Novena para la otra Navidad (o Nova Novenus)
En contraposici¨®n a nuestra arraigada tradici¨®n navide?a, esta novena celebra el nacimiento y el legado de Isaac Newton
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No hay reivindicaci¨®n m¨¢s bella para la ciencia que aquella que se consum¨® un 25 de diciembre de 1642 en Lincolnshire, Inglaterra. ?C¨®mo iba a anticipar el pont¨ªfice Julio I, m¨¢s de mil a?os antes, por all¨¢ en el 350, que el d¨ªa que eligi¨® de manera arbitraria, mas no gratuita, para celebrar el natalicio de Jes¨²s iba a ser la -esa s¨ª- verdadera fecha de nacimiento del hombre que se convertir¨ªa en un hurac¨¢n capaz de despejar las tinieblas de la religi¨®n renovando al mundo con los buenos vientos de la raz¨®n? Hay que decirlo sin pena y ojal¨¢ multiplicar esa verdad: el real redentor de la humanidad s¨ª naci¨® un 25 de diciembre, pero no hace 2023 a?os, sino hace 381.
Una tradici¨®n cat¨®lica en Colombia dicta que los nueve d¨ªas (o noches) previos a la conmemoraci¨®n de la convencional natividad de Jes¨²s se ha de celebrar, en familia o junto a los amigos, el rezo de un novenario escrito a finales del siglo XVIII por un monje quite?o y franciscano llamado Fray Fernando de Jes¨²s Larrea. El objetivo de dicha novena es afianzar y preservar el fervor religioso en los d¨ªas previos al nacimiento del considerado ¡®salvador del mundo¡¯. Seg¨²n la costumbre, cada d¨ªa se ha de hacer una serie de oraciones id¨¦nticas, acompa?adas por una breve reflexi¨®n (llamadas pomposamente ¡°consideraciones¡±) que alimenta la expectativa ante el nacimiento del mes¨ªas del cristianismo. Todo en el librillo tiene algo de po¨¦tico, mucho de dogm¨¢tico, una pisca de metaf¨ªsica y un exceso de lo sobrenatural que, por ejemplo, lleva a que una de las ¡°consideraciones¡± revele que en el vientre de su madre el embri¨®n de Jes¨²s (o quiz¨¢s el feto), en vez de formarse y desarrollarse, permanec¨ªa en constante oraci¨®n. ?Qu¨¦ le vamos a hacer! Supersticiones de hace cuatro siglos.
En el a?o 2015, el arzobispo de Tunja y entonces presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, monse?or Luis Augusto Castro, escribi¨® en la introducci¨®n de una versi¨®n revisada de dicha novena que ¡°con el correr del tiempo, la novena de aguinaldos ha sido objeto de variados retoques, para adaptarla a los tiempos y las circunstancias¡±. Pues bien, respondiendo al llamado de tan encumbrado hombre de iglesia, a continuaci¨®n, y por los nueve d¨ªas previos al 25 de diciembre, le invito a acompa?arme en un ejercicio de adaptaci¨®n acorde con el presente y la realidad comprobable a la dicha Novena de Aguinaldo. Un necesario esfuerzo para descontar los d¨ªas previos a la que deber¨ªa ser una celebraci¨®n global: el natalicio del padre de la ciencia moderna, Isaac Newton.
Lectura para el d¨ªa primero
Considere el mundo que le rodea. Haga a un lado las maravillas que el universo y la evoluci¨®n a lo largo de millones de a?os nos han legado. No piense en la inmensidad del mar, ni en el infinito del cosmos. No se detenga en los cientos de miles de seres vivos que nos rodean, ni en las plantas que nos alimentan. Aprecie, mejor, esta luminosa pantalla de tel¨¦fono m¨®vil o de computador. Imagine el interior del aparato con sus incontables chips o la invisible se?al de internet que nos conecta. Vea hacia arriba. ?Hay bombillos encendidos? Mire a su lado los autom¨®viles que aceleran o se detienen. A lo lejos suena un radio o alguien pone m¨²sica a trav¨¦s de un estridente parlante. Sat¨¦lites nos conectan. Aviones nos acercan. Conocemos fotos de estrellas y galaxias que nos llegan desde muy lejos. Sabemos c¨®mo llevar una nave m¨¢s all¨¢ de nuestra atm¨®sfera. So?amos con conquistar ese lejano espacio. Hace doscientos a?os todo lo que menciono habr¨ªa sido resultado de magia o hechicer¨ªa. Si nos acercamos un poco al presente, digamos hace un siglo, todo parecer¨ªa creaci¨®n de la ciencia ficci¨®n. En nuestro mundo todo es tan nuevo y a la vez tan poderoso y ubicuo que no imaginamos nuestra existencia sin ello y somos tan est¨²pidos que creemos que eso siempre ha estado all¨ª.
La verdad es que muchos, por no decir la mayor¨ªa, no sabr¨ªamos como sobrevivir en un mundo sin ciencia. Esa ciencia que empez¨® a escribirse e indagarse en la antigua Grecia, pero que entr¨® en par¨¢lisis por la superstici¨®n y las supuestas revelaciones que ten¨ªan una ¨²nica respuesta: Dios. Si sale el Sol es porque Dios lo quiere. Si la Luna no se cae es porque as¨ª lo designa Dios. Considere que hace unos quinientos a?os hubo unos pocos que se atrevieron a cuestionar esos anacr¨®nicos razonamientos. Ellos alistaron el camino para que, hecho hombre, Isaac Newton, nacido en una casita en la Inglaterra rural, fuera el primero en responder gracias a la raz¨®n, a lo medible y comprobable, y no a una inentendible magia, el funcionamiento del mundo que nos rodea.
Lectura para el d¨ªa segundo
Considere que el mundo en que vivimos no se hizo en seis d¨ªas. Ni en siete. Ni en ocho. Todo en nuestro planeta, incluyendo esta p¨¢gina de internet, ha tenido procesos evolutivos m¨¢s largos o m¨¢s cortos. Considere esa canci¨®n que lleva varios d¨ªas escuchando. Seguro fue grabada digitalmente, tal vez fue editada y producida en un computador. Unas tres d¨¦cadas antes esa misma tonada tendr¨ªa que haber sido grabada en cintas magnetof¨®nicas y construida casi a mano por h¨¢biles productores que jam¨¢s imaginaron que alg¨²n d¨ªa su trabajo ser¨ªa facilitado por un computador. Tal vez seis d¨¦cadas antes, si esa m¨²sica que hoy escucha hubiese sido siquiera concebible, la grabaci¨®n se habr¨ªa hecho en directo, en simult¨¢nea, con todos los instrumentos y el cantante en un mismo estudio, cada uno frente a un micr¨®fono, y lo que se registraba en la pasta pl¨¢stica del disco maestro en acetato era lo definitivo. No hab¨ªa posibilidad de editar o de cambiar nada. As¨ª ha evolucionado el universo del sonido y asimismo ha evolucionado la ciencia.
Newton lo escribi¨® a sus 33 a?os en una carta a otro cient¨ªfico de su tiempo: ¡°si he logrado ver m¨¢s lejos ha sido por pararme sobre los hombros de gigantes¡±. Una frase que contiene la esencia del proceso cient¨ªfico, pues plantea el uso de las ideas y propuestas de sus antecesores para desde ah¨ª comprobar, avanzar o descartar teor¨ªas y si estas lo permiten, mejorarlas. Eso hizo Newton con las ideas de Nicol¨¢s Cop¨¦rnico y Johannes Kepler a la hora de mirar nuestro sistema solar y sus planetas. Eso hizo Newton al inspirarse en Descartes y Hooke para llegar a sus conclusiones sobre las propiedades de la luz.
Lectura para el d¨ªa tercero
Considere ese colorido ringlete que cuando ni?o unos se?ores vend¨ªan en aquel parque en el que usted pasaba sus tardes de fin de semana. Vea todos los colores que compon¨ªan ese m¨¢gico admin¨ªculo que al girar tan r¨¢pido como el viento lo se?alaba, terminaban por ofrecer un solo tono, tal vez gris, tal vez negro, tal vez blanco. Piense en ese primer experimento cuasi cient¨ªfico que siendo infantes nos permiti¨® concebir que la suma de los colores hace que estos cambien. El rojo y el blanco son rosado. El azul y el amarillo, verde. El rojo y el azul, p¨²rpura. En un sencillo ejercicio de pintura parece la mezcla de dos elementos distintos, pero para el ojo no es cuesti¨®n de elementos, sino de luz. Es decir, ese blanco resplandor que se refleja y que al ser percibido por nosotros termina definiendo una cierta tonalidad. ?Cu¨¢l es la esencia de la luz? ?De qu¨¦ se compone ese c¨¢lido y brillante fulgor que todos los d¨ªas nos llega desde muy muy lejos gracias al sol?
Newton fue el primero en describir la luz. ?l fue quien demostr¨® que detr¨¢s del arco¨ªris no hay el presagio de la buena fortuna o el anuncio de un momento m¨¢s o menos feliz. Considere que alg¨²n d¨ªa, en medio de su juventud, ese joven, que bebi¨® de las aguas del conocimiento que otros le brindaron, hizo que un rayo de luz atravesase un prisma o tri¨¢ngulo de vidrio y as¨ª entendi¨® y explic¨® la esencia de la luz: un blanco enceguecedor que no es m¨¢s que la suma de los tonos que se descomponen en una perfecta escala que va del rojo hasta el violeta. Mejor dicho, los colores del arco¨ªris.
Considere que con el paso del tiempo y con el aporte de m¨¢s y m¨¢s cient¨ªficos se descubri¨® que esos colores no son m¨¢s que unas ondas con las ¨²nicas frecuencias -o si lo quiere vibraciones- que nuestros ojos son capaces de percibir. Frecuencias id¨¦nticas en su significado a las que de manera invisible llevan de un punto a otro la se?al de nuestro tel¨¦fono m¨®vil. Frecuencias como las que hacen que una voz se escuche en la radio o que nuestros polic¨ªas puedan comunicarse por los llamados ¡®walkie-talkies¡¯. Entender la composici¨®n de la luz es la base de aquello que hoy nos caracteriza como humanos globales y quien lo hizo primero fue Newton. ?l no dijo ¡°h¨¢gase la luz¡±. ?l abri¨® las puertas para comprender la luz y que esta fuera hoy base de la existencia de nuestra civilizaci¨®n.
Lectura para el d¨ªa cuarto
Considere ese tel¨¦fono m¨®vil que guarda en su bolsillo al que le compr¨® esa horrible carcaza o estuche protector porque cada tanto termina cay¨¦ndose al suelo. Desde chicos nos dijeron que si se cae es por culpa de la gravedad que hace muchos a?os descubri¨® Newton. Aunque la verdad no es que ¨¦l la haya descubierto, pues, para descubrir lo que sea, ese algo debe ser completamente desconocido. Una verdadera sorpresa para todos. De ah¨ª que no se pueda decir que, as¨ª como Col¨®n descubri¨® a Am¨¦rica (y ese es otro interesante debate), Newton descubri¨® la gravedad. Ella siempre estuvo all¨ª. En cambio, lo que el fil¨®sofo y cient¨ªfico hizo fue indagarla, controvertirla y entenderla. En contrav¨ªa de lo que hace cuatrocientos a?os se pensaba, el cient¨ªfico fue contracorriente de la ley divina que supuestamente hac¨ªa que las cosas se vinieran al suelo sencillamente porque as¨ª lo quiso Dios. ?l busc¨® una explicaci¨®n racional al dilema y la encontr¨®.
Lejos est¨¢ aquel bello y rosado mito de la manzana que cae al suelo haciendo que Newton ¡°descubra¡± la gravedad. Entender esa fuerza que atrae ¡°todo¡± (s¨ª, entre comillas) a la superficie terrestre fue un an¨¢lisis con muy poco de anecd¨®tico y mucho de cient¨ªfico. La pregunta inicial fue: ?Por qu¨¦ la Luna no cae contra la Tierra, si los dem¨¢s elementos, desde las incontenibles aguas hasta las voladoras aves, son atra¨ªdos por la superficie del planeta? La respuesta exigi¨® repensar el mundo. Sacar a Dios de la ecuaci¨®n y empezar a realizar c¨¢lculos reales.
?Qu¨¦ fuerza tendr¨ªa que propulsar la bala de un ca?¨®n para que esta no caiga a un kil¨®metro, ni a cien kil¨®metros, sino que logre dar la vuelta entera a la tierra para regresar al punto desde el que fue disparada? Newton, sin calculadoras ni computadoras, llen¨® sus cuadernos con diagramas, sumas, restas, multiplicaciones, divisiones, ra¨ªces cuadradas y otras herramientas de las matem¨¢ticas para arribar a una conclusi¨®n: los cuerpos celestes, la Tierra, la Luna y dem¨¢s planetas del sistema solar y el Sol, existen y subsisten gracias a una invisible fuerza medible y calculable que desde entonces y por cuenta de Newton llamamos gravedad. Un poder invisible, m¨¢s no m¨¢gico. Simplemente, una de las caracter¨ªsticas de la materia, una de las cualidades de nuestro universo.
Lectura para el d¨ªa quinto
Considere la tecnolog¨ªa moderna. Incluso, considere aquellos elementos que hace doscientos a?os se convirtieron en la base de todo lo que hoy nos rodea. Comenzando por las inmensas m¨¢quinas de vapor que hicieron posible la era industrial, y llegue hasta Netflix y las aplicaciones que obnubilan a millones de habitantes de esta tierra. Considere desde los m¨¢s impresionantes rascacielos que maravillan a quienes visitan ciudades en Norteam¨¦rica, Oriente Medio y la lejana Asia. Considere los inmensos puentes y viaductos que evitan horas de viaje o logran superar mares y r¨ªos. Considere los t¨²neles o los molinos generadores de energ¨ªa e¨®lica. Considere a los robots y la inteligencia artificial. Considere los modernos equipos m¨¦dicos que nos prolongan la vida y considere los motores de b¨²squeda como Google y dem¨¢s. La gran mayor¨ªa de los elementos que hoy son producidos por el hombre, a menos que se trate de los milenarios quehaceres artesanales, tienen su g¨¦nesis en Newton, quien, en medio de aquellos a?os de reclusi¨®n en su casa durante los tiempos de la peste, se convirti¨® en uno de los padres del c¨¢lculo diferencial y el c¨¢lculo integral.
Si hay algo que nos rodea de manera invisible como el aire que respiramos y el calor que el sol nos proporciona es el c¨¢lculo. No hay duendecillos m¨¢gicos alimentando los algoritmos que dan vida a las redes sociales. No existe un omnipotente ser decidiendo que aquello que usted reci¨¦n ingres¨® en un motor de b¨²squeda reciba una respuesta medianamente adecuada. No fue un manto sagrado el que contuvo la pandemia que hace unos a?os amenaz¨® la humanidad. Tampoco hay un poder m¨¢gico que sostiene los edificios y mueve los ascensores que suben y bajan. Todo tiene una base en el c¨¢lculo. Por eso el mundo est¨¢ lleno de ingenieros para todo. Porque, con base en unos principios que esbozaron Newton y otro gran genio de su tiempo, Gottfried Leibniz, el mundo de hoy se organiza y estructura sobre aquello que los ingenieros calculan, anticipan e interpretan en largas y complejas ecuaciones que hace trescientos a?os los dos sabios convirtieron en norma. Desde el dise?o de un sem¨¢foro hasta la fabricaci¨®n de un autom¨®vil. Desde una planta nuclear hasta el fertilizante para las plantas. Todo pasa por el c¨¢lculo. Sin c¨¢lculo y sin Newton no habr¨ªa presente.
Lectura para el d¨ªa sexto
Considere el cielo nocturno, hoy un tanto opacado por las luces de la ciudad; esas estrellas y esos planetas que hacen de la noche un sinf¨ªn sobrecogedor de incontables y distantes brillos; esa inmensidad que nos rodea y que desconocemos, hace muy poco dej¨® de ser la mesa perfecta para los juegos de adivinos y oportunistas y logr¨® convertirse en un escenario que nos permite entender mejor nuestra existencia. Cop¨¦rnico y Galileo hab¨ªan hecho lo suyo, hablando de un planeta tierra que no gira en torno al hombre y sus torpezas, sino alrededor del inmenso sol y su poderosa fuerza gravitacional. Fue Newton quien gracias a su ley de la gravedad logr¨® dar sentido a las tesis de sus gigantes predecesores.
Mirar y mirar y mirar al cielo, no buscando una supuesta redenci¨®n, sino en b¨²squeda de respuestas l¨®gicas y comprobables, fue la saludable obsesi¨®n que hizo de la noche nuestro d¨ªa. Con base en los c¨¢lculos de su ley de la gravedad, Newton logr¨® explicar aquello que para sus antecesores hab¨ªa sido imposible: la realidad de las ¨®rbitas de los planetas, de nuestra Luna, de las lunas de planetas vecinos y esboz¨® el movimiento pleno de nuestro sistema solar. No hay recorridos perfectamente circulares en el espacio, pero s¨ª los planetas y las estrellas son esferas casi perfectas. Esto ¨²ltimo porque la atracci¨®n gravitacional crea globos con un centro poderoso que apelmaza como una bola de jab¨®n todo lo que atrae. De ah¨ª que no haya planetas cuadrados o triangulares. En cuanto al movimiento de los planetas, la explicaci¨®n se da por las fuerzas de atracci¨®n que se entrelazan. El Sol atrae, pero los planetas entre ellos tambi¨¦n. De ah¨ª que los planetas se muevan en largas elipsis, en nuestro caso la que determina la duraci¨®n de un a?o y el paso de las estaciones.
Durante 365 d¨ªas nuestra Tierra a veces est¨¢ m¨¢s o menos cerca del Sol. La Luna por su fuerza de gravedad termina siendo el principal motor de las mareas. Una fuerza invisible nos conecta, m¨¢s no es una metaf¨ªsica indescriptible, sino una realidad calculable que fue develada y sistematizada por Newton, cuyo nacimiento est¨¢ pr¨®ximo a llegar.
Lectura para el d¨ªa s¨¦ptimo
Considere el terror que el paso de un cometa generaba en los habitantes de la Tierra hace m¨¢s de trescientos a?os. Todo tipo de c¨¢balas y supersticiones se alimentaban con ese excepcional fen¨®meno celeste que cambiaba la configuraci¨®n de la noche en aquellas noches distantes de la luz el¨¦ctrica, las bombillas de ne¨®n y la contaminaci¨®n lum¨ªnica. De un momento a otro un intenso brillo en movimiento empezaba lentamente a atravesar el firmamento sin explicaci¨®n alguna. Durante d¨ªas o semanas la inexplicable anomal¨ªa se consideraba augurio nefasto de cualquier cosa. Hasta que lleg¨® Newton. O, mejor, hasta que Newton recibi¨® una especial visita en su despacho de la Universidad en la que trabajaba.
Edmond Halley, inquieto observador del cosmos, golpe¨® una puerta a la que pocos se acercaban. Era bien sabido en aquel tiempo en Inglaterra que al cient¨ªfico no le iban la compa?¨ªa ni las amistades. Dictaba sus cursos, hac¨ªa sus experimentos, mas no era un ser sociable. Terminaba la jornada y se encerraba a leer y a trabajar. Sin embargo, Halley llev¨® al ya reconocido como sabio profesor la inquietud sobre esa nueva y brillante estrella que desde hace unos d¨ªas se dejaba ver, cada vez con m¨¢s y m¨¢s luz, opacando las dem¨¢s estrellas. Se sentaron a conversar del asunto y Newton present¨® a Halley los c¨¢lculos que ya hab¨ªa hecho sobre el cometa. Explic¨® su trayectoria e incluso anticip¨® su siguiente paso cerca de la Tierra. Sorprendido, el visitante aplaudi¨® al sabio, se ofreci¨® a publicar aquel libro que se convirti¨® en la obra maestra de Newton por explicar la ¨®rbita de los planetas y otros objetos en el espacio: la teor¨ªa del movimiento y la gravitaci¨®n o los ¡®Principia¡¯. La humanidad compens¨® la generosidad de Edmond a?os despu¨¦s de su muerte bautizando aquel cometa, cuando volvi¨® a la Tierra en la fecha exacta que predijo Newton, con su apellido: Cometa Halley.
Considere que a¨²n hoy las leyes que quedaron plasmadas en ese libro de Newton son utilizadas por la NASA para sus misiones espaciales. Considere que ah¨ª empezamos a entender nuestro universo.
Lectura para el d¨ªa octavo
Considere que hace m¨¢s de trescientos a?os las herramientas para los cient¨ªficos estaban muy lejos de aquellas con las que hoy contamos. Los astr¨®nomos escudri?aban el cielo con un viejo dise?o de telescopio hecho por Galileo Galilei, que en su momento fue una novedad, pero que con el paso de tiempo se hizo precario para ver m¨¢s all¨¢ de lo ya conocido. El invento de Galileo, otro de los gigantes sobre suyos hombros Newton construy¨® nuestra visi¨®n cient¨ªfica del mundo, hac¨ªa uso de los principios b¨¢sicos de la ¨®ptica. El genio italiano cre¨® un instrumento que permit¨ªa acercar los objetos lejanos gracias a la superposici¨®n de lentes que generaban un efecto lupa sobre objetos muy muy distantes. El m¨¦todo, que podr¨ªa considerarse sencillo, terminaba por generar graves problemas cuanto m¨¢s all¨¢ se quer¨ªa ver debido a la falta de precisi¨®n de los lentes. La superposici¨®n de estos distorsionaba las im¨¢genes. La herramienta, en pocas palabras, necesitaba ser perfeccionada.
El inter¨¦s de Newton por las cualidades de la luz fue la base del invento del telescopio que a¨²n hoy lleva su nombre: telescopio newtoniano. Este, configurado por dos espejos, sin necesidad de lentes, resolv¨ªa el problema de la distorsi¨®n crom¨¢tica de los objetos luminosos acerc¨¢ndonos a las estrellas. Hoy decenas de los observatorios astron¨®micos m¨¢s importantes del mundo cuentan con esa tecnolog¨ªa para ver m¨¢s all¨¢ de nuestros horizontes.
Lectura para el d¨ªa nono
Considere que el secreto para que el ni?o Isaac se convirtiera en el legendario Newton nada tuvo que ver con toques m¨¢gicos o designios divinos. No hubo inmaculada concepci¨®n ni ¨¢ngeles de por medio. La esencia del cient¨ªfico no fue la creencia, sino la duda y una constante b¨²squeda de respuestas que solo con l¨®gica y sin ideas paranormales pudiera explicarlo todo. Mas esa cualidad no lleg¨® sola, sino que fue creciendo poco a poco dentro de la mente del joven Isaac gracias al esfuerzo de sus dos veces viuda madre, quien le apoy¨® para que completara sus estudios en vez de trabajar la tierra.
El joven Newton podr¨ªa hacer sido aquello que su familia y destino le ten¨ªan deparado: un campesino m¨¢s de la campi?a inglesa. Un hombre dedicado a la simple explotaci¨®n de las parcelas de su familia, que no era rica. La diferencia fue el estudio, la puerta inmensa al conocimiento que se le abri¨® desde que le incitaron a seguir en el colegio, a pesar de las penurias econ¨®micas, y el inter¨¦s de este en saber m¨¢s y m¨¢s que termin¨® abri¨¦ndole las puertas de la universidad. No hubo sino estudio.
Considere que esta novena celebra la vida y el nacimiento de Newton, pero por encima de ello es una invitaci¨®n a dudar y a estudiar. Solo as¨ª podremos romper tantas amarras que a¨²n nos anclan a un oscurantismo que no hace m¨¢s que multiplicarse gracias a la ignorancia. Abrazar a Isaac Newton en su nacimiento que est¨¢ por llegar es abrazar al universo sin intermediarios. No se necesita un dios o una iglesia, solo se necesita conocimiento.
Considero que en la introducci¨®n de esta novena comet¨ª un terrible error, pero que tras nueve d¨ªas humildemente y como exige el m¨¦todo cient¨ªfico he de ser capaz de corregir: no es Newton el redentor de la humanidad. La redenci¨®n est¨¢ en la educaci¨®n. Am¨¦n.
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