¡®Liternatura¡¯: algo m¨¢s que animalitos
De las culturas latinoamericanas a la espa?ola, nuevas cr¨®nicas, ensayos y novelas invitan a repensar la naturaleza en tiempos de emergencia clim¨¢tica cuando se conmemora el centenario del cl¨¢sico ¡®La vor¨¢gine¡¯, del colombiano Jos¨¦ Eustasio Rivera
Al principio, La vor¨¢gine es una historia de huida: Arturo Cova escapa con su amada Alicia del terrateniente que la pretende. Luego, ella es secuestrada y Arturo se interna en la selva amaz¨®nica emprendiendo una odisea violent¨ªsima en los dominios de los caucheros. Esta historia, considerada la novela nacional de Colombia y escrita por Jos¨¦ Eustasio Rivera, cumple ahora 100 a?os de su publicaci¨®n. Para conmemorarlo, el Ministerio de Cultura colombiano ha anunciado varias acciones, incluido el lanzamiento de la Biblioteca La Vor¨¢gine, integrada por 10 t¨ªtulos que reflexionan entorno al libro y su contexto.
El prop¨®sito es visibilizar una historia que ¡°fue criticada y escolarizada como novela de aventuras y no como lo que es: un intento de dar cuenta del horror sufrido por los ind¨ªgenas que extrajeron caucho y fueron esclavizados y asesinados¡±, dice el ministro de Cultura, Juan David Correa, que tambi¨¦n est¨¢ impulsando unos ¡°territorios bioculturales¡± para promover narrativas que pongan a la naturaleza en el centro. Es lo que Rivera hizo en La vor¨¢gine, desplegar la biodiversa exuberancia del mismo espacio que destrozaban los buscadores de l¨¢tex. Para el ministerio, es la hora de no cerrar m¨¢s los ojos, ni al terror ni a las potencias naturales.
Sara Jaramillo no los cerr¨®. A su padre lo mataron cuando ten¨ªa 11 a?os, y de adulta escribi¨® un libro a prop¨®sito, C¨®mo mat¨¦ a mi padre. Tras el asesinato, Jaramillo creci¨® en su casa a las afueras de Medell¨ªn, caminando descalza por el monte, leyendo en unos jardines cada vez m¨¢s descuidados. En su novela Donde cantan las ballenas, una exc¨¦ntrica familia vive aislada en las monta?as. El padre, escultor de ballenas, abandona la casa. La vegetaci¨®n crece sin control, la madre habla con las piedras y el hermano de Candelaria, la protagonista de 12 a?os, cultiva hongos alucin¨®genos. La naturaleza se expresa rotunda creando un entorno con ecos de Macondo.
La literatura colombiana destaca entre las m¨¢s conectadas a su naturaleza, apostando en general por la novela, que tiene en Juan C¨¢rdenas a un virtuoso. En Peregrino transparente, C¨¢rdenas sigue la pista de Henry Price, pintor ingl¨¦s involucrado en una expedici¨®n cient¨ªfica que muestra c¨®mo se educan el ojo y los deseos de un artista empapado de arroyos, frondas, vaguadas. El propio libro contiene la sensibilidad que C¨¢rdenas narra: sobrio y cristalino, elegantemente intenso, su fraseo y su vocabulario deslumbran.
Con buena parte de la intelectualidad volcada en las ciudades, la lengua espa?ola se ha ido alejando de los sustantivos asociados a la naturaleza no urbana
Con buena parte de la intelectualidad volcada en las ciudades, la lengua espa?ola se ha ido alejando de los sustantivos asociados a la naturaleza no urbana, y encontrar a quienes los emplean bien impacta como un descubrimiento. Estos hallazgos menudean ¨²ltimamente en Colombia, donde se reproducen los autores que acuden al arte para reivindicar lo salvaje no humano despu¨¦s de tantos a?os oscuros.
El amansamiento de la guerrilla y el narcotr¨¢fico parece haber alentado la llamada (narrativa) de la selva. Y del llano. Y de la cordillera. Y del r¨ªo. El Magdalena, por cierto, tiene en el etnobot¨¢nico Wade Davis a un referente imperdible. En El r¨ªo, Davis comprime 14 a?os dedicados a seguir el rastro de su mentor, Richard Evans Schultes, que durante d¨¦cadas estudi¨® la flora regional. Schultes localiz¨® El Dorado de los alucin¨®genos en el valle de Sibundoy, ensalz¨® el valor de la coca e identific¨® m¨¢s especies que nadie. El pasaporte canadiense de Davis no impide que se le visualice casi como un creador colombiano, e invita a pensar en Alexander von Humboldt.
La corona espa?ola financi¨® la expedici¨®n americana que hizo del naturalista leyenda, pero como Von Humboldt critic¨® el esclavismo colonial y espole¨® a libertadores, su apellido se desterr¨®. ?Por qu¨¦ no recuperarlo? En Pondr¨¦ mi o¨ªdo en la piedra hasta que hable, William Ospina nos lo arrima biografiando novelescamente al alem¨¢n.
Apegado a la no ficci¨®n, Santiago Wills prepara un libro sobre el jaguar que le ha llevado de Arizona al Mato Grosso. Le obsesiona. Ya public¨® la novela Jaguar pero ahora persigue ¡°dar voz¡± a todos los jaguares de Am¨¦rica. Quiere tantear f¨®rmulas narrativas que permitan ¡°escucharlo¡±. M¨¢s o menos como ha hecho Mar¨ªa Ospina en Solo un poco aqu¨ª, novela por la que ha recibido el Premio Sor Juana In¨¦s de la Cruz. En ella, Ospina adopta la ¨®ptica de una puercoesp¨ªn o una t¨¢ngara para describir su mundo y el de los humanos alrededor¡ tras inaugurar el libro con una cita de El coloquio de los perros de Cervantes, porque el deseo hispano de dialogar con otras especies viene de lejos.
Este premio coincide con los varios recibidos en 2023 por la espa?ola Pilar Ad¨®n, autora de De bestias y aves, evidenciando el reconocimiento a este tipo de literatura m¨¢s all¨¢ del caj¨®n de lo infantil o lo buc¨®lico al que se ha asociado durante a?os. De hecho, en 2022, el Encuentro de Escritores y Cr¨ªticos de Verines, Asturias, se dedic¨® por primera vez en cuatro d¨¦cadas a la literatura de naturaleza. All¨ª fue significativo observar la importancia que han tenido los fil¨®sofos para mantener esta llama en Espa?a.
Jorge Riechmann es una figura capital. Desde el ensayo, el periodismo, la poes¨ªa¡ su visi¨®n ecosist¨¦mica se refleja en hitos vanguardistas como Mudanza del isonauta, libro de aforismos con mucho de manifiesto atestado de propuestas y desaf¨ªos para repensar nuestras naturalezas. Y la fil¨®sofa Marta Tafalla empieza su Ecoanimal advirtiendo sobre la ausencia de olfato que condiciona su sensorialidad antes de acometer una absorbente exploraci¨®n sobre por qu¨¦ hemos arrinconado a la naturaleza de nuestro pensamiento creativo, se?alando a Hegel como instigador: ¡°Defendi¨® que la est¨¦tica deb¨ªa abandonar la reflexi¨®n sobre la naturaleza y concentrarse exclusivamente en la creaci¨®n art¨ªstica¡±.
Desde entonces, viene a decir Tafalla, Occidente ha tendido a marginar los relatos sobre naturalezas no humanas reduci¨¦ndolos a un tema cient¨ªfico, consider¨¢ndolos tan ajenos a lo superior-civilizado que no merec¨ªan ni una cr¨ªtica literaria. En ese contexto, tienen especial m¨¦rito autores como Julio Llamazares, Alejandro L¨®pez Andrada o Joaqu¨ªn Ara¨²jo, que persistieron en territorio hostil.
Otros autores espa?oles de liternatura imprescindibles son Antonio Sandoval, con un ?Para qu¨¦ sirven las aves? que despierta al mundo de la ornitolog¨ªa encadenando historias tan asombrosas como cercanas, incluso de las estad¨ªsticas extrae belleza, espeluzno o emoci¨®n. El antrop¨®logo Santiago Beruete, autor de libros sobre nuestra relaci¨®n con, literalmente, la tierra ¡ªJardinosof¨ªa, Verdolatr¨ªa, Un trozo de tierra¡ª, se a¨²pa como faro de revoluciones naturalistas, basta ver c¨®mo titula. Libros que por cierto dialogan bien con El tercer para¨ªso, protagonizado por un escritor jardinero, que le vali¨® el Premio Alfaguara 2022 de novela al chileno Cristian Alarc¨®n.
Y resulta apasionante la puerta que por fin se abre desde la ciencia, con el arque¨®logo Jordi Serrallonga exprimiendo el conocimiento adquirido en Gal¨¢pagos o las sabanas tanzanas para hablar sobre c¨®mo evolucionan desde tortugas a mariposas en su Dioses con pies de barro; el bi¨®logo Enric Sala presentando La naturaleza de la naturaleza, donde aborda la actualidad de mares y oc¨¦anos, o el director del Laboratorio de Inteligencia M¨ªnima, Paco Calvo, que en Planta sapiens aparece colocando electrodos a tomates para demostrar la inteligencia de las plantas. Si bien cabe resaltar que Sala reside en Estados Unidos y Calvo escribi¨® el libro en ingl¨¦s cuando viv¨ªa en Escocia.
Llama la atenci¨®n que, hasta 2018, siempre que alud¨ªamos a un libro sobre naturaleza dij¨¦ramos ¡°un libro de nature writing¡±. El uso de una expresi¨®n for¨¢nea manifestaba la distancia existente entre literatura y naturaleza en el ¨¢mbito de lo espa?ol. Aspirando a recortarla, la periodista Emma Quadrada y yo propusimos una palabra de proximidad: liternatura. Hoy, a su alrededor crecen festivales internacionales, clubes de lectura, residencias literarias, secciones en librer¨ªas y bibliotecas, editoriales¡ y, junto a las personas que se vinculan, nos preguntamos ?por qu¨¦ pa¨ªses con impresionantes espacios naturales no han generado una s¨®lida liternatura?
En Espa?a, la desbocada especu?laci¨®n inmobiliaria de los a?os sesenta convirti¨® a la naturaleza en un recurso tur¨ªstico eliminando cualquier narrativa que no apuntara al dinero¡ y la mayor¨ªa de intelectuales asumieron olvidarse de los seres y elementos que manten¨ªan el negocio a flote. Como el agua. ?Por qu¨¦ una pen¨ªnsula con dos archipi¨¦lagos magn¨ªficos casi no tiene literatura reciente sobre el agua?
En gran parte de Latinoam¨¦rica, escribir con un cierto realismo sobre espacios naturales es jugarse la vida
En gran parte de Latinoam¨¦rica, escribir con un cierto realismo sobre espacios naturales es jugarse la vida, de manera que muchos imaginarios se han ido apartando de esos universos por miedo. Adem¨¢s, un gran n¨²mero de escritores son urbanos. Entre ellos se cuentan muy pocos ind¨ªgenas, los que mejor podr¨ªan contar tantas cosas, tambi¨¦n condicionados por su tradici¨®n oral. El peruano Joseph Z¨¢rate supone una fenomenal excepci¨®n, porque ha convertido Guerras del interior en lectura inexorable para entender qu¨¦ ocurre con la madera, el oro y el petr¨®leo en aquel pa¨ªs. Nieto de una mujer de la comunidad kukama kukamiria que se mud¨® temprano a Lima y pas¨® la vida esperando volver a la selva, Z¨¢rate escribi¨® este libro para explicarse a s¨ª mismo, y para entender el pa¨ªs donde siete de cada diez conflictos sociales son causados por la explotaci¨®n de recursos naturales.
La ¨²ltima edici¨®n del festival Centroam¨¦rica Cuenta reuni¨® a varias ¡ªla mayor¨ªa eran mujeres¡ª periodistas medioambientales de pa¨ªses centroamericanos. Un buen n¨²mero estaban exiliadas o amenazadas. Constatando que se libra una guerra f¨ªsica que pasa por la narrativa, la brasile?a Eliane Brum subraya en su reciente La Amazonia la urgencia de cambiar la idea de ¡°centro¡± y desplazarlo de las metr¨®polis a la mayor selva tropical del planeta, el aut¨¦ntico centro del mundo actual. Defiende que, si muchas periferias pasan a ser el nuevo centro, el relato global cambiar¨¢.
En Ecuador, Natalia Garc¨ªa Freire, que ha crecido en las monta?as con una abuela jardinera y sabe lo que es la presi¨®n de las multinacionales, reclama respeto con novelas inquietantes tocadas por una poes¨ªa oscura en las que lo natural palpita como fuerza curativa y transformadora, aunque a menudo letal. Y, en Un verdor terrible, el chileno Benjam¨ªn Labatut tambi¨¦n explora tinieblas a?adiendo el mundo subat¨®mico al debate literario. Combinando historia, ciencia, periodismo y fantas¨ªa, este coleccionista de cient¨ªficos e infinitos enfoca a naturalezas que la literatura casi no hab¨ªa contemplado, incit¨¢ndonos a intuir tanto el grandioso potencial humano como las invisibles fuerzas que nos superan conduci¨¦ndonos por agujeros sinuosamente abstractos hacia la luz¡ electromagn¨¦tica. Y, atra¨ªdo por los vac¨ªos, revela: ¡°Una de las cosas que siempre me han sorprendido de Chile es la aversi¨®n que sentimos por la cordillera. No habitamos las monta?as¡±.
Sin embargo, en Las tierras desubicadas, la historiadora bonaerense Graciela Silvestri explica muy bien c¨®mo multitud de ge¨®grafos, etn¨®logos, arque¨®logos y paleont¨®logos fueron seducidos por la espectacularidad de las alturas, ganados por el andinocentrismo que convirti¨® a la monta?a en la estrella del estudio naturalista. A saber si esto ha repercutido en el imaginario argentino, plagado de vastedades llanas, pero es curiosa la actual escasez de liternatura all¨ª, con ese delta del Tigre y esas pampas anta?o tan bien escritas. Con Haroldo Conti o William H. Hudson ¡ªaunque escribiera en ingl¨¦s, creci¨® pampeano¡ª elevando m¨ªticamente al humedal, los gauchos, los caballos.
Hoy, Selva Almada respira los aires de Conti con, entre otras novelas, No es un r¨ªo, en la que el monte, las casuarinas, el barro son escenario-protagonista de las tensiones l¨ªmite entre isle?os y pescadores. Menos beligerante resulta Mariana Travacio, cuya Quebrada expone c¨®mo el aislamiento rural complica la vida de un matrimonio que debe decidir si sale en busca de su hijo desaparecido. Y ambas se conectan a trav¨¦s de la ficci¨®n con la espa?ola Txani Rodr¨ªguez (La seca).
M¨¦xico filtra una prometedora hornada que incluye a Andr¨¦s Cota Hiriart, zo¨®logo hiperlector cuyo Fieras familiares guarda aires de Gerald Durrell. Cota igual sorprende a su madre en la ducha apareciendo con una pit¨®n que describe c¨®mo depreda el ajolote, inici¨¢ndonos al d¨ªa a d¨ªa de animales m¨¢s bien raros con un seductor desparpajo ilustrado. Animales a los que Isabel Zapata interpela desde las poes¨ªas m¨¢s sugerentes en, por ejemplo, Una ballena es un pa¨ªs. Y Jorge Comensal orienta Este vac¨ªo que hierve al incendio del parque Chapultepec que mat¨® a buena parte de animales del zoo para suscribir que todo, o mucho, est¨¢ conectado, y entender esto ayuda a conservar lo vivo y mineral.
Los tres mexicanos participar¨¢n en alguno de los festivales Liternatura que este a?o se van a celebrar en Honda (Colombia) y Los ?ngeles. Encuentros donde se hablar¨¢ de obras magn¨ªficas que abordan los temas m¨¢s candentes y por eso atraen a nuevos p¨²blicos hacia narraciones, ensayos, poemas, hasta hace poco condenados a la casilla medioambientalista. Algunos gobiernos ya se dan cuenta del valor clave de esta literatura de enorme calidad que ayuda a entender y tomar posiciones frente a la actual encrucijada socio-clim¨¢tica, y trabajan para que sus ciudadanos accedan a libros que estimulan una sensibilidad distinta. Si es cierto que somos el relato que nos contamos, leer liternatura puede ser un modo de reencontrarnos con nuestras naturalezas y, quiz¨¢s, respirar en breve un poco mejor.
Gabi Mart¨ªnez (Barcelona, 1971), escritor, es autor de Delta (Seix Barral, 2023) y director de los festivales Liternatura y Siberiana.
Lista de lecturas
La vorágine
José Eustasio Rivera
Cátedra, 2006
392 páginas. 14,90 euros
Peregrino transparente
Juan Cárdenas
Periférica, 2023
256 páginas. 18,50 euros
Ecoanimal
Marta Tafalla
Plaza y Valdés Editores, 2019
364 páginas. 19,50 euros
Un trozo de tierra
Santiago Beruete
Turner, 2022
304 páginas. 21,90 euros
Guerras del interior
Joseph Zárate
Debate, 2019
136 páginas. 16,06 euros
Fieras familiares
Andrés Cota Hiriart
Libros del Asteroide, 2022
296 páginas. 20,95 euros
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