Martin Scorsese, nuevo padrino de Rodrigo Cort¨¦s: ¡°Uno sabe c¨®mo es su pa¨ªs por c¨®mo trata a los pobres y los enfermos¡±
El cineasta neoyorquino, inmortalizado por el cine que hace pero tambi¨¦n por c¨®mo preserva las pel¨ªculas ajenas y apoya a j¨®venes creadores, insisti¨® en producir ¡®Escape¡¯, lo nuevo del director gallego
Entrevistar a Martin Scorsese (Nueva York, 81 a?os) es m¨¢s parecido a una pel¨ªcula de Martin Scorsese de lo que uno pod¨ªa pensar. El gran maestro del cine entra en la habitaci¨®n del hotel rodeado de su equipo. Cruza el umbral de la puerta sin retrasos, le da un gran y afectuoso abrazo a su nuevo pupilo ¡ªel director de cine espa?ol Rodrigo Cort¨¦s, al que le acaba de producir su ¨²ltima pel¨ªcula, Escape¡ª y protesta porque hace calor en el hotel de Park Avenue donde transcurre la conversaci¨®n. Flashback. Voz en off. ¡°Crec¨ª sin aire acondicionado, cuando viv¨ªa en uno de esos barrios pobres, con edificios sucios, donde luego rodar¨ªa Malas calles [1973] o Toro salvaje [1980]. Y hac¨ªa mucho calor en el verano, as¨ª que dorm¨ªamos en las escaleras de incendios, a veces en el tercer piso, porque est¨¢bamos todos achicharrados. Hac¨ªa tanto calor que la gente se pon¨ªa enferma. As¨ª que no s¨¦ si fue en 1968 o en 1969 cuando pude pagarme una habitaci¨®n con aire acondicionado y me dije que ya nunca volver¨ªa atr¨¢s. Adem¨¢s, tengo asma¡±, relata Scorsese, y, de vuelta al presente, a la lujosa Park Avenue de Nueva York, la mirada se desv¨ªa a una botella de agua y un inhalador azul que tiene a sus pies.
Martin Scorsese es historia del cine, pero no solo por pel¨ªculas como Taxi Driver (1976), Toro salvaje, Uno de los nuestros (1990), Gangs of New York (2002) o El lobo de Wall Street (2013). Su compromiso con el s¨¦ptimo arte se expande retrospectivamente gracias a su labor como restaurador y educador a trav¨¦s de The Film Foundation ¡ªque ha devuelto esplendor a t¨ªtulos como Las zapatillas rojas, de Michael Powell y Emeric Pressburger, o La strada, de Federico Fellini¡ª y mira al futuro apadrinando a numerosos cineastas en sus labores como productor. ¡°En mi cabeza es como volver a la escuela de cine. En vez de aprender de los mayores, aprendo de los j¨®venes. D¨®nde ponen la c¨¢mara, c¨®mo cuentan la historia. Ellos interpretan el mundo de la manera en que lo ven ellos y eso a m¨ª me hace sentir como empezar de cero. Me da esperanza y me ayuda¡±, reconoce. Es f¨¢cil trazar una hoja de ruta por algunos de los nombres m¨¢s interesantes de la cinematograf¨ªa actual a trav¨¦s de sus producidos por: la argentina Celina Murga, la escocesa Lynne Ramsay, la brit¨¢nica Joanna Hogg y, ahora, el espa?ol Rodrigo Cort¨¦s y su Escape, una arriesgada propuesta que se estrena en Espa?a el 31 de octubre y que tiene un amplio reparto de estrellas del cine espa?ol: Mario Casas a la cabeza, bien secundado por Anna Castillo, Jos¨¦ Sacrist¨¢n, Albert Pla, Josep Maria Pou, Blanca Portillo y Juanjo Puigcorb¨¦. Es la historia, medio f¨¢bula de buen coraz¨®n, medio s¨¢tira de colmillo retorcido, de un hombre que quiere entrar a toda costa en la c¨¢rcel para encontrar su libertad.
Scorsese la volvi¨® a ver ayer en la sala de cine que tiene en su casa y comparte su entusiasmo: ¡°Me encanta la idea de una persona que realmente no puede vivir consigo misma y quiere llegar a un momento en el que no necesite tomar ninguna decisi¨®n, ni siquiera qu¨¦ comer. Quiere que le digan hasta c¨®mo respirar. Eso me pareci¨® fascinante. Me record¨® a Obl¨®mov, la novela de Goncharov en la que el protagonista no quiere salir de la cama¡±, explica, y de ah¨ª salta a otra pel¨ªcula que vio hace poco, tambi¨¦n rusa, titulada Al borde del mar azul, dirigida por Boris Barnet y Samad Mardanov en 1936. Y es que, de alg¨²n modo, lo interesante de esta conversaci¨®n entre Scorsese y Cort¨¦s es que el primero no habla como creador, sino como espectador de lo que ¨¦l sigue considerando el cine con may¨²sculas. Ese que reside para ¨¦l en la pel¨ªcula de Cort¨¦s, quien a su vez no puede evitar posicionarse no solo como autor del filme, sino como admirador del gran maestro, al que disfruta escuchando incluso cuando se desv¨ªa de la pel¨ªcula que los une.
¡°Por un lado soy poco mit¨®mano. Lo admiro, claro, por su trabajo, aunque nunca le he pedido a nadie un aut¨®grafo o una foto. Pero hay algo en tu cabeza que casi ni siquiera cabe: recordarte a los 13 a?os mirando hacia arriba en el cine Van Dyck en Salamanca y decidiendo entrar en aquella pel¨ªcula del billar con Paul Newman y el actor de Legend¡±, dice Cort¨¦s refiri¨¦ndose a El color del dinero (1986), obra de su ahora productor protagonizada por Tom Cruise. ¡°Como que se cierra un acto de brujer¨ªa tantos a?os despu¨¦s. Tiene un significado muy profundo. No solo es probablemente el director vivo m¨¢s respetado, sino la raz¨®n por la que me dedico a esto¡±, dice Cort¨¦s (Pazos Hermos, Ourense, 51 a?os).
Scorsese trata a Cort¨¦s como un colega, pero tambi¨¦n lo mira como un heredero y una oportunidad para hablar de lo que m¨¢s le importa: el cine. ¡°Como Hitchcock, como Kubrick, como Max Oph¨¹ls, eres de esos directores que le dicen al espectador d¨®nde tiene que mirar. Que le sorprenden con la combinaci¨®n de las tomas. Que revelan narrativa y emocionalmente a trav¨¦s de donde colocan la c¨¢mara o el momento en el que cortan la escena. T¨² tienes el lenguaje del cine dentro de ti. Fuiste criado por la historia del cine. Y tu curiosidad te llev¨® a preguntarte de d¨®nde ven¨ªan esas pel¨ªculas, de qu¨¦ culturas. Te molestaste en descubrirlo¡±, recita Scorsese, como pas¨¢ndole el testigo. ¡°Pero entiendo que, de alguna manera, el cat¨¢logo del cine internacional, llegados a este punto, es tan extenso y extraordinario que creo que la gente joven est¨¢ experimentando la historia del cine de otro modo. Y eso solo puede significar que creo que van a tener que inventar un cine distinto. Totalmente nuevo. Nosotros todav¨ªa pod¨ªamos sentir que nos pon¨ªamos al d¨ªa con casi todo lo que se hab¨ªa hecho hasta entonces¡±, a?ade. Y se abre otro flashback: ¡°Tuve mucha suerte¡±, arranca Scorsese. ¡°Cuando yo ten¨ªa cinco a?os, mi padre hab¨ªa ahorrado un poco de dinero, el suficiente para comprar una televisi¨®n. Era 1948 y estaban mis abuelos, que hab¨ªan emigrado desde Sicilia, y mis t¨ªos y mis t¨ªas. Todos ven¨ªan los viernes por la noche a ver pel¨ªculas del neorrealismo con subt¨ªtulos y toda la familia lloraba. Yo ve¨ªa por la tarde El mago de Oz y por la noche Ladr¨®n de bicicletas. Y, de alguna manera, ah¨ª ya estaba todo lo que necesitaba saber¡±.
Scorsese, Spielberg y Coppola lideraron el llamado nuevo cine estadounidense en los setenta, pero lo sustentaron en un conocimiento enciclop¨¦dico de todo lo que se hab¨ªa realizado con anterioridad. ?l tom¨® prestado a Bernard Herrmann de las pel¨ªculas de Alfred Hitchcock para musicar Taxi Driver (1975). Spielberg contrataba a Truffaut para actuar en Encuentros en la tercera fase (1977). Coppola se tra¨ªa a Nino Rota directamente desde el universo de Fellini para El Padrino (1971). Innovaban y homenajeaban. ?l vio en Cort¨¦s lo mismo, desde la popular Buried (2011), que ten¨ªa algo de enrevesamiento hitchcockiano, hasta la m¨¢s reciente El amor en su lugar (2021), que ten¨ªa mucho de ?Billy ?Wilder. Tras ver esta pel¨ªcula fue cuando Scorsese escribi¨® un e-mail a Cort¨¦s y le pidi¨® que le enviara el guion en el que estuviera trabajando. Y ese era Escape, una lib¨¦rrima adaptaci¨®n del libro del mismo t¨ªtulo de Enrique Rubio. En ¨¦l hay referencias a Bu?uel en lo descabellado y a Frank Capra en lo entra?able, subvierte los c¨®digos de Fuga de Alcatraz (1979), se atreve a rodar una jota aragonesa a lo Stanley Donen sin dejar de lanzar gui?os a Cadena perpetua (1996). Pero sobre todo hay una vocaci¨®n imparable de ser ¨¦l mismo, cueste lo que cueste y en el formato que sea. Nunca abandon¨® el formato corto, escribe libros de relatos, participa en un podcast¡
¡°Si fuera realmente libre, har¨ªa una pel¨ªcula al a?o. Pero lo cierto es que no hago nada que no quiera hacer. Cuando trabajo, lo primero que hago es darme toda la libertad del mundo, no calculo. Pienso en lo que me parece mejor y no pienso en si eso me va a meter en problemas o no. Hay muchas cosas que nos gustan a priori pero no son el sue?o de ning¨²n financiero o ninguna plataforma¡±, explica Cort¨¦s. Scorsese le dej¨® libertad creativa total para ser ¨¦l mismo. ¡°No me parezco a Ene [el protagonista], no me parezco al juez, no me parezco a la hermana, no me parezco a la historia. Me parezco a la pel¨ªcula. Esa vibraci¨®n que se te queda es mi manera de ver el mundo: no es pesimista, tiendo a mirar a mi alrededor tratando de retener el juicio y registrar las razones de las cosas. Y las cosas son contradictorias, ambivalentes, dif¨ªciles de masticar. El mundo es un lugar maravilloso y temible, y no es culpa de nadie¡±, asegura.
Esa afiliaci¨®n a la complejidad, que no es sino un sin¨®nimo de respeto al espectador, la comparten Cort¨¦s y Scorsese. El primero reflexiona sobre esa extra?a libertad que puebla la pel¨ªcula: ¡°Cada vez que te quieres escapar de una celda, te metes en otra. No hay escapatoria. Al principio sientes compasi¨®n por el protagonista, pero luego ese sentimiento va cambiando. Si hay una palabra que es sin¨®nimo de libertad, es responsabilidad. Y ¨¦l no quiere responsabilidades¡±. Y tampoco quiere arengar a nadie: ¡°Yo no quiero hacer un mundo mejor, quiero hacer una pel¨ªcula mejor. Si no, te conviertes en un predicador¡±.
Scorsese reflexiona: ¡°Si quieres que tu trabajo aguante el paso del tiempo, no puedes decirle al p¨²blico lo que tiene que pensar. Para m¨ª El lobo de Wall Street (2013) era casi una pel¨ªcula de terror [r¨ªe], pero hubo gente que ve¨ªa al protagonista [un br¨®ker de Bolsa sin escr¨²pulos] como un h¨¦roe. Espero que en alg¨²n momento se den cuenta de que no lo es, pero lo ¨²nico que puedo hacer es aceptar al villano y lanz¨¢rselo a la audiencia, especialmente al final, cuando est¨¢ diciendo a los que van a su charla: ¡®V¨¦ndeme este bol¨ªgrafo¡±. Era un mensaje sobre la forma en que el sistema crea necesidades inexistentes, pero se hizo tremendamente popular en la cultura aspiracional, de la misma manera que las advertencias sobre las miserias humanas de Baltasar Graci¨¢n en El arte de la prudencia, escrito en 1647, se convirtieron inesperadamente en manual de empoderamiento para neocons en Estados Unidos a finales del siglo XX. ¡°Yo lo m¨¢ximo que pod¨ªa hacer era que la c¨¢mara se fuera hacia el p¨²blico, que somos nosotros. Y creo que, en este pa¨ªs, con unas elecciones inminentes, la gente est¨¢ comprando ese bol¨ªgrafo¡±, reflexiona quien, en cierta forma, se resigna a seguir siendo considerado un director de pel¨ªculas sobre el crimen organizado. ¡°Solo 5 de las 28 que he hecho van de ese tema¡±, dice Scorsese.
Quiz¨¢ lo que le atrajo de Escape fue, precisamente, la libertad de la gente para percibir la realidad a su modo y los efectos que esto tiene sobre la sociedad en su conjunto. ¡°La libertad sol¨ªa ser el emblema de nuestro pa¨ªs y espero que todav¨ªa lo siga siendo. Pero depende, claro, de c¨®mo definamos libertad. La gente a veces tiene que comer y sobrevivir, por lo que necesita dinero. Empieza a negociar sus libertades para cubrir sus necesidades b¨¢sicas. Es un tema serio en este pa¨ªs. A veces lo hacen conscientemente, a veces sin darse cuenta, y luego llega un momento en el que dicen: ¡®?Qu¨¦ ha pasado?¡±. Y, ya que no est¨¢ filmando sino conversando, s¨ª se permite una moraleja: ¡°Uno sabe c¨®mo es su cultura o su pa¨ªs por la manera en la que tratan a los pobres y a la gente enferma. Estamos en tiempos dif¨ªciles¡±.
Es el tiempo, a sus 81 a?os, su principal preocupaci¨®n. ¡°El dinero no me preocupa, mi familia est¨¢ bien cuidada. As¨ª que realmente lo ¨²nico que escasea en mi vida es el tiempo, que nadie te lo puede dar. Est¨¢ la vida y la muerte y nada m¨¢s. As¨ª que el tiempo que me quede quiero hacer algo que realmente me apetezca. Explorar. Tengo dos o tres ideas para guiones. He estado trabajando en el ¨²ltimo a?o en algo que se ha ca¨ªdo. Pero sigo manteniendo la curiosidad, sigo teniendo hambre¡±, asegura. Hambre incluso de seguir teorizando sobre cine. Pues, hablando de realidad, cree que ha llegado el momento de revisar la manera en que el cine se acerca a la ilusi¨®n de la objetividad. ¡°Creo que la palabra documental se ha quedado vieja. Documentar es para el periodismo. Yo he hecho documentales, entre comillas, sobre mi madre y mi padre en Italianamerican, sobre los Rolling Stones [Shine a Light], Bob Dylan [No Direction Home y Rolling Thunder Revue] o El ¨²ltimo vals [sobre The Band], y otro sobre The New York Review of Books [The 50 Year Argument]. Y me cost¨® darme cuenta de que, m¨¢s all¨¢ de documental o narrativa, ante todo son pel¨ªculas. De que no ten¨ªa que seguir c¨®digos. Me sent¨ª muy libre cuando hice la serie con Fran Lebowitz. ?Podr¨ªamos usar esa libertad para hacer tambi¨¦n las pel¨ªculas de ficci¨®n o los documentales? Aspiro a experimentar siempre¡±, dice.
En lo que s¨ª quiere mantener la tradici¨®n es en seguir trabajando con su equipo de siempre. Bien sabida es su fidelidad a sus actores fetiche, como Robert De Niro y Leonardo DiCaprio, pero tambi¨¦n a sus ¡°producidos¡± (quiz¨¢ no sea la ¨²nica pel¨ªcula de Rodrigo Cort¨¦s que financie) y a su equipo, con menci¨®n especial a su montadora de toda la vida, Thelma Schoonmaker, con la que lleva trabajando m¨¢s de cinco d¨¦cadas. Ella le arranca el ¨²ltimo flashback de la conversaci¨®n, al hilo de que Rodrigo Cort¨¦s monta sus propias pel¨ªculas. ¡°Yo empec¨¦ como montador, pero no me dejaron entrar en el sindicato y todav¨ªa me interesa mucho el montaje. Thelma no solo es mi colaboradora. Es mi amiga y nos hemos convertido casi en la misma persona. Conf¨ªo totalmente en ella y en Los asesinos de la luna fue ella la que sugiri¨® cambiar totalmente la estructura de la pel¨ªcu?la. Pero en el Hollywood de 1971 no hab¨ªa forma de que, viniendo de Nueva York, te dejaran entrar en el gremio. Hab¨ªa familias que ven¨ªan del sistema de grandes estudios, que ya se estaba muriendo como concepto, pero los trabajadores de siempre segu¨ªan all¨ª. No era necesariamente nepotismo, porque no veo nada malo en encargarte del negocio de tus padres. Pero la industria se empez¨® a abrir en los a?os sesenta y nosotros ¨¦ramos los forasteros que llegaban nuevos al pueblo, los b¨¢rbaros a las puertas, y no nos iban a dejar entrar tan f¨¢cilmente. Tuvimos que luchar cada paso que dimos¡±, recuerda hoy con severidad.
Hoy ¨¦l representa la tradici¨®n y no ha dudado en realizar comentarios descalificadores hacia la forma m¨¢s industrial de hacer cine en Hollywood, con menci¨®n especial para las sagas de superh¨¦roes que lideran las taquillas. Pero se deja fascinar por la manera en que su hija Francesca consume y crea contenido en las redes para sus casi 300.000 seguidores y hasta se le ha visto en alg¨²n TikTok que acab¨® haci¨¦ndose viral. ¡°En los primeros v¨ªdeos, yo no era consciente de que los ver¨ªa todo el mundo. Estaba en pijama¡±, se defiende amablemente. Pero solo hay un aspecto en el que no est¨¢ dispuesto a dar su brazo a torcer: estrenar en un solo lugar ¡ªuna sala de cine con p¨²blico¡ª todas aquellas cintas que ¨¦l dirija, restaure o produzca. Y Escape, de Rodrigo Cort¨¦s, no ser¨¢ una excepci¨®n. ¡°Alguien me dijo una vez que cuando ves una pel¨ªcula en una sala de cine, la pel¨ªcula manda. Cuando la ves en casa, incluso si tienes una pantalla gigante, mandas t¨²¡±, dice Scorsese. Y no se hable m¨¢s. The end.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.