En El tramposo del as de tr¨¦boles del pintor Georges de La Tour ¡ªsobre estas l¨ªneas¡ª un tah¨²r muestra sus cartas al espectador mientras saca de su cintur¨®n el naipe del t¨ªtulo. Pretende enga?ar al refinado caballero de la derecha y sacarle todo el dinero. En esa labor el estafador cuenta con la ayuda de la mujer del centro, posiblemente una prostituta. La cortesana, elegantemente vestida, pero con un escote excesivo para la ¨¦poca, mira de soslayo a su criada: busca su complicidad en el timo. Pero esa mirada esconde algo m¨¢s. "Posiblemente estrabismo¡±, diagnostica Enrique Santos-Bueso de la unidad de Neuroftalmolog¨ªa del Hospital San Carlos de Madrid.
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La forma en la que miran los mendigos, las prostitutas, los tramposos o los se?oritos que habitan las obras de La Tour dice tanto de ellos como sus gestos o su ropaje. Gracias a que el virtuoso pintor franc¨¦s las traz¨® al detalle, el ojo entrenado puede percibir con claridad que la opulenta meretriz de tez blanca del cuadro El tramposo o la ladrona de La buenaventura padecen problemas oculares.
"En casi todos los artistas hay sujetos con defectos en la vista, pero en la obra de La Tour son muy evidentes porque sus miradas est¨¢n muy bien dibujadas", explica Santos-Bueso que pasa consulta a varias obras maestras de la pintura universal una vez que ha atendido a sus pacientes de carne y hueso en el hospital, como antes otros lo hicieron a las protuberantes mand¨ªbulas que pint¨® Goya o a las manos artr¨ªticas de los retratos de Miguel ?ngel. Su intenci¨®n: "ofrecer una visi¨®n human¨ªstica de la oftalmolog¨ªa y unirla a mi pasi¨®n por el arte", declara el experto, que ha publicado algunas de sus valoraciones en los Archivos de la Sociedad de Oftalmolog¨ªa.
Sus conclusiones est¨¢n reunidas en el libro Oftalmolog¨ªa en el Museo del Prado, donde diagnostica 34 piezas clave de la pinacoteca. Tambi¨¦n ha puesto su ojo cl¨ªnico en Georges de la Tour: "El detalle riguroso con el que representa a los individuos facilita la evaluaci¨®n ocular", apunta. Del maestro franc¨¦s analiza cuatro pinturas: dos que podr¨¢n verse en la exposici¨®n temporal (del 23 de febrero al 12 de junio) y otras dos expuestas en la colecci¨®n permanente.
"Con seguridad, La Tour era consciente de los defectos que pint¨® en sus personajes, quer¨ªa reflejar fielmente la realidad", apunta el oftalm¨®logo que ha llevado a cabo la investigaci¨®n junto a sus compa?eros Mar¨ªa Jos¨¦ Vinuesa y Juli¨¢n Garc¨ªa. Como en El tramposo del as de tr¨¦boles del Kimbell Art Museum de Texas (EE.UU.), la ladrona y el caballero de La buenaventura, una de las escenas diurnas que pint¨® el artista barroco tambi¨¦n tendr¨ªan que pasar por la consulta de un especialista. "En su caso se trata de un pseudoestrabismo, mucho m¨¢s evidente en la muchacha que en el noble, adem¨¢s de telecanto [una distancia excesiva entre los ojos]", afirma el especialista. "No son problemas de salud especialmente significantes, propios de la ¨¦poca", aclara. "Se les daba poca importancia; ni siquiera se consideraban".
Los protagonistas de los cuadros de La Tour del Museo del Prado tampoco gozan de vista de ¨¢guila. O al menos eso es lo que quiere hacer creer uno de ellos, Ciego tocando la zanfona. Este m¨²sico callejero podr¨ªa estar fingiendo ceguera, ya que "los ciegos disfrutaban de ventajas frente a los dem¨¢s m¨²sicos ambulantes, tales como elegir los espacios m¨¢s c¨¦ntricos y concurridos para obtener mejores limosnas". En otra de las obras de La Tour, La ri?a de los m¨²sicos, del Getty Center de Los ?ngeles, ¡ªtambi¨¦n presente en la exposici¨®n del Prado¡ª dos m¨²sicos callejeros pelean porque uno de ellos sospecha que el otro finge ser invidente, y para demostrarlo est¨¢ intentando exprimir un lim¨®n en su cara. Al margen de la posible invidencia, Santos-Bueso concluye que el m¨²sico podr¨ªa sufrir un descenso permanente del p¨¢rpado (ptosis secundaria) y padecer un hundimiento del globo ocular (enoftalmo).
"La mayor¨ªa de estas enfermedades pueden corregirse en la actualidad", afirma el oftalm¨®logo y a?ade que ni siquiera las representaciones de los santos se libran de las deficiencias oculares. Ya diagnostic¨® que el San Juan Evangelista de El Greco sufr¨ªa estrabismo y una degeneraci¨®n de la c¨®rnea del ojo izquierdo. El San Jer¨®nimo leyendo una carta de La Tour utiliza unos quevedos para estudiar el documento que tiene frente a ¨¦l. Es imposible determinar cu¨¢ntas dioptr¨ªas tiene, pero el uso de lentes demuestra una presbicia considerable. "Esos quevedos sin patillas se ajustaban a la nariz y acababan dando mucho dolor de cabeza. Seguramente por eso las lleva en la mano", concluye Santos-Bueso.
Hace algo m¨¢s de diez a?os nadie sab¨ªa que San Jer¨®nimo leyendo una carta era de La Tour. Permaneci¨® durante siglos sin ser acreditado a su autor hasta que el catedr¨¢tico y patrono del Prado Jos¨¦ Milicua llev¨® a cabo la atribuci¨®n junto al exdirector del Louvre Pierre Rosemberg. La vista, en este caso sana, de los expertos fue esencial para saber que se trataba de una obra de arte singular.