General Ricardo Mart¨ªnez: ¡°Pinochet se constituy¨® en un caudillo y as¨ª lo consideran los que lo creen intocable¡±
Jefe del Ej¨¦rcito entre 2018 y 2022, las cr¨ªticas de Mart¨ªnez a la dictadura de Pinochet lo tienen en la mira de parte del mundo militar y de la derecha
El general en retiro Ricardo Mart¨ªnez (63 a?os, Santiago) fue comandante en jefe del Ej¨¦rcito entre 2018 y 2022. Antes de abandonar su cargo escribi¨® el texto Reflexi¨®n sobre las actuaciones del Ej¨¦rcito y sus integrantes en los ¨²ltimos 50 a?os y sus efectos en el ethos militar, donde establece la responsabilidad de mando de Augusto Pinochet en el caso Caravana de la Muerte, donde Sergio Arellano Stark viaj¨® por el pa¨ªs como su delegado, asesinando a opositores. Tras la publicaci¨®n de su libro Un Ej¨¦rcito de Todos y asegurar que ¡°la responsabilidad de todo la tiene Pinochet¡±, Mart¨ªnez ha sido objeto de fuertes cr¨ªticas de parte del mundo militar y de la derecha. Hace unos d¨ªas, de hecho, en la calle fue agredido. Lo llamaron ¡°traidor¡±.
Este es el di¨¢logo que sostuvo en un hotel de la zona oriente de Santiago de Chile con el periodista Ascanio Cavallo. Es el tercero de las conversaciones que sostiene para EL PA?S en el marco de los 50 a?os del golpe de Estado en Chile, que se conmemoran este lunes 11 de septiembre.
Pregunta. Estoy impresionado con las citas del libro: aparece hasta el cura Roger Vekemans. Con raz¨®n est¨¢ resultando un tanto pol¨¦mico. ?Lo esperabas?
Respuesta. Sab¨ªa que iba a producir un nivel de ruido. Porque cuando uno tiene que hacer un an¨¢lisis del Gobierno militar, no puede dejar de lado a quien estuvo en el mando como jefe y, a la vez, como presidente de la Rep¨²blica [Augusto Pinochet]. Todav¨ªa existen personas que piensan que no hay que tocarlo. Yo creo que toda persona tiene luces, pero tambi¨¦n sombras.
P. Hay una referencia a eso en el propio texto, respecto de los que te van a reprochar que no destaques los logros econ¨®micos del r¨¦gimen.
R. Bueno, no es algo que se me haya ocurrido cuando me nombraron comandante en jefe. Es un proceso que viv¨ª a trav¨¦s de toda mi carrera militar. Yo ocup¨¦ cargos netamente institucionales, pero era una realidad comentada en las conversaciones privadas, por personas que eran renuentes a hacerlas p¨²blicas. Pero el Ej¨¦rcito es una instituci¨®n a la que el Estado le ha entregado una capacidad ¨²nica, el ejercicio leg¨ªtimo y exclusivo de la fuerza, de las armas. Entonces, tiene, en mi opini¨®n, la obligaci¨®n de mirar hacia atr¨¢s, porque lo que no puede ocurrir es que en el futuro se pueda repetir ese pasado.
P. Presentaste en 2019 un documento que tuvo cierta resistencia desde antes, incluso, de que te retiraras. No lo aprobaron algunos generales.
R. T¨² sabes que el cuerpo de generales se va renovando cada a?o: unos 10 o 12 cada a?o.
P. Como un cuarto.
R. Un 20%, en condiciones normales. Pero el 2018 no fue normal, porque se fue pr¨¢cticamente el 50% de los generales, por causas judiciales presentes o eventuales, adem¨¢s de otras necesidades de la instituci¨®n.
P. ?Esa fue una decisi¨®n de Gobierno [de Sebasti¨¢n Pi?era, conservador]?
R. S¨ª, y lo conversamos mucho, para determinar qu¨¦ generales pudiesen estar m¨¢s implicados en la investigaci¨®n que se estaba realizando.
P. ?Estamos hablando del fraude?
R. El asunto de los pasajes [a¨¦reos]. Los generales no tienen nada que ver, hasta donde yo s¨¦, y por lo tanto me pareci¨® muy injusto. No por la investigaci¨®n judicial, sino porque era una pr¨¢ctica entre las Fuerzas Armadas y la Canciller¨ªa.
P. Esos generales, ?no est¨¢n todos enjuiciados?
R. No, despu¨¦s de que salieron a retiro, pr¨¢cticamente a ninguno se le sigui¨® alguna causa judicial.
P. O sea que el c¨¢lculo no fue muy bueno.
R. Es que el c¨¢lculo no fue m¨ªo. Lo que yo pretend¨ªa es que saliera el m¨ªnimo de generales.
P. Eso signific¨® que asumieran generales con poca experiencia.
R. El 2018, con ese cuerpo de generales, hablamos de la necesidad de incorporar esta reflexi¨®n en una planificaci¨®n estrat¨¦gica, que se llam¨® Plan de Acci¨®n Carrera, 2019-2022. Ten¨ªa 13 objetivos estrat¨¦gicos. Uno de ellos era esta revisi¨®n. Se llamaba Reflexi¨®n sobre las actuaciones del Ej¨¦rcito en los ¨²ltimos 50 a?os. Este documento sale y se difunde a todo el Ej¨¦rcito en enero del 2019. Dos meses despu¨¦s, en el primer consejo militar del a?o, en marzo, ordeno que s¨®lo se discuta y analice esto, durante los cuatro d¨ªas, con dedicaci¨®n exclusiva de los generales, fuera de Santiago. Los generales se ordenaron por grupos, y a cada grupo se le dio un tema, que luego present¨® al resto, para discusi¨®n. Todos estuvieron de acuerdo en que las violaciones de los derechos humanos, los desaparecidos, no ten¨ªan ninguna explicaci¨®n. Se logr¨® ese consenso. Yo ten¨ªa previsto que estas reflexiones se difundieran en 2020. No quer¨ªa que fuera en el ¨²ltimo momento; quer¨ªa estar en la mitad de mi per¨ªodo, para asumir toda la responsabilidad. Pero en octubre del 2019 viene el estallido social y al a?o siguiente el Covid-19. Toda esa planificaci¨®n se vino abajo. Segu¨ª trabajando con un grupo m¨¢s peque?o y entonces dijimos: bueno, lo vamos a hacer para el 2021. Entonces result¨® que hubo cinco elecciones y no quer¨ªamos que el documento fuese utilizado por alg¨²n sector. No nos quedaba m¨¢s que 2022. Pero ten¨ªa que hacerlo antes de irme.
P. Y aqu¨ª se cruza la jueza Romy Rutherford, que te cita a declarar, con posibilidad de dejarte arrestado, seis d¨ªas antes de entregar el mando, ?no?
R. S¨ª. Mi abogado pidi¨® la postergaci¨®n, que me citara al d¨ªa siguiente de entregar el mando. Pero ella la deneg¨®. Corr¨ªa el riesgo de quedar arrestado como comandante en jefe en una unidad del Ej¨¦rcito que depend¨ªa de m¨ª. No pod¨ªa permitir eso. Renunci¨¦ [el 2 de marzo de 2022].
P. El texto subraya la actuaci¨®n del Ej¨¦rcito en desastres naturales y la pandemia. Pero no dice mucho sobre el 18 de octubre de 2019. ?Qu¨¦ pas¨® ese d¨ªa, el inicio del estallido? ?Te negaste a sacar las tropas a las calles?
R. No. El 18 de octubre el presidente [Pi?era] toma contacto conmigo a trav¨¦s del ministro de Defensa y me indica que va a declarar el estado de emergencia. Yo ya hab¨ªa acuartelado a las tropas. Antes de recibir ninguna instrucci¨®n del presidente, al ver los incendios que se estaban produciendo en Santiago y la magnitud del da?o, me imagin¨¦ inmediatamente que iba a haber una situaci¨®n del m¨¢s alto nivel y orden¨¦ el acuartelamiento inmediato. Y le inform¨¦ al ministro de Defensa.
P. ?Y el ministro te cita esa misma noche, o al d¨ªa siguiente?
R. No, esa noche el ministro me llama por tel¨¦fono. Me dice que el presidente va a decretar el estado de emergencia y me pide nombres para jefe de la Defensa en Santiago. Es la primera zona donde se declara el estado de emergencia. Horas despu¨¦s vino todo el resto del pa¨ªs. El Ej¨¦rcito estuvo con disposici¨®n inmediata.
P. Hab¨ªa un problema: las reglas de uso de la fuerza.
R. Claro, porque las reglas de uso de la fuerza que estaban vigentes las hab¨ªa trabajado en su momento el ministro de Defensa Andr¨¦s Allamand, en el primer Gobierno del presidente Pi?era (2010-2014). Estaban m¨¢s enfocadas para cat¨¢strofes. Y ahora ten¨ªamos que emplearlas para el orden p¨²blico. Lo que hicimos fue entregar instrucciones a una tropa que no ten¨ªa experiencia en des¨®rdenes. Y en t¨¦rminos de heridos y muertos, el Ej¨¦rcito s¨®lo tuvo problemas en las primeras 48 horas.
P. ?Problemas?
R. En el caso del Ej¨¦rcito, hubo tres o cuatro heridos. Muertas, dos personas, en La Serena- Coquimbo. ?Por qu¨¦? Por falta de experiencia, pero tambi¨¦n porque los jefes de la Defensa, por ley, dependen del presidente de la Rep¨²blica. Y mi tarea como comandante en jefe era entregar las tropas en cada una de las zonas a los jefes de la Defensa. Por lo tanto, pod¨ªa estar atento a otras necesidades. Pero me sent¨ªa responsable del primer general, Javier Iturriaga, y de los otros generales que quedaron como jefes de la Defensa. No pod¨ªa dejarlos solos. Lo que hice fue instalar un cuartel general, que fue monitoreando todo lo que ocurr¨ªa en el pa¨ªs y empez¨® a emitir documentos de resoluci¨®n. Uno de ellos tuvo que ver con el comportamiento de los soldados en la calle. Por ejemplo, nos dimos cuenta de que los soldados estaban ocupando munici¨®n a fogueo, de salva, pero la poblaci¨®n cre¨ªa que eran disparos reales. Se produc¨ªa un problema de informaci¨®n que afectaba a la credibilidad y al sentido que quer¨ªamos darle a la salida de las tropas, que no era confrontarnos contra la poblaci¨®n. All¨ª dictaminamos que hab¨ªa que reducir el uso de la munici¨®n a fogueo. Los oficiales, los suboficiales, los soldados, tuvieron un comportamiento admirable. Hab¨ªa mucha gente que los insultaba a medio metro. Hubo personas que quisieron quitarles sus fusiles. A¨²n as¨ª, no hicieron uso de sus armas.
P. Entremos al libro. La tesis central es que ethos militar fue sustancialmente alterado por la participaci¨®n en pol¨ªtica en los a?os 1960 y hasta m¨¢s o menos los 1980. Y esto ser¨ªa producto de la polarizaci¨®n de la sociedad civil. ?Es una interpretaci¨®n correcta?
R. S¨ª.
P. Por lo tanto, una de las lecciones hacia el mundo pol¨ªtico es: no nos metan m¨¢s en esto. El Nunca m¨¢s del general Juan Emilio Cheyre dec¨ªa algo parecido [documento del comandante en jefe del Ej¨¦rcito en 2004]. Pero ocurre que el Ej¨¦rcito y las Fuerzas Armadas se tomaron el Gobierno con el golpe de Estado de 1973. Y de ah¨ª se desprenden las violaciones a los derechos humanos. ?Piensas que esto no fue una pr¨¢ctica institucional?
R. Yo dir¨ªa que en las primeras semanas, los primeros meses, el Ej¨¦rcito tuvo participaci¨®n en hechos reprobables. Pero despu¨¦s, volvi¨® a sus tareas. La persecuci¨®n de personas que el Gobierno ve¨ªa como enemigos qued¨® en las manos de la DINA y la CNI, que estaban compuestas por varias instituciones y depend¨ªan directamente, no del Ej¨¦rcito, sino de la Junta de Gobierno en el caso de la DINA y del Ministerio de Interior, la CNI.
P. Pero al final llegamos al comandante en jefe.
R. Llegamos al presidente de la Rep¨²blica, que es el comandante en jefe. En el Ej¨¦rcito hab¨ªa muy pocas personas que se dedicaban al Gobierno. El grueso estaba en las tareas propias de instruir soldados. Yo ingres¨¦ a la Escuela Militar en 1976, egres¨¦ en diciembre de 1979 y en 1980 me dediqu¨¦ fue a instruir, a transformar ciudadanos en soldados.
P. Nunca otras funciones.
R. No, nada. Y gran parte del Ej¨¦rcito era as¨ª. El ¨²nico momento que el Ej¨¦rcito se vio de nuevo envuelto en tareas de orden p¨²blico fue para las protestas de 1983-1984.
P. Uno de esos per¨ªodos, el de fines de 1973, es de la Caravana de la Muerte.
R. Tu libro (Golpe, con Margarita Serrano) describe muy bien eso: el 11, hasta las 24 horas, hubo 36 muertos. Y desde ah¨ª hasta el 31 de diciembre, se llega a 1.823. Entonces, ese periodo es el que comprometi¨® m¨¢s al Ej¨¦rcito. Mi cr¨ªtica es que, si la Junta de Gobierno emite el 12 el decreto ley n¨²mero 5, que implanta el estado de sitio en todo el territorio y agrega que debe entenderse como estado de guerra interna, en ese momento debieron generarse los tribunales en tiempos de guerra, que son los Consejos de Guerra.
P. Algunos se configuraron, ?no?
R. Por lo que entiendo, s¨ª, algunos. Hay algunas actas. El hecho es que hasta la guerra est¨¢ normada. Esa una de las conclusiones despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial, con la Convenci¨®n de Ginebra, que Chile firma en 1950. Es cierto que hab¨ªa poca preparaci¨®n de las Fuerzas Armadas en el trato de los prisioneros de guerra. Es una responsabilidad de las Fuerzas Armadas, pero tambi¨¦n una anterior del Estado, que es el que tiene que asegurar que las Fuerzas Armadas tengan la preparaci¨®n, los valores y los principios que se requiere. No puede lavarse las manos y despu¨¦s, si se equivocan, apuntarlas con el dedo como culpables.
P. Veamos un poco el caso de la Caravana de la Muerte, porque tu descripci¨®n suena un poco fantasiosa. Llega la Caravana a una ciudad, sacan a los prisioneros, fusilan a 20 o 30 y nadie escucha nada. Y una de las razones es que el general Sergio Arellano se dedica a distraer a los oficiales locales, como si fuera el Rey del Mambo¡ Puedo comprender el esfuerzo por exculpar a los oficiales inferiores, pero esto es mucho, ?no te parece?
R. Puede ser una mala interpretaci¨®n de lo que quisimos escribir. Las personas que estaban en esas unidades supieron que se fusil¨® a prisioneros, pero con pretextos falsos. Se les dijo que eran resoluciones de Consejos de Guerra. Pero esos Consejos no se hab¨ªan configurado. Entonces, a un subteniente se lo ordena su capit¨¢n, c¨®mo le va a mentir. Hubo oficiales que hicieron presente que les parec¨ªa fuera de lugar hacerlo a esas horas. Pero se les recuerda que hay estado de guerra y el incumplimiento de una orden significa que puede ser fusilado. Te voy contar una situaci¨®n que me comentaron. En Copiap¨®, llega la Caravana, el general Arellano habla con el comandante, pide los antecedentes y ordena que una cantidad de personas sea fusilada. El comandante le representa al general, que va investido con las atribuciones de delegado del comandante en jefe, que es como si fuera ¨¦l, imag¨ªnate. Los oficiales hacen lo que les ordena el comandante, entregan los cuerpos en el cementerio y llegan al casino del regimiento, afectados por lo que ha pasado, y lo comentan con otros oficiales. A uno de ellos, que no hab¨ªa participado, le ordenan al d¨ªa siguiente que sea parte del pelot¨®n para tres personas m¨¢s. ?l dice: ¡°Acord¨¢ndome de la noche anterior, le pregunto a mi superior qu¨¦ vamos a hacer, que esto no es una resoluci¨®n del Consejo de Guerra¡±. Y el superior responde: ¡°Bueno, ?va a cumplir la orden o no?¡±. Ese oficial me confes¨® que en esos segundos tuvo mucho miedo. Cumpli¨® la orden. Finalmente, fue absuelto. Los de la noche anterior, fueron condenados.
P. T¨² le reprochas a Pinochet no asumir la responsabilidad del mando en este caso. Pero antes la neg¨® Arellano, que tambi¨¦n neg¨® los hechos y s¨®lo vino a decir, cuando ya no ten¨ªa salida, que fue una orden de Pinochet. La primera negativa es de Arellano.
R. Arellano hizo dos giras, una al sur, a fines de septiembre, y otra al norte, en octubre. Yo reproduzco un careo, cuando se enfrenta el general Arellano con el capit¨¢n que cumpli¨® la orden. El general niega haber dado la orden y dice que esto fue de los oficiales del regimiento. El capit¨¢n dice: ¡°F¨ªjese que todas las muertes fueron desde que lleg¨® el general Arellano hasta que se fue¡±. No hay m¨¢s muertes. La responsabilidad es del general Arellano, pero al ser delegado, bueno, tambi¨¦n del general Pinochet.
P. ?Y en el caso del asesinato del general Carlos Prats [asesinado en Buenos Aires en 1974]? Este es campo sagrado: asesinar al excomandante en jefe est¨¢ m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites...
R. Eso es inaceptable. No es aceptable ninguna p¨¦rdida de vida que no sea a trav¨¦s de un proceso en el cual todos nos hemos puesto de acuerdo.
P. ?T¨² crees que los generales de 1973 deliberaban, conversaban, ten¨ªan un Consejo Militar?
R. S¨ª. En la d¨¦cada de 1970 se relacionaban como pares. Si no, no se explica todo lo que pas¨® con el general Prats, las quejas, hasta la protesta que le hacen afuera de su oficina...
P. ?La de la se?oras? Ah, claro, conoc¨ªa a todas las se?oras. Por eso renuncia.
R. Exactamente. Esto se fue rigidizando con el tiempo, despu¨¦s del golpe de Estado. Al final, cuando el general Pinochet se va, hab¨ªa m¨¢s de 20 a?os de diferencia con el general que lo segu¨ªa como segundo en antig¨¹edad. Lo normal en un Ej¨¦rcito es que la diferencia del comandante en jefe con el que lo sigue no sea m¨¢s all¨¢ de uno, dos, tres a?os. Esa es una cosa. La otra es la rigidez para hacer presente ciertas situaciones ante nuestros superiores. La reglamentaci¨®n dice que uno puede llegar con un reclamo hasta el comandante en jefe y hasta el presidente de la Rep¨²blica. Pero no me vengan a decir que, en esa ¨¦poca, alguien que se opon¨ªa a una orden de fusilamiento, iba a llegar al presidente. Por eso, para m¨ª, la responsabilidad mayor en lo que ocurri¨® es de los mandos superiores, porque ellos debieron haber establecido que se cumplieran los Consejos de Guerra.
P. ?De veras cees que el Ej¨¦rcito era sensible a esos procedimientos, muchos de ellos posteriores a la Segunda Guerra Mundial? Tu texto dice que es un Ej¨¦rcito que se pasa un siglo en guerra, incluyendo una guerra interna, que por lo que sabemos fue salvaje, y especialmente salvaje para el Ej¨¦rcito.
R. La revoluci¨®n de 1891. Hay escritores que han comparado esa guerra civil con el golpe de Estado de 1973. Creo que es una mala comparaci¨®n, porque entonces hubo ej¨¦rcitos que se confrontaron. Una guerra civil: un buque por un lado, un buque por otro lado, y ej¨¦rcitos que lucharon con ca?ones, con infanter¨ªa, con caballer¨ªa, con todo.
P. El que se lleva la peor parte es el Ej¨¦rcito de tierra.
R. Porque se divide. Se olvida que los almirantes de la Marina eran balmacedistas y los capitanes de nav¨ªo se rebelaron. La c¨²pula del Ej¨¦rcito se mantuvo fiel al Gobierno, pero hubo unidades que se cambiaron de bando. El general Emil K?rner, el famoso instructor prusiano, se pas¨® al lado del Congreso. Y cuando gana el Congreso, se produce una transformaci¨®n del Ej¨¦rcito. En la batalla de Placilla, a Orozimbo Barbosa, a Jos¨¦ Miguel Alc¨¦rreca, no solamente los matan: los descuartizan, los desmembran. Se cometieron muchas barbaridades en esa guerra.
P. Eso, barbaridades. Pero me da la impresi¨®n de que, a partir del mismo golpe, Pinochet ten¨ªa claro que la responsabilidad ¨²ltima era suya. Cuando se va a iniciar la transici¨®n, dice: ¡°Si me tocan a uno de mis hombres, se acab¨® la transici¨®n¡±. Se sent¨ªa un escudo.
R. Cuando uno asume el mando en jefe de la instituci¨®n, obviamente no tiene un control absoluto de cada una de las unidades que est¨¢n repartidas desde Arica hasta Punta Arenas. Para eso est¨¢n los distintos mandos, que tienen que cumplir sus respectivas tareas.
P. Eso me resulta claro. Es que me llama la atenci¨®n que el libro pasa velozmente de la Caravana de la Muerte a las cuasi guerras con Per¨² y con Argentina, con elogios para la actuaci¨®n del Ej¨¦rcito, y con otras alabanzas al Cuerpo Militar del Trabajo, a la construcci¨®n de la Carretera Austral. Y Pinochet no aparece en esas cosas. Pareciera que lo est¨¢s evitando.
R. Para m¨ª, el punto m¨¢s importante es que en ese per¨ªodo se violaron derechos humanos y la responsabilidad tiene que llegar hasta el nivel m¨¢s alto. Es una mirada solamente institucional. No puedo referirme a los otros temas: para eso hay historiadores, cientistas pol¨ªticos, en fin. A m¨ª me interesaba, como comandante en jefe, c¨®mo esto hab¨ªa afectado al Ej¨¦rcito. Y de eso vendr¨ªa el ruido de las personas a las que no les gusta el libro.
P. ?Oficiales retirados?
R. Fundamentalmente de ellos. Y tambi¨¦n de algunos activos que fueron formados en la ¨¦poca en que el general Pinochet era presidente o comandante jefe. En la ¨²ltima etapa. Pero no todos, solamente una parte.
P. ?T¨² eres de infanter¨ªa, verdad? Como Pinochet. Cuando entraste a esa especialidad, ?no sentiste all¨ª su impronta?
R. No. Esa es otra idea injusta con el Ej¨¦rcito, que tiene 213 a?os de vida, aunque la gente piense que es poco menos que Pinochet. No, Pinochet fue un comandante en jefe por 25 a?os. Mucho, pero no todo. Por ese tiempo y por los cargos que ejerci¨®, se constituy¨®, en la pr¨¢ctica, en un caudillo, y as¨ª parecen considerarlo quienes piensan que es intocable.
P. En tu carrera pasaste por Punta Arenas. ?No te toc¨® el incidente del general Ricardo Hargreaves, que elogi¨® a Pinochet el d¨ªa de su muerte?
R. S¨ª, hizo unos comentarios a la salida de la misa y eso produjo un ruido que signific¨® que se le pidiera su renuncia. Yo tengo un muy buen recuerdo del general Hargreaves. Pero cada persona puede tener una mirada distinta. Lo que no se puede hacer es no hablar del tema. Hay que hablarlo y no se puede descalificar sencillamente porque no tengo una opini¨®n parecida a otros. Me gustar¨ªa que se descalificara lo que yo diga con argumentos. Sobre la responsabilidad del mando, ?est¨¢ de acuerdo o no est¨¢ de acuerdo? Si no lo est¨¢, estamos en ej¨¦rcitos distintos.
P. Vi muchas referencias al Informe Rettig. No recuerdo que el Ej¨¦rcito lo haya reconocido.
R. De hecho, aparece que el general Pinochet lo descalific¨®, dijo que no se hab¨ªa colocado dentro del contexto. En esa parte yo relato los hechos. A m¨ª me interesa mucho rescatar, tambi¨¦n, todo lo que han hecho los otros comandantes en jefe.
P. Estaba pensando en eso: en ninguno de esos documentos anteriores se dice expresamente que el Informe Rettig es la verdad.
R. Yo creo que, en el fondo, todos lo han pensado. A todos los comandantes en jefe que sucedieron al general Pinochet les toc¨® vivir su momento, sus problemas. Pero el Ej¨¦rcito empez¨® a tener una mirada mucho m¨¢s concordante con lo que se espera de un comandante en jefe en una Rep¨²blica democr¨¢tica.
P. Bueno, estuviste 18 a?os, sin contar la Escuela, con Pinochet como comandante en jefe. ?Cu¨¢ndo empezaste a hacer esta reflexi¨®n? Porque ya en esa ¨¦poca hab¨ªa una proporci¨®n importante de todo esto que se sab¨ªa¡
R. Hab¨ªa una parte que se sab¨ªa, pero con otras historias.
P. Hasta algunos libros estar¨ªan prohibidos para ustedes.
R. Hab¨ªa. Yo le¨ª las memorias de Prats siendo oficial. Pero creo que eso no era muy bien visto. En esa ¨¦poca tambi¨¦n se dudaba de qui¨¦n estaba detr¨¢s de su asesinato. Hace unos d¨ªas se public¨® una nota donde se revelan escritos del general Sergio Nu?o y el general Arellano, dos de los generales que estuvieron en la planificaci¨®n previa del golpe. Meses antes...
P. Estuvieron conspirando.
R. Los dos. Y es muy interesante, porque en 1978, creo que Sergio Nu?o era embajador en Egipto y Arellano hab¨ªa empezado a ser cr¨ªtico del Gobierno del general Pinochet. ?l expresa su sensaci¨®n de que el gobierno militar pudo estar involucrado, a trav¨¦s de la DINA, en el atentado contra Orlando Letelier y adem¨¢s en el de Prats.
P. El proceso de pasar a ser cr¨ªtico es largo. Significa romper con una idea y con alguien.
R. A m¨ª me fue dif¨ªcil. Mis asesores m¨¢s directos, si bien estaban de acuerdo con el contenido de este documento, me dec¨ªan: ¡°Para qu¨¦ te vas a meter en este tema, que va a resultar muy espinudo, vas a pasar momentos no muy gratos¡±. Yo les respond¨ªa. ¡°?Hay alguna duda de esto? ?Alguna cosa que no sea cierta?¡±. Ninguna. ¡°?T¨² crees que en 20 a?os este documento ser¨¢ algo que contribuy¨® o que en realidad no dijo nada?¡±. ¡°No, contribuy¨®¡±. ?Y por qu¨¦ tengo que esperar 20 a?os?
P. Vamos a terminar con una sola pincelada sobre el Ej¨¦rcito de hoy. Hace 10 a?os, m¨¢s o menos, yo ten¨ªa la percepci¨®n, bastante confirmada por fuentes externas, de que el Ej¨¦rcito chileno hab¨ªa adquirido una posici¨®n de liderazgo continental, en el sentido de modernidad, agilidad, tecnolog¨ªa. ?Sigue siendo as¨ª?
R. S¨ª. El Ej¨¦rcito, y esto lo hice presente a las autoridades pol¨ªticas, tiene que solucionar un tema, que es el del servicio militar, que es una fuerza importante en t¨¦rminos de n¨²mero. Se han entregado remedios de parche, como los soldados de tropa profesional, que solamente pueden estar cinco a?os y no pueden ser recontratados. Pero hablando de la capacidad y de lo que es capaz de proyectar, el Ej¨¦rcito es hoy una instituci¨®n de referencia en la regi¨®n.
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