La par¨¢bola del intervencionismo desde las Azores al Twitter
Occidente se aleja de las operaciones militares a gran escala, Rusia las abraza, mientras las redes sociales se instalan como herramienta central de influencia e interferencia
Las autoridades iran¨ªes han acusado repetidamente a potencias extranjeras de fomentar las protestas que han sacudido el pa¨ªs en los ¨²ltimos d¨ªas. No hay duda de que los Gobiernos de Estados Unidos, Arabia Saud¨ª e Israel ver¨ªan con agrado la ca¨ªda del r¨¦gimen de la Rep¨²blica Isl¨¢mica y de que los iran¨ªes tienen razones hist¨®ricas para sospechar de intervenciones for¨¢neas. Los servicios secretos estadounidenses y brit¨¢nicos armaron un golpe de Estado contra el Gobierno del primer ministro?Muhamad Mosadeq en 1953 y la actuaci¨®n occidental durante la guerra con Irak en los ochenta no fue una inmaculada concepci¨®n. Pero esos eran otros tiempos, y en esta ocasi¨®n los iran¨ªes no han mostrado ninguna prueba concluyente de que haya habido interferencias extranjeras.
De lo que s¨ª hay evidencias es del giro copernicano en la visi¨®n tanto del intervencionismo militar como de las interferencias pol¨ªticas internacionales en los ¨²ltimos a?os. Las ic¨®nicas fotos de las Azores ¡ªen las que quedan retratados George W. Bush, Tony Blair, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y Jos¨¦ Manuel Dur?o Barroso mientras preparan la invasi¨®n de Irak¡ª marcan un apogeo de las pol¨ªticas de intervencionismo a partir del cual se han producido inflexiones evidentes. Las fotos son de hace 15 a?os, y dieron paso a una operaci¨®n de cambio de r¨¦gimen de dudos¨ªsima legalidad internacional y sin ninguna?duda de p¨¦sima planificaci¨®n y ejecuci¨®n. Solo dos a?os antes, en circunstancias muy diferentes, hab¨ªa empezado una amplia operaci¨®n militar internacional en Afganist¨¢n contra los talibanes y Al Qaeda; en 1999, una gran operaci¨®n a¨¦rea de la OTAN vinculada a la crisis de Kosovo.
Hoy, esa clase de operaciones a gran escala son una opci¨®n generalmente aborrecida por los l¨ªderes occidentales. Tanto para objetivos de cambio de r¨¦gimen (como fue Irak), como de lucha al terrorismo (Afganist¨¢n) o cat¨¢strofe humanitaria/inter¨¦s estrat¨¦gico (Kosovo, debilitamiento Serbia). No hubo ning¨²n planteamiento serio de intervenci¨®n para frenar lo que el secretario general de la ONU describi¨® como una operaci¨®n de limpieza ¨¦tnica de libro contra los rohingyas birmanos (650.000 refugiados, un tercio de la poblaci¨®n de Kosovo) ni para paliar el brutal sufrimiento de la poblaci¨®n yemen¨ª (al menos un mill¨®n de enfermos de c¨®lera). Nadie tampoco se plante¨® desembarcos masivos de tropas para desbaratar el Califato, que ha sido un centro de fomento del terror igual de temible que el Afganist¨¢n de los talibanes y Al Qaeda. Ni siquiera el uso reiterado de armas qu¨ªmicas por parte del r¨¦gimen de Bachar el Asad convenci¨® a Barack Obama para intervenir rotundamente en Siria. El concepto de ¡°responsabilidad de proteger¡±, que aflor¨® hace unos a?os y tuvo su reflejo en la intervenci¨®n en Libia en 2011, parece haber naufragado tristemente.
Occidente parece rehuir operaciones militares abiertas y a gran escala
Cada circunstancia es diferente, pero el caso es que Occidente parece rehuir operaciones militares abiertas y a gran escala, y opta por acciones a escala menor y de la mano de actores locales, como es el caso en Irak, Siria y menor medida Libia. Rusia, en cambio, ha hecho el recorrido inverso, mostrando en la ¨²ltima d¨¦cada una disponibilidad al combate in¨¦dita desde hac¨ªa d¨¦cadas. Lo muestran Georgia (2008), Ucrania (2014) y Siria (2015). China, la gran inc¨®gnita, se prepara en silencio, potenciando sus capacidades. Ya se ver¨¢ para qu¨¦.
En el plano del intervencionismo pol¨ªtico, tambi¨¦n ha habido mutaciones gen¨¦ticas. Precisamente Obama abander¨® una estrategia de interferencia indirecta, la idea de influir en pa¨ªses adversarios a trav¨¦s de la interacci¨®n con los mismos, alentando una apertura al mundo de estos reg¨ªmenes que, en su c¨¢lculo, acabar¨ªa cambiando su naturaleza. Lo hizo con Cuba, y con Ir¨¢n. Una estrategia que en algunos aspectos recuerda la Ostpolitik del canciller alem¨¢n Willy Brandt, pero redoblada por el potencial transformador de Internet y las redes.
Obviamente no hay margen para la na?vet¨¦ en las relaciones internacionales. Las interferencias encubiertas son moneda corriente. Es memorable la grabaci¨®n filtrada de una conversaci¨®n entre Victoria Nuland, entonces vicesecretaria de Estado, y el embajador de EE UU en Ucrania en el apogeo del Maid¨¢n en la que los dos discuten de c¨®mo deber¨ªa quedar el naciente nuevo Gobierno de Kiev y se intuye un grado de implicaci¨®n que no atiende a las normales labores diplom¨¢ticas. En la Casa Blanca estaba Obama.
Rusia trata de forma cada vez m¨¢s evidente de desestabilizar pa¨ªses adversarios
Rusia trata de forma cada vez m¨¢s evidente de desestabilizar pa¨ªses adversarios fomentando la crispaci¨®n en el seno de sus sociedades, v¨ªa ciberrobo de documentos sensibles o de difusi¨®n de bulos da?inos. China ha tendido a evitar inmiscuirse en la pol¨ªtica de pa¨ªses fuera de su ¨¢rea de influencia, centr¨¢ndose en los negocios, pero es cada vez m¨¢s asertiva en su entorno. El propio Ir¨¢n, que denuncia en estos d¨ªas interferencias ajenas, no duda en proyectar su influencia en otros pa¨ªses a trav¨¦s de la correa de transmisi¨®n de la comunidad chi¨ª.
Trump, que ha abandonado la pol¨ªtica de Obama de influencia a trav¨¦s de la interacci¨®n, espolea v¨ªa Twitter una confrontaci¨®n incendiaria con adversarios (Corea del Norte, Ir¨¢n) o aliados en desgracia (en estos d¨ªas, Pakist¨¢n). Su ret¨®rica parece a veces un intervencionismo abierto en lugar de encubierto.
La agregaci¨®n de las redes al tradicional arsenal de medios de interferencia (presiones v¨ªa intereses econ¨®micos, kompromat, m¨²sculo militar, etc.) metamorfosea una praxis tan vieja como la realpolitik. Puede que esta sea inevitable. Puede tambi¨¦n que aquellos que creen en las democracias liberales esperaran algo m¨¢s en defensa de los sirios gaseados o de los birmanos perseguidos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.