Verdades y mentiras sobre los probi¨®ticos, los microbios vivos que todos quieren tomar
Algunos investigadores ven en ellos potencial para combatir el c¨¢ncer, la depresi¨®n y la obesidad; otras voces dicen que es como tomar antibi¨®ticos sin estar enfermo. ?Qui¨¦n tiene m¨¢s raz¨®n?
Probi¨®tico significa provida. Toda una hip¨¦rbole ling¨¹¨ªstica que ha motivado que el negocio en torno al t¨¦rmino se adelante a la investigaci¨®n, en pos de la buena salud de las cuentas de resultados de quienes los producen. A d¨ªa de hoy, adem¨¢s de en la leche y los yogures, es posible encontrar champ¨²s, lociones para el afeitado, desinfectantes, serums, cosm¨¦tica facial, pastillas para la caspa y pastas de dientes que proclaman contener microbios vivos que velan por la buena salud del personal. "El problema es que se est¨¢ metiendo todo en un mismo saco: aquellos usos respaldados por ensayos cl¨ªnicos y otros que no lo est¨¢n", explica el doctor Francisco Guarner, presidente de la Sociedad Espa?ola de Probi¨®ticos y Prebi¨®ticos (SEPyP) y una referencia mundial en esta ¨¢rea. "El fabricante que se ha esforzado en demostrar que su producto supone un beneficio cuando se administra en las cantidades adecuadas, se encuentra en las estanter¨ªas de las farmacias a la misma altura que otros compuestos de los que no se sabe qu¨¦ llevan dentro, porque las compa?¨ªas que los lanzan no se han molestado en realizar un estudio sobre su eficacia", advierte el tambi¨¦n investigador s¨¦nior del Instituto de Investigaci¨®n del Hospital Universitario Vall d?Hebron de Barcelona. "Esto ha repercutido en que quien estaba haciendo investigaci¨®n haya dejado de hacerla", lamenta.
El principal problema es que no son medicamentos
A consecuencia de este "todo vale", muchos supuestos probi¨®ticos (que no aportan ninguna prueba de sus beneficios) se llevan la fama (la credibilidad y el dinero), mientras que aquellos respaldados por estudios solventes son puestos bajo sospecha (encima de que cardan la lana¡). "Hay una gran necesidad de nuevos ensayos bien dise?ados y realizados para explorar el potencial en la presunta mejora de la salud que suponen para las personas sanas", reconoc¨ªa ya en 2016 Oluf Pedersen, autor de un metan¨¢lisis publicado en la revista Genome Medicine, que asegura que dos de los probi¨®ticos m¨¢s utilizados por la industria alimentaria (los lactobacilos y las bifidobacterias) no ten¨ªan ning¨²n efecto en la flora intestinal de individuos sin patolog¨ªas, el principal colectivo al que se dirige su publicidad.
M¨¢s recientemente, el 22 de octubre de 2018, The New York Times recordaba en un art¨ªculo titulado The Problem With Probiotics, que, como suplementos alimenticios que son est¨¢n regulados de manera mucho menos estricta que los medicamentos, por lo que no necesitan demostrar su eficacia para ser comercializados, sino solo su inocuidad. Como consecuencia de esta laxitud normativa, algunos fabricantes han fundamentado su estrategia comercial en ofrecer altos m¨¢rgenes de ganancia a farmac¨¦uticos y al resto de canales de venta, en lugar de airear el efecto de sus bacterias cuando se las compara con placebo. El potente marketing desplegado por esta boyante industria ha hecho que los consumidores se enamoren de los probi¨®ticos (que adem¨¢s de integrarse en alimentos, los hay en pastillas, jarabes o sobres), hasta el punto de que, seg¨²n la revista Forbes, casi 4 millones de norteamericanos los consumen en la actualidad, moviendo hoy 45.000 millones de d¨®lares (unos 40.000 millones de euros) y auspiciando un crecimiento del mercado mundial del 7%.
Y no parecen efectivos en personas sanas
Paralelamente a la buena marcha del sector, m¨¢s de 16.000 investigaciones cient¨ªficas han intentado dilucidar en los ¨²ltimos 30 a?os si su consumo tiene un reflejo en la calidad de vida de los usuarios. Seg¨²n explica el dietista-nutricionista Julio Basulto, "en enero de 2016, NHS Choices, el mayor portal de salud del Reino Unido, revis¨® a fondo los estudios existentes para separar el grano de la paja. El resumen, podr¨ªa ser que los beneficios comprobados involucran a un n¨²mero reducido de trastornos relacionados con el aparato digestivo, como diarrea del viajero, s¨ªndrome del intestino irritable y las diarreas de ni?os que tomaron antibi¨®ticos. En cambio, no se ha podido ratificar su eficacia para la mayor¨ªa de las afecciones para las que tambi¨¦n se prescriben, como reforzar el sistema inmunol¨®gico, perder peso, prevenir un eccema o dermatitis at¨®pica, y tratar la vaginosis bacteriana, la diarrea cr¨®nica, la enfermedad de Crohn o colitis ulcerosa, la mastitis o dolor mamario, el espectro autista, la enfermedad hep¨¢tica, el asma¡"En cuanto al yogur (el alimento estrella fermentado ¨Cesto es: con microbios amables¨C), NHS Choices considera que puede ser bueno para las personas intolerantes a la lactosa, as¨ª como que es posible que ciertas cepas de bacterias probi¨®ticas mitiguen s¨ªntomas del s¨ªndrome del colon irritable o de la colitis ulcerosa, aunque los investigadores coinciden en que "hacen falta m¨¢s estudios para recomendarlos".
Muchos expertos trazan una l¨ªnea divisoria entre las mejoras que producen en enfermos, sobre las que s¨ª hay algunos ensayos cl¨ªnicos bien dise?ados, y las que presuntamente obran en personas que gozan de buena salud, en cuyo caso las evidencias para recomendar su uso son m¨¢s difusas. La teor¨ªa subyacente es que para estas ¨²ltimas, tomar un probi¨®tico tiene el mismo sentido que un antibi¨®tico cuando no se est¨¢ enfermo. "Puede ser un complemento al tratamiento, pero no la soluci¨®n en s¨ª, ya que ello exige ir a la ra¨ªz del problema, que tanto puede estar en una mala alimentaci¨®n como en un estr¨¦s desmedido o en el sedentarismo", interviene el dietista-nutricionista Jes¨²s Sanchis, miembro de la Academia Espa?ola de Nutrici¨®n y Diet¨¦tica.
Respecto a c¨®mo comemos: "Lo que se est¨¢ viendo, en todo caso, es que el tipo de alimentaci¨®n que llevamos hoy en d¨ªa no es saludable para la microbiota intestinal, ya que carece de fibra y polifenoles", recalca este experto, coautor del libro Alimentaci¨®n prebi¨®tica (Plataforma). As¨ª las cosas, para prevenir patolog¨ªas digestivas, antes que el probi¨®tico, se imponen las buenas pautas en la mesa. Y, pr¨¢cticamente, desde el primer minuto de vida. "La ventana de oportunidad para la microbiota [cuando se conforma nuestra flora, que determinar¨¢ muchos achaques venideros] se sit¨²a desde la gestaci¨®n hasta los tres a?os de edad; e incluye el parto, el tipo de lactancia (lo ideal es que sea materna) y los primeros alimentos", zanja Sanchis.
Las bacterias que hacen bien a unos quiz¨¢ no sirvan a otros
Dos estudios publicados en la revista Cell durante el a?o pasado han arrojado m¨¢s le?a al fuego. En el primero, investigadores del Instituto Weizmann de Ciencias de Israel comprobaron que las bacterias externas que suministran los probi¨®ticos no hacen efecto a buena parte de la poblaci¨®n. En el segundo art¨ªculo, los mismos cient¨ªficos quisieron analizar c¨®mo estos afectan al intestino cuando se toman para contrarrestar el efecto de los antibi¨®ticos de amplio espectro: as¨ª, observaron que el tratamiento interfer¨ªa en la vuelta a la normalidad de la microbiota del paciente en lugar de acelerar su recuperaci¨®n, como se cre¨ªa inicialmente.
Ambos ensayos han sido muy criticados por la Asociaci¨®n Cient¨ªfica Internacional de Probi¨®ticos y Prebi¨®ticos (Isaap, por sus siglas en ingl¨¦s), debido a sus lagunas metodol¨®gicas. Incluso se ha deslizado un posible conflicto de intereses de los autores, puesto que impulsan una empresa privada que promueve el mismo tipo de aproximaci¨®n personalizada a los probi¨®ticos que sugieren los dos art¨ªculos cient¨ªficos de Cell, de los que parece deducirse que comprar cualquier producto probi¨®tico en el supermercado que no se ajuste al particular microbioma del consumidor es tirar el dinero y perder el tiempo.
Francisco Guarner, como representante de la comunidad cient¨ªfica que trabaja en este ¨¢mbito, plantea otras dos objeciones a las investigaciones. La primera es que aunque los probi¨®ticos no modifiquen la microbiota, esto no debe interpretarse como que no trabajan dentro del intestino, y pone como ejemplo el yogur: "Aunque las bacterias vivas son aniquiladas por el ¨¢cido del est¨®mago, ello no impide que se abran y suelten una enzima llamada lactasa que ayuda a digerir la lactosa al 15% aproximadamente de espa?oles que tienen problemas para descomponer el az¨²car de la leche". El criterio que hace servir la OMS o la FAO, "no es que el probi¨®tico quede adherido a la mucosa intestinal, sino que haga efecto", recuerda Guarner, quien tambi¨¦n preside el Consorcio Internacional del Microbioma Humano (IHMC), un organismo dependiente de la Comisi¨®n Europea.
Sin embargo, no faltan los dietistas-nutricionistas que alegan que incluso este supuesto efecto probi¨®tico del yogur (que, en teor¨ªa, permite digerir la lactosa a las personas que no pueden tolerarla) no obedece a los microorganismos y bacterias que aporta el alimento, sino, simplemente, a que un vaso de leche son 200 mililitros y un yogur 125, es decir, la mitad, a lo que hay que sumar que este se toma m¨¢s lentamente. No obstante, aunque hay poca evidencia de que los probi¨®ticos tengan un impacto importante en la estructura general de las comunidades microbianas intestinales de sujetos sanos, m¨¢s all¨¢ del aumento transitorio en la cepa espec¨ªfica que se consume, hay algunas evidencias que sugieren que podr¨ªan tener efectos beneficiosos sin necesidad de colonizar el tracto gastrointestinal o alterar posteriormente la composici¨®n de la microbiota fecal. La segunda objeci¨®n de Guarner es que los autores de Cell no administraron los probi¨®ticos al mismo tiempo que los participantes empezaban a tratarse con antibi¨®ticos, como es habitual, sino que lo hicieron a posteriori, lo que podr¨ªa explicar que no surtieran efecto a la hora de restituir el microbioma.
Est¨¢ claro: ser¨¢ una de las pr¨®ximas grandes revoluciones
El creciente descr¨¦dito que afecta a los probi¨®ticos, del que se han hecho eco cabeceras del prestigio de la BBC, la CNN o The Guardian, es causa directa de no exigir a las empresas productoras los mismos requisitos que a los cient¨ªficos (esto es, que sean, realmente, microorganismos vivos; que se encuentren en las cantidades adecuadas; que se caractericen a nivel de g¨¦nero, especie y cepa; que su est¨¢ndar se deposite en una colecci¨®n internacional para que la empresa fabricante est¨¦ en disposici¨®n de garantizar que la cepa no evoluciona y es siempre la misma que figura en esa colecci¨®n; que cuente con estudios a doble ciego que demuestren su eficacia en personas y no solamente en animales...) Y coincide, parad¨®jicamente, con otras nuevas l¨ªneas de investigaci¨®n muy prometedoras: hasta la fecha, la inmensa mayor¨ªa de los estudios que se han llevado a cabo con los probi¨®ticos se han focalizado en procesos agudos (diarreas o estre?imiento), por ser mucho m¨¢s r¨¢pidos y considerablemente m¨¢s baratos. En cambio, existen poqu¨ªsimas investigaciones a largo plazo por resultar m¨¢s dif¨ªciles y caras. Seg¨²n los especialistas en este campo, puede que en esa trayectoria se encuentre el futuro.
De hecho, cada vez un mayor n¨²mero de expertos coinciden en que algunas de las investigaciones m¨¢s esperanzadoras se centran en la microbiota intestinal. Muy sint¨¦ticamente, comienza a vislumbrarse que muchas enfermedades asociadas al estilo de vida occidental tienen como patr¨®n com¨²n una inflamaci¨®n cr¨®nica y defectos en la microbiota, lo que podr¨ªa dar lugar a probi¨®ticos nuevos, mucho m¨¢s espec¨ªficos en funci¨®n del microbioma individual, que sustituyan a los probi¨®ticos universales o de talla ¨²nica actuales.
Seg¨²n Guarner, hay l¨ªneas de investigaci¨®n muy atractivas acerca de la relaci¨®n que mantiene el kilo largo de microorganismos ¨Cb¨¢sicamente bacterias, pero tambi¨¦n virus, hongos y levaduras¨C que cada persona aloja en su intestino, con la regulaci¨®n del sistema inmune y el abordaje de diversos tipos de c¨¢nceres y melanomas; pero tambi¨¦n con el tratamiento de la obesidad central y del sistema nervioso central. El presidente de la SEPyP se refiere, por ejemplo, a un estudio llevado a cabo por investigadores canadienses entre un grupo de pacientes con el intestino irritable que presentaban, asimismo, un cuadro de depresi¨®n. Al valorar su intervenci¨®n, se percataron de que el probi¨®tico que utilizaron fue m¨¢s efectivo para aliviar la patolog¨ªa mental que para disminuir el dolor abdominal. Por eso, tras publicarse el estudio en una revista cient¨ªfica de referencia, se replic¨® la investigaci¨®n en personas con depresi¨®n, pero sin el intestino irritable, y los resultados fueron igualmente buenos.
La pregunta que flota en el aire es: ?de corregirse estos defectos en la microbiota mejorar¨¢ el pron¨®stico de muchas enfermedades? "Ahora mismo no puede saberse", contesta Guarner, "ya que hay muchos datos en modelos animales, pero muy pocos estudios en humanos". Es decir, aunque el conocimiento que se tiene del microbioma es todav¨ªa muy escaso, su potencial es revolucionario. A la espera de que llegue ese futuro prometedor, algo parece claro: no es lo mismo hacer investigaci¨®n aplicada (es decir, que el departamento de marketing utilice como argumento de venta t¨¦rminos pseudocient¨ªficos) que aplicarse en la investigaci¨®n para que el sector tenga credibilidad.
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