Las dos caras del dilema energ¨¦tico alem¨¢n
El ¨²ltimo pueblo nuclear y el primero autoabastecido con renovables ilustran los desaf¨ªos de un pa¨ªs que ha tenido que buscar alternativas al gas ruso barato tras la invasi¨®n de Ucrania

Jochen Winkler saluda al pasar junto a los operarios que se afanan en arreglar un peque?o desperfecto y abre las puertas del auditorio de Neckarwestheim, un pueblo a orillas del r¨ªo Neckar rodeado de vi?edos y tierras de labranza. ¡°Tiene capacidad para 1.000 personas¡±, afirma con un punto de orgullo. El edificio, de factura moderna y casi tan largo como el campo de f¨²tbol adyacente, desentona en una localidad de 4.200 habitantes. Tiene hasta aparcamiento subterr¨¢neo, a?ade Winkler, el alcalde: ¡°Es producto de la ¨¦poca dorada. Esos tiempos terminaron. Ahora somos un pueblo normal¡±.
Durante varias d¨¦cadas, Neckarwestheim, a 50 kil¨®metros al norte de Stuttgart, fue conocido en Alemania como ¡°el pueblo at¨®mico¡±. A escasos centenares de metros de las casas se alza la central nuclear del mismo nombre, construida en 1976 y ampliada con una segunda unidad en 1989. Lleg¨® a dar trabajo a 1.200 personas, 200 de ellas oriundas de la localidad, y llen¨® ¡ªgracias a los impuestos¡ª las arcas municipales. As¨ª consigui¨® este municipio un auditorio que ser¨ªa la envidia de una ciudad mediana, un edificio multiusos para las asociaciones locales, instalaciones deportivas de primer nivel y hasta una red de guarder¨ªas p¨²blicas en la que nunca han faltado plazas.
La decisi¨®n de Alemania de poner fin a la era de la energ¨ªa nuclear apag¨® el caracter¨ªstico humo blanco de Neckarwestheim en abril de 2023. Junto con Isar II, en Baviera, y Emsland, en Baja Sajonia, produjo el ¨²ltimo kilovatio hora nuclear de un pa¨ªs que lleg¨® a tener 17 reactores simult¨¢neamente en funcionamiento. Cubr¨ªan hasta la tercera parte de la demanda de electricidad. Ni la crisis energ¨¦tica desatada por la invasi¨®n rusa de Ucrania desvi¨® a Berl¨ªn del rumbo marcado m¨¢s de una d¨¦cada antes, en tiempos de Angela Merkel. En 2011, la canciller democristiana decret¨® el apag¨®n nuclear apenas tres meses despu¨¦s del accidente de Fukushima.
La central vertebr¨® la vida en el pueblo durante casi medio siglo, explica Winkler, de 49 a?os, un independiente que fue reelegido alcalde el a?o pasado con el 99% de los votos. M¨¢s all¨¢ de lo material ¡ªdaba trabajo y nutr¨ªa de clientes a los comercios y hoteles de la zona¡ª, formaba parte del paisaje diario. A¨²n lo hace, porque tardar¨¢ entre 10 y 15 a?os en ser desmantelada. Desde la mayor¨ªa de calles se atisban las c¨²pulas de los reactores. ¡°Muchos aqu¨ª han vivido el cierre con tristeza y con inquietud por el elevado precio de la energ¨ªa¡±, asegura el alcalde. A ¨¦l le corresponde ahora la tarea de gestionar las instalaciones de los ¡°a?os dorados¡± con una d¨¦cima parte de los ingresos: ¡°Hemos vivido bien; ahora toca ajustarse el cintur¨®n¡±.
Los desaf¨ªos a los que se enfrenta el ¨²ltimo pueblo at¨®mico son el reflejo de la crisis energ¨¦tica que afecta a la primera econom¨ªa de Europa. La guerra en Ucrania y la p¨¦rdida del gas ruso que llegaba a trav¨¦s del gasoducto NordStream han complicado la transici¨®n a una econom¨ªa baja en carbono y han colocado a Alemania en una encrucijada.
El mundo aplaudi¨® a Berl¨ªn cuando fue capaz de buscar alternativas al gas ruso con rapidez, pero ahora se pone en cuesti¨®n su pol¨ªtica energ¨¦tica, que est¨¢ afectando a la competitividad de sus empresas. La subida de los precios de la energ¨ªa y la inflaci¨®n han sido el caldo de cultivo de un descontento que se traslada a las urnas. Los alemanes votan un nuevo Parlamento el 23 de febrero y la formaci¨®n de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD) conseguir¨ªa el segundo puesto, seg¨²n las encuestas.
Berl¨ªn se marc¨® un objetivo ambicioso: la neutralidad clim¨¢tica en 2045. Muchas voces se cuestionan si puede conseguirlo sin energ¨ªa nuclear y con las renovables a¨²n en expansi¨®n. Algunos expertos en energ¨ªa, como Philipp J?ger, de la oficina en Berl¨ªn del Centro Jacques Delors, son optimistas: ¡°En comparaci¨®n con otros pa¨ªses, Alemania est¨¢ en una trayectoria bastante buena, especialmente en la descarbonizaci¨®n de su sector energ¨¦tico. La electricidad es cada vez m¨¢s barata, m¨¢s ecol¨®gica y m¨¢s abundante, y los indicadores para los pr¨®ximos a?os parecen prometedores¡±. En su opini¨®n, es el discurso pol¨ªtico el que peca de pesimismo, por estar el pa¨ªs inmerso en campa?a electoral.
J?ger muestra uno de esos indicadores positivos: el n¨²mero de permisos concedidos para instalar aerogeneradores. En el gr¨¢fico, que compara varios pa¨ªses, entre ellos Espa?a, se aprecia c¨®mo a partir de 2022 ¡ªcuando el Gobierno tripartito de Olaf Scholz introdujo reformas¡ª la l¨ªnea de Alemania se dispara hacia arriba.
Pero a ciudadanos como Isolde, que prefiere no dar su apellido, les preocupa el aqu¨ª y ahora. Se mud¨® a Neckarwestheim en 1981, cuando la central ya estaba operativa. Nunca tuvo miedo de vivir a tiro de piedra de un reactor, ni siquiera tras el desastre de Chern¨®bil, en 1986, que marc¨® profundamente a toda una generaci¨®n de alemanes y fue la semilla del movimiento antinuclear m¨¢s potente de Europa. ¡°Mire, si esto explotara, es lo mismo estar aqu¨ª o a 50 kil¨®metros¡±, dice con tono burl¨®n a la salida de la ¨²nica cafeter¨ªa del pueblo. Cuando se le menta la pol¨ªtica energ¨¦tica de Berl¨ªn, sacude la cabeza: ¡°Me parece una estupidez lo que hemos hecho. Hemos abandonado una energ¨ªa y no tenemos preparada la otra, y ahora la compramos m¨¢s cara en el extranjero¡±.
Alemania produjo con combustibles f¨®siles las dos terceras partes de la energ¨ªa total que consumi¨® en 2024. La generaci¨®n de electricidad es cada vez m¨¢s verde ¡ªel a?o pasado se alcanz¨® un hito, una cuota del 62,7% de energ¨ªas renovables, el mix m¨¢s limpio de la historia, seg¨²n el Instituto Fraunhofer¡ª, pero el sector industrial sigue siendo muy dependiente de los hidrocarburos.
Cuando el gas ruso dej¨® de fluir por los gasoductos, Alemania construy¨® en tiempo r¨¦cord regasificadoras en su costa para recibir barcos metaneros cargados de gas natural licuado (GNL). No fue barato. A pesar de las ayudas que han ayudado a amortiguar el golpe, las empresas pagan la energ¨ªa m¨¢s cara que cuando llegaba por tubo. En una encuesta reciente, m¨¢s de la mitad de las compa?¨ªas se quejaban de que la transici¨®n energ¨¦tica perjudica su competitividad.
En Sch?nau, un pintoresco pueblo en plena Selva Negra, la cuesti¨®n no es si Berl¨ªn se ha equivocado con el apag¨®n nuclear, sino por qu¨¦ ha tardado tanto en hacerlo. La otra cara del dilema energ¨¦tico alem¨¢n se halla a solo 220 kil¨®metros al sur de Neckarwestheim, en el mismo Estado federado de Baden-Wurtemberg. Al enfilar la carretera que serpentea junto al r¨ªo Wiese sorprende ver la cantidad de tejados a dos aguas t¨ªpicos de la zona cubiertos de placas solares. Lo est¨¢ hasta la cubierta de la iglesia, monumento protegido, el primero en funcionar como una instalaci¨®n fotovoltaica en Alemania.
La prensa de la ¨¦poca bautiz¨® como ¡°los rebeldes el¨¦ctricos¡± al grupo de j¨®venes activistas liderados por Michael y Ursula Sladek que, hartos de la empresa que gestionaba la red, montaron una cooperativa para comprarla y tratar de ser autosuficientes con electricidad renovable. Cost¨® a?os de lucha, varios refer¨¦ndums y disputas en los tribunales, pero esta localidad de 2.400 habitantes a una hora en coche de Basilea se convirti¨® hace 30 a?os en la primera que pudo recuperar la propiedad de su red. Hoy es un s¨ªmbolo de la lucha por el suministro energ¨¦tico independiente y decenas de pueblos y ciudades, incluida la capital, Berl¨ªn, han seguido sus pasos.
Sebastian Sladek conduce su coche Tesla a velocidad de v¨¦rtigo por una estrecha carretera de monta?a para subir a ¡°las mejores vistas¡± de Sch?nau. Incluso con lluvia y el cielo encapotado, el paisaje es magn¨ªfico. Desde all¨ª se?ala las placas fotovoltaicas, la central hidroel¨¦ctrica, el aerogenerador, la planta de biog¨¢s... Todo lo que gestiona BWS, la cooperativa que ha continuado el sue?o de sus padres y ahora tiene 160.000 clientes por toda Alemania. ?l es uno de los miembros de la junta directiva. ¡°Hemos demostrado que se puede producir energ¨ªa limpia y tener beneficios¡±, asegura. Beneficios que est¨¢n limitados (a un 3%), as¨ª como el n¨²mero de acciones que puede acumular una sola persona.
Sladek ten¨ªa 9 a?os cuando ocurri¨® el accidente de Chern¨®bil, pero dice que recuerda perfectamente el p¨¢nico que se desat¨® en su pueblo: ¡°Hab¨ªa polic¨ªas en el mercado confiscando fruta y verdura, y las madres buscaban leche de f¨®rmula producida antes del desastre. Mis padres y otros vecinos se preguntaron: ?Y ahora qu¨¦ hacemos? Cre¨ªamos que la energ¨ªa nuclear es segura, nos hab¨ªan dicho que era segura¡±, recuerda. Sladek mantiene que el apag¨®n es lo mejor que ha podido hacer Alemania: ¡°La explosi¨®n ocurri¨® a 2.500 kil¨®metros de aqu¨ª y a¨²n hoy si sales de caza hay que ir con un contador Geiger para comprobar si est¨¢ contaminado¡±.
Mantener los reactores abiertos ¡°habr¨ªa tenido un peque?o efecto positivo en los precios, pero no hay que sobreestimarlo¡±, dice J?ger. Los ¨²ltimos tres apenas produc¨ªan el 6% de la electricidad. ?Podr¨ªan volver a ponerse en marcha con un Gobierno liderado por el democristiano Friedrich Merz? ¡°Los conservadores son m¨¢s favorables a la nuclear, y hablan de ¡®neutralidad tecnol¨®gica¡¯ [...], pero creo que la ret¨®rica de la CDU/CSU se va a quedar solo en eso, en ret¨®rica durante una campa?a electoral. Dar marcha atr¨¢s a la decisi¨®n ser¨ªa caro y dif¨ªcil, algo que en privado todos los pol¨ªticos admiten¡±, a?ade.
En su granja a las afueras de Neckarwestheim, el viticultor Gottfried Kazenwadel lamenta el fin de la ¨¦poca de vacas gordas. Pero el apag¨®n nuclear era necesario, dice, y no tiene marcha atr¨¢s. Acusa a los pol¨ªticos de falta de preparaci¨®n. ¡°La energ¨ªa se produce en el norte pero la industria est¨¢ en sur. Ese es el gran problema de Alemania¡±, coincide el alcalde de Neckarwestheim. El tan necesario enlace el¨¦ctrico norte-sur se est¨¢ construyendo ahora pese a ser una pieza clave de la infraestructura energ¨¦tica del pa¨ªs.
En la campa?a se habla mucho de inmigraci¨®n, pero Winkler cree que la energ¨ªa tambi¨¦n decide votos. Teme que los partidos populistas saquen r¨¦dito del enfado que ha generado la err¨¢tica pol¨ªtica energ¨¦tica de los ¨²ltimos a?os: ¡°Es cierto que el Gobierno se ha enfrentado a crisis fuera de su control, como la guerra de Ucrania, pero han querido imponer una transici¨®n energ¨¦tica apresurada. AfD seguir¨¢ creciendo a menos que los pol¨ªticos en Berl¨ªn empiecen a resolver el problema¡±.
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