Una herencia erigida sobre el pasado y el presente
Un viaje geogr¨¢fico y cultural a trav¨¦s de un legado hist¨®rico inmenso, que se traslada de lo contempor¨¢neo a lo cl¨¢sico
La bruma h¨²meda se levanta mientras el autob¨²s trata de aparcar en doble fila. Despierta M¨¦rida (Badajoz). Capital de Extremadura. Patrimonio de la humanidad desde 1993. En la cuarta planta de la Asamblea extreme?a, un largo pasillo lleva al despacho de Nuria Flores (Navalmoral de la Mata, 1987). Consejera de Cultura, Turismo y Deporte. Tiene 35 a?os. Es la m¨¢s joven del Gobierno de Guillermo Fern¨¢ndez Vara (PSOE).
El despacho es amplio. Un paralelep¨ªpedo. La luz resbala a trav¨¦s de un extenso ventanal a la izquierda. Se deshace la bruma h¨²meda. Pelo oscuro, cae, lacio, sobre las espaldas; ojos marrones. Un arete negro en la nariz. Viste como una milenial y la asociaci¨®n con Jacinda Ardern, la joven presidenta neozelandesa, resulta veloz. ¡°Es important¨ªsimo que las mujeres estemos en puestos de responsabilidad. Nos ha costado toda una vida¡±. Y a?ade: ¡°Tenemos una forma diferente de entender la pol¨ªtica: un toque m¨¢s emocional¡±. Sobre la mesa de madera, una carpeta de cart¨®n. Ha preparado la entrevista. Mira a los ojos. ¡°No nos han educado para esperar otros 100 a?os. Somos mujeres empoderadas que luchamos por la igualdad¡±, reflexiona.
Toca, ahora, hablar de cultura y de un tiempo pol¨ªtico que acaba. Llegan elecciones auton¨®micas. Dejar atr¨¢s lo que no tiene retorno: ¡°La pandemia nos rob¨® absolutamente todo¡±, admite con tristeza. Era su primera vez en la Administraci¨®n. Toca, de nuevo, hablar de cultura. Queda para una posible reelecci¨®n crear un ¡°laboratorio cultural¡±. Una incubadora de proyectos basados en el conocimiento. Es su gran ilusi¨®n. Tambi¨¦n esa idea saramaguiana de Iberia. Un mismo pa¨ªs. Id¨¦ntica tierra. ¡°La frontera con Portugal no existe¡±, sostiene.
Quiz¨¢ pronto un ni?o o una ni?a borren la l¨ªnea del horizonte con una goma de nata y su geograf¨ªa. Aunque reconoce que la cultura necesita infraestructuras. ¡°Llevamos mucho tiempo siendo una isla ferroviaria¡±, lamenta. Pese a que echa de menos el traqueteo del metal y el paso r¨¢pido de las traviesas, el arte halla sus v¨ªas.
M¨¦rida se hace grande
Adentr¨¢ndose en el centro de la ciudad, el Museo Nacional de Arte Romano de M¨¦rida (MNAR), del arquitecto Rafael Moneo, es capaz de iluminar la antig¨¹edad a unos 250.000 visitantes anuales. Es tiempo de cumplir sue?os igual que se desploman estrellas fugaces. Tras a?os de espera, por fin, se ampliar¨¢. Un edificio de nueva planta, que supondr¨¢ un 70% del total, y la reforma del ala de exposiciones temporales, el otro 30%. Una alegr¨ªa que Trinidad Nogales, su directora, transmite en el di¨¢logo. En principio ¡ªlas obras son siempre dif¨ªciles de predecir¡ª, estar¨¢ concluido en 2025. Pero el tiempo en un museo de arte antiguo transcurre con otro tictac. El valor es lo que permite. Un sal¨®n de actos para 240 personas, nuevas ¨¢reas dedicadas a investigadores, ampliar la biblioteca ¡ªdesgrana Nogales¡ª, mejorar las instalaciones de documentaci¨®n, ampliar la plantilla, ¡°algo muy necesario¡±, en unas ocho personas, o conservar la colecci¨®n de placas de cristal fotogr¨¢fico que empieza en 1838. El coste supera los nueve millones de euros y la ampliaci¨®n supone a?adir 1.737 metros cuadrados de superficie ¨²til. Y hay que aprovechar algunos cambios que proceden de la pandemia. ¡°El turismo espa?ol se ha vuelto mucho m¨¢s ordenado en sus visitas. Las prepara mejor y con tiempo¡±, subraya la responsable.
Un festival cercano
Desde luego, M¨¦rida, como la canci¨®n, es puro teatro. Su Festival Internacional es capaz de llenar sus 3.100 plazas. A?o tras a?o. ?S¨®focles o Esquilo de moda en el siglo XXI? Pues gusta. Su director, Jes¨²s Cimarro, lleva 12 a?os en la direcci¨®n a trav¨¦s de su productora, Pentaci¨®n. ¡°Programamos espec?t¨¢culos que tengan una mirada contempor¨¢nea¡±, narra. ¡°E incorporamos a artistas populares¡±. Es como si en un reloj de arena mezclaran ¨¦pocas diferentes y lo fueran volteando. Las voces declamadas producen su particular eco y el festival replica sedes en Regina, Medell¨ªn y C¨¢parra. El milagro de la multiplicaci¨®n de los panes y los peces. Una ciudad de 60.000 habitantes atrae con sus representaciones (antes de la pandemia) a unos 282.000 espectadores. M¨¦rida Augusta. M¨¦rida en su plaza Alta. Las casas mud¨¦jares, la alcazaba. Y en alguna parte, entre sus calles, nacieron los tangos flamencos y los jaleos. Dos palos esenciales de los cerca de 50 del flamenco. La sobrecogedora La leyenda del tiempo (1979), de Camar¨®n de la Isla, es un jaleo. Arranca as¨ª: ¡°El sue?o va sobre el tiempo / flotando como un velero, / flotando como un velero¡±. Y cierra: ¡°Nadie puede abrir semillas / en el coraz¨®n del sue?o, / en el coraz¨®n del sue?o¡±.
Bajando. Caminando en contra de los pasos. Hay otro arte. Este actual. El Museo Extreme?o e Iberoamericano de Arte Contempor¨¢neo (Meiac). Badajoz. Naci¨® en 1995 y nunca quiso proponer una colecci¨®n cl¨®nica a la de otras propuestas p¨²blicas o privadas. ¡°Buscamos una singularidad. Y la hallamos con nuestra ubicaci¨®n fronteriza con Portugal y la relaci¨®n hist¨®rica a trav¨¦s de Am¨¦rica Latina¡±, resume su directora, Catalina Pulido. ¡°Y a la vez recuperar el relato de artistas propios como Timoteo P¨¦rez Rubio o Godofredo Ortega Mu?oz¡±. Trabajar en red con el territorio y ser un eje que ¡ªdetalla su responsable¡ª vertebra no solo nuestra comunidad, sino el pa¨ªs. La totalidad de los fondos son p¨²blicos y el presupuesto para compras ha ido reduci¨¦ndose.
Sin embargo, en una ciudad como M¨¦rida resulta imposible no extraviarse y recuperar ese camino de pasos perdidos. Este mapa monumental de calles y edificios tiene la bella rareza de estar vivo. El patrimonio se usa. Y se conserva. ¡°Somos la ¨²nica ciudad donde resulta obligatorio presentar un estudio arqueol¨®gico antes de que se pueda construir. Un par?ticular que encuentre restos en un inmueble de su propiedad lo debe comunicar. Se estudian. Se protegen. Y a partir de ah¨ª, si se dan las condiciones, se le permite seguir construyendo¡±, describe F¨¦lix Planas, director del Consorcio de la Ciudad Monumental de M¨¦rida. Estas semanas est¨¢n excavando la zona posterior del Teatro de M¨¦rida. Falta por desentra?ar entre el 25% y el 35% de los restos. Tambi¨¦n se est¨¢ excavando la Huerta de Otero, donde ya han salido a la luz ¡ªgracias al Consorcio¡ª una docena de enterramientos de ¨¦poca isl¨¢mica localizados dentro de un cementerio de finales del siglo XII. ?Qu¨¦ m¨¢s ocultar¨¢?
Y, de repente, la noche. El asombro. La evidencia de la mayor hecatombe de animales (caballos, burros, asnos, equinos, vacas, cerdos) en el Mediterr¨¢neo. El yacimiento arqueol¨®gico de Casas del Turu?uelo. En el t¨¦rmino municipal de Guare?a (Badajoz), cerca de Yelbes, relativamente pr¨®xima a la necr¨®polis tart¨¦sica de Medell¨ªn. Un imponente conjunto de 13 edificios (por ahora) tart¨¦sicos de dos plantas ¨²nico en el Mare Nostrum. La funci¨®n resulta incierta. ?Santuario o centro administrativo? No se han encontrado zonas de defensa. Pero dada su ubicaci¨®n, cercana al r¨ªo B¨²rdalo (Vegas Altas del Guadiana), se controlaba desde all¨ª un extenso territorio. Solo un final incre¨ªble. Sus moradores (quiz¨¢ cercados por las inundaciones o la sequ¨ªa extrema) decidieron darse un inmenso fest¨ªn y sacrificar valiosos animales. Despu¨¦s lo quemaron todo. Lo taparon y desaparecieron. Por ahora, se ha desenterrado el 35% del yacimiento. Habr¨¢ m¨¢s sorpresas. Una suerte similar sufri¨® el de Cancho Roano. Fue el primero (1978) en descubrirse y excavarse. Hasta 2014, los arque¨®logos no repararon en los t¨²mulos que ¡°escond¨ªa¡± Casas del Turu?uelo.
En este viaje por la Extremadura secreta, en Fuente del Arco, en una esquina de Badajoz, entre olivos y arroyos que traen poca agua, la ermita de la Virgen del Ara. Por fuera no tiene nada de especial. Una de muchas. Dentro es otra cosa. Al entrar, la b¨®veda de la nave est¨¢ decorada con im¨¢genes del Antiguo Testamento. Son 26 piezas que abarcan del siglo XIV al XVIII. Como Miguel ?ngel trabajando sobre su obra maestra, la Capilla Sixtina de Extremadura (as¨ª la nombran los lugare?os, quiz¨¢ con un exceso de fe) sorprende por inesperada. Esas pinturas al fresco parecen ajenas por el estilo a su tiempo y su lugar. De regreso a M¨¦rida, tras 79 minutos en tren y contemplar el puente de 792 metros que atraviesa el Guadiana, o el palacio de congresos a orillas del r¨ªo, y las cig¨¹e?as anidando sus cr¨ªas en las zonas m¨¢s elevadas de las dovelas de los puentes, uno se apea en C¨¢ceres. Patrimonio mundial desde 1986.
Modernidad con clase
En arte contempor¨¢neo, es el feudo del Museo de Arte Contempor¨¢neo Helga de Alvear. La arquitectura es de Emilio Tu?¨®n. Las 3.000 obras de arte y el edificio son un regalo de la generosa coleccionista de origen alem¨¢n. Citar nombres ser¨ªa incidir sobre lo obvio. Picasso, Thomas Demand, Isaac Julien, Paul Klee, Damien Hirst, Ai Weiwei o Wolfgang Tillmans. Quiz¨¢ demasiado cerca del canon del mercado. Pero con atenci¨®n se descubren algunas joyas. Un peque?o papel de Agnes Martin o un lienzo saturado de materia gris pedernal de los a?os sesenta de T¨¤pies. ¡°Est¨¢ muy cansada, preparando un viaje, y no tiene tiempo para entrevistas¡±, se disculpan, amables, en la instituci¨®n. Su voz ¡ªde 85 a?os¡ª ya se escuch¨® en el pasado Arco cuando pag¨® 900.000 euros por una obra de Juan Mu?oz. Tambi¨¦n su mirada. Siempre fue as¨ª. Ve, se enamora y compra. Este es para Helga el significado del infinitivo coleccionar. Incluso algunas galer¨ªas buscan en las ferias situarse al lado de su stand.
¡ªEs como tener una t¨ªa rica, enormemente generosa; es maravillosa ¡ª?concede una de las personas encargadas de la recepci¨®n¡ª. Al a?o, 100.000 personas visitan el espacio.
Ahora, subiendo por la calle de Sierpes (su famosa hom¨®nima sevillana es conocida por sus bares, atestada de terrazas y congestionada de vida) se llega al Museo de C¨¢ceres. Es el ¨²nico de Extremadura que abarca testimonios culturales desde la primera presencia humana en el Paleol¨ªtico hasta las vanguardias cl¨¢sicas espa?olas. Restos de la cueva de Maltravieso, descubierta en 1951; la primera colecci¨®n etnogr¨¢fica p¨²blica, los verracos (figuras zoom¨®rficas talladas en granito que representan cerdos, jabal¨ªes o toros) y un aljibe isl¨¢mico de los siglo XI y XII de 15 metros de ancho por 10 de largo. Sobre arquer¨ªa, paralelas formadas por 16 arcos de herradura. En la colecci¨®n de arte gobierna una arpillera de Manuel Millares de 1959. Cubriendo parte de la tela rota, una mancha central roja que refleja, y sangra, sin duda, la represi¨®n de la dictadura franquista.
Rincones infinitos
Este es un viaje incompleto. Mide unas 2.000 palabras de distancia. Queda tanto. El casco hist¨®rico de Plasencia; el teatro romano y la alcazaba de Reina (Badajoz); la ciudad monumental de Trujillo, hogar de grandes navegantes; Zafra y sus calles, que zigzaguean al igual que improvisadas notas de un m¨²sico de jazz. Y la leyenda del real monasterio de Guadalupe. All¨ª donde los Reyes Cat¨®licos firmaron, el 20 de junio de 1492, las cartas dirigidas a los alcaldes de Palos y Moguer, en Huelva, para que Col¨®n dispusiera de sus carabelas y pudiera zarpar hacia la mayor aventura de la historia. Incluso Cervantes, en 1580, ofreci¨® a la Virgen las cadenas de su cautiverio en Argel. En aquellos a?os, la bas¨ªlica contaba con un espacio que acog¨ªa los grilletes de los liberados. Apuntes sobre un papel infinito.
Pero el relato empieza con la niebla del alba y con Nuria Flores. Resulta justo que termine tambi¨¦n ah¨ª. ¡°En el gobierno, a veces es complicado lidiar con gente que te saca 30 a?os y que ve las cosas igual que d¨¦cadas atr¨¢s¡±, observa. Pero quiere cambiar la comunidad. Amante de las m¨²sicas, las actuales y las de siempre, le gustar¨ªa escuchar el flamenco en los conservatorios. ¡°Y preguntarles a los j¨®venes qu¨¦ quieren. ?Lo hemos hecho?¡±, se interroga. Canta la leyenda de Camar¨®n: ¡°Y si el sue?o finge muros / en la llanura del tiempo, / en la llanura del tiempo¡±. Y como la Tor¨¢, el libro sagrado jud¨ªo, hace referencia a las personas sabias. Escuchemos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.