Con los ¨²ltimos balleneros del planeta
El estadounidense Doug Bock Clark ha convivido con los lamaleranos, ¨²ltimos cazadores de ballenas del mundo, para narrar la lucha de una tribu por sobrevivir a la globalizaci¨®n. Lo cuenta en un libro h¨ªbrido entre novela y cr¨®nica
He aqu¨ª una historia grandiosa. Grandiosa porque, siendo ancestral, es contempor¨¢nea. Porque, trat¨¢ndose de una gran aventura, deja peque?o el g¨¦nero de aventuras. Y porque un escritor ha hecho una profunda inmersi¨®n en una tribu que hoy mismo sigue resistiendo ante la modernidad, una tribu m¨¢s atenta a las voces de los antepasados de guardia que vigilan sus tentaciones de usar el m¨®vil o las lanchas motoras y tambi¨¦n el ego¨ªsmo, el expolio y la ambici¨®n desmedida para no romper el equilibrio de una forma de vida de siglos. Una gran cr¨®nica de la insumisi¨®n, una de esas historias que dejan a la globalizaci¨®n a los pies de los caballos. Grandioso.
El periodista norteamericano Doug Bock Clark, reportero de ProPublica y habitual de medios como The New Yorker, The New York Times o National Geographic, viaj¨® hasta una isla perdida de Indonesia para vivir con los lamaleranos, una tribu de antiguos recolectores y cazadores que desde hace siglos caza ballenas de un modo artesanal para sobrevivir, para repartir y alimentar a todo el colectivo ©¤incluidas viudas, ancianos o pescadores menos afortunados©¤ y lograr el trueque de pedazos desecados con tribus de interior capaces de cultivar. El ciclo ser¨ªa perfecto ©¤vegetales a cambio de prote¨ªnas, j¨®venes que cuidan de sus mayores, que a su vez les han dado todas sus ense?anzas©¤ si no fuera porque el agua solo se consigue en un pozo lejano, porque la electricidad va llegando a cuentagotas y con ella, con las antenas y los m¨®viles, va entrando un mundo de telenovelas que irradia espejismos de amor y riquezas en grandes ciudades lejanas que se tornan irreales en cuanto alguno prueba fortuna en Bali o Yakarta. Ah¨ª les esperan jornadas maratonianas, contaminaci¨®n o esclavitud, como cuando a la novia de uno de los protagonistas le ofrecen pagarle solo al t¨¦rmino de dos a?os de servicio. En la vida moderna puede haber lavadora, pero no hay libertad.
Los ¨²ltimos balleneros (Libros del Asteroide) se convierte as¨ª en una disecci¨®n tan meticulosa como profundamente humana y profesional de unas vidas dif¨ªciles que luchan contra la extinci¨®n cultural que avanza a medida que la globalizaci¨®n nos uniformiza a todos, que nos impone un com¨²n denominador de m¨®viles, redes, telenovelas, f¨²tbol ©¤llevan los arponeros camisetas de Messi y el Real Madrid como sus mejores galas©¤ sin traernos la igualdad.
©¤Ha dedicado tres a?os a esta tribu. ?Por qu¨¦ esta tribu y por qu¨¦ este libro?
©¤Me impresionaron mucho ellos y toda su dedicaci¨®n a mantener su forma de vida. Hab¨ªa viajado mucho entre comunidades similares que afrontan la transici¨®n a la globalizaci¨®n y pens¨¦ que sus experiencias estaban pasando desapercibidas. Ah¨ª hab¨ªa una historia muy importante que contar. Su intento de continuar con su forma de vida era heroico. Y por eso lo hice.
Doug Bock Clark responde por tel¨¦fono a EL PA?S una noche de agosto. Su libro ha rodado desde que se public¨® en Estados Unidos y entr¨® en la lista de los m¨¢s destacables de 2019 de The New York Times, hasta obtener el premio Lowell Thomas y, ahora, su publicaci¨®n en Espa?a. Si algo macera su calidad es la lucha por sobrevivir entre dos inmensos peligros, dos grandes riesgos: uno puede matarles y otro acabar con ellos; uno es la ballena, que luchar¨¢ con bravura por defenderse indiferente a que esta forma de caza de supervivencia est¨¦ permitida; y otra es la modernidad, la globalizaci¨®n, que mina sus tradiciones hasta amenazar la propia existencia de la tribu.
¡°La globalizaci¨®n representa un peligro muy diferente del peligro f¨ªsico que suponen las ballenas¡±, responde con toda convicci¨®n. ¡°Los cachalotes son los carn¨ªvoros m¨¢s grandes del mundo y, en ocasiones, los cazadores mueren o resultan heridos durante la caza. La globalizaci¨®n, sin embargo, debilita su cultura ¨²nica, que es esencial para sus identidades y sustento f¨ªsico. Son dos desaf¨ªos muy diferentes¡±.
Porque no solo los m¨®viles y antenas desafiar¨¢n las viejas formas de vida. Los m¨¢s avispados desembarcar¨¢n en la isla para expoliar atunes que los lamaleranos sol¨ªan desecar para sobrevivir y que hoy pueden colocar como sushi costos¨ªsimo en mesas de Jap¨®n o Nueva York correspondientemente trasladados en avi¨®n. El choque entre un mundo de arpones lanzados desde las t¨¦na (las barcas ancestrales sin motor, construidas por ellos mismos) o las jonson (motoras que usan para acercar las t¨¦na hasta las ballenas) por los prestigiosos lamafa (en lo m¨¢s alto de la jerarqu¨ªa lamalerana) es brutal frente a la presi¨®n de los esquilmadores, frente al Gobierno que intenta cobrar impuestos en met¨¢lico en su econom¨ªa de trueque o frente a los ecologistas que luchan por terminar con la pesca ballenera aunque para ellos sea de supervivencia.
La industria se impone y viene adem¨¢s de la mano de un cambio clim¨¢tico que est¨¢ trastocando los ciclos de lluvia que constitu¨ªan su calendario y minando los arrecifes de coral que forman su h¨¢bitat. ¡°El cambio clim¨¢tico es muy disruptivo para los lamaleranos¡±, asegura Clark. ¡°Ellos viven en patrones muy espec¨ªficos de lluvias en los que saben actuar, en los que conf¨ªan, y el cambio clim¨¢tico est¨¢ disminuyendo esa lluvia¡±. M¨¢s all¨¢ de eso, ¡°est¨¢n afectados por problemas ambientales m¨¢s inmediatos como la sobrepesca de sus caladeros por parte de embarcaciones nacionales y extranjeras¡±.
Viven en patrones muy espec¨ªficos de lluvias en los que saben actuar, en los que conf¨ªan, y el cambio clim¨¢tico est¨¢ disminuyendo esa lluvia
Clark se ha fijado en varias personas con las que sufriremos y nos alegraremos: ah¨ª est¨¢ Jon, hijo ileg¨ªtimo, que lucha y aprende a encontrar un lugar; o Ika, chica alegre y guap¨ªsima que so?aba con estudiar y tendr¨¢ que dedicarse a descascarar arroz y cuidar de los suyos; y Ben, que sue?a con huir rumbo a la vida moderna; o con algunos hijos pr¨®digos que regresan tras probar suerte en una ciudad que les ofreci¨® poco m¨¢s que una inmensa soledad.
Pero otra forma de vida tintinea en sus pantallas con forma de m¨²sica, pel¨ªculas, lavadoras, ca?er¨ªas o historias de amor m¨¢s all¨¢ de las dif¨ªciles bodas entre tribus de la isla, que se convierten en negociaciones de a?os para sacar la mejor tajada posible de las hijas destinadas a cuidar hijos, padres, suegros o abuelos. Esa fuerza bruta de trabajo, la de las mujeres dedicadas desde la noche a la noche al dur¨ªsimo trabajo dom¨¦stico en casas sin agua ni frigor¨ªfico, es acaso la parte m¨¢s triste de una vida en la que ellos, al menos, pueden brillar si aciertan con el arp¨®n.
?Qui¨¦n no va a preferir al fin y al cabo lavar en lavadora?, se pregunta Doug. Otra cosa es que en el camino se imponga una forma de vida que destruya la anterior sin preguntar. Los ¨²ltimos balleneros es una gran cr¨®nica de la evoluci¨®n, de la lucha contra la extinci¨®n cultural de minor¨ªas a gran escala. Y si alguien puede conseguirlo, cree el periodista, son los lamaleranos. ¡°Han aprendido a mantener las tradiciones mientras incorporan los elementos buenos de modernidad y rechazan los malos. Por eso si alguien puede sobrevivir, lograr mantener sus tradiciones a la vez que encuentra un lugar en el mundo moderno, esos son los lamaleranos¡±.
L¨¦anlo. Llorar¨¢n por las ballenas. Pero tambi¨¦n llorar¨¢n por ellos.
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