El debate | ?La pol¨ªtica se ha olvidado de los j¨®venes?
La juventud espa?ola padece un c¨²mulo de problemas econ¨®micos y sociales que distintas voces achacan, en parte, al mayor inter¨¦s de las administraciones y de los partidos por cultivar el voto de las generaciones mayores
Vivienda, empleo, dificultades para emanciparse... Los j¨®venes espa?oles afrontan una serie de obst¨¢culos para desarrollar la vida que desean mientras se sienten postergados por unos pol¨ªticos y unos gobiernos m¨¢s proclives a los mayores, que votan m¨¢s en las elecciones.
Tanto Jos¨¦ Ignacio Conde-Ruiz como Berna Le¨®n, que han dedicado libros a este debate, niegan que exista una guerra entre generaciones, pero plantean medidas econ¨®micas y sociales para garantizar el futuro de los j¨®venes y evitar que opten por recetas populistas.
Invertir en el futuro de la democracia
JOS? IGNACIO CONDE-RUIZ
Poco a poco, va calando en la opini¨®n p¨²blica la necesidad de mejorar el futuro de nuestros j¨®venes. Y no es para menos: entre otras cosas, somos lideres europeos en tasa de paro juvenil, con un 27,7%; en la mayor edad de emancipaci¨®n, por encima de los 30 a?os; en una tasa de pobreza infantil que supera el 30% y en tener la menor tasa de fecundidad, con 1,19 hijos por mujer en edad f¨¦rtil. Sin duda, vamos a necesitar movilizar una gran cantidad de recursos p¨²blicos hacia los j¨®venes. Y es aqu¨ª donde empiezan mis preocupaciones.
Por un lado, el punto de partida no es bueno. Espa?a tiene un d¨¦ficit estructural del 3,6% del PIB y un nivel de deuda p¨²blica del 107% del PIB. Es decir, estamos muy endeudados y, aun alcanzando el crecimiento potencial, no estamos siendo capaces de financiar nuestros gastos corrientes.
Por otro lado, tenemos unos compromisos de gasto muy importantes para los pr¨®ximos a?os. Primero, nos hemos comprometido a dedicar un 1% del PIB adicional a defensa. Segundo, un aumento del 0,5% del PIB m¨¢s en intereses de la deuda por la subida de tipos y evoluci¨®n de la deuda p¨²blica. Tercero, un aumento del 4,2% de PIB en el gasto en pensiones seg¨²n las propias previsiones del Ministerio de Econom¨ªa reflejadas en el Aging Report y enviadas a Bruselas (del 13,1% del PIB al 17,3% del PIB). Cuarto, un aumento de 1% del PIB en sanidad y un 0,4% del PIB en dependencia por el envejecimiento de la poblaci¨®n. Y todo esto, sin tener en cuenta que habr¨¢ que aumentar la inversi¨®n p¨²blica por encima de los niveles actuales si queremos mejorar la productividad y evitar la depreciaci¨®n de nuestros activos. Es decir, seg¨²n esta simple aritm¨¦tica fiscal, en los pr¨®ximos a?os tenemos que afrontar compromisos por m¨¢s de 10 puntos de PIB de gasto adicional.
Seguramente la clase pol¨ªtica llenar¨¢ sus programas con medidas para los j¨®venes, pero, siguiendo el famoso dialogo de la pel¨ªcula Jerry Maguire y su m¨ªtica frase ¡°show me the money¡±, solo resultar¨¢ cre¨ªble si muestran de d¨®nde van a obtener los recursos para hacerlo. Creo que hay un alto consenso sobre las pol¨ªticas que pueden ayudar a los j¨®venes, y la gran mayor¨ªa conlleva un aumento del gasto p¨²blico. Por ejemplo, para mejorar la empleabilidad y los salarios habr¨¢ que converger el gasto en educaci¨®n y en I+D+i con la media europea, un m¨ªnimo del 0,8% del PIB. Para ayudar a la emancipaci¨®n habr¨¢ que aumentar el n¨²mero de viviendas sociales para el alquiler hasta situarlas en la media europea, un m¨ªnimo del 1% del PIB. Para luchar contra la pobreza infantil, no hay inversi¨®n m¨¢s rentable, habr¨¢ que converger el gasto p¨²blico en apoyo a la familia con la media europea, un m¨ªnimo del 1,5% del PIB. Y podr¨ªamos seguir.
Mientras decidimos c¨®mo somos capaces de movilizar un m¨ªnimo de 2,8 puntos de PIB hacia los j¨®venes y dada la tozuda aritm¨¦tica fiscal, una idea ser¨ªa cambiar la jerarqu¨ªa en el gasto p¨²blico: priorizar la movilizaci¨®n de recursos hacia los j¨®venes y, una vez se haya comprometido la financiaci¨®n de estas pol¨ªticas, proceder a financiar el resto. Aunque estas pol¨ªticas son las m¨¢s importantes para el crecimiento futuro, resultan pol¨ªticamente inviables dado que los j¨®venes son el colectivo minoritario en unas elecciones, donde han pasado de representar el 35% en los noventa al 20% de la actualidad. Pero al menos nuestros dirigentes deber¨ªan luchar por conseguir que los fondos Next Generation se conviertan en un programa permanente de la UE y que se destine exclusivamente a los j¨®venes, haciendo de esta forma honor a su nombre. Y para poner las cosas f¨¢ciles, yo definir¨ªa las pol¨ªticas que benefician a los j¨®venes como todas aquellas que mejoran la productividad.
Para terminar, me gustar¨ªa recordar a aquellos que piensan que no tiene sentido priorizar el gasto publico hacia los j¨®venes, que si bien su postura, a la luz de la evidencia, ganar¨¢ las elecciones, los j¨®venes tienen la capacidad de votar con los pies. Muchos ya lo han hecho y, si no mejoramos su situaci¨®n r¨¢pidamente, otros lo har¨¢n. Y no les quepa duda que, dado el proceso de envejecimiento que tenemos por delante, los vamos a necesitar a todos.
Es la clase social, no la edad
BERNA LE?N
La pol¨ªtica se ha olvidado de los j¨®venes, fundamentalmente por dos motivos: el envejecimiento de la poblaci¨®n espa?ola y la escasa participaci¨®n pol¨ªtica juvenil. El peso y la intervenci¨®n electoral de los mayores explica, por tanto, el incentivo que tienen los partidos para protegerlos y desentenderse, en gran medida, del grupo de edad m¨¢s vulnerable de nuestra sociedad.
Sin embargo, esta realidad no debe llevarnos a plantear una soluci¨®n que parta de la guerra entre generaciones, como algunas voces llevan tiempo haciendo. En primer lugar, porque ¡°j¨®venes¡± y ¡°mayores¡± no son grupos homog¨¦neos socioecon¨®micamente, y en segundo, porque este marco plantea las pol¨ªticas econ¨®micas y sociales como un juego de suma cero, donde para que unos puedan estar mejor otros tienen que perder.
La gran diferencia entre generaciones no es de renta, sino de riqueza. La generaci¨®n de los boomers tuvo un acceso mucho m¨¢s f¨¢cil a la vivienda y, al ser la suya una desigualdad por riqueza y no tanto por renta, su edad m¨¢s avanzada explica que hayan podido acumular m¨¢s patrimonio que las generaciones siguientes (m¨¢s a¨²n cuando en la sociedad del conocimiento los j¨®venes deben retrasar su entrada al mercado laboral para ampliar sus estudios). Pero deducir de esta diferencia de renta una guerra entre generaciones es confundirse con un espejismo estad¨ªstico, puesto que pasa por alto la mayor de todas las certezas: que todos, alg¨²n d¨ªa, moriremos. Conforme esa generaci¨®n de boomers fallezca, sus v¨¢stagos heredar¨¢n esa riqueza, demostrando que la polarizaci¨®n de la misma no era entre mayores y j¨®venes, sino entre quienes disfrutan de un amplio capital (inmobiliario, financiero...) y quienes no. En otras palabras, el marco de la guerra intergeneracional morir¨¢ con lo que algunos expertos han denominado la Gran Sucesi¨®n, pero hasta ese momento corremos el riesgo de que este marco mueva el foco de lo verdaderamente importante ¡ªla concentraci¨®n de capital¡ª al espejismo ¡ªla edad¡ª.
No podemos plantear las pol¨ªticas como una guerra del ¨²ltimo contra el pen¨²ltimo. Para que los j¨®venes ganen, no tienen que perder todos los mayores, porque el Estado puede recaudar m¨¢s y de manera m¨¢s justa. Sabemos que Espa?a ha seguido la tendencia de pa¨ªses con desigualdad extrema como EE UU para llegar a una situaci¨®n en la que, en t¨¦rminos relativos, el 1% m¨¢s rico de nuestro pa¨ªs pague menos impuestos que el 20% m¨¢s pobre. Necesitamos una reforma fiscal que restablezca la progresividad del sistema y garantice que Espa?a alcance la capacidad recaudatoria de los pa¨ªses de nuestro entorno. Asimismo ¡ªy a pesar de no ser el impuesto con mayor capacidad recaudatoria¡ª, el Estado deber¨ªa subir los tramos m¨¢s altos del impuesto de sucesiones. Este es, por definici¨®n, el m¨¢s justo de los impuestos, ya que, a diferencia de los impuestos sobre el trabajo, nadie se merece la herencia que recibe, fruto de la loter¨ªa social que es nacer en un hogar m¨¢s rico o m¨¢s pobre. A trav¨¦s de un sistema fiscal m¨¢s justo podemos garantizar que para que unos vivan mejor no tengamos que dar la espalda a otros.
Negar una guerra entre generaciones es absolutamente compatible con la necesidad de ensanchar el Estado de bienestar para que tambi¨¦n proteja a los m¨¢s j¨®venes, a quienes m¨¢s ha olvidado en Espa?a. Estas medidas tienen que conseguir que la vivienda se convierta en un pilar del Estado de bienestar como ya lo son la educaci¨®n o la sanidad, as¨ª como mejorar las condiciones laborales de los m¨¢s vulnerables. A m¨¢s largo plazo, cabe proponer medidas que al mismo tiempo apoyen a los j¨®venes en su momento m¨¢s delicado a la vez que eviten la concentraci¨®n de la riqueza, como la propuesta de una herencia universal. Pero si no logramos que los j¨®venes se sientan protegidos por nuestro Estado de bienestar, no nos deber¨¢ sorprender si a la larga le dan la espalda por ofertas pol¨ªticas mucho m¨¢s individualistas.
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