Mi pa¨ªs es rico, pero yo no puedo ir al cole
Hay 264 millones de menores sin escolarizar en el mundo y dos tercios viven en pa¨ªses de abundantes recursos naturales. Su explotaci¨®n genera conflictos que afectan a la educaci¨®n. Un informe lo analiza
A primeros de septiembre, ciudades y pueblos se llenan desde bien temprano de ni?os somnolientos y nerviosos que se enfrentan a su primer d¨ªa de curso. Una imagen tan habitual para algunos no lo es en absoluto para muchos, much¨ªsimos otros. En los ¨²ltimos a?os se ha avanzado en la escolarizaci¨®n de los menores ¡ªentre 2000 y 2015 el acceso a la escuela primaria lleg¨® al 90% de los ni?os¡ª pero todav¨ªa quedan 264 millones sin escolarizar en todo el mundo. Y dos tercios de ellos viven en pa¨ªses ricos en recursos naturales, pero que parad¨®jicamente ocupan los ¨²ltimos puestos de desarrollo y tienen presupuestos en educaci¨®n inferiores al 3% de su PIB.
Para llamar la atenci¨®n sobre esta realidad tan chirriante, la ONG Entreculturas ha lanzado la campa?a Escuelas en peligro de extinci¨®n y, con ella, un informe titulado Educaci¨®n en zona de conflicto que analiza minuciosamente las relaciones entre el derecho a la educaci¨®n, la explotaci¨®n de recursos naturales, la paz y el desarrollo sostenible.
"La fuerte presi¨®n sobre los recursos minerales, f¨®siles, pesqueros, forestales, agr¨ªcolas o h¨ªdricos y la lucha por su control generan, adem¨¢s de degradaci¨®n ambiental, tensi¨®n, conflictos, violencia y desplazamientos forzosos", resume el estudio, que describe c¨®mo los civiles que viven en estas ¨¢reas explotadas ven vulnerados sus derechos. Sobre todo, el de la educaci¨®n. Los datos hablan por s¨ª solos: el 87% de las personas desplazadas en el mundo en la ¨²ltima d¨¦cada proceden de zonas de explotaci¨®n minera y petrolera.
Y de eso sabe Hombeline Bahati, coordinadora de un proyecto de mejora de medios de vida con el Servicio Jesuita al Refugiado. Trabaja en Masisi, en la castigada regi¨®n de Kivu norte, en la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo (RDC). Un pa¨ªs con abundantes recursos minerales que lleva 20 a?os sumido en un conflicto sin visos de acabar. Oro, el tantalio que hace funcionar los tel¨¦fonos m¨®viles... RDC es una mina y todos quieren beneficiarse de ella.
"Existen problemas tribales por el acceso a la tierra, porque con la crisis de los noventa de Ruanda, los hutus se desplazaron a Masisi y siguen ah¨ª, y no hay sitio para todos", explica Bahati, en Madrid para dar visibilidad a su trabajo. Luego, desde que llegaron los blancos a ayudar y descubrieron la riqueza de nuestras monta?as; empezaron a explotar la tierra y entonces ya no fue solo para cultivarla, sino para obtener mayores beneficios. Ah¨ª entraron el Gobierno, las milicias, las grandes empresas extractivas... ya fue una lucha de todos contra todos", describe.
Solo en Masisi se aglutinan 11 campos de refugiados y Bahati trabaja en siete. Se estima que en ellos viven ¡ªo malviven¡ª unas 36.000 personas. "A trav¨¦s de la formaci¨®n en diferentes oficios, estas personas pueden ser aut¨®nomas. Son familias que tuvieron que irse a otros pueblos o a campos de refugiados para estar m¨¢s tranquilos porque sufr¨ªan los enfrentamientos entre guerrillas o entre estas y el ej¨¦rcito regular".
Es un c¨ªrculo vicioso: a menor educaci¨®n, m¨¢s conflictos, y a m¨¢s conflictos, menor educaci¨®n. Y la particularidad de que la contienda tenga que ver directa o indirectamente con la explotaci¨®n de los recursos de un pa¨ªs solo empeora las cosas. Seg¨²n el informe, es un agravante para los ni?os y ni?as en edad escolar: "Diez de los pa¨ªses con indicadores educativos m¨¢s bajos son ricos en recursos naturales. Ocho de ellos est¨¢n siendo o han sido asolados por conflictos. De los 40 conflictos que se han producido entre el a?o 1999 y el a?o 2013 han conllevado ataques recurrentes a la educaci¨®n, m¨¢s de la mitad han estado vinculados directa o indirectamente con los recursos naturales", enumera. Y adem¨¢s, durante los ¨²ltimos 60 a?os, entre cuatro y seis de cada 10 conflictos armados tuvieron un v¨ªnculo con la explotaci¨®n de recursos naturales. La mayor¨ªa fueron en ?frica subsahariana, pero tambi¨¦n en Am¨¦rica Latina y Asia.
La raz¨®n fundamental es que estas contiendas se prolongan m¨¢s tiempo, llevan asociados mayores niveles de violencia, especialmente contra las mujeres, y son m¨¢s dif¨ªciles de superar. El riesgo de resurgimiento es mucho m¨¢s alto, en parte porque los procesos de paz y reconciliaci¨®n no suelen abordar la gobernanza y gesti¨®n de los recursos naturales.
El 87% de las personas desplazadas en el mundo en la ¨²ltima d¨¦cada proceden de zonas de explotaci¨®n minera y petrolera
En Masisi, Bahati es testigo a diario de c¨®mo esto afecta a la educaci¨®n de los ni?os: "Cuando hay un conflicto no funciona nada, y tampoco los colegios. Llegan familias desplazadas con sus hijos a una nueva comunidad y las escuelas de la zona no tienen plazas para todos, se desbordan, as¨ª que los menores no pueden acceder a la educaci¨®n o acceden a una de muy mala calidad", describe.
Otras guerras menos visibles
Hay conflictos armados m¨¢s violentos a primera vista, como por ejemplo el de RD Congo. En ellos se atacan escuelas, se asesina, se producen desplazamientos forzados de comunidades enteras y una importante degradaci¨®n medioambiental. Pero existen otros de menor escala que afectan a millones de personas de peque?as comunidades locales y tienen su origen en el acaparamiento de tierras que luego explotar¨¢n grandes empresas (cultivos intensivos de soja, por ejemplo, en Am¨¦rica Latina) o en la lucha por recursos decrecientes (agua, tierras, pastos, pesca...).
Se calcula que hay activos m¨¢s de 2.000 conflictos medioambientales, una cifra que ha aumentado en los ¨²ltimos a?os en paralelo a los asesinatos de ecologistas, que a menudo ejercen tambi¨¦n el liderazgo educativo en sus comunidades. Uno de los m¨¢s sonados fue el de Berta C¨¢ceres, pero no el ¨²nico. Estos cr¨ªmenes aumentaron un 59% entre 2004 y 2015, con 185 asesinatos en 16 pa¨ªses, seg¨²n el ¨²ltimo informe de Global Witness.
En los conflictos armados relacionados con los recursos naturales son frecuentes los ataques a la educaci¨®n. Desde los ataques a escuelas y a profesores, la destrucci¨®n de aulas, el reclutamiento de ni?as y ni?as como soldados, hasta la violencia contra mujeres y ni?as, estudiantes y docentes. En el caso de la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, por ejemplo, desde 2013 han sido destruidas m¨¢s de 500 escuelas y m¨¢s de 200.000 escolares se han visto afectados.
Por menos de medio d¨®lar los padres prostituyen a las ni?as Hombeline Bahati, SJR
En los conflictos medioambientales, los impactos no son tan visibles, en parte porque los ataques directos a escuelas, profesores y estudiantes son menos frecuentes, pero tambi¨¦n son muy da?inos y vulneran el derecho a la educaci¨®n de milones de menores. La apropiaci¨®n de tierras por parte de empresas desplaza a la poblaci¨®n que las habitaba o trabajaba, con la consiguiente p¨¦rdida de oportunidades educativas para los afectados. En Kenia hay 30.000 escuelas en riesgo de desaparici¨®n por este fen¨®meno. El 83% no cuenta con un t¨ªtulo jur¨ªdico de propiedad, por lo que sus efectivos propietarios no pueden defenderse.
Una cuesti¨®n de g¨¦nero
De entre todos los perjudicados por este tipo de contiendas, las mujeres y ni?as tienen un problema a?adido. La educaci¨®n las empodera para enfrentarse a diversas discriminaciones. Pero si no tienen la oportunidad de formarse, ser¨¢n m¨¢s proclives a sufrir otros abusos. Es el caso del matrimonio infantil o el acceso a la salud o al empleo. Sin olvidar a que en los lugares donde existen conflictos por los recursos naturales se producen a menudo violaciones masivas de mujeres como arma de guerra. Adem¨¢s de las secuelas f¨ªsicas y psicol¨®gicas, estas quedan estigmatizadas de por vida y marginadas, por lo que acaban por destruir el tejido social de las comunidades.
Bahati lo describe desde su experiencia. Explica que los desplazados pierden el acceso a la tierra, ya no tienen donde cultivar y por tanto dejan de ganar dinero. "Como mucho pueden realizar alguna actividad econ¨®mica informal, y si les sobra algo del poco dinero que ganan para destinarlo a la educaci¨®n, van a privilegiar a los ni?os varones", cuenta Bahati. "El que las ni?as est¨¦n en los campos sin hacer nada las lleva a la esclavitud sexual: en mis campos sucede mucho", asegura la congole?a. "Por menos de medio d¨®lar, los padres las prostituyen".
En Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, desde 2013 han sido destruidas m¨¢s de 500 escuelas y se han visto afectados m¨¢s de 200.000 escolares
M¨¢s guerra, peor alimentaci¨®n y peor educaci¨®n
Como se mencionaba antes, una buena parte de las personas m¨¢s pobres del mundo vive en pa¨ªses ricos en recursos naturales. Y tambi¨¦n de los hambrientos. Esa combinaci¨®n de pobreza y hambre dificulta el acceso a la educaci¨®n y al aprendizaje efectivo: un ni?o con hambre o con carencias nutricionales no va a rendir adecuadamente en el colegio. Y, sin embargo, la educaci¨®n es fundamental para salir del c¨ªrculo de la pobreza.
Igual ocurre con los problemas de salud: afectan al derecho a la educaci¨®n porque favorecen el absentismo, el abandono o las dificultades de aprendizaje. Otras consecuencias sobre la salud son la contaminaci¨®n generada por las industrias mineras o de hidrocarburos, la destrucci¨®n de infraestructuras sanitarias y la propagaci¨®n de enfermedades.
Medidas realistas
Con esta campa?a, Entreculturas hace un llamamiento a los Gobiernos de pa¨ªses donde existen conflictos relacionados con los recursos naturales. Les exhortan a que recaben el consentimiento libre, previo e informado de las poblaciones locales y que respeten sus derechos fundamentales, sobre todo el derecho a la vida, a la alimentaci¨®n adecuada, a la salud y a la educaci¨®n. Sobre esta ¨²ltima, el informe recalca que es imprescindible que se refuercen los medios y la financiaci¨®n actuales para paliar los d¨¦ficits existentes. Un ejemplo positivo, en opini¨®n de los investigadores, es el de Etiop¨ªa, donde la pobreza se ha reducido a la mitad desde 1995, cuando empez¨® a aplicar programas educativos m¨¢s eficaces.
En el caso de las comunidades ind¨ªgenas, se hace especial hincapi¨¦ en la inversi¨®n en una educaci¨®n biling¨¹e, en un refuerzo del enfoque multicultural y de la orientaci¨®n de la educaci¨®n hacia el empoderamiento para la defensa de los derechos referidos a su estilo de vida, a la propiedad de la tierra y a la gesti¨®n de sus recursos.
Por otra parte, los autores consideran necesario incorporar la cuesti¨®n de la gobernanza de los recursos naturales en los procesos de paz y reconciliaci¨®n por parte de los Gobiernos en los pa¨ªses en conflicto, de los actores que desempe?an un papel de mediaci¨®n y de las organizaciones sociales que contribuyen a la restauraci¨®n de la paz.
Pese a todo, Hombeline Bahati sabe que ni Masisi ni Kivu ser¨¢n una tierra pac¨ªfica a corto plazo. Por eso pide adoptar medidas realistas para conseguir que la poblaci¨®n sobreviva de la manera m¨¢s digna posible y con acceso a los mejores recursos, tambi¨¦n dentro de las circunstancias. No se puede acabar la guerra de un d¨ªa para otro, pero s¨ª se puede sensibilizar a las comunidades locales sobre la importancia de la educaci¨®n. Ella, nacida en esa tierra ind¨®mita, va notando cambios. "La sensibilizaci¨®n es muy importante, cada vez m¨¢s padres entienden que es fundamental que sus hijos e hijas se formen. El aumento de la demanda se observa en que tambi¨¦n hay cada vez m¨¢s universidades y centros de formaci¨®n profesional. Antes eran para unos pocos privilegiados, pero en los ¨²ltimos a?os se ha normalizado el acceso", asegura.
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