La comprensi¨®n como proyecto
Tratar de comprender a quien piensa diferente es posible y valioso, como demuestran los art¨ªculos que ?tienne Balibar le ha dedicado a Spinoza, las relaciones entre izquierda y cristianismo vistas por Francisco Fern¨¢ndez Buey, un ensayo de Isaiah Berlin sobre Joseph de Maistre y el estudio en contrapunto de Antonio Gramsci y Carl Schmitt por Ricardo Laleff Ilieff
La verdad cotiza a la baja. En todas las esferas, pero sobre todo en las filos¨®ficas. No siempre fue as¨ª. Hubo tiempos en los que la verdad ten¨ªa el aval de Dios en la revelaci¨®n o de la Raz¨®n o del conocimiento del objeto a trav¨¦s de la experiencia sensible, verificable por otros en circunstancias similares. Dios, la Raz¨®n, la Experiencia, son, desde luego, palabras mayores. De proposiciones como ¡°la luna est¨¢ hecha de queso verde¡± parece f¨¢cil decir si son verdaderas o falsas, o como ped¨ªa Russell saber en qu¨¦ condiciones un observador podr¨ªa establecer su valor de verdad o falsedad, aunque se trate de una verdad modesta. Entre los adictos al conocimiento de verdades estaban los fil¨®sofos. A ¨¦stos, recuerda ?tienne Balibar, atribu¨ªa Spinoza la funci¨®n de ¡°obligar a la masa de los hombres a disociar lo racional y lo afectivo, o el discurso verdadero y el discurso metaf¨®rico¡±, de modo que su funci¨®n fuera combatir a quienes ¡°trabajan intensamente para producir la confusi¨®n¡±, es decir, ¡°los sacerdotes (especialmente los cat¨®licos)¡±. De ah¨ª que, como propusiera Hobbes, los maestros de filosof¨ªa debieran ser dirigidos por los Estados que ¡°han actuado hasta ahora en contra de su propio inter¨¦s (y por tanto contra el de sus pueblos respectivos) al tolerar o alentar doctrinas contrarias¡±. Spinoza, se?ala Ricardo Laleff Ilieff citando a Carl Schmitt, fue el ¡°primer jud¨ªo liberal¡±; Hobbes en cambio, renunci¨® a separarse en p¨²blico de su fe. Buena parte del pensamiento pol¨ªtico de la primera mitad del siglo XX se construir¨¢ sobre uno u otro pensador, a la sombra de Maquiavelo.
?Se puede hacer algo m¨¢s que condenar a quienes piensan diferente? Varios libros recientes demuestran que s¨ª; que el pensamiento del otro puede ser analizado con la voluntad de comprenderlo y, tal vez, descubrir qu¨¦ haya en ¨¦l de valioso, aunque el pensamiento propio sea radicalmente diferente.
Berlin trata de comprender el sentido de la obra de De Maistre e incardinarla en el momento hist¨®rico en que se dio
Spinoza pol¨ªtico, de Balibar, es precisamente un canto al reconocimiento del otro. Laleff Ilieff, hace algo diferente: contrapone el pensamiento de Schmitt al de su contempor¨¢neo pero opuesto Antonio Gramsci, buscando las ra¨ªces comunes que les dan sentido. Isaiah Berlin, un liberal, ofrece en Joseph de Maistre y los or¨ªgenes del fascismo un resumen descriptivo del pensamiento de De Maistre. No hay complacencia con sus ideas; tampoco sa?a. Se trata de comprender el sentido de su obra e incardinarla en el momento hist¨®rico en que se dio, as¨ª como, en este caso, se?alar la influencia posterior, sobre todo en el fascismo europeo.
En un tono muy diferente, Francisco Fern¨¢ndez Buey recorre las relaciones entre la izquierda y el cristianismo en los a?os finales del siglo pasado y los primeros de ¨¦ste. Los textos no tienen voluntad de distanciamiento sino de aproximaci¨®n entre dos formas de ver el mundo con frecuencia enfrentadas.
El individuo, por supuesto, existe, se?ala Balibar a prop¨®sito de Spinoza, pero se constituye en sus relaciones con los dem¨¢s. El libro se subtitula Lo transindividual, e insiste en el car¨¢cter relacional del individuo que se integra socialmente en individualidades progresivamente m¨¢s complejas, en constante interdependencia. De modo que ¡°la idea de procesos de individuaci¨®n aislados unos de otros se vuelve impensable¡±. Para Spinoza, ¡°cada individuo es en realidad un transindividuo¡±, un conjunto de relaciones, cuyas capacidades no se ven disminuidas por su integraci¨®n en la comunidad que es el Estado, sino potenciadas, en especial las libertades de pensamiento y expresi¨®n, elementos indispensables en la constituci¨®n del Estado.
Balibar insiste en que para Spinoza no hay un estado de naturaleza real previo a la sociedad. Es s¨®lo una ficci¨®n operativa porque el hombre aparece siempre integrado en una comunidad que, ni siquiera en los peores momentos, deja de existir. El soberano da cohesi¨®n no s¨®lo a las relaciones y la ley, tambi¨¦n al lenguaje, de modo que ¡°uno llama crueldad a lo que otro llama justicia¡±, pero son las leyes las que fijan ¡°el uso y la definici¨®n de los nombres en los que haya desacuerdo y tiendan a suscitar controversia¡±.
A la batalla por el lenguaje se refiere tambi¨¦n Fern¨¢ndez Buey. ¡°Hay al menos dos cosas que no se pueden dejar en manos de los de arriba¡±, escribe: la ciencia y ¡°la definici¨®n de las palabras; la capacidad de nombrar, de poner nombre a las cosas¡± porque resulta ¡°esencial para cambiar el mundo¡±.
Fern¨¢ndez Buey analiza los encuentros y desencuentros entre la izquierda y el cristianismo, enfatizando las coincidencias
Si el libro de Balibar es una defensa de la otredad (con referencias muy distintas a las de Emmanuel L¨¦vinas), el de Fern¨¢ndez Buey es una compilaci¨®n de textos en los que analiza los encuentros y desencuentros entre la izquierda y el cristianismo, enfatizando las coincidencias. Destaca a dos pensadores: Simone Weil, quien descubri¨® la religi¨®n en sus ¨²ltimos a?os, y Jos¨¦ Mar¨ªa Valverde, que lleg¨® al marxismo a trav¨¦s del cristianismo y con quien Fern¨¢ndez Buey mantuvo amistad personal y pol¨ªtica. Hay una parte del volumen (que agrupa diversos textos, en su mayor¨ªa nunca recogidos en libro) dedicada a las perspectivas de los movimientos cristianos y de izquierdas y su confluencia en Am¨¦rica latina, incluido un estudio sobre Bartolom¨¦ de las Casas.
Fern¨¢ndez Buey sugiere revisar la cr¨ªtica marxista de las religiones y recoge una opini¨®n extendida entre los cristianos que sent¨ªa cercanos: Dios no puso el infierno en la tierra, de modo que las condiciones de pobreza y miseria no le han sido impuestas a la humanidad como castigo y son, por lo tanto, reversibles. Un problema es que los que durante a?os se presentaron como adelantados del camino hacia el bienestar no hayan tenido grandes ¨¦xitos. En Occidente, la socialdemocracia se ha dedicado a gestionar, conform¨¢ndose con mostrarse ¡°matizadamente cr¨ªtica del capitalismo en la oposici¨®n, apologeta del mismo cuando se logra la mayor¨ªa¡±. En el antiguo bloque oriental las cosas eran distintas, ironiza Fern¨¢ndez Buey recordando a Rudi Dutschke: ¡°En el socialismo real todo era real menos el socialismo¡±. Quiz¨¢s la raz¨®n ¨²ltima se halle, apunta, en la tendencia al conservadurismo de los partidos pol¨ªticos cuyo pecado original es la tendencia al totalitarismo.
El futuro no est¨¢ escrito, aunque se halle en entredicho, como ya apuntara Walter Benjamin. De su mano, no duda en se?alar que, tal vez, ¡°el l¨ªmite del pensamiento ilustrado es su incomprensi¨®n del problema del otro y de las otras culturas¡±.
Pero si se busca una cr¨ªtica al pensamiento ilustrado, ah¨ª est¨¢ De Maistre ¡°un reaccionario, cat¨®lico, un erudito y un arist¨®crata franc¨¦s¡±, dice Berlin, ¡°opuesto con id¨¦ntica firmeza al racionalismo y al empirismo, al liberalismo, la tecnocracia y la democracia igualitaria, hostil al secularismo y toda forma de religi¨®n aconfesional¡±, que deriva su fe ¡°de los padres de la Iglesia y de la Compa?¨ªa de Jes¨²s¡±.
El volumen naci¨® como texto independiente, formato que ahora recupera, tras haber sido incluido en su d¨ªa en la antolog¨ªa titulada El fuste torcido de la humanidad. Como dice Berlin, ¡°Maistre no argumenta, simplemente proclama el derecho a la existencia de un mundo¡± donde la raz¨®n est¨¦ sometida a la religi¨®n, y no haya cabida para ¡°los ideales del progreso, la libertad y perfectibilidad humana¡±. El hombre es un ser de naturaleza corrupta que s¨®lo puede ser corregida por la autoridad a la que se debe sometimiento y obediencia.
El autor, se?ala Berlin, ha provocado en sus lectores ¡°curiosidad, repugnancia, adulaci¨®n y odio ciego¡±, pero al margen de la pasi¨®n, conviene tener presente que sus. obras ¡°y su personalidad son relevantes no como final sino como un principio¡± ya que fue ¡°uno de los precursores de los fascistas¡±.
Tanto Schmitt como Gramsci trabajan en el restablecimiento de las propias posiciones para convertirlas en victoriosas
Tambi¨¦n Carl Schmitt fue un te¨®rico del nazismo. Tiene en com¨²n con Gramsci, se?ala Laleff Ilieff, que ambos son herederos de un proyecto que sale derrotado de 1848, una fase revolucionaria que, seg¨²n Eric Hobsbawm, pone de relieve ¡°que en lo sucesivo las clases medias, el liberalismo, la democracia pol¨ªtica, el nacionalismo e inclusive las clases trabajadores iban a ser el rasgo permanente del panorama pol¨ªtico¡±. Tanto Schmitt, representante de las fuerzas contrarrevolucionarias cristianas, como Gramsci, en nombre de una democracia popular revolucionaria, trabajan en el restablecimiento de las propias posiciones para convertirlas en victoriosas.
Schmitt parte del pensamiento de Donoso Cort¨¦s y De Maistre, pero tambi¨¦n de Hobbes, le¨ªdo por uno de sus mejores bi¨®grafos, Ferdinand T?nnies. De Maistre le ofrece su totalitarismo, Cort¨¦s, en cambio le facilita ¡°tres elementos anal¨ªticos¡±: un pron¨®stico en pol¨ªtica exterior (la p¨¦rdida de la centralidad de Europa); un diagn¨®stico en pol¨ªtica interior (centralizaci¨®n del poder ante las innovaciones t¨¦cnicas), y un paralelismo en la historia universal (el declive del cristianismo en favor del socialismo). Schmitt es cr¨ªtico con el liberalismo, al que acusa de tibieza frente al socialismo, el verdadero enemigo a batir. ¡°La burgues¨ªa liberal¡±, escribe Schmitt, ¡°quiere un Dios, pero un Dios que no sea activo; quiere un monarca, pero impotente; reclama la libertad y la igualdad, pero al mismo tiempo la restricci¨®n del sufragio a las clases poseedoras para asegurar la necesaria influencia de la cultura y de la propiedad en la legislaci¨®n, como si la propiedad y la educaci¨®n fuesen t¨ªtulos leg¨ªtimos para oprimir a los pobres e incultos; suprime la aristocracia de sangre y de la familia, pero mantiene la desvergonzada aristocracia del dinero, la m¨¢s necia y mezquina de todas las aristocracias; no quiere la soberan¨ªa del rey ni la del pueblo.¡±
Frente a Schmitt, Gramsci piensa a partir de Marx y Maquiavelo. Schmitt fue bien acogido por los nazis. Gramsci vive hoy a¨²n en autores como Giacomo Marramao, Mario Tronti, Massimo Cacciari, Ernesto Laclau o Chantal Mouffe. El pensador italiano propone que, frente a la crisis de la democracia liberal-parlamentaria, se atienda a la emergencia de las masas que desbordan el parlamentarismo. Se trata de promover un elemento unificador de las distintas capas sociales en una perspectiva pol¨ªtica que responda a una concepci¨®n ¨¦tica comunitaria, en la que todo queda subordinado a la visi¨®n pol¨ªtica unificadora.
En realidad, ¨¦ste es otro punto de coincidencia entre Schmitt y Gramsci: frente al individualismo liberal, comunismo y cristianismo piensan el cuerpo social como un todo. Ya lo dec¨ªa Cipriano de Cartago: fuera de la iglesia no hay salvaci¨®n. Gramsci y Schmitt hubieran sustituido ¡°iglesia¡± por ¡°Estado¡±. De Maistre, no.
Spinoza pol¨ªtico, Lo transindividual
Autor: ?tienne Balibar. Traducci¨®n: Alfonso D¨ªez.
Editorial: Gedisa. Barcelona, 2021.
Formato: 298 p¨¢ginas. 23,65 euros.
Sobre izquierda alternativa y cristianismo emancipador
Autor: Francisco Fern¨¢ndez Buey. Edici¨®n de Rafael D¨ªaz Salazar.
Editorial: Editorial Trotta. Madrid, 2021.
Formato: 366 p¨¢ginas. 26,60 euros.
Joseph de Maistre y los or¨ªgenes del fascismo
Autor: Isaiah Berlin. Edici¨®n de Henry Hardy.
Traducci¨®n: Roberto Ramos Fontecoba.
Editorial: P¨¢gina ind¨®mita. Barcelona, 2021.
Formato: 158 p¨¢ginas. 17 euros.
Lo pol¨ªtico y la derrota. Un contrapunto entre Antonio Gramsci y Carl Schmitt
Guillermo Escolar editor. Madrid, 2021.
218 p¨¢ginas. 15,20 euros.
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