Valent¨ªa, perseverancia, acci¨®n: claves para ser una persona que sabe solucionar problemas
El miedo es uno de los virus emocionales que m¨¢s da?a nuestra capacidad de actuar, sostiene el fil¨®sofo Jos¨¦ Antonio Marina en su nuevo libro, dedicado a la historia universal de las soluciones
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Aprovechando el conocimiento que nos proporcionan la psicolog¨ªa personal y social, la sociolog¨ªa y la evoluci¨®n de las culturas, podemos dibujar un mapa de las caracter¨ªsticas de la inteligencia solucionadora. Son las mismas que definen la actividad creadora, como era de esperar. Al fin y al cabo, la creatividad es una parte de la heur¨ªstica: la que se encarga de resolver problemas nuevos o viejos de forma novedosa. La originalidad es solo un componente de la creatividad: la eficiencia en resolver problemas y la envergadura de estos es el otro. (¡). El talento creador (o heur¨ªstico) es una competencia que penetra la personalidad entera, en esa urdimbre fascinante que forman el temperamento innato, el car¨¢cter construido por los h¨¢bitos, y el proyecto vital elegido y trabajado. Pero es tambi¨¦n un conjunto de actividades aprendidas que permiten resolver problemas concretos. (¡)
Julius Kuhl, de la Universidad de Osnabr¨¹ck, ha se?alado la diferencia entre ¡°personalidades orientadas a la acci¨®n¡± y ¡°personalidades estadizas¡±. Estas ¨²ltimas son las que prefieren permanecer en la situaci¨®n en que est¨¢n, aunque sea desagradable, mientras que las primeras son las que se enfrentan a la situaci¨®n, las que son proclives a adoptar una actitud solucionadora, heur¨ªstica. Estos son algunos de sus rasgos:
Rasgo n.? 1: la actividad. Sea cual sea el tipo de problemas, la b¨²squeda de soluciones y su puesta en pr¨¢ctica exige actividad, que tiene que estar precedida por la decisi¨®n de enfrentarse. Las personas que est¨¢n desmotivadas o deprimidas no disponen de la energ¨ªa suficiente para actuar o para hacerlo con la tenacidad necesaria. (¡) Como ocurre con muchas patolog¨ªas mentales, son conductas normales llevadas a un l¨ªmite que las hace invivibles. Habl¨¦ de las apat¨ªas, de las abulias, de la incapacidad de percibir ning¨²n premio, de la procrastinaci¨®n. Cada vez que nos preguntamos desganados ¡°?y para qu¨¦ voy a hacer esto?¡±, estamos negando la visibilidad de alg¨²n aliciente. Cuando sentenciamos ¡°no vale la pena el esfuerzo¡±, acusamos al mundo de no ofrecernos nada que valga la pena, incluida la pena de vivir. El aburrimiento es una aniquilaci¨®n cotidiana y no dram¨¢tica del valor del universo. Graham Greene dice en su autobiograf¨ªa que de joven sent¨ªa tal tedio que acab¨® yendo al dentista para que le sacara un diente sano, con tal de salir del aburrimiento. Simone de Beauvoir cuenta que Giacometti, el escultor, se rompi¨® un brazo, y la salud¨® alborozado gritando: ¡°?Por fin me ha pasado algo!¡±. La desdichada Virginia Woolf lo expres¨® en una frase desoladora: ¡°Lo que la gente quiere es sentir, sea lo que sea¡±.
Plat¨®n, en el Men¨®n, ya habl¨® de ¡°raz¨®n perezosa¡± refiri¨¦ndose a aquellos que piensan que no sirve de nada pensar porque todo est¨¢ ya decidido. Cicer¨®n, en el tratado Sobre el destino, lo llama ¡°razonamiento ocioso¡± porque lleva a la inacci¨®n. (¡) La ¡°inteligencia perezosa¡± conduce al fanatismo, los prejuicios, el pensamiento tribal, el dogmatismo, la credulidad, la superstici¨®n, la irracionalidad y otros frutos amargos. Es posible que las nuevas tecnolog¨ªas la est¨¦n fomentando. Ya en 2011, Betsy Sparrow y sus colegas publicaron un art¨ªculo en Science titulado Efecto Google sobre la memoria: consecuencias cognitivas de tener la informaci¨®n en la punta de los dedos. La inteligencia resuelta es su ant¨ªdoto.
Rasgo n.? 2: el sentimiento de la propia eficacia. Martin Seligman estudi¨® la ¡°indefensi¨®n aprendida¡±, es decir, el proceso por el que una persona llega al convencimiento de que es incapaz de cambiar la situaci¨®n, de resolver nada. (¡) El m¨¦todo de Seligman para fomentar el optimismo se basa en el cambio de creencias, que es el centro de todas las terapias cognitivas. El estudioso m¨¢s brillante de este tema es Aaron Beck. Es interesante su comentario acerca de c¨®mo se dio cuenta del poder de las creencias. A su consulta acud¨ªan mujeres que hab¨ªan sufrido un fracaso amoroso, en el que hab¨ªan sido v¨ªctimas, y que padec¨ªan una depresi¨®n acentuada por sentimientos de culpabilidad. A Beck le extra?¨® este fen¨®meno ¡ª ?por qu¨¦ se sienten culpables si son v¨ªctimas?¡ª y decidi¨® seguir investigando. Lleg¨® a la conclusi¨®n de que en esas mujeres actuaba una creencia adquirida posiblemente en tiempos lejanos, de la que no eran conscientes y que pod¨ªa resumirse as¨ª: ¡°Quien da amor recibe amor¡±, ¡°si eres lo suficientemente atractiva, generosa, amorosa y buena, te querr¨¢n¡±. Cuando la realidad les dec¨ªa que no eran queridas, la conclusi¨®n era evidente: ¡°Soy culpable. Algo habr¨¦ hecho mal¡±. El descubrimiento de Beck fue comprender que la soluci¨®n del problema no consist¨ªa en intentar eliminar su sentimiento de culpa, sino en erradicar las falsas creencias que lo estaban alimentando.
Una de las creencias que influyen m¨¢s en la actitud heur¨ªstica es la idea que el sujeto tiene de su propia capacidad para enfrentarse con la dificultad. La inseguridad, la falta de autoestima, vampiriza sus capacidades reales. Un buen educador sabe que nada anima tanto a un ni?o como tener la experiencia de ¨¦xito merecido. Poder decir ¡°he sido capaz¡± es un enorme incentivo. Por eso, el educador debe seleccionar las tareas del ni?o para que pueda tener esa experiencia: que no sean tan f¨¢ciles que no supongan un triunfo, y que no sean tan dif¨ªciles que las probabilidades de fracaso sean demasiado altas. Los psicoterapeutas hacen lo mismo con los adultos. La competencia heur¨ªstica se va perfilando.
Rasgo n.? 3: la valent¨ªa. El miedo es uno de los virus emocionales que m¨¢s profundamente destruye nuestra capacidad de respuesta. Paraliza, altera la percepci¨®n de la realidad, produce una visi¨®n en t¨²nel incapaz de ampliar la mirada. ¡°No me sostienen las piernas¡± es una met¨¢fora f¨ªsica de la debilidad que el miedo produce. Una persona puede saber cu¨¢l es la soluci¨®n a su problema ¡ª por ejemplo, una humillante situaci¨®n en el trabajo, una situaci¨®n de violencia familiar, una amenaza, etc¨¦tera¡ª y no atreverse a enfrentarla. El cambio, adem¨¢s, puede asustar. En la naturaleza, el miedo produce cuatro tipos de respuesta: la huida, el ataque, la inmovilidad y la sumisi¨®n. Estas dos ¨²ltimas impiden enfrentarse a la situaci¨®n. En ese caso, la competencia heur¨ªstica se desploma. Pensemos en el bloqueo de un ni?o que sufre acoso escolar. Se encuentra en una situaci¨®n de desesperaci¨®n profunda. No ve ninguna salida, no encuentra ninguna soluci¨®n. Lo mismo ocurre en los casos de violencia dom¨¦stica. La desesperaci¨®n heur¨ªstica le incapacita para actuar.
La inteligencia resuelta es una inteligencia valiente y por eso he dedicado mucho esfuerzo a investigar si es posible el aprendizaje de la valent¨ªa. En ella influyen las creencias de las que habl¨¦ antes ¡ª la confianza en uno mismo y en la capacidad para enfrentarse¡ª, pero cambiar las ideas no basta: es necesario cambiar la conducta, lo que es extremadamente dif¨ªcil. Los terapeutas se han percatado de que, para luchar contra el miedo, no bastan las terapias cognitivas. Son necesarias las terapias conductuales, un entrenamiento para aumentar la resistencia y la energ¨ªa. Crear es un h¨¢bito, y la competencia heur¨ªstica tambi¨¦n.
Rasgo n.? 4: la perseverancia. En una de las cartas a su hermano Theo, Van Gogh le dice: ¡°Tengo la paciencia de un buey, ?he ah¨ª una verdadera frase de artista!¡±. Por su parte, Rilke escribi¨®: ¡°En m¨ª tengo paciencia para siglos¡±. Los problemas tienen que madurar, como madura la fruta. Hay que darles muchas vueltas, conocer sus posibilidades y sus trampas, aumentar nuestras capacidades en esa misma brega. Cuando le preguntaron a Newton c¨®mo consegu¨ªa resolver los problemas, respondi¨®: Nocte dieque incubando (pensando en ellos d¨ªa y noche).
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