Lula libre, s¨ª, pero sin falsear la historia
El Partido de los Trabajadores no contribuir¨¢ a la creaci¨®n de un futuro mejor si su mayor l¨ªder insiste en borrar la memoria de Belo Monte
A Luiz In¨¢cio Lula da Silva, encarcelado desde hace m¨¢s de un a?o, lo tienen que dejar en libertad. Y eso probablemente pasar¨¢, de una manera u otra. A Lula lo tienen que dejar en libertad porque el litigio que lo llev¨® a la c¨¢rcel est¨¢ poblado de abusos del poder judicial y despoblado de pruebas. Como ya escrib¨ª en este espacio, la prisi¨®n de Lula no ha servido para demostrar que hasta los poderosos pueden ir a la c¨¢rcel, sino que hasta a los poderosos les pueden vulnerar sus derechos en Brasil. Lo que cada uno crea sobre la culpabilidad o la inocencia de Lula no importa. Lo que importa son las pruebas y el cumplimiento del rito legal. Es lo que nos protege a todos, y tambi¨¦n lo que diferencia a la democracia de la dictadura. Sin embargo, es fundamental hacer una distinci¨®n. Como cualquier brasile?o, Lula tiene derecho a un juicio justo. Pero Lula no tiene derecho a sus propios hechos.
Cada vez m¨¢s cerca de conseguir la libertad, Lula ya ha iniciado su campa?a en un pa¨ªs dilacerado por odios que su partido tambi¨¦n ha ayudado a generar. Ya anuncia su deseo de viajar por todo Brasil. Es una voluntad leg¨ªtima. Incluso porque era el candidato que encabezaba los sondeos en las elecciones de 2018 y el poder judicial, que decidi¨® cambiar de forma arbitraria el rumbo del pa¨ªs, le impidi¨® presentarse. El Partido de los Trabajadores (PT) no debe ni puede ser borrado del mapa electoral y del debate pol¨ªtico en Brasil, como quieren algunos. Quienes deciden si el partido puede representarlos son los electores.
El problema que se anuncia es el intento de recuperar el espacio que el partido ha perdido borrando las contradicciones que el PT tuvo en el poder. Y, principalmente, intentando quitar ¡ªo por lo menos rodear¡ª una piedra en medio del camino llamada Belo Monte. Pero Belo Monte no se puede borrar. Es una piedra demasiado grande.
Belo Monte no es un error, sino lo que los pueblos del Xing¨² llaman ¡ªdesde el gobierno de Lula¡ª ¡°un crimen contra la humanidad¡±. Y tambi¨¦n lo que la Fiscal¨ªa llama ¡°etnocidio¡±. Y, m¨¢s recientemente, tambi¨¦n ¡°ecocidio¡± y ¡°genocidio¡±. Es donde se perfila la que puede convertirse en la mayor tragedia de la Amazonia brasile?a: la muerte de la Vuelta Grande del Xing¨², la regi¨®n donde viven los pueblos juruna y arara, adem¨¢s de los ribere?os, debido a la administraci¨®n predatoria del agua por parte de Belo Monte.
El autoritarismo destruye un pa¨ªs. Por todos los motivos obvios. Y tambi¨¦n porque interrumpe el debate p¨²blico, al igual que los movimientos en curso. En una cotidianidad de excepci¨®n, como la que ya vive Brasil, las diferencias entre los proyectos pol¨ªticos se borran en nombre de un objetivo mayor: el de impedir la completa destrucci¨®n de la democracia. El proceso de perfeccionamiento de las instituciones y de mejora de la sociedad se suspende y toda la energ¨ªa se consume en el gesto de detener la acelerada corrosi¨®n de los derechos.
Brasil es un presente constantemente interrumpido para que las ¨¦lites econ¨®micas y pol¨ªticas (y a veces tambi¨¦n las intelectuales) puedan mantener ¡ªo resituar¡ª el pasado. En general, lo hacen ali¨¢ndose a nuevos actores que nada quieren cambiar, solo quieren tener acceso al restringido grupo de los que tienen los privilegios de clase, raza y g¨¦nero. Entre los nuevos actores de este momento se encuentran, por ejemplo, los l¨ªderes evang¨¦licos fundamentalistas.
El autoritarismo mata la potencia de una generaci¨®n, oblig¨¢ndola a solo reaccionar
La constante interrupci¨®n lleva a que una generaci¨®n de brasile?os pierda toda la energ¨ªa destinada a crear el futuro. Impide tambi¨¦n el protagonismo de grupos hist¨®ricamente silenciados que hab¨ªan empezado a disputar el presente, como los negros han hecho en los ¨²ltimos a?os. Es as¨ª como se mata la potencia de un pa¨ªs: obligando a la gente a agotar sus fuerzas en el gesto de formar una barrera para perder menos, sin dejar espacio para crear gestos para avanzar m¨¢s. Es lo que Brasil y otros pa¨ªses gobernados por d¨¦spotas elegidos viven hoy.
Si el PT se ha visto afectado violentamente por las maniobras autoritarias de fuerzas con las que hizo alianzas en el pasado ¡ªy puede volver a hacerlas en las pr¨®ximas elecciones¡ª, es evidente que la truculencia del bolsonarismo en el poder ha abierto una posibilidad para que el partido, de nuevo, se mueva para borrar sus huellas de los cr¨ªmenes cometidos durante los 13 a?os que estuvo en el poder. En los ¨²ltimos a?os, personas que estuvieron en los gobiernos del PT o los apoyaron activamente tuvieron que afrontar la dura realidad de un partido que se corrompi¨®. Sin embargo, m¨¢s recientemente, parecen haber vuelto al estado de autoilusi¨®n: los abusos cometidos por el poder judicial en el encarcelamiento de Lula les ha dado un fuerte motivo para volver a sentir que est¨¢n en el lado correcto de la historia y promover el olvido de los actos arbitrarios del PT. De nuevo, se oye de parte de la izquierda que no es el momento de criticar al PT. Nunca es el momento, como sabemos.
Borrar las complejidades forma parte de la esencia del manique¨ªsmo. En un pa¨ªs polarizado, el manique¨ªsmo sirve a los dos polos. O es todo lo malo, o es todo lo bueno. La adhesi¨®n a la pol¨ªtica por la fe, en la que los electores se comportan como creyentes, incluso cuando son ateos, afecta a todo el espectro ideol¨®gico de Brasil. De derecha a izquierda.
La fragilidad de la democracia brasile?a proviene, en gran parte, de la impunidad de la que gozan los cr¨ªmenes que los agentes de Estado cometieron durante la dictadura. Al borrarlos de la memoria, naci¨® una democracia con el alma deformada. Uno de los principales objetivos de los grupos en el poder, en especial el de los generales, es borrar sus huellas de las violencias cometidas durante el r¨¦gimen militar (1964-1985). Jair Bolsonaro se ha esforzado para distorsionar los hechos y reformular el pasado a su gusto, convirtiendo a torturadores en h¨¦roes y violencias de Estado en actos heroicos. En general, el primer acto de los gobiernos autoritarios suele ser borrar la historia y poner en su lugar su mitolog¨ªa. Los estados totalitarios del siglo XX son aut¨¦nticas clases sobre esa falsificaci¨®n. Por entender la extensi¨®n de esta violencia, una parte de la sociedad brasile?a se ha movilizado para impedir que se destruya la historia de la dictadura.
Ya deber¨ªamos haber comprendido la grav¨ªsima equivocaci¨®n que significa aceptar que se borre la historia en nombre del oportunismo, o, si se prefieren palabras m¨¢s digeribles, del pragmatismo pol¨ªtico, de la estrategia electoral, de gobernabilidades, o como lo quieran llamar. Ya deber¨ªamos haber aprendido que omitir y silenciar nos lleva a lugares todav¨ªa m¨¢s sombr¨ªos. Deber¨ªamos, pero todo indica que no lo hemos hecho.
Es triste un pa¨ªs donde los hombres p¨²blicos quieren ser ¡°mitos¡± y no hombres p¨²blicos
En las entrevistas que ha dado Lula para preparar su posible salida de la prisi¨®n, deja claro que seguir¨¢ apostando por fortalecer su propio mito, inflado ahora por una injusticia. Dice a los aliados que pretende viajar por todo Brasil y asumir el papel de ¡°hilo conductor de la pacificaci¨®n nacional¡±. La ¡°pacificaci¨®n¡±, palabra que tambi¨¦n utiliz¨® el expresidente Michel Temer a principios de su gobierno, es una palabra recurrente en la historia de Brasil. Como ya hemos podido presenciar, ha servido para borrar asimetr¨ªas, desigualdades raciales e iniquidades. Es la propuesta de conciliaci¨®n sin justicia social. Una de las tragedias de Brasil es su obsesi¨®n por los ¡°mitos¡±, cuando lo que necesitamos es un hombre o una mujer empapado de suficiente esp¨ªritu p¨²blico para poner el pa¨ªs por delante de sus ambiciones personales.
Cuando Lula salga de la prisi¨®n, estar¨¢ en un Brasil diferente. Con la crisis clim¨¢tica agrav¨¢ndose a un ritmo acelerado, la Amazonia est¨¢ adquiriendo r¨¢pidamente la centralidad que siempre deber¨ªa haber ocupado. Sin la selva en pie ¡ªy por selva se entiende no solo los ¨¢rboles, sino todas las vidas, porque todo all¨ª funciona de forma conectada¡ª no se puede enfrentar el sobrecalentamiento global. En este contexto, la desastrosa pol¨ªtica de los gobiernos del PT para la Amazonia se har¨¢ m¨¢s ¡ªy no menos¡ª evidente. Esta pol¨ªtica est¨¢ marcada especialmente por grandes ¡°monumentos a la demencia¡±, como suele decir Antonia Melo, la mayor l¨ªder popular del Medio Xing¨²: las hidroel¨¦ctricas de Belo Monte, en el r¨ªo Xing¨², la de Santo Antonio e Jirau, en el r¨ªo Madeira, y la de Teles Pires, en el r¨ªo del mismo nombre.
Belo Monte, el mayor s¨ªmbolo de esta pol¨ªtica que viola sistem¨¢ticamente los derechos de los pueblos de la selva, se terminar¨¢ de construir este a?o, seg¨²n las previsiones. Las consecuencias de su construcci¨®n no han hecho m¨¢s que empezar. Puede que lo peor todav¨ªa est¨¦ por llegar, en el caso de que la Fiscal¨ªa no consiga impedir que Norte Energia S.A, la empresa concesionaria, administre el agua de manera que condene a muerte la Vuelta Grande del Xing¨², donde viven los pueblos juruna y arara. Otros pueblos de la regi¨®n afectada por Belo Monte, los parakan?, arawet¨¦ y assurini, que dejaron su aislamiento recientemente, publicaron un documento el 22 de octubre en el que exigen ¡°la suspensi¨®n del permiso de la Central Hidroel¨¦ctrica de Belo Monte y un pedido de disculpas formal por los problemas ya ocasionados a las etnias¡±.
?C¨®mo trata Lula Belo Monte, una obra que ni siquiera la dictadura consigui¨® construir debido a la resistencia de los movimientos sociales y de los pueblos del Xing¨², pero que el PT s¨ª, porque traicion¨® a sus aliados? En una entrevista para la BBC Brasil a finales de agosto, Lula declar¨®: ¡°Me enorgullezco de haber hecho Belo Monte¡±. Y, en otro punto: ¡°No intente culpar a Dilma [Rousseff] por lo que sucede hoy en Belo Monte. Cada uno de nosotros es responsable por el per¨ªodo durante el cual gobern¨® el pa¨ªs¡±. En octubre, en una entrevista para el portal UOL, Lula afirm¨® a los periodistas Fl¨¢vio Costa y Leonardo Sakamoto: ¡°No s¨¦ qu¨¦ voy a hacer cuando salga de aqu¨ª, pero tengo ganas de volver al Xing¨², a Belo Monte. No conozco Belo Monte. Fui a promover un debate, a mostrar que ser¨ªa bueno para el desarrollo. Si, despu¨¦s de algunos a?os, te llega la informaci¨®n de que las cosas no van bien en Altamira, ya lo dije en una entrevista, hay que ver qu¨¦ es lo que est¨¢ pasando. Si est¨¢n cumpliendo el acuerdo que se hizo en 2009, si est¨¢n cumpliendo todas las determinaciones. Lo que te propongo es que, incluso para ayudarme, busques a los ministros que hicieron el acuerdo en aquella ¨¦poca y les pidas que vayan all¨ª contigo para saber qu¨¦ no se est¨¢ cumpliendo¡±.
En serio. Lula dijo eso. No se menciona que, por lo menos, se hubiera ruborizado un poco.
Lula puede empezar su programa de estudios sobre Belo Monte leyendo las 25 denuncias de la Fiscal¨ªa
En el caso de que todav¨ªa tarde un poco en salir de la prisi¨®n, Lula puede organizar un programa de estudios para conocer mejor las violaciones que se cometieron en la construcci¨®n de Belo Monte durante los gobiernos del PT. Puede empezar por la propia licitaci¨®n, que ¨¦l planific¨® con la ayuda de su amigo y exministro de la dictadura Delfim Netto. La gan¨® el consorcio creado a toda prisa ¡ªpara simular una disputa¡ª de peque?as constructoras sin ninguna experiencia en proyectos de esta envergadura. A continuaci¨®n, las grandes constructoras ¡ªlas que prefirieron no entrar en la disputa (Odebrecht y Camargo Correa) y la que entr¨® y perdi¨® (Andrade Gutierrez)¡ª formaron el Consorcio Constructor Belo Monte. Las peque?as tambi¨¦n migrar¨ªan a este consorcio enseguida. En la construcci¨®n es donde est¨¢n los beneficios, y tambi¨¦n las comisiones ilegales. Esta parte de la historia est¨¢ siendo investigada y documentada por la Operaci¨®n Lava Jato.
Despu¨¦s, Lula puede leer las 25 denuncias de la Fiscal¨ªa de las violaciones cometidas para materializar Belo Monte en el Xing¨², algunas durante su propio gobierno. Puede continuar su plan de estudios leyendo el libro A expuls?o de ribeirinhos em Belo Monte (La expulsi¨®n de los ribere?os en Belo Monte), organizado y publicado por la Sociedad Brasile?a para el Progreso de la Ciencia. A lo largo de 449 p¨¢ginas, cient¨ªficos e investigadores de diferentes ¨¢reas documentan las atrocidades cometidas y las consecuencias que van desde la amenaza de extinci¨®n de especies a la destrucci¨®n de la salud mental de las personas que fueron expulsadas de sus tierras, islas y casas.
Cuando termine este libro, el presidente que materializ¨® Belo Monte puede profundizar su conocimiento sobre su propio gobierno y el de su sucesora, Dilma Rousseff, estudiando el dosier del Instituto Socioambiental en el que se narra c¨®mo Norte Energia S.A. corrompi¨® a los pueblos ind¨ªgenas con una ¡°especie de asignaci¨®n mensual de 30.000 reales [7.500 d¨®lares] en mercanc¨ªas¡±, haciendo que incluso ind¨ªgenas que hab¨ªan hecho contacto hac¨ªa poco pasaran a comer boller¨ªa y refrescos en lugar de alimentos de sus cultivos y peces del r¨ªo. Lula puede incluso leer documentos timbrados del Ministerio de Sanidad del gobierno de Dilma Rousseff que dicen:
¡°A partir de septiembre de 2010 [el ¨²ltimo a?o del gobierno de Lula], con la construcci¨®n de la Central Hidroel¨¦ctrica de Belo Monte, los ind¨ªgenas empezaron a recibir cestas de alimentos, que conten¨ªan alimentos no perecederos e industrializados. Entonces, los ind¨ªgenas dejaron de desbrozar, plantar y producir sus propios alimentos. Sin embargo, en septiembre de 2012 [primera legislatura de Rousseff], dejaron de darles ese ¡®beneficio¡¯, los ind¨ªgenas se quedaron sin el suministro de alimentos y ya no ten¨ªan plantaciones para cultivarlos, lo que provoc¨® un aumento de casos de ni?os con peso bajo o muy bajo para su edad, llegando a 97 casos o un 14,3%¡±.
En otro punto del documento, el aumento de los casos de ¡°diarrea aguda¡± en 2010 se relaciona con la actuaci¨®n de Norte Energia en las aldeas:
¡°En 2010 registramos un aumento considerable, ya que en una poblaci¨®n de 557 ni?os menores de 5 a?os hubo 878 casos, el equivalente al 157% de esa poblaci¨®n, o 1.576,3 por cada 1.000 ni?os. (...) Los cambios en los h¨¢bitos alimenticios con la introducci¨®n de alimentos industrializados procedentes de recursos financieros considerados requisitos para construir la hidroel¨¦ctrica de Belo Monte es otro factor que contribuye a la existencia de este alto ¨ªndice¡±.
La desnutrici¨®n infantil en las aldeas de la regi¨®n, seg¨²n los datos del dosier, aument¨® un 127% entre 2010 y 2012. Una cuarta parte de los ni?os estaba desnutrida. En el mismo per¨ªodo, seg¨²n el dosier, la atenci¨®n sanitaria a los ind¨ªgenas creci¨® un 2.000% en las ciudades situadas en el radio de impacto de Belo Monte. La situaci¨®n es tan aterrorizante que, en 2014 [a?o de la elecci¨®n de Rousseff para la segunda legislatura], los t¨¦cnicos de la Fundaci¨®n Nacional del Ind¨ªgena recomendaron que se adquirieran cestas b¨¢sicas para enfrentar la vulnerabilidad alimenticia de las comunidades. Dicho de otra forma: cestas b¨¢sicas para impedir que los ind¨ªgenas, que antes de Belo Monte ten¨ªan autonom¨ªa alimenticia, murieran de hambre o de enfermedades provocadas por el consumo repentino e indiscriminado de productos industrializados, y por la interrupci¨®n del cultivo, la pesca y recolecci¨®n de alimentos, causada por la llegada de esos mismos productos.
Los ¨ªndices de explotaci¨®n ilegal de madera se dispararon en el ¨¢rea de influencia de la obra. En la tierra ind¨ªgena Cachoeira Seca, una de las afectadas por la central, se extrajeron 200.000 metros c¨²bicos de madera solo en 2014 [gobierno de Rousseff]. Esa cantidad es suficiente para llenar m¨¢s de 13.000 camiones madereros. En 2013, Cachoeira Seca fue la tierra m¨¢s deforestada de Brasil (puede leer m¨¢s sobre este asunto aqu¨ª).
Una ind¨ªgena del pueblo arawet¨¦ dijo entonces al antrop¨®logo Guilherme Heurich: ¡°Las mercanc¨ªas son la contrapartida de nuestra muerte futura¡±.
?D¨®nde estaba la Fundaci¨®n Nacional del Ind¨ªgena en ese momento? Ah, s¨ª. Hab¨ªa sido convenientemente debilitada en la regi¨®n por el gobierno del PT, con el cierre de puestos justamente cuando era m¨¢s necesaria.
Durante la construcci¨®n de Belo Monte, los gobiernos del PT convirtieron a los pueblos de la selva en pobres urbanos y utilizaron la Fuerza Nacional para reprimir huelgas de trabajadores
Como Lula est¨¢ preocupado con la obra que impuso a los pueblos de Altamira y del Xing¨², tambi¨¦n puede leer las declaraciones de los ribere?os obligados a firmar con el dedo papeles que no eran capaces de leer, papeles que los condenaban a perderlo todo. Cuando miles fueron sometidos a una ¡°transferencia obligatoria¡±, no hab¨ªa ninguna asistencia jur¨ªdica disponible para la poblaci¨®n afectada, parte analfabeta.
Lula puede tambi¨¦n reflexionar sobre c¨®mo los gobiernos del Partido de los Trabajadores enviaron a la Fuerza Nacional a reprimir las huelgas de los... trabajadores. En este caso, los obreros de la central y tambi¨¦n las manifestaciones de los afectados. Qui¨¦n sabe, quiz¨¢ Lula siga e investigue c¨®mo fue posible que la Agencia Brasile?a de Investigaci¨®n infiltrara, en 2013, a un esp¨ªa en el movimiento social Xing¨² Vivo Para Siempre. Y, si todav¨ªa tiene fuerzas, tambi¨¦n puede recordar la accidentada evoluci¨®n de las licencias de Belo Monte en el Instituto Brasile?o del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables durante los gobiernos del PT, con algunas destituciones escandalosas de presidentes que se negaron a firmar permisos inaceptables.
La obra es vasta. Es imposible profundizar en la destrucci¨®n promovida por la ¡°gran obra del Plan de Aceleraci¨®n del Crecimiento¡± sin seguir la explosi¨®n de la violencia urbana provocada por Belo Monte, que transform¨® Altamira en la ciudad m¨¢s violenta de la Amazonia. Al igual que la conexi¨®n de esta violencia con la segunda mayor masacre carcelaria de la historia de Brasil, que ocurri¨® en julio de este a?o, en la que 58 personas fueron decapitadas o quemadas vivas, y otras cuatro fueron ejecutadas durante un traslado. Es esencial conocer los efectos de una rutina de balas y muertes en los ni?os de los ¡°Reasentamientos Urbanos Colectivos¡±, los barrios construidos por la Norte Energia para amontonar a los expulsados por Belo Monte. Hay m¨¢s, mucho m¨¢s. Se pueden ocupar a?os de prisi¨®n con horrores.
Y entonces, quiz¨¢s, Lula pueda entender la frase que dijo monse?or Erwin Kr?utler, obispo em¨¦rito del Xing¨², en 2012: ¡°Lula y Dilma pasar¨¢n a la historia como depredadores de la Amazonia¡±.
La explotaci¨®n predatoria de la Amazonia no es ruptura, es continuidad
El Brasil reciente puede contarse por rupturas. Pero tambi¨¦n puede contarse por lo menos por una continuidad: la explotaci¨®n predatoria de la Amazonia como pol¨ªtica de Estado. Era la pol¨ªtica de los gobiernos de la dictadura militar. Y sigui¨® siendo la pol¨ªtica de los gobiernos de la democracia, a pesar de que la Constituci¨®n de 1988 garantizara los derechos de los pueblos ind¨ªgenas. Hay semejanzas entre la pol¨ªtica para la Amazonia que desarroll¨® la dictadura y la que implementaron los gobiernos del PT, desde Lula ¡ªacelerada a partir de la salida de Marina Silva del gobierno¡ª hasta Rousseff.
Con Bolsonaro, la explotaci¨®n predatoria ha alcanzado niveles sin parang¨®n. A una velocidad in¨¦dita, la ejecutan por medio de la estrategia de desproteger la selva y del rechazo a la obligaci¨®n constitucional de demarcar las tierras ind¨ªgenas. El bolsonarismo intenta deshacer incluso las cosas positivas que hicieron los gobiernos anteriores. El resultado ya puede verse incluso antes de que termine el primer a?o de gobierno, con la explosi¨®n de la deforestaci¨®n y los incendios que asombraron al mundo.
Sobre la Amazonia, parece que no hay polarizaci¨®n. Todos est¨¢n en sinton¨ªa. Rousseff inaugur¨® Belo Monte irradiando orgullo poco antes del impeachment. Bolsonaro prometi¨® ser el broche de oro en la ceremonia en la que se encender¨¢ la ¨²ltima turbina. Los militares de antes y los de ahora invocan las fake news de la amenaza a la soberan¨ªa nacional para seguir explotando la selva. Y hace solo unas semanas Lula declar¨® que estaba orgulloso de lo que los habitantes del Xing¨² llaman Belo Monstruo.
La Operaci¨®n Lava Jato tiene muchos significados. Siempre he criticado sus evidentes abusos, al igual que el comportamiento inaceptable del entonces juez Sergio Moro. Tanto ¨¦l como el fiscal Deltan Dallagnol son los mayores enemigos de la Lava Jato. Debido a su falta de l¨ªmites y su vanidad continental, comprometieron tambi¨¦n el trabajo de los fiscales serios de la Lava Jato, que dejaron en cueros el funcionamiento del sistema de corrupci¨®n entre partidos y constructoras en el pa¨ªs y enviaron a la c¨¢rcel a millonarios que hasta entonces gozaban de impunidad como si fuera un derecho de clase. Entre los trabajos serios que hay en curso est¨¢ el descubrimiento del sistema de corrupci¨®n que garantiz¨® la construcci¨®n de Belo Monte a pesar de todas las violencias perceptibles a simple vista. Esta violaci¨®n del Estado de derecho la define Thais Santi, fiscal federal en Altamira, como ¡°el mundo del todo es posible¡±.
Lula se burla de quien le pide a ¨¦l o al PT autocr¨ªtica. Cree que no debe ninguna explicaci¨®n a quien lo puso en el poder mediante el voto porque crey¨® en el discurso de la ¨¦tica que el partido ten¨ªa desde que se fund¨®. Debemos entender que el proyecto que se mostr¨® en toda su inmensa destrucci¨®n en Belo Monte sigue siendo la propuesta del partido para la Amazonia. Si Lula desea erigirse en ¡°pacificador¡± de Brasil, debe tener una frase en mente: ¡°Si la paz no es para todos, no ser¨¢ para nadie¡±.
No habr¨¢ paz en la Amazonia sin justicia. No permitiremos que se borre la memoria. No olvidaremos. Ni dejaremos olvidar.
Eliane Brum es escritora, reportera y documentalista. Twitter: @brumelianebrum.?
Traducci¨®n de Meritxell Almarza
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