Rebecca Rolland, psic¨®loga y profesora de Harvard: ¡°Estamos convirtiendo a los ni?os en personas que act¨²an de forma rob¨®tica¡±
La tambi¨¦n escritora acaba de publicar ¡®El arte de hablar con ni?os¡¯, una gu¨ªa con claves para cambiar esas conversaciones del d¨ªa a d¨ªa solo centradas en la log¨ªstica para fomentar as¨ª la creatividad y fortalecer el v¨ªnculo familiar
El don de Momo, el personaje creado por el escritor Michael Ende, era que sab¨ªa escuchar. De todas partes acud¨ªan al peque?o anfiteatro en el que viv¨ªa la peque?a para conversar. Al menos hasta que los hombres grises llegaron para arrebatarles el tiempo para la charla. Para la psic¨®loga estadounidense Rebecca Rolland (Atlanta, 43 a?os), tambi¨¦n escritora y profesora de Educaci¨®n en la Universidad de Harvard, en Boston, esto es un poco lo que pasa hoy, especialmente con los hijos e hijas. ¡°Se tienen conversaciones superficiales y de tipo log¨ªstico, pero se emplea poco tiempo en conversaciones m¨¢s profundas de escucha plena¡±, explica a EL PA?S por correo electr¨®nico.
Rolland, que adem¨¢s trabaja como especialista en patolog¨ªas del lenguaje oral y escrito en el departamento de Neurolog¨ªa del Hospital Infantil de Boston, acaba de publicar en Espa?a El arte de hablar con ni?os (editorial Diana). En el libro, publicado el a?o pasado en Estados Unidos, la autora puntualiza que si se aprovechan las peque?as conversaciones del d¨ªa a d¨ªa y se eliminan robatiempos, t¨¦rmino que utiliza en su libro por ejemplo para referirse al abuso de la tecnolog¨ªa, se lograr¨¢ que esas charlas se conviertan en grandes oportunidades de aprendizaje, de desarrollo de la creatividad y tambi¨¦n reforzaremos el v¨ªnculo con los hijos.
PREGUNTA. ?Por qu¨¦ dir¨ªa que necesitamos un manual para hablar con ni?os?
RESPUESTA. Todos queremos lo mejor para nuestros hijos e hijas y, en definitiva, para la sociedad. Nos esforzamos al m¨¢ximo para ello: les llevamos a hacer actividades, hacemos los deberes con ellos, vamos a los eventos que organizan en la escuela, etc¨¦tera. Pero no tenemos en cuenta la clave m¨¢s importante para su desarrollo, que son las conversaciones que tenemos a diario con ellos. A menudo, estas conversaciones son de tipo log¨ªstico. Est¨¢n muy centradas en c¨®mo vamos de un sitio a otro, en cu¨¢les son nuestros horarios y, en general, en c¨®mo pasar el d¨ªa a d¨ªa. Hay mucha investigaci¨®n al respecto que dice que si aprovechamos estas conversaciones del d¨ªa a d¨ªa y hacemos que sean grandes oportunidades de aprendizaje, de desarrollo de la creatividad para los ni?os y tambi¨¦n de refuerzo del v¨ªnculo, estas conversaciones pueden ser utilizadas de forma mucho m¨¢s eficaz y podemos mejorar nuestras vidas. Yo espero que este manual pueda ayudar a los padres a ello.
P. ?Cu¨¢nto de desconectados estamos de la infancia?
R. Creo que con nuestras vidas laborales tan ajetreadas, damos mucha importancia a los logros y al rendimiento de los ni?os, pero se nos olvida muchas veces lo que es ser ni?o o ser ni?a. A veces estamos muy alejados de la experiencia de los ni?os y de las ni?as, que puede ser simplemente dejar la mente en blanco o caminar e ir mirando lo que vamos viendo. Lo que s¨ª que nos da esperanza es que tenemos una gran oportunidad porque es maravilloso hablar con los ni?os. Ellos tienen un sentido natural de jugar, de sorprenderse y ven el mundo desde una perspectiva muy diferente. A nosotros se nos ha olvidado eso porque hemos aprendido mucho sobre el mundo. Por ejemplo, los ni?os se preguntan muchas veces: ?por qu¨¦ no nos volvemos cada vez m¨¢s j¨®venes? o ?qu¨¦ pasar¨ªa si vivi¨¦ramos en Marte? Muchas veces se nos olvida hacer estas preguntas tan importantes y, al pasar m¨¢s tiempo con los ni?os y hablar con ellos m¨¢s, no solo les ayudamos a ellos, sino que tambi¨¦n despertamos de nuevo nuestra capacidad de sorprendernos.
P. Justo se han cumplido 50 a?os de la publicaci¨®n de Momo, de Michael Ende. Cuando se lee, parece premonitorio de muchas cosas que vivimos actualmente¡ ?Qui¨¦nes dir¨ªa que son hoy los hombres grises que nos roban el tiempo?
R. Hay muchas cosas que les roban tiempo a los ni?os. En parte es porque les llenamos la agenda con much¨ªsimas cosas que hacer. En lugar de hablar con ellos, les llenamos de experiencias y no les damos tiempo para que reflexionen. Les estamos convirtiendo en personas que act¨²an de forma rob¨®tica, y no son personas creativas o no siguen sus intereses. Otro componente muy claro es que hay ni?os que est¨¢n muy centrados en las redes sociales y en el uso de internet. Por supuesto, se puede dar un buen empleo a la tecnolog¨ªa con los ni?os, pero cuando se centran demasiado en buscar o en ver una imagen perfecta tras otra no se dan cuenta de cu¨¢nto tiempo pasan haciendo eso. Por ejemplo, conozco el caso de un ni?o que se relacionaba solo a trav¨¦s de las redes. Y creo que no podemos hacer que pierdan esas experiencias de ni?os y que su vida se pueda centrar solamente en los likes que reciben.
P. En su libro subraya que la sociedad quiere que los ni?os crezcan demasiado deprisa, ?es esto un s¨ªntoma de c¨®mo vivimos?
R. Sin duda, ahora mismo vivimos en una cultura muy centrada en el rendimiento y en la eficiencia, y en muchas ocasiones queremos que los ni?os encajen en un molde perfecto con la mejor de las intenciones. Considero que nos preocupa que se queden atr¨¢s, pero tenemos que subrayar que el desarrollo de los ni?os y de las ni?as tiene lugar a lo largo del tiempo. Los menores aprovechan m¨¢s actividades que est¨¢n relacionadas con el juego y con el descubrimiento ¡ªque les permite desvelar cosas por s¨ª mismos¡ª, que no que les ense?emos un mont¨®n de cosas, sobre todo si no est¨¢n listos para ello. Entonces, si les metemos mucha presi¨®n al principio, tienden a volverse ansiosos porque no est¨¢n listos para las cosas que estamos haciendo. Y, adem¨¢s, sienten el estr¨¦s que nosotros sentimos; lo trasladamos. Es importante que nos reiniciemos y que respetemos sus ritmos naturales.
P. Tambi¨¦n propone en sus p¨¢ginas un acto de rebeli¨®n: sacar tiempo para hablar con conciencia. ?C¨®mo ayuda ese tipo de conversaciones al desarrollo de los hijos?
R. Esto es important¨ªsimo. Es un cambio fundamental en el sentido en el que los ni?os se desarrollan y se relacionan con nosotros. Estamos creando peque?os momentos para los menores que se van acumulando a lo largo del tiempo, y eso construye su amabilidad, su confianza y su creatividad. Les estamos inspirando para que piensen por s¨ª mismos y reconozcan que, efectivamente, tienen buenas ideas, que sus reflexiones, sus contribuciones son valiosas y que deben continuar con ellas. Creo que ahora mismo estamos en una crisis de conversaci¨®n. Los ni?os se sienten muy aislados, a veces deprimidos o estresados, y necesitamos esos peque?os momentos de charla para poder salir de ese ciclo.
P. ?C¨®mo conseguir marcar la diferencia en nuestras conversaciones? ?Qu¨¦ recomendaciones dar¨ªa?
R. Empezar¨ªa por la lectura curiosa. Hacer esto durante cinco o diez minutos, un par de veces al d¨ªa, con los ni?os es fant¨¢stico. Nos sentamos, independientemente de la edad que tengan, a su lado y los observamos. As¨ª sabremos qu¨¦ les gusta, qu¨¦ les parece interesante o qu¨¦ no. A lo mejor, un ni?o peque?o est¨¢ jugando con piedrecitas y un adolescente est¨¢ jugando a los videojuegos. Se trata de sentarnos a su lado y ver qu¨¦ tienen en la mente. Qu¨¦ les gusta, qu¨¦ les fascina. Y, despu¨¦s, les preguntamos cosas acerca de esta curiosidad.
P. ?Sabemos escuchar?
R. Creo, sin duda, que escuchar es uno de los retos m¨¢s importantes. A menudo no escuchamos muy bien o de forma reflexiva y no solemos ense?ar a los ni?os a escuchar tampoco bien o de forma efectiva. A veces, creemos que estamos escuchando, pero realmente nuestra cabeza est¨¢ en otro sitio. Si ense?amos a los ni?os a escuchar, podr¨¢n escuchar mejor a sus compa?eros y compa?eras, tambi¨¦n a nosotros y a sus profesores. As¨ª, podremos crear una cultura de comunicaci¨®n mucho m¨¢s amplia.
P. ?Hay alguna t¨¦cnica para captar la atenci¨®n de quien no nos est¨¢ escuchando?
R. S¨ª, yo dir¨ªa que s¨ª. Primero, usando el humor. Si yo pienso que alguien no me est¨¢ escuchando, puedo soltar una tonter¨ªa que no tenga nada que ver con la conversaci¨®n y ver cu¨¢nto tiempo tarda en darse cuenta de que has dicho una tonter¨ªa. Por ejemplo, si est¨¢s hablando de los deberes y de repente te pones a hablar de elefantes, pues puedes tratar de medir cu¨¢nto tiempo tarda el ni?o en darse cuenta de que no est¨¢s hablando de lo mismo. Otra idea es pedirle a alguien que repita lo que estaba diciendo la otra persona, o lo que creen que estaba diciendo la otra persona: ¡°Si verdaderamente estabas escuchando, dime qu¨¦ has escuchado¡±, y luego hacer una pregunta. Muchas veces nos falta esto. No ense?amos a los ni?os a hacer preguntas de escucha. Creo que ense?ar a los ni?os hacer este tipo de preguntas y modelarlo es una forma maravillosa de ense?arles a escuchar.
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