El dormitorio de la ni?a
Bajos comerciales que hasta ayer mismo eran una mina de oro, hoy no los quiere nadie y se reconvierten en oscuras viviendas
A¨²n no
Nunca digas pap¨¢
El escritor se empe?a en satisfacer a su padre o en llevarle la contraria, que viene a ser lo mismo. Hay que escribir para las madres
Parece un ata¨²d
Sesgo y contrasesgo
Gran parte de la producci¨®n literaria es producto del desencuentro entre dos yoes. La IA solo tiene de momento uno, pero podr¨ªa surgirle otro que la dotara de voz propia
P¨¦gatela con ¡®superglue¡¯
Un orden ca¨®tico
Deber¨ªa ser l¨ªcito declararse antisistema sin ser asimilado de manera mec¨¢nica a la antipol¨ªtica o a la ultraderecha
?Presidente o cham¨¢n?
Lentejas mal guisadas
Me parece irritante que la tele, disponiendo de tantos canales, no tenga uno, ni siquiera de pago, que nos permita acceder a contenidos inexistentes, pues de los existentes estamos m¨¢s que hartos
Sin tono, sin acento, sin expresi¨®n
Taponar las grietas
Cada vez que escribo un art¨ªculo se produce una fuga: a cada frase, baja un poco el nivel. Una parte m¨ªnima se pierde, se disipa
Exhibici¨®n p¨¢nica
De creencias ingenuas
Termin¨¦ el libro odioso con el que mat¨¦ a una mosca para conjurar el sentimiento de culpa; esa obra acab¨® gust¨¢ndome y me convirti¨® en lector
?Nos parece normal?
Calamitoso mundo
A un pobre le arreglas el d¨ªa con un billete de cinco. Pero no cae esa magia econ¨®mica en el vaso
Hay miseria porque hay riqueza
Escrito en la cara
Pienso si a todos los Leo y a todos los Acuario de Espa?a les habr¨¢ ocurrido algo parecido. Ser¨ªa extraordinario, pero por qu¨¦ no
Grumos de oscuridad
Lo que usted, amable lector, tiene ante los ojos ahora mismo es la foto de un edificio de oficinas de Madrid, aunque podr¨ªa pasar por una sucesi¨®n de fotogramas de la pel¨ªcula de la existencia
Cuento infantil
La relaci¨®n entre las palabras y las cosas que nombran las palabras es arbitraria
Mucho peso mental y f¨ªsico
Hacer y deshacer
Sigo unido a aquel sal¨®n-comedor, a aquellos dormitorios, tambi¨¦n a aquella cocina, y a aquel cuarto de ba?o en el que se pod¨ªa llorar con la puerta cerrada
Maneras de vengarse
El coraz¨®n destrozado
Vi a una pareja joven con una ni?a cuya melena, larga y rubia, relampagueaba en la penumbra
?A qu¨¦ esperamos?
Un instante fundacional
El caso es que entras en la tienda como la abeja en la camp¨¢nula, como se penetra en un sue?o, y dentro de ese sue?o pides media docena de rosas que regalar¨¢s a nadie porque est¨¢s divorciado y vives solo en un cuchitril que parece un tanatorio
Una sintaxis rota
Le vender¨ªa el alma
Me seduce la idea de un Dios perdedor, que vuelve a la Tierra a eso, a perder al p¨®quer, para salvarnos de nuestros pecados
Voy a ver precios
?Hay o no hay aver¨ªa?
No entiendo nada. Solo s¨¦ que el mundo hace un ruido raro, como el coche antes de dejarnos tirados
No sabe uno qu¨¦ es peor
¡®La conciencia contada por un sapiens a un neandertal¡¯: Juan Jos¨¦ Mill¨¢s y Juan Luis Arsuaga ante el misterio del cerebro
Los autores cierran la trilog¨ªa de unos di¨¢logos de iron¨ªa y bondad sobre la existencia humana que han inventado un g¨¦nero y se han convertido en un fen¨®meno editorial. ¡®Babelia¡¯ adelanta un extracto del libro que publica Alfaguara el 5 de septiembre
Mam¨¢, estoy a salvo
Cantidades de euforia
Caca, culo, pedo, pis
Lo asible y lo inasible
?Viva la libertad, carajo!
Al otro lado de qu¨¦
Conservo un sill¨®n de orejas en el que muri¨® un amigo mientras le¨ªa las ¡®Memorias de ultratumba¡¯, de Chateaubriand, que dej¨® a medias
A la espera del diagn¨®stico
El antrop¨®logo idiota
Procesi¨®n y procesar poseen la misma ra¨ªz: tal vez porque durante la procesi¨®n se procesa un sentimiento colectivo de gratitud hacia los que nos precedieron y se alumbra un deseo de felicidad para los que nos contin¨²an