Vuelve Gaziel, el periodista total y liberal
Cronista de guerra, analista pol¨ªtico, cr¨ªtico literario y espectador de la vida urbana. El ilustrado Gaziel lo fue todo durante la Edad de Oro del periodismo espa?ol
La edad de oro del periodismo espa?ol nace y muere en el Par¨ªs que no se acaba nunca. Es un cuarto de siglo de gran reporterismo. Un relato coral que narra la hecatombe de la guerra civil europea en directo y con excelencia literaria. Lo escribieron Gaziel (1887-1964) y Manuel Chaves Nogales, tambi¨¦n Josep Pla, Ram¨®n J. Sender o Eugeni Xammar. Recorrieron con su pluma y su cuaderno todo el continente. De Roma a Mosc¨², de Casas Viejas a Berl¨ªn.
Esta par¨¢bola de cr¨®nicas memorables arranc¨® al empezar la Primera Guerra Mundial con un art¨ªculo cuyo pretexto era la movilizaci¨®n general en la capital francesa y culminar¨ªa con un reportaje sobre c¨®mo la ocupaci¨®n nazi cortocircuitaba el nervio c¨ªvico de la ciudad de la luz. Aquel punto final lo escribi¨® Manuel Chaves Nogales en La agon¨ªa de Francia antes de morir en Londres, mientras que la primera piedra la hab¨ªa colocado en 1914, a los 26 a?os, Agust¨ª Calvet, Gaziel, al empezar a publicar la serie Diario de un estudiante en Par¨ªs.
Si Chaves vino al mundo en 1897 con el periodismo en su ADN, nada hac¨ªa pensar que Gaziel, nacido 10 a?os antes, fuera a despuntar en el ejercicio de una profesi¨®n que prestigi¨® como articulista y como director. En su momento de plenitud los dos fueron liberales reformistas. Durante la Guerra Civil, como escribieron ambos usando casi las mismas palabras, podr¨ªan haberlos matado los unos o los otros. Luego se perder¨ªa el rastro de la calidad de su trayectoria como escritores de peri¨®dicos. Pero en 1993 la tesis doctoral de Manuel Llanas puso las bases para la recuperaci¨®n integral de Gaziel; en 1998 la de Mar¨ªa Isabel Cintas Guill¨¦n tuvo la misma funci¨®n para Chaves. Desde entonces no han dejado de reeditarse. Hoy Chaves es considerado un cl¨¢sico y Gaziel tambi¨¦n deber¨ªa serlo.
Gaziel era hijo de una familia burguesa dedicada a la industria del corcho. Originario de Sant Feliu de Gu¨ªxols, en la Costa Brava, creci¨® en el barrio del Eixample, que empezaba a redefinir la identidad de los barceloneses. La primera vocaci¨®n de este afrancesado fue la filosof¨ªa. Se imaginaba a s¨ª mismo como integrante de la ¨¦lite acad¨¦mica que, al tiempo que substanciaba una cultura nacional desde la c¨¢tedra, se compromet¨ªa en el entramado cultural del primer nacionalismo catal¨¢n con poder institucional. En 1913, cuando ya trabaja en una secci¨®n del Institut d¡¯Estudis Catalans, oposit¨® a una c¨¢tedra de Historia de la Filosof¨ªa. Se bloquea en el ejercicio oral. En marzo de 1914, para escapar de las p¨¦simas relaciones con su padre, se instal¨® en Par¨ªs. El pretexto era ampliar estudios, la fantas¨ªa era no volver. ¡°?Es la liberaci¨®n!¡±, consign¨® en unas notas autobiogr¨¢ficas.
La libertad le dur¨® poco. Su proyecto vital se trunc¨® porque la historia se cruz¨® en su vida. Aquel verano empez¨® la Gran Guerra. Gaziel no volvi¨® de inmediato. Seguramente regresa a Barcelona el 6 de septiembre. Tomar¨¢ una decisi¨®n fundamental. Empieza su colaboraci¨®n regular en La Vanguardia, siempre vista con suspicacia por sus compa?eros de generaci¨®n nacionalista. Su art¨ªculo del 9 de septiembre, escrito con prosa de l¨¦xico y sintaxis enciclop¨¦dica, mostraba c¨®mo la guerra se infiltra en el esp¨ªritu, en cada calle, en cada casa. Tambi¨¦n en la pensi¨®n donde ¨¦l viv¨ªa.
Al literaturizar aquella experiencia, Gaziel explora ya su principal talento: la descripci¨®n y an¨¢lisis de su tiempo a trav¨¦s de una mirada configurada por la mejor tradici¨®n occidental. Aquel art¨ªculo fundacional, que mira con piedad a una chica alemana que el d¨ªa anterior era una m¨¢s y ahora era una enemiga, ser¨ªa impensable sin su conocimiento del cronotopo de la casa de hu¨¦spedes elaborado por Balzac. La f¨®rmula era fusionar el periodismo con la literatura. El ¨¦xito de Diario de un estudiante en Par¨ªs fue inmediato. Se public¨® en libro y La Vanguardia contrat¨® a su autor como corresponsal. Otro libro de guerra, el viaje por Grecia y los Balcanes que es De Par¨ªs a Monastir, lo habr¨ªa firmado Kapu?ci¨½ski si hubiese vivido en 1915.
Al terminar la guerra, no retoma la actividad acad¨¦mica. Su obra ser¨¢n sus art¨ªculos. Sobre la ciudad, sobre pol¨ªtica nacional e internacional, sobre las palpitaciones de la ¨¦poca, sobre el arte y las letras. Ser¨¢ un periodista total. Un periodista burgu¨¦s que piensa el presente con el instrumental de la alta cultura, adscribi¨¦ndose a la ¨¦tica que evolucion¨® del humanismo al liberalismo tras haber mutado durante la Ilustraci¨®n. As¨ª fundament¨® su libertad intelectual.
Escrib¨ªa sobre la mejor literatura, como Ortega, a la b¨²squeda del ser y para comprender su tiempo
La antolog¨ªa Pl¨¢ticas literarias, que acaba de editar Francisco Fuster, lo evidencia. Es un libro que recopila art¨ªculos sobre escritores, publicados entre 1919 y 1933, aunque no es tan solo cr¨ªtica literaria. De acuerdo que en la prensa espa?ola tal vez nadie escribi¨® comentarios m¨¢s sagaces sobre Proust que ¨¦l y no ser¨ªa f¨¢cil dar hoy con un art¨ªculo tan original sobre Byron como el que escribi¨® hace un siglo, cuando se conmemoraba el primer centenario de la muerte del gran rom¨¢ntico. Pod¨ªan ser Shakespeare o Pirandello, Tolst¨®i o Baroja, Queiroz o Stendhal, Valery o Carner. El Gaziel humanista, como el Ortega que escrib¨ªa sobre arte, comentaba esas figuras y sus libros a la b¨²squeda del ser y el tiempo. Entend¨ªa que esa era tambi¨¦n una de las funciones c¨ªvicas de la prensa.
El compromiso c¨ªvico del periodismo con su sociedad, sobre el que Gaziel no dejar¨ªa de reflexionar, lo asumi¨® con la convicci¨®n de un ilustrado, en especial tras la muerte en 1920 de su mentor Miguel de los Santos Oliver. Deja el reporterismo. Cada vez tendr¨¢ mayor peso en la modernizaci¨®n de La Vanguardia. No tardar¨ªa en colaborar tambi¨¦n en El Sol, como puede leerse en el volumen ?Ser¨¦ yo espa?ol? En sus art¨ªculos sobre pol¨ªtica intent¨® resolver una contradicci¨®n que ¨¦l viv¨ªa como irresoluble: la elaboraci¨®n de un discurso ideol¨®gico que hiciese compatible la estabilizaci¨®n del orden vigente, como marcaba el editor y premiaban los lectores, con su compromiso genuino con un catalanismo que hab¨ªa entrado en una fase de radicalizaci¨®n tras ver fracasado sus intentos de reformismo moderado del sistema de la Restauraci¨®n.
Mal visto por los suyos e ignorado por los otros, actu¨® como una conciencia cr¨ªtica en tierra de nadie
Mal visto por los suyos o ignorado por los otros, se sinti¨® en tierra de nadie. Es el lugar que, entre el lamento, la vanidad y sobre todo la lucidez, descubre la antolog¨ªa de art¨ªculos Tot s¡¯ha perdut que prepar¨® ¨¦l mismo y que se reedit¨® recientemente. Gaziel hab¨ªa pasado a contemplarse en un espejo donde ve¨ªa reflejado el rostro del intelectual: entend¨ªa que su responsabilidad era actuar como una conciencia cr¨ªtica, incluso fustigar como un profeta. Eso implicaba denunciar fallas constitutivas de la sociedad espa?ola, que retardaban su politizaci¨®n democr¨¢tica.
En pocos lugares elabor¨® tan n¨ªtidamente su diagn¨®stico como en el elogioso obituario que dedic¨® al cr¨ªtico literario Eduardo G¨®mez de Baquero. Diciembre de 1929. ¡°Entre nosotros, en un pa¨ªs que jam¨¢s ha tenido verdadero esp¨ªritu liberal, ni en sus masas ni en sus individuos, porque las tres grandes erres europeas ¡ªel Renacimiento, la Reforma, la Revoluci¨®n¡ª resbalaron por encima de su costra, casi sin ara?arla siquiera, la verdadera reacci¨®n, en el sentido din¨¢mico de la palabra, es el liberalismo¡±. Su pr¨¢ctica del periodismo era una derivada de esa idea: una voluntad pedag¨®gica.
Pero su liberalismo no era elitista ni conservador. Queda claro en su respuesta a una encuesta del peri¨®dico El Liberal, publicada a finales de 1927 y que fue rescatada por Llanas. ¡°Liberalismo y socialismo no es que s¨®lo deban marchar de acuerdo. Es que no pueden hacer otra cosa. Yo, por lo menos, no concibo un socialismo antiliberal ni un liberalismo que permanezca al margen de las realidades sociales. El liberalismo es uno de los eternos modos de ser ¡ªpara m¨ª el m¨¢s fecundo¡ª del esp¨ªritu humano. El socialismo me parece la m¨¢s moderna encarnaci¨®n de ese esp¨ªritu¡±. Seguramente por ello ley¨® el advenimiento de la Segunda Rep¨²blica como una oportunidad. Pero no tardar¨ªa en revisar cr¨ªticamente su juicio sobre el desarrollo del nuevo r¨¦gimen: su problema de base era que se trataba de una rep¨²blica sin republicanos. Intent¨® acompa?ar el proceso, sobre todo intent¨® evitar su colapso. Y fracas¨®.
¡°Trat¨¦ siempre de abrir los ojos a los dem¨¢s para evitar esta tragedia¡±, declar¨® durante la Guerra Civil
Al poco de iniciarse la Guerra Civil, las autoridades catalanas le recomendaron a Gaziel que se fuese del pa¨ªs. Tiene 48 a?os. Fin del periodista. Le amputan parte de su identidad: le roban su biblioteca, ¡°una de las particulares mejores de Barcelona¡±, como confes¨® a Josep Pla. Despu¨¦s de haber intentado construir en Par¨ªs una alternativa intelectual a los dos bandos, tras haber colaborado para sobrevivir en la propaganda contrarrevolucionaria que financiaba Francesc Camb¨® ¡ªal que siempre admir¨®¡ª, decidi¨® buscar fortuna en Am¨¦rica Latina fundando una editorial. El 30 de mayo de 1937 la revista cubana Carteles public¨® una entrevista realizada durante la parada del barco Virginia cuyo destino final era Caracas. Le entrevista Arturo Ram¨ªrez, que le pregunta por qu¨¦ tuvo que dejar Barcelona. ¡°No lo s¨¦¡¡±, contesta apoyado en una columna de la cubierta, ¡°trat¨¦ siempre de abrir los ojos de los dem¨¢s para evitar esta tragedia¡±. El proyecto de la editorial no sali¨® como esperaba.
Vuelta a Europa mientras la guerra contin¨²a. Su principal ocupaci¨®n fue reescribir una historia de la Espa?a moderna cuya versi¨®n original se hab¨ªa escrito por encargo de Camb¨®. En el texto est¨¢ otra vez la contradicci¨®n intelectual. Su objetivo era que pareciese una obra de legitimaci¨®n del golpe a la rep¨²blica, pero en realidad incorporaba argumentos para que fuese le¨ªda como una versi¨®n moderantista del proceso que desemboc¨® en la tragedia espa?ola. En el torbellino del final de la Guerra Civil y el arranque de la Segunda Guerra Mundial, Gaziel no controla su destino. Tras vivir una epopeya, mientras el ej¨¦rcito alem¨¢n parece pisarle los talones, acaba cruzando la frontera espa?ola el d¨ªa que se izaba la esv¨¢stica en el sur de Francia. Deber¨¢ enfrentarse a un consejo de guerra y un proceso por responsabilidades pol¨ªticas. Fueron sobrese¨ªdos, pero ¨¦l ya era un apestado.
Se instal¨® en Madrid. Escribe dos breves ensayos espl¨¦ndidos: el pr¨®logo a una biograf¨ªa de Maquiavelo (¡°uno de los m¨¢s l¨²cidos y grandes pensadores de la nueva Europa del Renacimiento¡±), el pr¨®logo a una traducci¨®n de El retrato de Dorian Gray. En el texto que preced¨ªa a la novela, se refiri¨® al Oscar Wilde de la decadencia en Par¨ªs como un enterrado en vida. De alguna manera, en aquel primer lustro de la d¨¦cada de los cuarenta, ¨¦l tambi¨¦n lo era. Su mundo ¡ªel mundo del periodismo liberal¡ª hab¨ªa sido aniquilado.
Sin embargo, por un tiempo, tuvo la fantas¨ªa de resucitarlo. Se lo propuso Luis Montiel, editor del republicano Ahora, que tuvo a Chaves Nogales como subdirector y en el que Gaziel hab¨ªa colaborado puntualmente. Explica Llanas que Montiel hab¨ªa recuperado la maquinaria y propuso a Gaziel empezar de nuevo con un peri¨®dico llamado La Hora que podr¨ªa publicarse en Barcelona. Para buscar inversores en 1942 Gaziel redact¨® un largo informe titulado La prensa espa?ola. Hay consideraciones hist¨®ricas que riman con la actualidad. ¡°Salvo contadas excepciones, desde el asesinato de C¨¢novas en 1897 hasta 1936, en que estall¨® la m¨¢s espantosa de las guerras civiles, los peri¨®dicos espa?oles contribuyeron ¡ªconsciente o inconscientemente¡ª al descr¨¦dito progresivo de las instituciones todas y al desmoronamiento implacable de los sucesivos reg¨ªmenes establecidos¡±. Contra esa presa t¨®xica deb¨ªa actuar, de nuevo, el periodismo liberal.
La ¨²nica posibilidad para que aquel proyecto llegase a los quioscos era que la victoria aliada de la Segunda Guerra Mundial fuese acompa?ada por la reinstauraci¨®n de la democracia en Espa?a. No pas¨®. Churchill lo dej¨® claro en el Parlamento de Westminster. Gaziel lo supo y, en su fuero interno, nunca perdon¨® aquella traici¨®n de los pa¨ªses liberales y en especial el que hab¨ªa encarnado mejor sus valores: Inglaterra. Con ese lamento arranca su amargo dietario Meditaciones en el desierto, una acusaci¨®n dur¨ªsima que describe de manera implacable el Madrid de la dictadura y denuncia la claudicaci¨®n de los intelectuales liberales (apunta a Ortega y a Mara?¨®n). RBA reeditar¨¢ en breve la traducci¨®n al castellano de una obra que parece escrita en el purgatorio.
Durante la Semana Santa de 1944, casi como si redactase un testamento de su generaci¨®n, Gaziel compuso una meditaci¨®n sobre la falta de aptitud pol¨ªtica de los catalanes. Enumeraba una serie de ejemplos que iban del pasado medieval hasta la rebeli¨®n contra el orden republicano de octubre de 1934. No era el azar. Era una tara constitutiva. ¡°Catalu?a es precisamente una muestra perfecta de c¨®mo no es suficiente ser una naci¨®n para crear un Estado¡±. Es de una sagacidad implacable, y eso que Gaziel no ten¨ªa una bola de cristal para contemplar la en¨¦sima repetici¨®n de una fatalidad. ¡®El desconhort¡¯ puede encontrarse en el volumen p¨®stumo Quina mena de gent som. Di¨¦resis lo reeditar¨¢ en catal¨¢n con pr¨®logo de M¨¤rius Carol a la vez que lo publicar¨¢ en castellano por vez primera (traducido por la biznieta de Gaziel). Ese discurso f¨²nebre su autor lo ley¨® en una reuni¨®n literaria clandestina el 7 de mayo. Hac¨ªa tres d¨ªas que Manuel Chaves Nogales hab¨ªa fallecido en Londres.
En Madrid Gaziel se ganaba la vida como director literario de la editorial Plus Ultra. Su nombre p¨²blico desaparece. Poco antes de jubilarse pidi¨® a la hemeroteca de Barcelona si pod¨ªan microfilmar todos sus art¨ªculos y contrat¨® a una mecan¨®grafa para que los copiase todos. Eran centenares de p¨¢ginas. Las reley¨®, algunos textos los corrigi¨®, prepar¨® tres antolog¨ªas para la posteridad. Despu¨¦s, al jubilarse, escribi¨® esos ensayos disfrazados de libros de viaje y que constituyen la trilog¨ªa de La pen¨ªnsula inacabada, su vieja obsesi¨®n iberista. En 1957 empez¨® a redactar su mundo de ayer: la autobiograf¨ªa de infancia y juventud que conclu¨ªan con su entrada en el mundo del periodismo. En 1959 tuvieron un ¨¦xito considerable. Las titul¨® Tots els camins duen a Roma. Spoiler: el Institut Ramon Llull busca la editorial que asuma el desaf¨ªo de traducir al castellano este cl¨¢sico del memorialismo liberal europeo. Es la ¨²ltima batalla de Gaziel, el eslab¨®n perdido de nuestro periodismo liberal.
Lista de lecturas
Cómo somos los catalanes
Gaziel
Traducción de Paola Calvet
Diéresis, 2024
300 páginas. 19 euros
A la venta el 15 de abril
Pláticas literarias
Gaziel
Fundación Banco Santander, 2024
229 páginas. 10 euros
Tot s’ha perdut
Gaziel
La Magranal, 2022
288 páginas. 17,95 euros
Obra dispersa
Gaziel
Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2020
280 páginas. 27,55 euros
Estimat amic. Correspon-dència
Gaziel / Josep Pla
Destino, 2018
272 páginas. 18,50 euros
Meditacions en el desert
Gaziel
L’altra, 2018
352 páginas. 19 euros
¿Seré yo español?
Gaziel
Península, 2018
544 páginas. 22,90 euros
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