªrculo social, como la medicina o como las ingenier¨ªas). Pero durante 30 o 40 a?os lo que ocurri¨® en Espa?a fue un aumento generalizado del PIB per capita donde la mejora de los que estaban m¨¢s abajo no se debi¨® a una puja distributiva, sino al crecimiento generalizado de la econom¨ªa. Hasta que lleg¨® la crisis financiera mundial y termin¨® con la expectativa de mejora constante.
¡°A partir de 2008 no sabes qu¨¦ va a pasar, porque primero te hunde, luego te sube, luego te vuelve a hundir¡±, dice Mart¨ªnez Garc¨ªa siguiendo con el dedo las subidas y bajadas de la gr¨¢fica del PIB per capita espa?ol, con los desplomes de la crisis financiera y la crisis por la pandemia de la covid. ¡°La gente que en 2008 ten¨ªa 20 a?os ha pasado dos d¨¦cadas de monta?a rusa econ¨®mica; la crisis que tuvimos en los a?os noventa al lado de esto es como un constipado al lado de un c¨¢ncer; por eso los que ahora tienen 30 o 40 a?os no asumen que la tarta va a crecer todo el rato, han incorporado que no sabemos ad¨®nde vamos¡±.
Otro cambio que en su opini¨®n es fundamental para entender los diferentes discursos que la clase media hace de s¨ª misma es el empeoramiento del salario que se ha ido produciendo tras la incorporaci¨®n de la mujer al mercado de trabajo. ¡°En los a?os setenta y en los ochenta, el salario que se le pagaba a una persona ten¨ªa que ser suficiente para que viviesen el padre, la madre y los dos ni?os; en los noventa, cuando las mujeres entran al mercado de trabajo, se produce un primer momento simp¨¢tico en el que los dos adultos de la familia cobran cada uno lo que antes hac¨ªa falta para alimentar a todos, pero el mercado laboral va ajustando hacia abajo porque se da cuenta de que es posible pagar menos, ya que trabajan los dos y con menos salario pueden vivir¡±, explica Mart¨ªnez Garc¨ªa. Desde ese punto de vista, el salario se fijar¨ªa no solo por la productividad de los trabajadores, que pone un m¨¢ximo, sino por el m¨ªnimo que esos trabajadores est¨¦n dispuestos a cobrar.
Frustraci¨®n salarial
?Pero han empeorado los salarios? Una primera lectura parece indicar que no. De acuerdo con un informe de la OCDE que us¨® el a?o 2022 como base para descontar el efecto de la inflaci¨®n, el salario promedio real en Espa?a era de 30.655 euros en 2023 y de 29.898 euros en 1994. Una equivalencia que podr¨ªa considerarse frustrante, en comparaci¨®n con los avances de d¨¦cadas anteriores, pero no un retroceso.
Una segunda lectura, sin embargo, ofrece otra respuesta, y es que el mismo salario puede tener diferencias de poder adquisitivo gigantescas en funci¨®n de gastos fundamentales como la vivienda. Como public¨® EL PA?S en un informe de julio, los alquileres han subido por encima de la inflaci¨®n, con regiones como Baleares vi¨¦ndolos multiplicarse por dos entre 2011 y 2022, y ciudades como Barcelona con alquileres promedio que ya en 2023 hab¨ªan igualado al salario m¨ªnimo interprofesional.
El an¨¢lisis que Julio Rodr¨ªguez L¨®pez, vocal del Consejo Superior de Estad¨ªstica, hizo cruzando precios del portal Idealista con tablas de salarios del INE, confirma el peso creciente que la vivienda representa sobre el sueldo, con el alquiler promedio de una vivienda de 90 metros cuadrados pasando de representar el 34,4% del sueldo (2013) a llevarse el 49,1% solo 10 a?os despu¨¦s (2023).
¡°Para los j¨®venes que aspiran a emanciparse es m¨¢s grave a¨²n porque sus ingresos son inferiores al promedio¡±, puntualiza Rodr¨ªguez L¨®pez. Seg¨²n sus estimaciones, el salario de esos j¨®venes est¨¢ en torno al tercer decil (la l¨ªnea que separa al 30% de la poblaci¨®n con sueldos m¨¢s bajos del 70% de la poblaci¨®n con sueldos m¨¢s altos). Un grupo para el que el alquiler de esa vivienda promedio represent¨® en 2023 el 77,2% de sus ingresos. ¡°Por eso est¨¢ creciendo tanto lo que llaman el chabolismo vertical, que es la demanda de habitaciones en vez de viviendas completas¡±, dice.
De acuerdo con sus c¨¢lculos, la cuota de un pr¨¦stamo para adquirir una vivienda de tama?o similar se habr¨ªa llevado el 30,7% del salario promedio en 2023, un porcentaje m¨¢s cercano al m¨¢ximo del 30% sobre los ingresos del hogar que aconseja la Ley 12/2023 por el derecho a la vivienda. El problema, dice Rodr¨ªguez L¨®pez, est¨¢ en las familias con un salario que no pasa del tercer decil. Para ellas, la cuota de un pr¨¦stamo de las mismas caracter¨ªsticas representar¨ªa casi la mitad del sueldo, si es que han logrado juntar el adelanto del 20% necesario para adquirir una casa y evitar as¨ª la todav¨ªa m¨¢s elevada mensualidad de un alquiler.
Como dice el historiador econ¨®mico Emmanuel Rodr¨ªguez, Espa?a es un pa¨ªs de peque?os propietarios de vivienda, fruto de la pol¨ªtica de industrializaci¨®n y urbanizaci¨®n que desde los a?os cincuenta foment¨® la vivienda en propiedad como un mecanismo de estabilizaci¨®n de la clase obrera. Seg¨²n las estimaciones de la OCDE, en torno al 76% de la poblaci¨®n de Espa?a reside en una vivienda de su propiedad, por encima del 70% promedio de la Uni¨®n Europea y muy por encima del 51% de pa¨ªses como Alemania. ¡°Eran cub¨ªculos en altura mal construidos, pero eran viviendas en propiedad, y eso es lo que permiti¨® a la poblaci¨®n espa?ola beneficiarse durante los dos ciclos de crecimiento de la democracia, desde 1985 a 1991, y de 1996 al 2008¡å, explica Rodr¨ªguez, autor del ensayo El efecto clase media, cr¨ªtica y crisis de la paz social (Traficantes de Sue?os, 2022).
Casa en expectativa
Seg¨²n Rodr¨ªguez, esos ciclos de crecimiento basados en la construcci¨®n y en la subida de precios inmobiliarios permiti¨® un ¡°crecimiento importante del patrimonio de la clase obrera¡±. ¡°En t¨¦rminos exclusivamente de renta, la clase media en Espa?a es una capa estrecha, pero cuando preguntas a la gente te dicen que son de clase media por este motivo; es decir, que hay much¨ªsima gente que est¨¢ protegida y que de alguna manera tiene expectativas de estar mejor en un momento dado porque heredar¨¢n una vivienda¡±.
Con el precio del alquiler ganando tanto peso dentro del sueldo, dos personas de clase media tendr¨¢n muy diferente capacidad de ahorro y poder adquisitivo si viven o no en pareja, o si tienen posibilidades de herencia. No es la ¨²nica fuente de heterogeneidad, dice Rodr¨ªguez, en referencia a un Estado de bienestar que, en su opini¨®n, ¡°es totalmente dual: uno para las clases medias y otro para los currelas y los pobres¡±. ¡°Seguros privados relativamente baratos que resuelven la papeleta de no tener que ir a la atenci¨®n primaria de la salud p¨²blica, a la que los que pueden solo acuden en caso de enfermedad grave; y una educaci¨®n p¨²blica para una clase y una educaci¨®n concertada para la otra: si quieres que tus hijos no vayan con pobres, el concertado tiene mecanismos de exclusi¨®n suficientes aunque sean pagados por el Estado¡±.
Aunque los centros de educaci¨®n concertada no puedan discriminar a sus estudiantes en funci¨®n de los ingresos del hogar, lo cierto es que los ni?os de familias inmigrantes y de familias pobres est¨¢n menos representados en ellos. Un informe PISA reciente indicaba que el porcentaje de alumnado de bajo nivel socioecon¨®mico en los colegios p¨²blicos era 2,2 veces superior al de los concertados. En el caso de alumnos de origen inmigrante, el porcentaje era 1,6 veces superior. Hay todo tipo de estrategias para lograrlo. Desde impedir la matr¨ªcula cuando el curso ya ha comenzado (para evitar a los hijos de inmigrantes) hasta la programaci¨®n de extraescolares en horarios que obligan a los padres a contratarlas.
Pero las aulas privadas y concertadas no son necesariamente mejores que las p¨²blicas, argumenta Mart¨ªnez Garc¨ªa. Las ventajas aparentes que sacan estos centros en las pruebas PISA ¡°desaparecen en cuanto se tiene en cuenta el origen social del alumnado¡±, dice. ¡°Es decir, que la calidad educativa es la misma y lo ¨²nico que hacen mejor es seleccionar al alumnado; de hecho, los resultados del alumnado de alto origen social de Espa?a son peores que los de otros pa¨ªses, mientras que los resultados del alumnado de bajo origen social en Espa?a son mejores que los de otros pa¨ªses¡±.
Seg¨²n el informe M¨¦zclate conmigo, publicado por la ONG Save The Children en 2018, el ¨ªndice de segregaci¨®n escolar aument¨® en Espa?a un 13,4% en los 10 a?os transcurridos hasta entonces. Aunque los centros p¨²blicos no tengan menor calidad educativa, para los alumnos de menor renta que asisten a ellos esa segregaci¨®n puede significar menos oportunidades de progreso socioecon¨®mico en el futuro. Para el conjunto de la sociedad, un argumento m¨¢s en contra de la cohesi¨®n social.
Un Estado de bienestar para la Am¨¦rica blanca
Las ciencias sociales de Estados Unidos y de Europa Occidental se separaron en los años treinta del siglo pasado cuando hubo que definir lo que significaba ser de clase media, dice el politólogo de la Universidad de Boloña Matteo Battistini. El EE UU del new deal adoptó un enfoque más amplio para eliminar la clasificación por colores que distinguía a los trabajadores intelectuales (de cuello blanco) de los manuales (de cuello azul). En el contexto de la lucha de clases, agruparlos en una única clase media tenía una utilidad política que la Guerra Fría acentuó, explica. Pero esta clase media, protagonista de la edad de oro del capitalismo estadounidense, tenía otra característica diferenciadora, y es que solo incluía a varones blancos. Las mujeres, las personas negras y las hispanas no entraban en el cómputo de la clase media y tampoco en las políticas del Gobierno para beneficiarla, como escribió el historiador Ira I. Katznelson en When Affirmative Action Was White (Cuando la discriminación positiva fue para los blancos).
“Todas las leyes del new deal sobre representación sindical, jubilación, seguros de salud y demás, tenían como destino a los empleados de fábricas del norte pero no a los trabajadores del campo en el sur, que eran negros, y por supuesto tampoco a las mujeres que hacían trabajos domésticos”, dice Battistini. “El Estado del bienestar fue una gran transferencia del Estado a los sectores medios de la América blanca”. Según su investigación, hubo un intento de cambio entre 1961 y 1969 con el movimiento por los derechos civiles, el black power, y las revueltas en los guetos negros de las grandes ciudades del norte. “Un ejemplo es el Estado del bienestar que trató de montar desde abajo el Black Panther Party con la Administración de Johnson, proponiendo iniciativas similares para eliminar la competición de estas organizaciones negras”, dice. La estrategia tuvo un éxito limitado. Redujo la pobreza, sí, pero no en todo el país ni para todas las personas de raza negra, explica. “Desde un punto de vista político, el conflicto quedó sin resolver. Fue el último intento del progresismo estadounidense de construir una clase media que integrara a los negros y a las mujeres”.
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