El m¨¦todo Estivill se supera (pero mejor no lo hagas)
Mi primog¨¦nita ha llegado a la mayor¨ªa de edad y se me vienen a la cabeza muchos momentos de estos m¨¢s de 18 a?os. Reconozco que algunas de las cosas que hice durante la crianza no las volver¨ªa a hacer

S¨¦ que es un topicazo, pero lo tengo que decir: ?C¨®mo pasa el tiempo! ?Qu¨¦ deprisa crecen los hijos! Tambi¨¦n s¨¦ que suena muy carca, pero que tu primog¨¦nita supere la mayor¨ªa de edad te hace sentirte de repente como tu madre. Ya te ves hasta con nietos. Si tuviera su primer hijo a la misma edad que la tuve yo a ella, en 10 a?os ser¨ªa abuela. Ahora entiendo que a mis suegros les resultara duro. Ser abuelo a las 50 sienta como una bofetada.
Hemos pasado de regalarle Legos por su cumplea?os a apuntarla a la autoescuela. Estas pasadas navidades me entr¨® una especie de nostalgia juguetera. Echaba de menos una navidad con ni?os, y le regal¨¦ una figura de Edna Moda, la dise?adora de ropa de Los Incre¨ªbles, que me encanta por ser una mujer que a¨²na en su trabajo disciplinas como el dise?o y la tecnolog¨ªa. Estas navidades pasadas posiblemente sean las ¨²ltimas en alg¨²n tiempo que pasemos todos juntos. No hemos visto al resto de la familia, por la pandemia, y los hemos echado de menos.
Pero lo que m¨¢s me gusta de todo esto es que hemos superado una adolescencia, una de las tres que nos han tocado. Y no ha salido tan mal. A pesar de todo lo que hicimos fatal. Y a pesar de lo que hicimos bien, pero cre¨ªmos que estaba mal de todos modos. Son tantas las cosas que me vienen a la memoria de estos m¨¢s de 18 a?os que soy madre. Porque, como dice Mar¨ªa Mart¨ªn G¨®mez en su libro Diario de una fil¨®sofa embarazada, una es madre desde el momento en el que se embaraza. Y ya lo es para toda la vida. Por cierto, recomiendo la lectura de este libro-diario, personal, ¨ªntimo, lleno de reflexiones y cavilaciones que muchas madres compartimos, pero enriquecidas desde el pensamiento filos¨®fico.
Leer el libro de Mar¨ªa Mart¨ªn justo cuando faltan pocos d¨ªas para que mi hija cumpla 18 a?os me ha hecho recordar todos los miedos que he pasado. Empezaron ya en el embarazo, cuando el resultado del triple screening arroj¨® un riesgo alto de que el beb¨¦ tuviera s¨ªndrome de Down. Tuvimos que esperar tres semanas para conocer los resultados de la amniocentesis. Ahora creo que hay pruebas no intrusivas mucho m¨¢s r¨¢pidas. Esas tres semanas fueron horrorosas. El ginec¨®logo nos dijo sin ninguna delicadeza que, si el cariotipo confirmaba el diagn¨®stico, y ten¨ªa trisom¨ªa 21, a¨²n estar¨ªamos a tiempo de abortar. As¨ª, sin m¨¢s pre¨¢mbulos ni avisos.
Yo soy una mujer de ciencia, ingeniera para ser precisos. La l¨®gica impera en mi pensamiento. Pero las emociones y los sentimientos no los explican la ingenier¨ªa, no. As¨ª que por mucho que un m¨¦dico me recomendara abortar, eso no era lo que me dictaba el coraz¨®n. Durante esas tres semanas cada vez que sal¨ªa a la calle y ve¨ªa un beb¨¦, quer¨ªa llorar. Eso no puede ser bueno para un feto. ?Notar¨ªa que su madre estaba atrapada entre la recomendaci¨®n m¨¦dica de abortar y el amor que ya sent¨ªa por ella, con ese deseo de traerla al mundo y abrazarla que no se puede explicar de manera racional? Por suerte, no tuve que tomar ninguna decisi¨®n de semejante trascendencia. No se confirm¨®. Un mal trago superado.
Superamos tambi¨¦n las culpas. Mucho sentimiento de culpa. El primero suele llegar despu¨¦s de la baja por maternidad, cuando tienes que incorporarte al trabajo. Pero mi primer sentimiento de culpabilidad fue mucho antes. En el primer trimestre de embarazo, trabajando en Portugal en el despliegue de la red 3G, me perd¨ªa revisiones mientras pasaba horas junto a nodos de pruebas que radiaban muy cerca de los ingenieros que all¨ª trabaj¨¢bamos. Siempre confi¨¦ que lo hicieran con una potencia controlada. Pero tem¨ªa que mi beb¨¦ naciera deforme o no llegara siquiera a hacerlo con vida. Afortunadamente tuvimos una ni?a preciosa. Aunque el ap¨¦ndice preauricular con el que naci¨® siempre nos dio que pensar.
Llegaron despu¨¦s tiempos dif¨ªciles en el trabajo. Lleg¨® un ERE, sin T. Este no fue temporal. As¨ª que acab¨¦ el embarazo en el paro. ?De qu¨¦ me sirvi¨® saltarme las revisiones y exponerme a las ondas de la nueva red 3G portuguesa? Nada de eso me libr¨® del despido. Pero como confiaba en que no iba a seguir sin empleo para siempre, pedimos plaza en una escuela infantil. Y antes de que ella naciera, su padre estaba haciendo cola de madrugada en pleno invierno para conseguirle un sitio. Ten¨ªamos que conciliar. Culpa otra vez. Cuando la llev¨¦ a la escuelita por primera vez ten¨ªa ya seis meses. Ella llor¨®, y yo tambi¨¦n. Culpa de nuevo. Trabajar y amamantar y no dormir m¨¢s de 40 minutos seguidos era insufrible. Una tortura. No pod¨ªa pensar con claridad. Sin saber que hacer, ca¨ªmos en el conductismo de Estivill.
Despu¨¦s del embarazo y el primer a?o de vida, el miedo y la culpa estuvieron hibernando. Despertaron de nuevo cuando naci¨® el hermano prematuro, pero se evaporaron al nacer la tercera ni?a. Nada que ver. La experiencia es un grado. El ¨²nico de mis miedos, que s¨ª me mortific¨® durante a?os, y que acabo de superar, fue el de haberla convertido en una persona amargada por haberle aplicado el dichoso m¨¦todo del Dr. Estivill. Lo hicimos, y nos arrepentimos. Sus hermanos no tuvieron que sufrirlo. No se lo recomiendo a nadie. Pero si ca¨ªsteis en la trampa del Du¨¦rmete ni?o y lo supisteis corregir a tiempo, compensando con creces los llantos inconsolables de aquellas noches, creo que pod¨¦is estar tranquilos. El amor lo cura todo.
No solo el amor, tambi¨¦n el tiempo. Tiempo y horas todos los d¨ªas. Tiempo de verdad, no ese de calidad que se puso de moda una temporada. Los ni?os no necesitan ratitos con una ISO 9000. Lo que necesitan es tiempo y mucho, cuanto m¨¢s mejor. Y los padres tambi¨¦n lo necesitamos, para superar los miedos y las culpas. Para ganar confianza. Para hablar y escuchar. Para ser modelo y referente. Para estar atentos y observar. Para compensar los errores y aprender de ellos. Para quererlos, para educarlos, para conocerlos y que te conozcan. Para ayudarlos a regular sus emociones. Para crear un v¨ªnculo seguro y protegerlos, sin excedernos. Creo que ya puedo estar tranquila. No le jorobamos la vida con el metodito para dormir. Eso s¨ª, sigue durmiendo poco. En eso ha salido a su padre. Por fin puedo decir que el m¨¦todo Estivill se supera (pero mejor no lo hagas).
Mi hija no es una persona amargada. Su sonrisa le ilumina la cara. Su madurez, su inteligencia, su tes¨®n no se han visto afectados por nuestros errores como padres. Creo que conseguimos crear un buen v¨ªnculo. Si algo bueno nos ha tra¨ªdo la pandemia ha sido m¨¢s tiempo para estar en casa. Para salir a pasear, para charlar, para reforzar el v¨ªnculo. Y gracias a pasar m¨¢s tiempo juntas s¨¦ que no, no es una persona amargada. Tiene las cosas muy claras. Es independiente. Es aut¨®noma. Y todas estas cualidades las ha sabido canalizar muy bien: Pronto echar¨¢ a volar y ya nada ser¨¢ como antes. Solo espero que las pr¨®ximas navidades vuelva a casa. Y ojal¨¢ la pandemia entonces sea ya un mal recuerdo y podamos ver a casi toda la familia (ya hace un tiempo que nos faltan una abuela y un abuelo) como hicimos en el 2018, o en el 2019.
*Eva Bail¨¦n es ingeniera en Telecomunicaciones y autora del blog todoeldiaconectados.com sobre nuevas tecnolog¨ªas para ni?os. Inici¨® la campa?a de Change.org ¡°por unos deberes escolares justos¡±. Ahora es diputada en la Asamblea de Madrid y portavoz de Educaci¨®n de Ciudadanos.
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