Electricidad limpia y al precio justo
Las comunidades energ¨¦ticas abren la puerta a la participaci¨®n ciudadana en el mercado el¨¦ctrico, aportan eficiencia gracias a la proximidad entre demanda y generaci¨®n e impulsan la econom¨ªa local, pero su desarrollo sigue lastrado por el desconocimiento social y procesos de legalizaci¨®n que se demoran demasiado
Los objetivos de descarbonizaci¨®n acucian. Si la transici¨®n energ¨¦tica fuese un verbo, habr¨ªa que conjugarlo en presente, no en futuro. Con la Uni¨®n Europea apretando el acelerador con su programa Fit for 55 ¡ªreducir las emisiones de gases contaminantes un 55% en 2030¡ª, la demanda el¨¦ctrica necesaria para lograrlo se antoja inalcanzable. Si Espa?a aspira a un parque de cinco millones de veh¨ªculos el¨¦ctricos a finales de la d¨¦cada, y a electrificar los muelles de sus grandes puertos ¡ª?el de Barcelona, que inici¨® el proceso en 2020, reducir¨¢ un 38% las toneladas de ¨®xido de nitr¨®geno y CO2 emitidas durante los atraques¡ª, la generaci¨®n de energ¨ªa limpia debe apuntar en todas las direcciones posibles. ¡°Todo a la vez en todas partes¡±, resume Pedro Fresco, ex director general de Transici¨®n Ecol¨®gica de la Generalitat Valenciana. ¡°Lo que hay que hacer es tan imponente, tan poderoso, que no se puede perder a ning¨²n actor¡±, explica. Y el elenco del mercado el¨¦ctrico comienza a ampliarse; ya no es un mon¨®logo de grandes plantas productoras.
El impulso del autoconsumo energ¨¦tico en Espa?a dibuja un futuro de generaci¨®n distribuida. En 2022, el aumento de instalaciones fotovoltaicas para este uso fue de un 108% ¡ªm¨¢s de 2,5 gigavatios (GW)¡ª, del que un 32% corresponde al segmento dom¨¦stico (hasta 10 kilovatios). ¡°Much¨ªsimo¡±, seg¨²n Paula Santos, directora de Autoconsumo y Comunidades Energ¨¦ticas de la Uni¨®n Espa?ola Fotovoltaica (Unef), pues supone la mitad del acumulado desde 2014 (5,2 GW), pero apenas una gota en el oc¨¦ano que urge a dar el salto a su modalidad colectiva. Que la energ¨ªa generada por una instalaci¨®n renovable se distribuya entre un grupo de beneficiarios ubicados cerca de esta, ya sea mediante una colectividad de titularidad ¨²nica (empresarial o municipal) o de propiedad, gobernanza y uso cooperativo, las comunidades energ¨¦ticas.
¡°Debemos tener claro que en Espa?a no todos tenemos un tejado propio, casi el 70% de la poblaci¨®n vivimos en bloques de pisos [dos terceras partes en edificios de 10 o m¨¢s viviendas]¡±, advierte Julieta Maresca, subdirectora de Generaci¨®n Distribuida de Repsol, pionera entre las grandes energ¨¦ticas en este modelo. A trav¨¦s de su proyecto Solmatch ofrece ¡°una soluci¨®n energ¨¦tica 100% renovable basada en el autoconsumo colectivo como un servicio¡±, explica Maresca. Cualquier hogar o peque?o comercio a menos de dos kil¨®metros (distancia m¨¢xima que permite la normativa) del punto de generaci¨®n de alguna de sus 360 comunidades solares (ubicadas en estaciones de servicio, colegios, iglesias) puede solicitar conectarse y lograr un ahorro medio de un 20% en su factura (se paga una cuota mensual de 2,99 euros m¨¢s una tarifa de consumo de 1 c¨¦ntimo de euro por kW/hora).
¡°Est¨¢ pensado para que cualquier cliente, por peque?o que sea, sin dinero y sin tejado propio, tenga acceso a la energ¨ªa solar¡±, ahonda Isabel Reija, presidenta de Barter Energy, empresa con un modelo similar que articula una red de 100 proyectos solares (30 ya operativos) para una potencia acumulada de 5 megavatios (MW). Dispuestos en cubiertas arrendadas a terceros por la compa?¨ªa (escuelas, edificios administrativos, comunidades de propietarios), que ¡°sean solarizables, t¨¦cnicamente, y ¨®ptimas desde un punto de vista de mercado¡±, evitan al usuario un segundo handicap, explica Reija: la inversi¨®n inicial que requiere la instalaci¨®n. Y a?ade un tercer factor, la conexi¨®n local. ¡°Al final, est¨¢s consumiendo la energ¨ªa de tu pueblo o de tu colegio, hay un v¨ªnculo emocional que funciona muy bien¡±.
Valor social
Un paso m¨¢s all¨¢ de este autoconsumo colectivo, regulado por real decreto desde 2019, se encuentran las llamadas comunidades energ¨¦ticas, cuya normativa espec¨ªfica est¨¢ todav¨ªa en fase de consulta y presentaci¨®n de alegaciones. Se trata de entidades jur¨ªdicas, generalmente en forma de cooperativa, formadas por ciudadan¨ªa, pymes y administraciones locales que se unen para gestionar, de forma democr¨¢tica, una serie de recursos energ¨¦ticos renovables, principalmente de autoconsumo fotovoltaico. ¡°Tiene m¨¢s valor en sentido global un proyecto colectivo que otro individual de una empresa¡±, opina Pedro Fresco, miembro del consejo asesor de L¡¯Energ¨¨tica (energ¨¦tica p¨²blica de Catalu?a), ¡°porque es bueno que la gente sea copropietaria, y que la energ¨ªa sirva para reducir costes de pymes y de particulares, y paliar la pobreza energ¨¦tica. Es un valor social y un valor industrial en s¨ª mismo¡±.
En la pr¨¢ctica, abren una v¨ªa alternativa que permite a cualquier ciudadano formar parte del mercado energ¨¦tico, pues entre sus requisitos figura la libre adscripci¨®n y participaci¨®n (cualquier persona puede formar parte, y salir cuando quiera), y aunque son entidades sin ¨¢nimo de lucro, pueden generar actividad econ¨®mica que, en lugar de repartirse como dividendos, se reinvierte en la propia cooperativa, explica Emmanuel Silva, de la Oficina de Transici¨®n Energ¨¦tica. Las comunidades energ¨¦ticas ¡°aportan inclusi¨®n y participaci¨®n de la ciudadan¨ªa; eficiencia por la proximidad entre la demanda y la producci¨®n de energ¨ªa, y tambi¨¦n econom¨ªa local¡±, ampl¨ªa Juan Sancri, presidente de Sapiens Energ¨ªa, cooperativa dedicada al asesoramiento y desarrollo de este tipo de proyectos en un radio de 50 kil¨®metros desde su sede en Canet d¡¯en Berenguer (Valencia). Y a?ade otra clave: fomentan una transici¨®n energ¨¦tica m¨¢s justa, en la que ¡°aquel ciudadano, pyme o aut¨®nomo que quiera participar de la rentabilidad econ¨®mica que tiene el sector energ¨¦tico, tenga la posibilidad de hacerlo. Hasta ahora no se pod¨ªa; hemos sido meros pagadores de facturas¡±.
Pero el impulso que registra el autoconsumo (individual) en Espa?a no empuja igual en su modalidad colectiva, aun cuando se han multiplicado las ayudas p¨²blicas destinadas a ella, incluidas l¨ªneas de promoci¨®n espec¨ªficas para comunidades energ¨¦ticas. Aunque no disponen de cifras concretas, desde la Unef ¡°s¨ª intuimos que el autoconsumo colectivo representa menos del 1% del sector¡±, estima Paula Santos, cuyo trabajo se centra en detectar y abordar aquellas dificultades y barreras que lastran su desarrollo a mayor escala. Una de ellas, advierte, ¡°es la falta de informaci¨®n por parte de la ciudadan¨ªa¡±. En Espa?a ha calado la idea de que el autoconsumo es para gente que vive en un chal¨¦, una industria o un comercio, pero ¡°falta profundizar en un segundo concepto: que el autoconsumo se puede instalar en un bloque de edificios¡±. Eso s¨ª, reconoce Santos, siempre ser¨¢ mucho m¨¢s dif¨ªcil convencer a un grupo de personas que a una sola, sobre todo cuando adem¨¢s hay que formalizar una cooperativa para iniciar el proyecto.
¡°Para que una comunidad energ¨¦tica pueda prosperar hace falta un actor de confianza¡±, aconseja Pedro Fresco, ¡°especialmente en estos momentos en los que todav¨ªa no hay un n¨²mero de referencias lo suficientemente importante¡± en Espa?a. Por ejemplo, explica, la proyecci¨®n del p¨¢rroco de una iglesia hacia su comunidad de feligreses o, sobre todo, la de un Ayuntamiento entre los vecinos de un municipio. La comunidad energ¨¦tica de El Prat de Llobregat, poblaci¨®n de 65.000 habitantes a las afueras de Barcelona, es un claro ejemplo.
¡°Nosotros hemos tenido vocaci¨®n de una comunidad para toda la ciudad, donde introducimos a la industria, log¨ªstica, comercio y sector dom¨¦stico¡±, explica Joan Herrera, director de Acci¨®n Ambiental y Energ¨ªa en El Prat. ¡°Tambi¨¦n de una comunidad energ¨¦tica donde hubiese participaci¨®n privada, pero a su vez con liderazgo p¨²blico y ciudadano¡±, aclara, lo que ha cristalizado en un modelo de gobernanza que reparte la cuota democr¨¢tica entre Ayuntamiento (40%), peque?os inversores y empresas locales (40%) y una asociaci¨®n de usuarios (20%) con derecho a veto sobre grandes decisiones, cuyos miembros (unos 500 ya en lista de espera) no tienen que aportar capital inicial para participar, garantizando as¨ª ¡°el mando y la participaci¨®n abierta y voluntaria¡±, afirma Herrera. ¡°Como las comunidades energ¨¦ticas no deben tener como objetivo el ¨¢nimo de lucro, cuando est¨¢ el Ayuntamiento dentro la gente se f¨ªa¡±, puntualiza.
Agilizar procesos
Esta comunidad energ¨¦tica visibiliza tambi¨¦n el gran obst¨¢culo que frena actualmente el desarrollo de estos proyectos: la certificaci¨®n que requiere su puesta en marcha. ¡°A¨²n no tenemos procesos estandarizados ni ¨¢giles para legalizar las instalaciones de autoconsumo compartido, y esto es muy desincentivador para los socios¡±, lamenta Juan Sacri, de Sapiens Energ¨ªa, a quien le llev¨® 16 meses activar su primer proyecto colectivo all¨¢ en 2020, cuando una instalaci¨®n de autoconsumo individual puede estar operativa en cuesti¨®n de dos o tres semanas. ¡°En El Prat ya estamos preparados para ofrecer electricidad, pero no estamos pudiendo legalizar un megavatio de autoconsumo compartido, que es mucho¡±, denuncia Joan Herrera, quien apunta al papel de algunas distribuidoras el¨¦ctricas, responsables de integrar estas instalaciones en el sistema energ¨¦tico mediante la activaci¨®n de los puntos de conexi¨®n, proceso que suele demorarse un a?o. ¡°Las distribuidoras deben cumplir su funci¨®n porque, si no, no habr¨¢ modelo distribuido y participado, y el autoconsumo ser¨¢ solo para quien tenga un tejado en su casa¡±, advierte.
Hay brotes verdes. Desde la Consejer¨ªa de Econom¨ªa Sostenible de la Generalitat Valenciana se ha impulsado un convenio con i-DE (empresa de distribuci¨®n de Iberdrola) para agilizar estos tr¨¢mites, que incluye a la Consejer¨ªa de Industria ¡ªcompetente en la autorizaci¨®n de instalaciones¡ª, as¨ª como a Grupo Enercoop y Sapiens Energ¨ªa, principales promotores de comunidades energ¨¦ticas en la regi¨®n, ¡°para sentar en una misma mesa a los cuatro actores que participan en el proceso y poner en com¨²n la problem¨¢tica¡±, explica Juan Sacri. Por ejemplo, la necesidad de crear la figura del gestor del autoconsumo compartido (ya existe en Portugal), que como representante de los autoconsumidores asociados acelere la toma de decisiones dentro de las cooperativas, agilizando la fase de legalizaci¨®n. En los ¨²ltimos proyectos desarrollados por Sapiens, ¡°nos est¨¢ llevando entre cuatro y seis meses, que es un gran avance¡±, asegura Sacri. Desde la Asociaci¨®n Valenciana de Comunidades Energ¨¦ticas se tiene constancia de unos 90 proyectos en desarrollo en la regi¨®n, lo que implica que en torno a un 20% de sus 542 municipios ya contar¨ªa con uno de ellos.
¡°Quien piense que las distribuidoras est¨¢n frenando esto porque se sientan amenazadas por las comunidades energ¨¦ticas est¨¢ entrando en un pensamiento conspiranoico¡±, avisa Pedro Fresco. ¡°Viendo la dimensi¨®n de un proyecto de este tipo [cuya potencia media es de 100 kilovatios], no le supone nada a una gran empresa¡±. Incluso si se activasen de golpe los m¨¢s de 400 proyectos de comunidades energ¨¦ticas en desarrollo que recoge el mapa de la Oficina de Transici¨®n Energ¨¦tica, esto supondr¨ªa una cuota de 40 megavatios de energ¨ªa solar, ¡°que es lo que genera una sola central hidroel¨¦ctrica durante una hora¡±, asegura, haciendo n¨²meros r¨¢pidamente. Para Fresco, que s¨ª coincide en que las distribuidoras son el cuello de botella principal en la legalizaci¨®n de proyectos de autoconsumo colectivo, la cuesti¨®n estriba en que no es una prioridad para estas corporaciones, ¡°en las que hemos encontrado, por ejemplo, sistemas inform¨¢ticos y toda una burocracia para activar estos autoconsumos compartidos todav¨ªa muy manual; un proceso que no estaba suficientemente actualizado¡±. Hay mercado de sobra para todos, grandes y peque?os, apostilla. Todo a la vez en todas partes.
Una vocaci¨®n transformadora m¨¢s amplia
Aunque la casi totalidad de las comunidades energéticas en España arrancan con proyectos de autoconsumo colectivo (fotovoltaica), su vocación transformadora dentro del sector energético en más amplia. Incluye programas de alfabetización energética, proyectos de almacenamiento, gestión de la demanda, así como iniciativas de coche eléctrico compartido y planes de movilidad eléctrica, explica Emmanuel Silva, de la Oficina de Transición Energética, organización que, a través de una búsqueda activa, ofrece en su página web un mapa interactivo con los más de 400 proyectos de comunidades energéticas que hay en desarrollo en España actualmente.
Un ejemplo de cómo estas comunidades pueden impulsar proyectos de inclusión social y desarrollo local es el que ha puesto en marcha la organización Comunitaria en el barrio de Los Pajaritos, uno de los más deprimidos de Sevilla. La venta del excedente que generan las placas solares instaladas en las parroquias de La Candelaria y la Blanca Paloma se convierte en una moneda virtual (illa) . De esta forma, gracias al margen económico que estos negocios consiguen al pagar a través de los productos que vende, consiguen rebajar también su factura de la luz.
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