Cuando Picasso y Brassa? se codearon en Par¨ªs
El museo de M¨¢laga inaugura una exposici¨®n hist¨®rica con m¨¢s de 300 obras con la capital francesa de los a?os 30 y 40 del siglo XX como escenario
Pablo Picasso y Brassa? (pseud¨®nimo de Gyula Hal¨¢sz) se conocieron en Par¨ªs en diciembre de 1932. El fot¨®grafo de origen h¨²ngaro ten¨ªa entonces 33 a?os, 18 menos que Picasso. Hab¨ªa recibido el encargo de retratar al artista espa?ol para el ejemplar inaugural de la revista surrealista Minotaure que se publicar¨ªa en junio de 1933. Era la primera vez que el ya mundialmente reconocido Picasso permit¨ªa que alguien tomara im¨¢genes de sus talleres y de su obra, y lo hizo porque ya hab¨ªa apreciado las im¨¢genes de la noche parisiense firmadas por Brassa?. Rotas las reticencias, el encuentro fue el comienzo de una gran amistad y colaboraci¨®n que se prolongar¨ªa hasta la muerte del artista malague?o en 1973.
Fueron tres d¨¦cadas largas de intensa relaci¨®n durante las que Brassa? pudo fotografiar la inmensa obra escult¨®rica de Picasso y, lo m¨¢s sorprendente, retratarle en la intimidad de manera informal pintando en pijama y en zapatillas con su sempiterno cigarrillo en mano, junto a alguna escultura o entre amigos comunes. El fot¨®grafo plasm¨® esa relaci¨®n en varios ensayos y un libro titulado Conversaciones con Picasso, una personal cr¨®nica del arte del siglo XX centrada en el autor del Guernica. El Museo Picasso de M¨¢laga se hace eco de esa singular relaci¨®n con la exposici¨®n El Par¨ªs de Brassa?. Fotos de la ciudad que am¨® Picasso, todo un homenaje a la capital francesa que se podr¨¢ visitar desde hoy martes hasta el 3 de abril. Organizada en colaboraci¨®n con el Estate Brassa? Succession y patrocinada por Unicaja, muestra m¨¢s de 300 fotograf¨ªas junto a una docena de pinturas, esculturas y material audiovisual.
El Par¨ªs que acota la exposici¨®n es el de los a?os 30 y 40 cuando la ciudad ya no era una fiesta. Jos¨¦ Lebrero, director del museo, precisa en la presentaci¨®n de la exposici¨®n que la d¨¦cada comenzaba con una de las mayores crisis econ¨®micas hasta entonces vivida, la Gran Depresi¨®n, que llevar¨ªa al colapso del sistema financiero y, consecuentemente, a la pobreza de miles de familias. Europa contemplaba la posibilidad de nuevos conflictos b¨¦licos y revueltas que desembocar¨ªan en el auge de los totalitarismos. La cultura y el arte no eran ajenos a esos acontecimientos, pero irresistiblemente se dan cita en Par¨ªs marchantes y artistas que buscaban en la ciudad de la luz una nueva vida art¨ªstica y personal, acorde a sus ideales y con la libertad necesaria para hacerlos realidad.
En ese Par¨ªs inestable coinciden muchos extranjeros como Picasso y Brassa?. La primera parte de la exposici¨®n arranca precisamente con la serie de im¨¢genes nocturnas y diurnas de la ciudad que le sirvieron al fot¨®grafo para entrar en el estudio del pintor.
Brassa? Gyula Hal¨¢saz (Brasso, Hungr¨ªa, 1899-1984, Par¨ªs) hab¨ªa llegado a la capital francesa en el invierno de 1924 y nunca m¨¢s volvi¨® a su ciudad natal. Hijo mayor de un profesor de Literatura francesa, hab¨ªa estudiado pintura en Budapest despu¨¦s de la guerra. En Par¨ªs se instal¨® en Montparnasse y r¨¢pidamente pas¨® a formar parte de la vanguardia art¨ªstica que poblaba las buhardillas m¨¢s ti?osas y los bares con peor clientela. En una entrevista de radio que se recoge en la exposici¨®n, Brassa? dice que alrededor de los artistas hab¨ªa una red de timadores, chulos y aventureros que era lo que m¨¢s le divert¨ªa. ¡°Durante varios a?os lo pas¨¦ realmente bien observando a todos esos individuos que llegaban desde cualquier parte del mundo¡±. Las im¨¢genes eran tan fuertes que decidi¨® que no pod¨ªa guardarlas para expresarlas con un pincel y empez¨® a trabajar con c¨¢maras fotogr¨¢ficas.
Esos personajes nocturnos poblaron sus primeros libros de fotograf¨ªas. En un blanco y negro casi met¨¢lico, sus protagonistas posan en el interior de los bares y de las salas de baile. Pero tambi¨¦n pasean por las calles, descansan bajo los puentes o tienden la ropa con humaredas negras de fondo. En esos a?os se convierte en lo que su amigo el escritor Henry Miller denomin¨® ¡°El ojo de Par¨ªs¡±, una marca que ha sobrevivido con la historia de la ciudad.
De las sombras y la golfer¨ªa nocturnas, la exposici¨®n se encamina hacia el encuentro con Picasso. El artista espa?ol ser¨ªa retratado a lo largo de su vida por casi todos los grandes de la fotograf¨ªa: Man Ray, Herbert List, Douglas Duncan, Andr¨¦ Villers, Lucien Clergue, Michel Sima, Bill Brandt, Robert Capa, Cartier-Bresson, Cecil Beaton, Robert Doisneau, Leopoldo Pom¨¦s, Joan Fontcuberta o Dora Maar, su pareja durante nueve a?os. Pero Brassa? fue el primero en lograr traspasar las paredes de su estudio.
Las pantuflas de Picasso
Philippe Ribeyrolles (Estrasburgo, 66 a?os) sobrino y ahijado de Brassa? es el representante del Estate Brassa? Succession, la firma que controla el legado de su c¨¦lebre t¨ªo. Aficionado a la fotograf¨ªa, tuvo la suerte de trabajar durante 18 a?os con ¨¦l en su laboratorio. ¡°Era un cuentacuentos y un gran intelectual regado por Goethe y alimentado por Proust. Cada imagen suya era ¨²nica. Muy pensada. Era un artesano que trabajaba sobre cada placa y despreciaba los negativos. Nunca tom¨® una fotograf¨ªa a escondidas o sin permiso de los retratados.¡±
Cuenta Ribeyrolles que la relaci¨®n entre Picasso y Brassa? fue de pleno entendimiento desde el primer momento. ¡°En com¨²n ten¨ªan la misma mirada penetrante. Voraz e insaciable. Como escribi¨® Miller, los ojos de ambos eran extraordinarios, de asombro perpetuo.¡±
Sobre el trato que ambos se profesaban, Ribeyrolles asegura que cada uno trabajaba a su aire, sin interferencias. ¡°Picasso bautiz¨® a mi t¨ªo en broma como el terrorista, porque cuando disparaba la c¨¢mara le asustaba y le paralizaba.¡± El malague?o no sol¨ªa poner pegas, aunque en una ocasi¨®n Brassa? movi¨® una silla y delante de ella coloc¨® unas zapatillas del pintor. Este le sorprendi¨® en plena labor y le recrimin¨® su osad¨ªa: ¡°?Por qu¨¦ tocas mis pantuflas? Esta fotograf¨ªa es est¨¦tica, pero no es un documento y yo aprecio lo verdadero, lo que me representa¡±.
En cambio Picasso no se enfad¨® cuando en alguna ocasi¨®n los cachivaches del fot¨®grafo da?aron alguna de sus obras, tal como ocurri¨® con una pata de la escultura hombre con cordero. ¡°Le quit¨® importancia aunque luego no paraba de hacerle bromas sobre los atentados contra sus pinturas o esculturas¡±.
A Picasso le gustaba ser retratado, seg¨²n recuerda Philippe Ribeyrolles. ¡°Era caprichoso y le gustaba posar. Eso s¨ª, solo permit¨ªa una toma, nada de repetir. Se hac¨ªa cuando a ¨¦l se le ocurr¨ªa y mi t¨ªo ten¨ªa que preparar la c¨¢mara de inmediato¡±.
Exposici¨®n El Par¨ªs de Brassa?. Fotos de la ciudad que am¨® Picasso
Ubicación: Museo Picasso Málaga.
Dirección: Palacio de Buenavista, C. San Agustín, 8, Málaga.
Fecha: De 19 octubre de 2021 hasta 3 abril de 2022.
Horario: 11:00 a las 18:00.
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