Santi F. G¨®mez (Fundaci¨®n Gasol): ¡°La autorregulaci¨®n de la publicidad infantil no funciona. Pedimos capacidad sancionadora¡±
El psic¨®logo ha coordinado un informe, en colaboraci¨®n con el Ministerio de Consumo y UNICEF Espa?a, que urge a regular los anuncios de alimentos malsanos dirigidos a menores
Aunque la mayor¨ªa de estudiantes de psicolog¨ªa aspira a pasar consulta, Santi F. G¨®mez (Cornell¨¤ de Llobregat, 40 a?os) tuvo ¡°la suerte¡± de formarse ¡°con grandes psic¨®logos sociales y de la salud¡± en la Universitat Aut¨°noma de Barcelona. ¡°Quer¨ªa que mi acci¨®n tuviera un impacto m¨¢s global, en la comunidad¡±, relata a EL PA?S por videoconferencia este psic¨®logo experto en salud p¨²blica y doctor en biomedicina. ¡°En aquel momento, la salida para la cl¨ªnica era una consulta privada. Vengo de una familia muy humilde y mis padres han tenido que hacer muchos esfuerzos para darnos estudios. Me produc¨ªa mucha incomodidad pensar que mi acci¨®n revertiera solo en quienes pueden asumir pagar la consulta¡±, reconoce el tambi¨¦n profesor asociado de la Universidad de Lleida.
Plantado ese germen, ¡°una historia de casualidades¡± le convirti¨® en director global de investigaci¨®n y programas de la Fundaci¨®n Gasol, creada para luchar contra la obesidad infantil por las estrellas del baloncesto Marc y Pau Gasol. En 2016, cuando a¨²n no hab¨ªa defendido su tesis doctoral sobre los determinantes y las intervenciones preventivas de esta pandemia silenciosa, la fundaci¨®n buscaba un investigador principal. ¡°Y, claro, mi perfil encaj¨®. Adem¨¢s, cuando mi familia migr¨® de Extremadura a Catalu?a, situaron su residencia en el municipio donde est¨¢ la fundaci¨®n, Sant Boi de Llobregat. En esos casos, te tienes que dejar llevar y hemos hecho crecer un proyecto muy bonito¡±.
Entre sus ¨²ltimos frutos est¨¢ el informe Publicidad, alimentaci¨®n y derechos de la infancia en Espa?a (realizado en colaboraci¨®n con el Ministerio de Consumo y UNICEF Espa?a), que urge a regular el marketing dirigido a menores de los productos alimentarios malsanos. Pese a que as¨ª lo establece el Plan Estrat¨¦gico Nacional para la Reducci¨®n de la Obesidad Infantil y lo recomienda la OMS, sigue en un caj¨®n la normativa que pretend¨ªa aprobar Consumo, por las resistencias del Ministerio de Agricultura y las quejas del sector, que consideran que basta con la autorregulaci¨®n de la industria. ¡°No ha habido suficiente voluntad pol¨ªtica¡±, criticaba el titular de Consumo, Alberto Garz¨®n, durante la presentaci¨®n del informe el pasado 5 de julio. ¡°La influencia y la capacidad que tienen determinados poderes econ¨®micos en el ¨¢mbito de la alimentaci¨®n es demasiada¡±, zanjaba.
Pregunta. ?Le damos suficiente importancia a los problemas de la infancia?
Respuesta. He notado una progresi¨®n en la importancia que se le da, en especial, a la epidemia de obesidad infantil. Pero a¨²n se le deber¨ªa dar m¨¢s. Una sociedad madura sabe proteger a su infancia y en muchos pa¨ªses quedan muchos retos por abordar.
P. Seg¨²n la ¨²ltima edici¨®n del estudio Pasos, que ha coordinado y del que acaban de presentar sus resultados definitivos, uno de cada tres menores entre 8 y 16 a?os tiene sobrepeso u obesidad, una de las peores cifras de Europa. ?Qu¨¦ novedades tienen?
R. Hemos profundizado en el an¨¢lisis presentado en febrero. Adem¨¢s de ese dato, el porcentaje de poblaci¨®n infantil que declara sentirse preocupada, triste o infeliz es un 12% mayor que en la edici¨®n de 2019. Por otro lado, las desigualdades socioecon¨®micas est¨¢n incrementando para la mayor¨ªa de indicadores de estilo de vida y para la obesidad. El deterioro es en mayor proporci¨®n para los ni?os y ni?as que viven en lugares con menor renta media o donde hay m¨¢s pobreza infantil. Las iniciativas de promoci¨®n de la salud deben tener en cuenta ese gradiente socioecon¨®mico. Tambi¨¦n el g¨¦nero, otro eje de desigualdad. El nivel de partida de las ni?as sobre el uso de pantallas era menor que el de los ni?os, pero tienden a igualarse. Entre ellas, crece el uso de pantallas de manera mucho m¨¢s acelerada y tambi¨¦n presentan una evoluci¨®n m¨¢s desfavorable con relaci¨®n a sentirse preocupadas, tristes o infelices.
P. ?Por qu¨¦ vivir en un barrio pobre facilita que una ni?a o un ni?o tenga obesidad?
R. Por un lado, es el entorno. En los barrios con menor nivel socioecon¨®mico hay una menor accesibilidad a alimentos frescos, saludables y a buen precio. Es m¨¢s frecuente que sus comercios apuesten por distribuir productos ultraprocesados, embotellados, envasados o conservados porque no se estropean y no tienen p¨¦rdidas. En cambio, la accesibilidad a frutas o verduras es menor. Por otro lado, en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas en Espa?a se ha incrementado en mayor medida el precio de los alimentos saludables que el de los no saludables, un fen¨®meno que se ha acelerado con la crisis de precios. Eso hace que las familias vulnerables tengan m¨¢s barreras para acceder a alimentos saludables porque la boller¨ªa industrial tiende a mantener precios m¨¢s estables.
P. ?C¨®mo influyen las condiciones de habitabilidad?
R. Pensemos en c¨®mo se estructura la vivienda de quien vive en situaci¨®n de vulnerabilidad socioecon¨®mica. Ha crecido el fen¨®meno de compartir piso, las personas cada vez viven m¨¢s hacinadas. Quiz¨¢s ya no tienen una nevera entera, sino que la tienen que compartir. Y quiz¨¢s no tienen un comedor para fomentar h¨¢bitos de alimentaci¨®n saludable, sino que cada familia tiene que comer en su habitaci¨®n sin una mesa y sillas c¨®modas. En ese contexto, es m¨¢s f¨¢cil que no se les d¨¦ un plato de verdura, sino un bocadillo o un producto envasado. Tambi¨¦n es m¨¢s dif¨ªcil mantener h¨¢bitos de sue?o. Suelen ser edificios peor acondicionados a nivel clim¨¢tico, lo que hace que en invierno haga mucho fr¨ªo y en verano much¨ªsimo calor. Eso dificulta que los ni?os y ni?as duerman e introduce disfunciones a nivel hormonal o del estado de ¨¢nimo. Tambi¨¦n son barrios en los que suele haber m¨¢s ruido en la calle. No es igual vivir en un edificio de viviendas sin ¨¢rboles alrededor que en una casa con jard¨ªn, donde si pasa el cami¨®n de la basura nadie se entera.
El marketing de alimentos malsanos determina el nivel de deseo y aceptaci¨®n de esos productos
P. ?C¨®mo afecta a su estado de ¨¢nimo?
R. Los niveles de estr¨¦s son m¨¢s elevados por los trabajos a los que se dedican esas personas. No es lo mismo trabajar en profesiones liberales que en una f¨¢brica, 8 horas diarias repitiendo un movimiento. Ese estr¨¦s se transmite a los ni?os porque hay mayor probabilidad de discusiones en la familia o de tener ganas de llegar a casa y no pensar en nada. De conectar la tele, en vez de hacer actividades saludables.
P. ?Y cu¨¢l es el impacto sobre la actividad f¨ªsica?
R. En esos barrios tambi¨¦n hay menos instalaciones deportivas y un menor nivel de seguridad percibido. En algunos casos, es objetivo; en otros, es subjetivo, una cuesti¨®n de desconfianza en las otras comunidades que comparten unas mismas calles y edificios. Ah¨ª podr¨ªa haber una discusi¨®n muy grande, pero es un hecho que el nivel de seguridad percibido es menor, lo que hace que los ni?os y ni?as hagan menos actividad f¨ªsica en la calle. Si tienes un jard¨ªn alrededor de casa, la probabilidad de que corras o de que tengas una bicicleta es mayor, es mucho m¨¢s f¨¢cil hacer actividad f¨ªsica en un entorno de nivel socioecon¨®mico elevado. Y tambi¨¦n hay una cuesti¨®n econ¨®mica, las extraescolares tienen un coste. Si a un ni?o o ni?a le gusta la danza, pagar las clases es muy costoso; o el material para practicar otras actividades f¨ªsico-deportivas que precisan, como m¨ªnimo, de zapatillas.
P. ?C¨®mo se moldean los gustos alimentarios en ese entorno?
R. La alimentaci¨®n despierta las ¨¢reas del placer a nivel cerebral. Las familias en situaci¨®n de vulnerabilidad socioecon¨®mica tambi¨¦n quieren dar satisfacci¨®n a sus ni?os y ni?as y, a veces, les dan un alimento que puede lograrlo de manera r¨¢pida: un helado, una chucher¨ªa o van un d¨ªa a McDonald¡¯s. Es un momento de conexi¨®n de la familia, su hijo se lo pasa bien y sienten que le est¨¢n dando algo que le hace feliz. Pero no se dimensiona la consecuencia que tiene a nivel psicol¨®gico sobre ese ni?o o ni?a que, en su cabeza, est¨¢ asociando el bienestar con el consumo de productos que no benefician.
P. Seg¨²n su informe sobre el marketing de alimentos malsanos, el 80% de los menores recibe impactos publicitarios, y esa mayor exposici¨®n aumenta su consumo.
R. S¨ª, ese marketing determina el nivel de deseo y aceptaci¨®n de esos alimentos. Por ello, las sociedades cient¨ªficas y los organismos internacionales est¨¢n demandando a los gobiernos que regulen esa publicidad.
P. El borrador de Real Decreto que elabor¨® con ese fin el ministerio de Consumo no ha salido adelante por las reticencias del ministro de Agricultura y de los productores, que abogan por la autorregulaci¨®n de la industria. Sin embargo, ?es cierto que esa autorregulaci¨®n no funciona?
R. Se ha demostrado que no funciona en Espa?a y tambi¨¦n a nivel internacional, la evidencia cient¨ªfica es abrumadora y contundente. Me entristece que, porque los adultos no seamos capaces de ponernos de acuerdo, queden desprotegidos los derechos de la infancia. La OMS, UNICEF, sociedades cient¨ªficas y organizaciones como la Fundaci¨®n Gasol, la CEAPA [Confederaci¨®n Espa?ola de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnado], Justicia Alimentaria o la Asociaci¨®n Espa?ola Contra el C¨¢ncer, piden una regulaci¨®n con capacidad sancionadora si la industria se la salta. Vamos a seguir aportando evidencia cient¨ªfica y a hacer toda la presi¨®n posible para que esa medida se adopte cuanto antes.
Entre las ni?as crece el uso de pantallas de manera mucho m¨¢s acelerada, y tambi¨¦n el porcentaje de quienes declaran sentirse preocupadas, tristes o infelices.
P. ?C¨®mo influye el uso de pantallas en la exposici¨®n a este marketing?
R. Proporcionalmente, los menores que usan pantallas m¨¢s minutos al d¨ªa, como las de la televisi¨®n, del ordenador o del tel¨¦fono inteligente, son los m¨¢s expuestos a la publicidad de alimentos y bebidas no saludables.
P. Resulta inquietante su estimaci¨®n, seg¨²n la cual entre los 8 y los 16 a?os una ni?a o un ni?o expuestos a la publicidad ingiere cada a?o 370.000 kilocalor¨ªas y 23 kilogramos de az¨²car adicionales, que provienen de esos productos nocivos.
R. En efecto, los ni?os y ni?as expuestos a la publicidad espec¨ªfica de comida r¨¢pida, de bebidas azucaradas, de boller¨ªa o pasteler¨ªa industrial y de aperitivos salados, tambi¨¦n ingieren en promedio m¨¢s kilocalor¨ªas, m¨¢s az¨²car y m¨¢s sodio que provienen de esos mismos productos.
P. La oeneg¨¦ Justicia Alimentaria criticaba en su informe Mi primer veneno el marketing que promueve la alimentaci¨®n infantil tecnificada y procesada frente a la casera, mucho m¨¢s saludable. ?Existe tambi¨¦n una publicidad t¨®xica dirigida a madres y padres?
R. Claro, y es m¨¢s probable que ese marketing penetre en familias con menor nivel econ¨®mico porque suelen haber alcanzado un menor nivel acad¨¦mico. Estudiar te permite construir capacidad cr¨ªtica y quienes no han tenido esa posibilidad, son m¨¢s vulnerables a la publicidad de la industria. Si en la tele o en Instagram les dicen que darle ese alimento a su hijo es bueno, se lo van a dar. O, m¨¢s que alimento, prefiero llamarlo producto. Si, adem¨¢s, eso se combina con que su hijo o hija est¨¢ expuesto a esa publicidad y piden ese producto cuando van al s¨²per, lo acaba consumiendo.
P. ?Qu¨¦ le pedir¨ªa al nuevo Gobierno que se forme en Espa?a?
R. Que apueste por la salud infantil. Por cada euro invertido en promoci¨®n de la salud infantil, a largo plazo se recuperar¨ªan seis. Me cuesta pensar que haya partidos pol¨ªticos que no quieran promover el bienestar y la calidad de vida de la sociedad. Revierte favorablemente sobre muchos aspectos, como la econom¨ªa, el bienestar y la cohesi¨®n social, m¨¢s all¨¢ de la propia salud y de lo que queda dentro de las paredes de un centro sanitario.
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