Trece personas nos revelan lo m¨¢s fuerte que han visto en un restaurante
Ya sea por falta de entendimiento, choques culturales o una copa de vino de m¨¢s, los restaurantes son terreno abonado para la confusi¨®n y la chanza. Mientras esperamos a que reabran, recordamos algunos grandes momentos que hemos vivido en ellos
En el filme Cuando Harry encontr¨® a Sally (1989), los comensales del restaurante neoyorquino Katz's presencian at¨®nitos c¨®mo una mujer -la actriz Meg Ryan, para m¨¢s se?as- finge un estridente orgasmo con la intenci¨®n de demostrarle a su amigo -Billy Crystal- que los hombres no saben diferenciar un orgasmo real de uno fingido. Los Monty Python's, por su parte, hicieron explotar, literalmente, a un hombre en medio de un rafinado restaurante en su pel¨ªcula El sentido de la vida (1983).
El ser humano tiende a pensar que situaciones como estas solo ocurren en el cine. Sin embargo, la experiencia suele demostrar que la realidad supera a la ficci¨®n en muchas ocasiones. En ICON hemos hablado con una decena de personas que han confesado los momentos m¨¢s delirantes, traum¨¢ticos o "tierra tr¨¢game" que han vivido en un restaurante. Las an¨¦cdotas van de desnudos integrales o escenas subidas de tono en los lavabos a platos que no son lo que parecen.
A continuaci¨®n, los momentos m¨¢s fuertes vividos rodeados de comensales como testigos.
- "A mi chica se le cay¨® una taza de t¨¦ hirviendo y como le quemaba se baj¨® los pantalones y las bragas hasta los tobillos en mitad del restaurante". Lander Otaola (actor, de 31 a?os). "A mi chica, Ylenia Baglietto, se le cay¨® una taza de t¨¦ hirviendo sobre las piernas y como le quemaba se baj¨® los pantalones y las bragas hasta los tobillos en mitad del restaurante. Al lado hab¨ªa una cena familiar con ancianos y ni?os y mi novia completamente desnuda de cintura para abajo en medio del restaurante. Lo m¨¢s inquietante fue que todo el mundo disimul¨® como si nada".
- "Era una planta se?ora', le respondieron a mi madre tras alabar lo que ella pensaba que era un aperitivo" Guillermo (escritor, 37 a?os). "Era nuestra primera vez en un distinguido restaurante tailand¨¦s de Madrid al que nos hab¨ªan invitado unos familiares. Mi madre y yo, reci¨¦n llegados de provincias, mir¨¢bamos hacia los decorados y el extenso men¨² con arrobo y ella, imagino que despistada ante tanta seda, lacados y cer¨¢micas, decidi¨® degustar un trozo de algo que descanasaba sobre la mesa y crey¨® que era una ensalada ex¨®tica. 'Qu¨¦ bueno, ?qu¨¦ es?', pregunt¨® al camarero cuando este lleg¨® para tomar nota. Era una planta, efectivamente. El camarero la retir¨® avergonzado y todos disfrutamos del resto de la comida sin mayor inconveniente".
- "Nos trajeron una especie de ravioli gigante y mientras a¨²n estaba mastic¨¢ndolo apareci¨® un camarero con un ipad en el que pon¨ªa en letra muy grande la palabra 'semen". Toni Garc¨ªa (periodista, 48 a?os). "Fui a Kobe, Jap¨®n, por trabajo y aprovech¨¦ el viaje para ir a un restaurante que me hab¨ªa recomendado Alberto Fern¨¢ndez Bomb¨ªn, due?o del restaurante Asturianos, en Madrid. Me dijo que ten¨ªa que ir porque el chef hab¨ªa trabajado en Echevarri y en Kobe hac¨ªa cocina vasco-japonesa. Fui con un amigo y probamos varias cosas. Todo iba bien hasta que nos trajeron una especie de ravioli gigante. Lo cort¨¦ para probarlo, empez¨® a sair salsa del interior y al met¨¦rmelo en la boca not¨¦ un sabor muy fuerte. Mientras a¨²n estaba mastic¨¢ndolo apareci¨® un camarero con un ipad en el que pon¨ªa en letra muy grande la palabra 'semen'. En ese momento empec¨¦ a hacer aspavientos y mi amigo empez¨® a re¨ªrse mucho. Pero lo mejor fue cuando nos trajeron la cuenta y tuvimos que pagar 480 euros entre los dos. No solo me com¨ª un ravioli gigante de semen de alg¨²n animal subacu¨¢tico japon¨¦s si no que encima pagu¨¦ 240 euros por ello".
- "He dicho que te lo vas a beber y te lo vas a beber" (Mar¨ªa Jes¨²s, economista de 50 a?os). "Ocurri¨® hace a?os ya: celebr¨¦ mi cumplea?os en un restaurante vietnamita durante un viaje a Madrid. Entre los invitados, claro, mi hijo, de nueve a?os entonces. Llegaron los postres: ¨¦l quiso un sorbete de lim¨®n. Lo pidi¨® contra mi consejo, pues llevaba toda la cena muy pesado con los sabores, las texturas y todo lo que hab¨ªa en la mesa. Pues bien, llega el sorbete y lo aparta. Dice que sabe raro que no le gusta. Por supuesto, como ya estaba cabreada, le dije que se lo iba a beber enterito. Lo hizo, poniendo cara de desagrado, haciendo muecas, quej¨¢ndose amargamente. A los cinco minutos llega el camarero corriendo y dice: 'Perdonen, por error le hemos puesto vodka al sorbete'. Hab¨ªa obligado a mi hijo de nueve a?os a beberse un copazo. Me sent¨ª la peor madre del mundo".
- "Termin¨¦ comiendo del plato de espaguetis de pesto del matrimonio de ancianos de la mesa de al lado mientras nos cont¨¢bamos nuestras vidas". Laura Pi?ero (periodista, de 34 a?os). "Hace unos meses fui a comer a un restaurante italiano sola. Cuando el camarero vino a tomarme nota, le pregunt¨¦ por el plato m¨¢s ligero y saludable de la carta ante la mirada atenta de una pareja de ancianos en la mesa de al lado. En ese momento pens¨¦: 'Qu¨¦ cotillas'. Al final, tras valorar mi petici¨®n, el camarero me trajo un plato que llevaba much¨ªsima nata -lo comprob¨¦ cuando lleg¨® a la mesa-. Cuando lo vi no daba cr¨¦dito porque la nata no tiene nada de ligero, pero se negaron a cambiarlo. Ante mi cara de baj¨®n, la se?ora de al lado me ofreci¨® comer de su plato. Me negu¨¦ un par de veces pero al final acept¨¦. Estaba muerta de hambre y no quer¨ªa gastar m¨¢s en ese restaurante. As¨ª que termin¨¦ comiendo de sus espaguetis de pesto mientras nos cont¨¢bamos nuestras vidas. Luego se empe?aron en que me llevara a casa la comida que les sobraba porque no eran de Madrid y estaban en un hotel. Insistieron tanto que me la llev¨¦ y com¨ª de su generosidad dos d¨ªas m¨¢s. Fue muy tierno".
- "Cuando fui a ir a pagar, la pierna se me hab¨ªa dormido y al levantarme de golpe se me dobl¨®. Para no caerme al suelo me apoy¨¦ en la mesa que estaba desequilibrada por la pendiente de la acera. En ese momento empez¨® a caerse al suelo, entre un estruendo enorme, la botella del refresco, el vaso, el cenicero, el bote de sal y pimienta y se estrell¨® una botella de aceite de medio litro". Lola S¨¢nchez (dise?adora de mobiliario, de 50 a?os). "Mi momento humillante fue en una cafeter¨ªa de Almer¨ªa que tiene una terracita en una acera que tiene algo de pendiente. Hab¨ªa discutido con mi madre y me fui enfadada dando un portazo. Era verano y me sent¨¦ en la terraza de la cafeter¨ªa para leer un libro de poes¨ªa que llevaba en el bolso. Me ped¨ª un refresco y me fum¨¦ unos cuantos cigarros mientras le¨ªa con mi pierna cruzada durante un rato largo, en plan bohemia. Cuando fui a ir a pagar, la pierna se me hab¨ªa dormido y al levantarme de golpe se me dobl¨®. Para no caerme al suelo me apoy¨¦ en la mesa que estaba desequilibrada por la pendiente de la acera. En ese momento empez¨® a caerse al suelo, entre un estruendo enorme, la botella del refresco, el vaso, el cenicero, el bote de sal y pimienta y, por ¨²ltimo, se estrell¨® una botella de aceite de medio litro que al reventar contra el suelo empez¨® un r¨ªo de aceite pendiente abajo hacia las dem¨¢s mesas. La gente se levantaba de sus mesas deprisa para que no se ensuciaran sus sandalias de aceite, a la vez que todo el mundo me miraba y algunas personas me preguntaban si me hab¨ªa cortado entre tanto cristal. Yo, bloqueada, les dec¨ªa que no, que estaba bien, y me dirig¨ª hacia la barra desde donde la due?a me miraba como queri¨¦ndome matar. Fui a decirle que iba a pagar todo el estropicio, pero la pierna a¨²n la ten¨ªa medio dormida, y entonces o¨ª a mis espaldas que alguien que dec¨ªa: 'Oh, si es que es coja, la pobre'. Avergonzada, pagu¨¦ y me fui hacia mi casa a¨²n cojeando. Al abrir la puerta empec¨¦ a re¨ªr y llorar a la vez y cuando mi madre me pregunt¨® que qu¨¦ me pasaba, solo acert¨¦ a decirle: '?Por tu culpa, si no me hubiera ido!".
- "Me gust¨® una canci¨®n que estaba sonando en un restaurante y llam¨¦ al camarero para preguntarle por el grupo. Cuando me contest¨® no le entend¨ª y volv¨ª a preguntarle. Pudimos estar as¨ª m¨¢s de un minuto". Alberto Mart¨ªn (publicista, 38 a?os). "En un restaurante en Benidorm me gust¨® una canci¨®n que estaba sonando de fondo en el local y llam¨¦ al camarero para preguntarle por el grupo. Cuando me contest¨® no le entend¨ª y volv¨ª a preguntarle. El se?or segu¨ªa y segu¨ªa, yo segu¨ªa tratando de descifrar lo que me dec¨ªa. As¨ª pudimos estar como un minuto. Mis amigos empezaron a re¨ªrse y el camarero pens¨® que lo estaba vacilando pero yo estaba totalmente en serio queriendo entenderlo. Al final el t¨ªo solt¨® algo algo en bajito y se fue. Me qued¨¦ sin saber cu¨¢l era el grupo que me hab¨ªa gustado y me sent¨ª fatal porque pensase que me estaba r¨ªendo de ¨¦l".
- "En Roma, estaba cenando con mi mujer y me puse a llorar de lo rica que estaba la pasta con pulpo que hab¨ªa pedido". Gonzalo Alcina (coordinador de producci¨®n, 33 a?os). "Hace unos a?os en Roma, en un restaurante del Trastevere, estaba cenando con mi mujer y me puse a llorar de lo rica que estaba la pasta con pulpo que hab¨ªa pedido. Me dio un 'Stendhal', estaba tan bueno que no pude soportar tanta belleza en el sabor. Despu¨¦s felicit¨¦ al cocinero y deje una propina generosa".
- "Le pregunt¨¦ a un camarero de un restaurante vegano si era ¨¦tico matar a una cucaracha". Elisa S¨¢nchez Fern¨¢ndez (fot¨®grafa, 26 a?os). "Le pregunt¨¦ a un camarero de un restaurante vegano si era ¨¦tico matar a una cucaracha que estaba debajo de nuestra mesa. Me dijo que mejor no lo hiciera, se ri¨® y se fue. Yo creo que fue ir¨®nico. Luego la intent¨¦ matar, no voy a negarlo, pero desapareci¨® y seguimos tan felices".
- "Al mirar la carta nos dimos cuenta de que en Estambul llaman kebab a todo. Desesperada y hambrienta, empec¨¦ a decirle al camarero que lo que quer¨ªa era ?the classic kebab'. El pobre hombre no deb¨ªa dar cr¨¦dito". Ver¨®nica L¨®pez (fisioterapeuta, 52 a?os). "Coincidi¨® que fui de vacaciones a Estambul cuando empezaron a abrirse muchos locales de kebabs en Espa?a. All¨ª, lo primero que quise hacer nada m¨¢s dejar las cosas en el hotel fue comer un kebab. Misi¨®n que consider¨¦ ser¨ªa pan comido, dado que est¨¢bamos en las tierra de los Kebabs. Sin embargo, todo se complic¨® al llegar al restaurante. Al sentarnos en una mesa y mirar la carta nos dimos cuenta de que llaman kebab a todo. Desesperada y hambrienta, empec¨¦ a decirle al camarero que lo que quer¨ªa era ?the classic kebab'. El pobre hombre no deb¨ªa dar cr¨¦dito. Al final pedimos una cosa que result¨® ser una bandeja con pinchos de carne. Nada m¨¢s lejos de lo que yo iba buscando. M¨¢s tarde descubrimos que en Estambul llaman kebab a cualquier plato con carne".
- "Cuando nos trajeron el plato lo primero que hicimos fue darle un bocado al jengibre, que literalmente nos supo a colonia. Llamamos al camarero para decirle que ese plato estaba en mal estado". Silvia Navarro (bi¨®loga, 35 a?os). "Una de las primeras veces que sal¨ª a cenar con mi novio, har¨¢ unos diez a?os, fuimos a un restaurante por Malasa?a, Madrid, y entre otras cosas pedimos California Rolls. Era la primera vez que com¨ªamos sushi y no ten¨ªamos ni idea de lo que era el?wasabi o el jengibre encurtido. As¨ª que cuando nos trajeron el plato lo primero que hicimos fue darle un bocado al jengibre, que literalmente nos supo a colonia. Alarmados y decepcionados, llamamos al camarero para decirle que ese plato estaba en mal estado. El camarero, con mucha paciencia, trat¨® de explicarnos que no, que el sushi se tomaba as¨ª. Poco convencidos, pero muertos de verg¨¹enza, decidimos aceptar la explicaci¨®n y callarnos. Hoy nos flipa el sushi y somos conscientes de lo paletos que debimos resultar ese d¨ªa".
- "Cuando fui al ba?o, antes de que trajeran los postres , o¨ª a una pareja tener sexo en el interior del wc. Sal¨ª escopetada". Noelia M¨¦ndez (profesora, 29 a?os). "Hace unos meses fui a cenar con mis padres y mis abuelos a un italiano. Cuando fui al ba?o, antes de que trajeran los postres (tiramis¨², esa noche no ¨ªbamos a arriesgar), o¨ª a una pareja tener sexo en el interior del wc. Sal¨ª escopetada, antes de que se dieran cuenta de que estaba ah¨ª, y decid¨ª no contar nada para no escandalizar a mis abuelos. Al minuto mi abuela dijo que necesitaba ir al ba?o y empec¨¦ a sudar. No quer¨ªa que se encontrara todo el pastel as¨ª que empec¨¦ a chapurrear todo tipo de excusas para que no fuera, pero ella dec¨ªa que no aguantaba m¨¢s. Cuando ya me estaba quedando sin excusas, vi a lo lejos c¨®mo una pareja sal¨ªa del ba?o. Di por hecho que era a los que yo hab¨ªa o¨ªdo y dej¨¦ a mi abuela ir al ba?o. Mis padres no entend¨ªan todo el numerito que hab¨ªa montado y al llegar a casa me dio pereza explic¨¢rselo".
- "El hombre de la mesa de al lado empezo a vomitar descontroladamente. Vimos c¨®mo no solo se estaba poniendo perdido ¨¦l, su pareja y su hijo tambi¨¦n estaban hasta arriba de v¨®mito". ?lvaro Jim¨¦nez (entrenador personal, 40 a?os). "Un verano, en Alicante, estaba comiendo con unos amigos en un sitio especializado en paellas y mientras nos serv¨ªan las bebidas el hombre de la mesa de al lado empezo a vomitar descontroladamente. Vimos como no solo se estaba poniendo perdido ¨¦l, su pareja y el que deb¨ªa ser su hijo tambi¨¦n estaban hasta arriba de v¨®mito. Cuando por fin se recuper¨®, su mujer se fue con el ni?o al ba?o. A ¨¦l fueron a atenderle dos dispuestos camareros. Viendo el panorama, le pregunt¨¦ al joven que nos estaba poniendo el vino qu¨¦ es lo que hab¨ªan comido en esa mesa para no pedirlo nosotros".
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