Viaje a Grecia, romance incluido
Todo puede empeorar. Maruja Torres regresa a Grecia e Italia para recordarnos un delirante viaje con acosadores insidiosos, hippies de buena familia, un novio t¨®xico y su flamante tarjeta Visa exprimida sin desmayo
Todo puede empeorar. Maruja Torres regresa a Grecia e Italia para recordarnos un delirante viaje con acosadores insidiosos, hippies de buena familia, un novio t¨®xico y su flamante tarjeta Visa exprimida sin desmayo
Maruja Torres nunca conoci¨® un Beirut normal: el m¨¢s cercano es el que abandon¨® al marcharse hace m¨¢s de una d¨¦cada con la intenci¨®n, imposible, de no volver
Duelen mucho los muertos y m¨¢s que nada duelen las atrocidades a que se han visto sometidos los ancianos en parte de las residencias
De pasito a paso penetramos en el futuro, aunque arrastrando a farsantes antediluvianos que usan nuestro dolor como asidero
Solo nos queda Portugal: es peque?ito (aunque grande de esp¨ªritu), y no vamos a caber
En la esquina donde, antes de la pandemia, fornidos j¨®venes me embest¨ªan sin mirar y hablando por el m¨®vil, tuve a bien esquivar a un par de ejemplares parecidos, pero con mascarilla
No importa cu¨¢n lejos me encuentre del dolor, debo dejar de cerrar los pu?os y permitir que entre, y con ¨¦l todo olor a enfermedad y muerte
A medida que esta situaci¨®n que vivimos avanza y descubre lo peor y lo mejor, vamos desarrollando una especie de fuerza basada en la experiencia
Tantas madres, tantas hijas e hijos, tantos regalos sin destinatario, tanto dolor. Y tanto imb¨¦cil
No s¨¦ qu¨¦ nos suceder¨¢, nadie lo sabe, pero aqu¨ª estar¨¦ mientras la salud corporal y mental acompa?e
Una cosa llev¨® a la otra y dediqu¨¦ toda la ma?ana a limpiar preciadas prendas, accesorios. Recuerdos
Ahora leo que, cual anciana que soy, voy a tener que pasear con los otros ancianos en un tramo espec¨ªfico del d¨ªa. ?C¨®mo? ?As¨ª? ?Sin un besito, sin calentamiento, sin una caricia?
Llevada por el impulso sexual, busqu¨¦ el bolso que desde hac¨ªa 45 d¨ªas no frecuentaba. Ah¨ª estaba: t¨²rgido, ligero, adquirido en Donostia el ¨²ltimo y tan lejano agosto
Para negar la ausencia de una misma en cualquier parte, una a veces se busca por extra?os vericuetos
M., mi vecinita, estuvo discutiendo con su madre sobre qu¨¦ ponerse. Eligi¨® su vestido favorito, con falda de vuelo, y all¨ª sali¨® ella con su patinete y su casco
?No puedo desear que alguien adulto, que no sea Aznar, le d¨¦ en los nudillos (metaf¨®ricamente) a Pablo Casado cada vez que abre la boca?
Mi vecino me cont¨® que el mi¨¦rcoles, despu¨¦s de cantar todos cumplea?os feliz al DJ de la calle, que vive por encima, asom¨® la cabeza y vio a la se?ora de abajo alzando la faz, ba?ada en l¨¢grimas
Aquellos delantales de uniforme de pobre, con sus bolsillos para todo, sus imperdibles en los tirantes, sus rodetes de hilo y aguja, sus aspirinas para la droga dom¨¦stica
Habr¨ªa estado bien desescalar literariamente el confinamiento durante el D¨ªa del Libro
Posiblemente lo que m¨¢s me conmueva de ¡®La l¨ªnea invisible¡¯, valiente y sutil serie sobre los or¨ªgenes de ETA, sea la peripecia del joven guardia civil Jos¨¦ Antonio Pardines
Me he aficionado a ver el canal internacional de la televisi¨®n china. Ni una palabra alta, ni un gesto desabrido
Este viaje de la memoria que entablamos desde el confinamiento prioriza los olores de forma determinante
Debe de tener unos cuatro a?os, y para m¨ª es el referente infantil del confinamiento, junto con los dos beb¨¦s de enfrente
Recuerdo otro encierro, mucho m¨¢s leve, apenas una semana, durante la Navidad de 1989. Fue en Panam¨¢, tras la invasi¨®n de USA que mat¨® a muchos paname?os y a Juantxu Rodr¨ªguez, fot¨®grafo que me acompa?aba
Lo que m¨¢s me sobrecogi¨® no fue el libro en s¨ª, sino que entre sus p¨¢ginas escond¨ªa lo m¨¢s cercano a la arena, la playa, el mar, la paz y la alegr¨ªa que pod¨ªa imaginar
Pienso ahora en alguna pareja a medio cocer que he conocido poco antes de la pandemia, cuando lo ¨²nico que contaba era no darse del todo, no meter la pata
Dejadme que alg¨²n d¨ªa vaya continuamente y no piense en regresar, salvo en el sentido en que lo hago en mis conversaciones telef¨®nicas
'Bobby Deerfield¡¯ es una bell¨ªsima historia sobre la tragedia de lo que termina y el amanecer de lo que se reforma
Finalmente, anoche, tuve un sue?o que espero me descifr¨¦is. Sal¨ªa por fin a la calle, llena de aprensi¨®n y angustia
Soy un desastre para las m¨¢quinas de lavar, pero me encanta hacer cosas a mano, mal o bien
C. es uno de los conserjes m¨¢s completos que pod¨¢is imaginar. Cosmopolita, es actor, canta muy bien y le gustan los placeres que nos hacen sonre¨ªr
Dado que s¨ª a?oro la presencia de mis amistades, con su carnalidad (cada cual con su perfume: c¨®mo me acuerdo), he entregado mi tiempo libre a un amigo invisible que hall¨¦ en ¡®podcast¡¯, esa versi¨®n moderna de la compa?¨ªa
?ramos pro europeos todos, y est¨¢bamos conmovidos viendo circular sin cortarse a la gente que demol¨ªa la Muralla en busca de libertad de expresi¨®n
Desde el principio los he visto recibir asombrados las novedades. El silencio. El vac¨ªo
Mi amigo ha abierto por fin las cartas y las ha ido leyendo en los d¨ªas del confinamiento. M¨¢s de tres d¨¦cadas despu¨¦s de que fueran escritas
Desde que empez¨® el estado de alarma, mi tel¨¦fono no ha recibido llamadas err¨®neas, por lo que he vuelto a enchufarlo
Me han hablado incluso de tours para mujeres modernas, con posibles y muy atentas a los aconteceres globales, que recorr¨ªan los lugares de exguerra con una periodista en paro como gu¨ªa
Decido abrir mi correo electr¨®nico a todo el mundo. No rechazar. Cualquier tipo de anuncio de lo que sea que entre por esa puerta, a m¨ª me vale.
En tiempos de conflicto, la primera v¨ªctima es la verdad y la segunda el autocontrol. Por ello resulta gratificante ver que no se sueltan los estribos
Ni siquiera en estos d¨ªas, o mucho menos en estos d¨ªas, me veo capaz de recoger y archivar. Me da miedo lo que pueda encontrar