Mangas para los que nunca leyeron tebeos al rev¨¦s
Con g¨¦neros para cada edad y tipo de lector, y con tem¨¢ticas para cada gusto, el c¨®mic japon¨¦s ha lanzado m¨¢s de mil t¨ªtulos en Espa?a el ¨²ltimo a?o
Para los aficionados al c¨®mic, la llegada del c¨®mic japon¨¦s en los a?os noventa se vivi¨® como una aut¨¦ntica invasi¨®n que deriv¨® en una mirada llena de complejos hacia el manga. Pese a que casi toda esa generaci¨®n se vio impactada por las series de anime de los a?os setenta, con Heidi, Marco y Mazinger Z a la cabeza, todo se olvid¨® ante el ¨¦xito arrasador que los c¨®mics de Dragon Ball tuvieron en los noventa, comenzando un cambio que pocos pod¨ªan predecir hasta d¨®nde llegar¨ªa. El manga, ese fen¨®meno que encandilaba a los j¨®venes, se ve¨ªa como un estilo pobre, para ni?os, al que solo se caracterizaba por los grandes ojos, la violencia exagerada y un humor incomprensible. Si durante a?os los tebeos fueron denostados como una cultura infantiloide y un arte de segunda, parad¨®jicamente los mismos que defendimos con u?as y dientes la dignidad de la historieta ca¨ªamos en el desprecio ignorante hacia una forma de c¨®mic que no hac¨ªa m¨¢s que evidenciar la riqueza y diversidad del noveno arte. El estereotipo se impuso pese a que ya se hab¨ªan dado muestras de que el manga no solo eran Son Goku y compa?eros: desde los primeros a?os ochenta, la revista El V¨ªbora hab¨ªa incluido historietas de autores como Yoshihiro Tatsumi, el gran impulsor del gekiga, la corriente de c¨®mic de autor que se desarroll¨® a fines de los cincuenta alrededor de la revista Garo, e incluso dedic¨® un especial al manga donde se desplegaba todo un abanico de estilos y tem¨¢ticas que descubr¨ªan un aut¨¦ntico para¨ªso para cualquier amante de las vi?etas.
Poco a poco, el manga fue creciendo en nuestro pa¨ªs con mayores o menores ¨¦xitos como ha ido documentando el especialista Marc Bernab¨¦ en sus an¨¢lisis estad¨ªsticos, pero consolidando una l¨ªnea que hace del manga hoy el protagonista absoluto del c¨®mic, acaparando primeros puestos de ventas de libros (libros en general, no solo c¨®mics) sin cesar y llegando casi a un tercio de las novedades totales de c¨®mic que aparecen en Espa?a seg¨²n el informe de la web especializada Tebeosfera.
Un ¨¦xito que deber¨ªa ser, cuando menos, una llamada a la curiosidad. Es cierto que para muchos tener que leer los c¨®mics empezando por el final y de izquierda a derecha pueda parecer una barrera infranqueable, pero es solo un prejuicio: son simples automatismos que el cerebro asume en apenas unos minutos, permitiendo disfrutar de la lectura exactamente igual que un tebeo occidental.
Sin embargo, es cierto que el mundo manga se est¨¢ convirtiendo en un gigante de tal calibre que su simple magnitud puede asustar a los que estaban acostumbrados a otro tipo de c¨®mic, que ven con extra?eza el fen¨®meno otaku, los amantes de la cultura japonesa que disfrutan con el ramen, el j-pop, el anime y el manga, y los concursos de cosplay. Pero tranquilidad: disfrutar del c¨®mic japon¨¦s no obliga a nadie a disfrazarse de sus personajes preferidos, aunque hay que reconocer que ver lo bien que se lo pasa la juventud que inunda los salones de manga y las citas de cultura japonesa da mucha envidia y dan muchas ganas de disfrazarse de Naruto.
Demograf¨ªas y diversidad
Eso s¨ª, antes de entrar a leer manga hay que conocer ciertas claves que definen hasta qu¨¦ punto la engrasada industria japonesa ha sabido especializarse en la b¨²squeda de lectores. La primera, el concepto de ¡°demograf¨ªas¡± en el manga, una idea relacionada con la caracterizaci¨®n del lector preferente: as¨ª, el shonen se dirig¨ªa hacia los chicos adolescentes, mientras que el shojo buscar¨ªa a las chicas de la misma edad; el kodomo estar¨ªa recomendado para los m¨¢s peque?os, mientras que el seinen y el josei ir¨ªan dedicados a j¨®venes adultos y adultas, respectivamente. Una clasificaci¨®n que tiene m¨¢s sentido desde la estricta sociedad japonesa, pero que va calando entre los lectores occidentales al consolidarse sobre una variedad tem¨¢tica inmensa. Sin duda, es el shonen el que est¨¢ protagonizando los mayores bombazos en taquilla, con series como Tokyo Revengers, de Ken Wakui (Norma Editorial), o Haiky?!!, de Haruichi Furudate (Planeta C¨®mic), rompiendo todos los r¨¦cords de ventas y atrayendo a un mont¨®n de editoriales a abrir sellos de manga o a que peque?as editoriales se atrevan a comenzar la aventura de editar manga. Y lo hacen desde una eficacia narrativa incontestable y desde esa riqueza argumental que lleva desde una aventura de bandas mafiosas juveniles con tintes fant¨¢sticos y rom¨¢nticos en la primera hasta una serie sobre voleibol que habla de superaci¨®n y amistad en la mejor tradici¨®n de la recordada Oliver y Benji, basada en el manga Captain Tsubasa, de Y¨ichi Takahashi. Un estilo de c¨®mic que, desarrollado desde la influencia decisiva de las series de Osamu Tezuka, conocido como ¡°el dios del manga¡±, se ha ido desarrollando a golpe de ¨¦xitos como Dragon ?Ball, de Akira Toriyama; Naruto, de Masashi Kishimoto, o One Piece, de Eiichir¨ Oda, y que hoy sigue protagonizando las listas de ventas con series como Ataque a los titanes, de Hajime Isayama (Norma Editorial); Guardianes de la noche, de Koyoharu Gotouge (Norma Editorial), o My Hero Academia, de Kohei Horikoshi (Planeta C¨®mic). La superaci¨®n personal como parte fundamental de la evoluci¨®n del adolescente, tan propia de la filosof¨ªa nipona, es el eje argumental de series que se construyen sobre tem¨¢ticas tan variadas como las invasiones de zombis gigantes, los superh¨¦roes o los demonios ancestrales, siempre conectando con los gustos de los lectores m¨¢s j¨®venes, pero que puede llegar a series que mezclen las andanzas de familias disfuncionales formadas por asesinas en serie, esp¨ªas a lo James Bond y ni?as tel¨¦patas como en Spy x Family, de Tatsuya Endo (Ivrea) o al puro subg¨¦nero de ?battle royale (que se podr¨ªa resumir en el inmortal argumento ¡°solo puede quedar uno¡±) de As the Gods Will, de Muneyuki Kaneshiro y Akeji Fujimura (Distrito Manga).
Pese a las dificultades de sobresalir en una industria profundamente masculina, el shojo despunt¨® en los sesenta gracias a autoras como M¨to Hagio, Riyoko Ikeda o Rumiko Takahashi, que consolidaron una tradici¨®n en la que hoy destacan series como Mermaid Melody Pichi Pichi Pitch, de Michiko Yokote?(Arechi); Una enfermedad llamada amor, de Megumi Morino, o Yona, Princesa del Amanecer, de Mizuho Kusanagi (publicadas por Norma).
El seinen y el josei implicar¨ªan un paso m¨¢s adelante en el tratamiento m¨¢s adulto de las tem¨¢ticas, con l¨ªmites difusos a veces, pero que podr¨ªan estar representados perfectamente por las obras de Naoki Urasawa (Monster, 20th Century Boys, Happy! o la reciente ?Asadora!, editadas por Planeta C¨®mic) o Akiko Higashimura y su exitosa Tokyo Girls (Planeta C¨®mic).
Es interesante descubrir no solo c¨®mo la diversidad argumental es una clave fundamental del ¨¦xito del manga, sino la naturalidad con la que se ha introducido la pluralidad afectiva y sexual en sus historias hasta conformarse como g¨¦neros propios: el yaoi (o BL, boy¡¯s love) y el yuri (o GL, girl¡¯s love) forman parte consolidada de la oferta del manga hasta mezclarse sin problemas con otros tem¨¢ticas, como puede ser la de zombis, generando obras como Boys of the Dead, de Tomita Douji (Kodai).
Y, por supuesto, no nos olvidemos de los m¨¢s peque?os: si bien el kodomo no ha tenido una difusi¨®n tan evidente como el shonen, la oferta es amplia, aunque, a diferencia de obras cl¨¢sicas como el eterno Doraemon, de Fujiko F. Fujio, la oferta actual para la infancia est¨¢ ligada a franquicias como Pok¨¦mon, Inazuma Eleven o Super Mario, con excepciones deliciosas como El dulce hogar de Chi, de Konami Kanata (Planeta C¨®mic).
Del ¡®gekiga¡¯ al c¨®mic de autor
Pero tambi¨¦n hay espacio para lecturas m¨¢s adultas: la oferta de manga que entroncar¨ªa dentro del concepto de c¨®mic de autor que se define con el movimiento gekiga es amplia y variada. Autores como Osamu Tezuka, Yoshihiro Tatsumi, Masahiko Matsumoto, Shigeru Mizuki o Yasuhiro Tsuge son ya habituales en las librer¨ªas, con obras que tratan desde tem¨¢ticas bien diferenciadas las miserias del ser humano. Si Ayako (Osamu Tezuka; Planeta C¨®mic) es una de las m¨¢s contundentes y despiadadas denuncias de la capacidad de destrucci¨®n del pr¨®jimo que albergamos, obras como El hombre sin talento (Yoshiharu Tsuge; Gallo Nero) exploran un existencialismo que trasciende las imposiciones de la sociedad, mientras que Operaci¨®n Muerte (Shigeru Mizuki; Astiberri) es un demoledor relato contra la guerra desde la propia experiencia que no deja espacio a las concesiones. Un g¨¦nero que, curiosamente, ha hecho un ejercicio continuado de reflexi¨®n y autocr¨ªtica desde la memoria de su formaci¨®n y trabajo, como vemos en las obras de Tatsumi (Una vida errante; Astiberri) o Matsumoto (Los locos del gekiga; Satori), permitiendo ahondar en la propia evoluci¨®n del c¨®mic japon¨¦s a lo largo de la historia.
Pero adem¨¢s de estos autores fundacionales, el gekiga se ha hecho popular en Espa?a gracias a la obra de reconocidos mangakas como Jir¨ Taniguchi, con t¨ªtulos como El almanaque de mi padre (Planeta C¨®mic) o Barrio Lejano (Ponent Mon), que abordan el paso del tiempo y la memoria como construcci¨®n del individuo. El c¨®mic de autor japon¨¦s se ha consolidado no solo desde esta mirada m¨¢s pr¨®xima a la occidental, sino desde la particular revisi¨®n de los g¨¦neros cl¨¢sicos que han hecho algunos autores: por ejemplo, el terror en el manga ha encontrado un camino particular demostrando que las limitaciones que el g¨¦nero ha hallado en el c¨®mic occidental pueden ser superadas con una aproximaci¨®n tan perturbadora como las que plantean Junji Ito en obras como Tomie o Uzumaki (Planeta C¨®mic), Hideshi Hino en sus inquietantes El ni?o gusano o Criatura maldita (La C¨²pula), la irreverente Kanako Inuku (Relatos terror¨ªficos; Satori) o el provocador Suehiro Maruo con La sonrisa del vampiro (Panini).
Una amplia panoplia que llega hasta la experimentaci¨®n, desde el pionero de la poes¨ªa gr¨¢fica de inspiraci¨®n en la nouvelle vague, Seiichi Hayashi (Polen dorado; Gallo Nero), hasta la radical propuesta de Yuichi Yokoyama (Viaje; Apa Apa), pasando por el subversivo heta-uma de Yusaku Hanakuma (Tokyo Zombie; Autsaider C¨®mics) o el siempre inclasificable Shintaro Kago (El gran funeral; ECC Ediciones).
Un espacio en el que tambi¨¦n comienzan a verse obras muy personales, de corte autobiogr¨¢fico, que van desde las desgarradas narraciones de Kabi Nagata en Diario de intercambio (conmigo misma) o Mi experiencia lesbiana con la soledad, editados por Fandogamia, hasta la exhaustiva mirada al pasado de la Autobiograf¨ªa de Shigeru Mizuki (Astiberri), en las que se pueden analizar, m¨¢s all¨¢ de las divergencias culturales, las profundas diferencias de exigencia social entre la cultura occidental y la japonesa.
Sin olvidar los cl¨¢sicos
La irrupci¨®n del manga est¨¢ favoreciendo tambi¨¦n una completa recuperaci¨®n de cl¨¢sicos del c¨®mic japones que abarca todas las demograf¨ªas, con el ejemplo evidente de la Biblioteca Tezuka que edita Planeta C¨®mic con la imposible tarea de publicar toda la inmensa obra del gran autor japon¨¦s, pero que sin duda favorece que veamos editadas obras que en otro momento ser¨ªan impensables. Aunque ya se hab¨ªan editado referentes absolutos como la dram¨¢tica historia del ataque nuclear a Jap¨®n que narra Keiji Nakazawa en Pies descalzos (DeBolsillo), la actual bonanza ha permitido que se publiquen algunos referentes absolutos completamente desconocidos en Espa?a pese a su importancia. El m¨ªtico Kamen Rider, de Ishinomori Sh¨tar¨ (Ooso C¨®mics), como bien se?ala el especialista Oriol Estrada, el origen de la particular interpretaci¨®n del superh¨¦roe en Jap¨®n, o Joe del ma?ana, de Ikki Kajiwara y Tetsuya Chiba (Arechi), un riguroso retrato de la sociedad japonesa tras un argumento situado en el mundo del boxeo, son buenos ejemplos, entre los que hay que incluir joyas de la ciencia ficci¨®n como el apocal¨ªptico Akira, de Katsuhiro Otomo (Norma), o el inquietante thriller espacial ?Qui¨¦n es el 11? pasajero?, de Moto Hagio (Tomodomo), as¨ª como el anticipador relato de conciencia ecologista Destino Terra, de Keiko Takemiya (Milky Way).
Con m¨¢s de mil t¨ªtulos publicados en Espa?a en el ¨²ltimo a?o, es imposible no encontrar un manga que case con los gustos y preferencias de cualquiera. Da igual que se sea aficionado al c¨®mic o no, que guste de comer sushi o disfrutar con el cine nip¨®n. El manga es capaz de atraer con su magnetismo a cualquiera, con la ¨²nica condici¨®n, eso s¨ª, de empezar a leer por la ¨²ltima p¨¢gina.
Lecturas recomendadas
Tokyo Girls 7. Akiko Higashimura. Traducción de Karla Toledo. Planeta, 2022 (este otoño se publicará el tomo 7 de 9). 160 páginas. 7,95 euros.
Joe del mañana 1. Ikki Kajiwara y Tetsuya Chiba. Traducción de Marc Bernabé. Arechi, 2022 (publicados dos de 12 volúmenes). 380 páginas. 16 euros.
Destino Terra 1. Keiko Takemiya. Traducción de Judit Moreno. Milky Way, 2022 (tres tomos editados). 352 páginas. 10 euros.
Tokyo Revengers 1. Ken Wakui. Traducción de Gemma Tarrés Guasch. Norma, 2021 (la serie va por el 10º tomo). 384 páginas. 16 euros.
Haikyû!! 1. Haruichi Furudate. Traducción de Sandra Nogués Graell. Planeta, 2021 (la editorial tiene previsto lanzar este otoño los tomos 12º, 13º y 14º). 192 páginas. 7,95 euros.
Spy x Family. Tatsuya Endo. Traducción de Nathalia Ferreyra. Ivrea, 2020 (se han publicado nueve tomos por ahora). 212 páginas. 8 euros.
El hombre sin talento. Yoshiharu Tsuge. Traducción de Yoko Ogihara y Fernando Cordobés. Gallo Nero, 2015. 232 páginas. 20 euros.
Relatos terroríficos. Kanako Inuku. Traducción de Marc Bernabé. Satori, 2021. 160 páginas. 15 euros.
El niño gusano. Hideshi Hino. Traducción de Ismael Funes. La Cúpula, 2020. 212 páginas. 11,50 euros.
Diario de Intercambio (conmigo misma) 1. Kabi Nagata. Traducción de Luis Alís. Fandogamia, 2018 (dos volúmenes editados). 160 páginas. 12 euros.
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