Estela y Mar¨ªa, las primeras mujeres en votar que ahora elegir¨¢n a la primera presidenta en M¨¦xico
EL PA?S conversa con dos protagonistas de los cambios sociales y pol¨ªticos, desde que se le concedi¨® a las ciudadanas el derecho a sufragar en 1953 al actual e hist¨®rico momento en el que una mujer ser¨¢ la futura gobernante del pa¨ªs
Natalia Szendro considera que Estela M¨²jica, su abuela, fue una activista por los derechos de la mujer durante su juventud. Ella, con 87 a?os, difiere. Quiz¨¢, m¨¢s bien, fue una mujer fuera de lo habitual para la ¨¦poca. Ten¨ªa 16 a?os en 1953. Originaria de Quer¨¦taro, pero creci¨® en el Valle de Santiago, en Guanajuato, antes de mudarse a la capital. Todo en el Distrito Federal le maravillaba. Cuando supo que el entonces mandatario de M¨¦xico, Adolfo Ruiz Cortines, iba a estar presente en el Palacio de Bellas Artes, solo de pensar en el lugar se sent¨ªa ansiosa. ¡°Viniendo de un pueblito aquello realmente era impresionante, un palacio, ?verdad? adem¨¢s del presidente¡±, afirma.
Recuerda que en el auditorio de Bellas Artes hab¨ªa puras mujeres porque, a fin de cuentas, eran las destinatarias de la promulgaci¨®n que se llevar¨ªa acabo ese 17 de octubre de 1953. Era una fecha para la historia, ya que se hac¨ªan las reformas constitucionales para que las mujeres gozaran de la ciudadan¨ªa plena, con el reconocimiento al derecho al voto en todas las elecciones en igualdad de condiciones con los hombres, sin discriminaci¨®n alguna.
¡°S¨ª, me entusiasm¨® mucho ver a todo el grupo de mujeres all¨ª, como diciendo, ya estamos aqu¨ª, ya somos reconocidas. Me sent¨ªa muy conmovida, porque yo dec¨ªa ?y por qu¨¦ nosotras no ten¨ªamos el derecho? ?Por qu¨¦ est¨¢bamos limitadas? Faltaba mucha educaci¨®n para la mujer, m¨¢s bien, dir¨ªa que estaba soterrada¡±, rememora M¨²jica 70 a?os despu¨¦s, sentada frente a un amplio librero, en el que destacan las reliquias bibliogr¨¢ficas que conforman su biblioteca especializada en econom¨ªa, en la sala de su casa en Ciudad de M¨¦xico.
Se public¨® en el Diario Oficial el nuevo texto del Art¨ªculo 34 Constitucional: ¡°Son ciudadanos de la Rep¨²blica los varones y las mujeres que, teniendo la calidad de mexicanos, re¨²nan, adem¨¢s, los siguientes requisitos: haber cumplido 18 a?os, siendo casados, o 21 si no lo son, y tener un modo honesto de vivir¡±.
La d¨¦cada de los cincuenta en M¨¦xico estuvo caracterizada por ser tradicional, optimista y de gran progreso. Empresas como General Motors y Chrysler llegaban al pa¨ªs para manufacturar veh¨ªculos. Coca-Cola comenz¨® a venderse por todos los negocios. La Torre Latinoamericana era el edificio m¨¢s grande de la Rep¨²blica. La industrializaci¨®n hab¨ªa llegado y la econom¨ªa comenzaba a crecer, ocasionando que la gente abandonara el campo para mudarse a la ciudad. Es lo que pas¨® con la familia de M¨²jica, al dejar Guanajuato en busca de mejores oportunidades.
Dice que su padre, para esa ¨¦poca, era una persona ¡°muy avanzada¡±. Cre¨ªa que si se quedaban en Valle de Santiago, el futuro de sus hijas iba a ser terrible. Por eso quiso que ambas, las mayores de seis hermanos, estudiaran. Sab¨ªa que la ¨²nica distracci¨®n para los hombres que se quedaban en el pueblo era vivir en la cantina. Y su padre fue ¡°muy gr¨¢fico¡± en su advertencia: ¡°Aqu¨ª no hay hombres. Tienen que estudiar para que ustedes sean autosuficientes. Porque si se quedan aqu¨ª, si les toca casarse, van a desvestir borrachos o se tendr¨¢n que meter a la iglesia y vestir santos¡±.
Despu¨¦s de ese recuerdo toma aire. Sus ojos se cristalizan y se da suaves palmadas en su cuello para contener la emoci¨®n al recordar a su padre. Arregla su collar de perlas y acomoda su dije de plata. Pasa sus manos para estirar su blusa roja y contin¨²a. Cuenta que mientras su hermana cursaba la universidad, ella trabajaba como secretaria y cursaba la preparatoria en la UNAM. Eran una familia numerosa y de escasos recursos, por lo que ten¨ªa que ayudar a sostener el hogar.
Una sociedad mis¨®gina y machista
M¨²jica siente que su familia era una excepci¨®n dentro del entramado de esa ¨¦poca, ya que la mayor¨ªa de los padres no ten¨ªan inter¨¦s en que sus hijas hicieran m¨¢s. ¡°Muchos dec¨ªan que con que supieran leer y escribir era suficiente¡±, recuerda la rigidez con la que los hombres ejerc¨ªan esa potestad primero con sus esposas y luego con las hijas. Los hijos ten¨ªan otra condici¨®n.
Distintas especialistas explican que algunos miembros de partidos pol¨ªticos, como los del Partido Acci¨®n Nacional, afirmaban que no era ¨²til reconocer el derecho al voto de las mujeres, ya que si sus esposos o padres sufragaban, como jefes de familia, entonces se asum¨ªa que todos los que formaban parte de ese n¨²cleo optaban por la misma elecci¨®n pol¨ªtica.
Y este tipo de pensamiento tambi¨¦n era un reflejo en la vida universitaria. M¨²jica comenz¨® a estudiar la carrera de econom¨ªa en la UNAM en 1955 y a¨²n se acuerda del rechazo que exist¨ªa hacia la mujer, con maestros mis¨®ginos y algunos compa?eros que les cuestionaban que estaban haciendo all¨ª. Sin embargo, fue ese a?o, el 3 de julio, cuando las mujeres en M¨¦xico pudieron ejercer su derecho al voto por primera vez en una elecci¨®n federal. En esta cita electoral acudieron a las urnas para elegir a diputados federales para la XLIII Legislatura.
De acuerdo con el III Informe de Gobierno, del 1 de septiembre de 1955, de Ruiz Cortines, la Comisi¨®n Federal Electoral inscribi¨® a 5 millones de hombres y 4 millones de mujeres. El entonces presidente de M¨¦xico le dijo al Congreso de la Uni¨®n que los votos emitidos alcanzaron muy cerca del 70% de los ciudadanos inscritos.
¡°La ciudadan¨ªa mexicana fue casi duplicada por el contingente femenino que acudi¨® primero a las oficinas de empadronamiento y despu¨¦s a las casillas electorales con el empe?o e inter¨¦s de quien comprende la trascendencia y alcance de su intervenci¨®n en la vida p¨²blica nacional, el valioso significado de su categor¨ªa ciudadana¡±, manifest¨® Ruiz Cortines en un fragmento de una cita que figura en el documento.
Al no tener a¨²n 21 a?os y no estar casada como indicaba la reforma constitucional, M¨²jica no pudo en esa ocasi¨®n ejercer su voto. Cuando pudo sufragar en las siguientes elecciones presidenciales, en 1958, lo hizo con ¡°poca opci¨®n¡± y ¡°por el partido que hab¨ªa¡±, que era el PRI. Dice de Adolfo L¨®pez Mateos, quien se convirti¨® en mandatario ese a?o, que era un ¡°candidato agradable¡±. ¡°Claro que hubiera querido votar [en 1955]. Ya ten¨ªamos el derecho, pero todav¨ªa restringido¡±, aclara, quien se convirti¨® en economista y trabaj¨® por 33 a?os para Nacional Financiera hasta llegar a subdirectora de relaciones con Latinoam¨¦rica.
¡°Antes se obedec¨ªa al pie de la letra¡±
Mar¨ªa Luisa Torres tambi¨¦n estuvo presente en esa ¨¦poca. Su padre siempre le cambiaba el nombre. Le dec¨ªa Soledad, por eso ahora todos los que la conocen le llaman cholita o do?a cholita, de cari?o. Tiene 95 a?os y pudo emitir su voto en 1955 a sus 27. En ese entonces viv¨ªa en la colonia Tacuba, en Distrito Federal. Ahora vive en Quer¨¦taro, en la casa uno de sus hijos. Dice que le cuesta recordar, pero a medida que comienza a conversar sobre la ¨¦poca y empieza a ver las fotos de su juventud, su memoria se activa y hasta es capaz de nombrar a su escuela en Santa Mar¨ªa Mazatla, en Estado de M¨¦xico, y el nombre de su maestra: ¡°Escuela Francisco Figueroa¡± y ¡°la maestra Consuelo Pacheco¡±, responde lento, pero segura.
Desde su rinc¨®n en su hogar, donde se la pasa tejiendo, tomando ¡°su coquita¡± (Coca-Cola) a gusto, con el libro La reina del sur en una peque?a mesa al costado ¡ªobra que admite le est¨¢ ¡°gustando¡±¡ª, cuenta que tras terminar la secundaria, donde se especializ¨® en comercio y contabilidad, comenz¨® a trabajar como secretaria en una f¨¢brica de la renombrada marca de trajes de ba?o Catalina. Le gustaba su trabajo, pero cuando se cas¨® a los 21 tuvo que abandonarlo as¨ª como sus ganas de estudiar para convertirse en maestra y dedicarse a ser ama de casa. ¡°Me apreciaban mucho en mi empresa, mi jefe, mis compa?eros. Mi esposo no quiso que trabajara y como antes se obedec¨ªa al pie de la letra, pues ya no trabaj¨¦¡±, cuenta.
Su esposo trabajaba como ch¨®fer de autob¨²s y como ten¨ªa contactos en el Gobierno, alguna vez le toc¨® ser el conductor para el expresidente Luis Echevarr¨ªa en actos oficiales durante su mandato; o de transportar a la Reina Isabel II durante su visita al puerto de Veracruz junto a su esposo, el Duque Felipe de Edimburgo, cuando llegaron a M¨¦xico en 1975. A¨²n preserva un recorte de peri¨®dico con la foto de los tres. Sin embargo, ella era quien llevaba la econom¨ªa de la casa, admite, lo que le permiti¨® que se pudieran construir dos casas que a¨²n permanecen en su propiedad. Tambi¨¦n se ayudaba cociendo guantes para damas que mandaban de Estados Unidos, un puesto que se gan¨® porque ¡°las otras se?oras coc¨ªan feito¡±.
¡°Todo lo que ganaba mi esposo se lo quitaba, no le dejaba yo nada. Le gustaba... [hace una se?a con su mano como de bebida alcoh¨®lica], pero yo antes le quitaba. Casi que lo esculcaba para que no se quedara con nada¡±, recuerda p¨ªcara y sonriente. Dice que la sociedad era machista, pero que su marido nunca interfiri¨® en su derecho a votar o le impuso a ning¨²n candidato. ¡°Ese d¨ªa estuve bien contenta, porque ya nos hab¨ªan dado el voto a las mujeres. Nos ten¨ªan relegadas y ya comenz¨® a ser distinto. Ya pod¨ªamos hacer muchas cosas que nada m¨¢s pod¨ªan hacer los se?ores¡±, complementa.
Primera presidenta de M¨¦xico
Desde entonces no ha faltado a ninguna cita electoral. En los anteriores comicios dice que vot¨® por Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador. Sus nietas incluso tienen un video de ella como evidencia porque uno de sus hijos no lo quiere admitir. Do?a cholita dice que ha estado desconectada ¨²ltimamente debido a que su radio portatil, en la que siempre escuchaba las noticias para mantenerse informada, no agarra bien la se?al en su rinc¨®n en su hogar. No se moja respecto por qui¨¦n votar¨¢, pero parece saberlo ya en secreto, aunque afirma que las ¨²ltimas semanas ha estado ¡°evaluando a las candidatas¡±.
¡°Ahorita hay m¨¢s igualdad, pero no lo suficiente. Ha habido mujeres que de veras son mejores que los hombres y nunca les han dado ning¨²n puesto. Ojal¨¢, quien salga, que de veras haga algo¡±, expresa Torres.
Pos su parte, Estela M¨²jica lo tiene m¨¢s que claro. ¡°Me entusiasma mucho pensar en la primera presidenta de M¨¦xico, porque es como la culminaci¨®n de un viaje. Y porque no es un dedazo. Ella se lo ha ganado. Es una mujer preparada y que piensa en el pa¨ªs. Vot¨¦ por L¨®pez Obrador y pienso votar por Claudia Sheinbaum¡±, precisa.
Tampoco se guarda comentarios para la candidata X¨®chitl G¨¢lvez ¡ªsegunda en las encuestas tras Sheinbaum¡ª, a quien la ve ¡°muy mal preparada¡± y considera que ¡°es un invento que se sacaron por all¨ª, con la que quisieron aparentar que la eligieron democr¨¢ticamente¡±. Sin embargo, con todo lo que ha vivido, insta, a quien puede, que no dejen de ir a votar. ¡°Creo que lo peor que podemos hacer es no ejercer el voto. No hemos logrado como mujeres tener el peso todav¨ªa que debemos. Hace falta que la mujer se prepare m¨¢s y que tenga m¨¢s conciencia de sus derechos y luche por ellos¡±, agrega.
Si bien cree que el pa¨ªs ha tenido avances importantes, considera que el machismo a¨²n ¡°sigue todav¨ªa muy fuerte¡± por la falta de educaci¨®n. ¡°Muchos hombres no van a votar por ella [Sheinbaum] solo porque es mujer¡±, reflexiona y termina con un consejo para la candidata que espera salga victoriosa el domingo 2 de junio: ¡°No puede gobernar ella sola. Tiene que abrir el espectro. Buscar a los mejores en cada disciplina, que no siempre tienen que ser del mismo partido. Yo le aconsejar¨ªa estar rodeada de la mejor capacidad que haya en este pa¨ªs¡±.
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