Si lo nuestro es la tierra firme, ?por qu¨¦ nadamos?
Si la evoluci¨®n hubiera querido que los humanos se movieran por el mar, no les hubiera arrebatado las aletas ni las branquias. Pero no contaba con la obstinaci¨®n del ¡®Homo sapiens¡¯...
¡°Es un deporte introspectivo, silencioso, en medio de un mundo ca¨®tico y ruidoso. Es terap¨¦utico. Para el cuerpo y la mente. Una forma aventurera de trasladarse, una v¨ªa para alcanzar ese ext¨¢tico estado de flow. Nadar ense?a a conocer el miedo y sobreponerse a ¨¦l¡±. Son algunas de las razones que esgrime Bonnie Tsui en su libro Why we swim (¡±Por qu¨¦ nadamos¡±, en ingl¨¦s), para responder a tan filos¨®fica cuesti¨®n. ?Le parecen rom¨¢nticas? ?On¨ªricas quiz¨¢? Explicaciones hay tantas como aficionados y valientes dispuestos a lanzarse de cabeza a un medio que no nos deja ni respirar.
Podr¨ªa distinguir a un nadador de cualquier otro deportista, a simple vista. Avanzar por el agua se rige por par¨¢metros distintos a hacerlo en tierra firme. La inmutable ley de la gravedad, definida por Isaac Newton, se nota menos gracias al principio de Arqu¨ªmedes, seg¨²n el cual todo objeto sumergido experimenta un empuje vertical que favorece su flotabilidad, pero obliga a cambiar radicalmente de registro a un cuerpo dise?ado para el aire y la tierra. Si bien desarrollarnos en un l¨ªquido de parecida densidad ayuda a que no nos sintamos tan extra?os, una vez aprendemos a chapotear (quiz¨¢, de nuevo) sin hundirnos, lo normal es que descubramos que mover todos los m¨²sculos contra el agua tiene su encanto. El organismo lo sabe porque responde consolidando el ritmo cardiaco, construyendo resistencia, fuerza muscular y fitness cardiovascular y manteniendo el peso corporal. La ciencia dice que tambi¨¦n relaja, alivia el estr¨¦s, mejora la coordinaci¨®n, el equilibrio, la postura y la flexibilidad... Y refresca.
Tambi¨¦n el coraz¨®n del nadador es diferente
A algunos, adem¨¢s, les brinda independencia en suelo hostil. Es el caso de Xavi Torres. Naci¨® con tetrafocomelia (ausencia o acortamiento de las extremidades) y dosis ingentes de cabezoner¨ªa. El combo perfecto para acabar colg¨¢ndose 16 medallas en nataci¨®n, en varias ediciones de los Juegos Paral¨ªmpicos ¡ªcinco de oro, cinco de plata y seis de bronce¡ª, adem¨¢s de varios r¨¦cords mundiales. Desde ni?o entendi¨® que el agua le ofrec¨ªa lo que el firme le negaba: ¡°Al haber menos gravedad, mi movilidad reducida se transformaba en libertad¡±.
El trabajo en seco completa la forma f¨ªsica
Se hacen muchas horas de entrenamiento de fuerza en el gimnasio para mejorar la potencia. Y, a las muchas m¨¢s en piscina, se a?aden intermedios de tareas sobre el bordillo. Esta alternancia maximiza lo que llaman transferencia: c¨®mo un ejercicio mejora la realizaci¨®n de otro. Una pr¨¢ctica t¨ªpica es, desde la posici¨®n de sentados, botar un bal¨®n medicinal con fuerza en el sitio o realizar torsiones a ambos lados para fortalecer la musculatura lumbar y los brazos. E, inmediatamente despu¨¦s, zambullirte y hacerte un largo con esa fatiga. ¡°El reparto de horas de trabajo y la estrategia dependen mucho del estilo y la distancia. Crol, espalda y mariposa reclutan, mayoritariamente, los m¨²sculos del tren superior: pectorales, hombros y brazos¡±, cincelando t¨ªpicos cuerpos en uve.
¡°El estilo mariposa es el m¨¢s complicado. Implica respiraci¨®n frontal y una enorme exigencia de fuerza, t¨¦cnica y coordinaci¨®n entre piernas, brazos y caderas. La braza, en cambio, a nivel ¡®amateur¡¯ es un movimiento innato que permite ir con la cabeza fuera del agua y respirar con normalidad, aunque, en competici¨®n, el tren inferior tiene m¨¢s protagonismo por la intensidad de la patada de rana, que implica unir las rodillas y puede resultar lesivo. Lo que es com¨²n a todos los estilos es la necesidad de un ¡®core¡¯ [parte central del tronco] fuerte para mantener la horizontalidad. Cuanto m¨¢s plano nades, m¨¢s hidrodin¨¢mico ser¨¢s: menos te va a frenar el agua¡±.
Dolor y l¨¢grimas en un entrenamiento de todo menos rosa...
Para sobrevivir en un medio l¨ªquido, mantenerse a flote y no tragar mucha agua puede bastar. Y para disfrutar, vale bucear incluso torpemente, de bordillo a bordillo. Simplemente chapotear ya es placentero. Torres es un ejemplo de que ser un campe¨®n requiere bastante m¨¢s. ¡°Deslizarse por encima del agua depende de dos par¨¢metros: la posici¨®n del cuerpo y la propulsi¨®n, sobre todo con las partes m¨¢s distales. En mi caso, las piernas solo tienen funci¨®n de equilibrio, y mis codos y antebrazo sustituyen a las manos de un nadador convencional. Adem¨¢s, la asimetr¨ªa de las palancas del tren superior ¡ªmis brazos tienen diferente longitud¡ª hace que, si nadara como Phelps [o cualquier otro: de manera sim¨¦trica], mi trayectoria se desviar¨ªa hacia el lado m¨¢s fuerte. Tengo que modificar la angulaci¨®n, abrir un poco uno de los brazos y as¨ª equilibrar fuerzas. Me pasa tambi¨¦n con la respiraci¨®n: en mariposa, por ejemplo, en vez de tomar el aire de frente, tengo que ladear la cabeza¡±. La ausencia de brazos completos da m¨¢s de un problema que resuelve con disciplina y tes¨®n. ¡°Como son cortos, toca aumentar la frecuencia ¡ªrotarlos m¨¢s r¨¢pido¡ª. Esto genera una fatiga tremenda y te ense?a a dosificar fuerzas para no quedarte vac¨ªo a unos metros de acabar¡±.
Lesionarse es dif¨ªcil... si se domina la t¨¦cnica
¡°Se basa en movimientos c¨ªclicos, repites lo mismo infinitas veces. Si las articulaciones no est¨¢n fuertes o la t¨¦cnica flojea, puede provocar m¨¢s de una lesi¨®n. Sobre todo, en hombros, brazos y antebrazos. Por eso se dedica mucho a los ¡®drills¡¯ o ejercicios correctivos¡±, explica el campe¨®n paral¨ªmpico. Uno de los m¨¢s elementales es el skulling o remadas, que viene a ser algo as¨ª como dejar el cuerpo inerte y avanzar solo con el movimiento de las manos (puedes ayudarte a lo primero con un pullbuoy, un accesorio hecho de espuma que alivia la tensi¨®n de las piernas y ayuda a que floten). Se utiliza mucho con los principiantes para que sientan el agua y comprendan que, por la mec¨¢nica de los fluidos y los torbellinos que se producen alrededor de las manos, se avanza mejor con los dedos ligeramente separados.
¡°Tambi¨¦n hay que machacar mucho las salidas, los virajes y hasta las llegadas. Son gestos t¨¦cnicos en los que puedes ara?ar o perder d¨¦cimas. Para que os hag¨¢is una idea, en una prueba de 1.500 metros se hacen 30 largos: 29 virajes que, mal ejecutados, son 29 errores¡±. Todos ellos requieren conseguir una sincronizaci¨®n de la brazada, la respiraci¨®n, el giro y la patada en la pared. No la subestimes, se?ala el catedr¨¢tico Ra¨²l Arellano Colomina en su libro Entrenamiento t¨¦cnico de nataci¨®n (Cultiva libros), que a algunos nadadores les reporta hasta 10 metros de desplazamiento sin mayor esfuerzo.
Y se puede hacer donde no hay que reservar
Bracear contra las corrientes de los r¨ªos o las olas del mar multiplica esfuerzos y beneficios. Las distancias son tan diferentes que hasta el aspecto de un espr¨ªnter es muy distinto al de un nadador de traves¨ªa. ¡°En piscina hay modalidades desde 50 a 1.500 metros, pero en aguas abiertas, las competiciones llegan hasta los 25 kil¨®metros. Los atletas de los 100 metros braza son corpulentos, con cu¨¢driceps muy potentes: el espr¨ªnter debe ser muy explosivo; en 1.500 son m¨¢s finos¡±, explica Torres. Y m¨¢s si le tira el gran azul.
¡°Su preparaci¨®n f¨ªsica depende del reto. Se trabaja la parte aer¨®bica para resistir varias horas en el agua, pero lo imprescindible es la fuerza para dar brazadas m¨¢s eficientes¡±, apunta Germ¨¢n Rodr¨ªguez, t¨¦cnico de la Federaci¨®n Andaluza de Triatl¨®n. Tambi¨¦n tendr¨¢ que dedicar tiempo a mejorar su orientaci¨®n sin calles, a aclimatarse al fr¨ªo, a acostumbrarse a los pedruscos o fondos fangosos a la orilla de un lago, a que se le enganchen algas en las manos y los pies, a sentirse c¨®modo con el neopreno y las gafas y a no sentir pudor por alternar estilos. ¡°En algunos momentos en los que hace falta ver el horizonte, se nada a crol frontal, mirando hacia delante, como los jugadores de waterpolo. Para respirar con m¨¢s calma, se va de espaldas¡±.
En la parte positiva, en aguas saladas flotar¨¢s con m¨¢s facilidad y, en ambas, tendr¨¢s el privilegio de ver el mundo desde una perspectiva solo abierta a los osados. ¡°Ser sevillano y zambullirte en el Guadalquivir es un gustazo. Me mareo con las olas, lo prefiero al mar. El agua est¨¢ limpia, huele bien y, en cierto modo, es como unirse a la ciudad en cuerpo y alma, de una forma m¨¢s profunda que caminando por sus calles. Referencias no te faltan: edificios a los lados y puentes a lo lejos. Tiene un punto muy zen¡±, rememora Daniel Quintero, director de comunicaci¨®n de eventos deportivos y m¨¢s que aficionado a nadar.
Pero las aguas bravas despejan la mente, sacian la sed de aventuras y ponen a prueba nuestra fuerza de voluntad. ¡°Cuando ya conoces el esfuerzo f¨ªsico, llega un momento en el que la piscina se te queda corta y el cuerpo te pide riesgo e incertidumbre. Hacer series de 800 metros es la muerte a nivel mental. Pueden ser 12 minutos de un lado a otro viendo solo una l¨ªnea y las corcheras que separan las calles. En aguas abiertas, en cambio, el est¨ªmulo visual var¨ªa a cada brazada, tanto por la orograf¨ªa y la arquitectura del exterior como por el paisaje submarino¡±, apunta Antonio L¨®pez, director de Saludando, centros de entrenamiento personal, fisioterapia y nutrici¨®n en Madrid y online. En la piscina no se nada ni un cent¨ªmetro de m¨¢s. En el medio natural las cosas son muy distintas: nosotros nos movemos, pero el agua tambi¨¦n, y no siempre en la misma direcci¨®n. Toca hacer ejercicios de fortaleza mental. ¡°Solo el reloj te dice cu¨¢ntos metros has avanzado, pero es orientativo. Hay que tomarlo como indicador para regularnos e ir marcando etapas en la cabeza: hasta llegar a la boya; luego, a la siguiente y la siguiente, hasta alcanzar el barco de avituallamiento¡¡±.
Efectivamente, en el polideportivo el deportista pone las normas, pero en la naturaleza el agua impone las suyas sirviendo un imprevisible c¨®ctel de bravura y azar. Para muestra, L¨®pez recuerda su experiencia al cruzar a nado el estrecho de Gibraltar en menos de 3,5 horas. ¡°Sobre el mapa, la ruta m¨¢s corta es de solo 14,4 kil¨®metros, pero puede haber corrientes de hasta 7 nudos que alarguen la traves¨ªa hasta alcanzar entre los 18,8 y los 22 kil¨®metros desde la isla de Tarifa [isla de Las Palomas] hasta las proximidades de Punta Cires [Marruecos]¡±. En competici¨®n, las salidas no tienen d¨ªa ni hora exacta. Se convoca a los nadadores en unas fechas variables y solo se zambullen cuando las circunstancias son ¨®ptimas en t¨¦rminos de mar y meteorolog¨ªa. ¡°Si te toca una semana mala, te vuelves a casa sin haberlo podido ni siquiera intentar¡±.
Pero si Poseid¨®n es terco, quien se adentra en sus dominios con el solo escudo de un traje parecido al corchop¨¢n, tiene que serlo a¨²n m¨¢s. ¡°De pronto, la corriente cambia y para avanzar tienes que bracear el doble de fuerte, aunque est¨¦s reventado. Cuanto m¨¢s te relajes, m¨¢s lejos te quedar¨¢s de la costa¡±, anima L¨®pez. Y, cuando la naturaleza se muestra m¨¢s hostil, obliga a venirse arriba: ¡°El mar de fondo [olas que suben y bajan constantemente sin llegar a romper], puede provocar mareos y hasta v¨®mitos. El mar de viento, por su parte, te hace tragar agua cuando intentas respirar¡±.
Si se aleja lo suficiente, ayuda a superar muchos miedos
Aunque Steven Spielberg le metiera el pavor subacu¨¢tico en el cuerpo con Tibur¨®n, en Espa?a es raro toparse con un escualo con ganas de guerra. ¡°Son peores las medusas. Cruzarse con un banco puede desencadenar un ataque de p¨¢nico. No por letales, pero la urticaria es muy inc¨®moda y te roba la concentraci¨®n. Por eso se recomienda no nadar en solitario y salir siempre con una boya: te hace m¨¢s visible y permite llevar algo de comer o beber dentro. Aunque no se suda, deshidrata, te entra agua en la boca, escupes y pierdes saliva. Hay que reponer¡±.
?C¨®mo lo hacen los deportistas de ¨¦lite?
De terrores sabe mucho Sara Mart¨ªnez. Fue nadadora antes de graduarse en Psicolog¨ªa y montar su propio gabinete. Ahora echa una mano a quienes sienten la llamada de las aguas profundas y no terminan de atreverse: la inmensidad del mar abierto destila magnetismo para los m¨¢s valientes, pero tambi¨¦n desata el terror. ¡°Las traves¨ªas a nado son psicol¨®gicamente duras. No es nuestro medio natural. Si no lo dominas bien, te puede sobrevenir la angustia. Adem¨¢s, el agua est¨¢ m¨¢s fr¨ªa que en la piscina, la sal escuece, hay corrientes, el traje de neopreno hace rozaduras¡ Y, por si fuera poco, no ves paisaje, solo fondo¡±. Hay que aprovechar ese miedo. ¡°No es malo, te mantiene alerta. Solo tienes que controlarlo, confiar en lo entrenado y en el equipo humano que te rodea¡±.
Merece la pena. Las brazadas, dicen, son como el mindfulness. M¨¢s que el silencio al que hace referencia la escritora Bonnie Tsui, Torres disfruta del ruido blanco que se expande por el agua. ¡°Puede parecer que no hay sonido, pero el agua siempre suena: la que rebosa, la que salpica¡ Mete la cabeza y oir¨¢s burbujas o un barullo de brazadas lejanas. Ese runr¨²n me relaja, sobre todo, cuando entrenaba a ritmo ligero o ahora que nado por nadar. Sirve para escucharte, repasas un examen, das vueltas a ese problema que te preocupa, ideas cosas¡ Si sabes manejarlo, te da un rato de estar contigo mismo¡±, reflexiona. Hacerlo en el ancho mar es a¨²n m¨¢s cat¨¢rtico para L¨®pez: ¡°Pasar sobre un banco de peces relaja tanto como una sesi¨®n de meditaci¨®n¡±.
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