Joan Subirats: ¡°Los chiringuitos no podr¨¢n ser universidades¡±
El nuevo ministro cree que la futura ley ¡°no puede ser muy reglamentista y ha de marcar horizontes¡± como una ciencia accesible para todos o la formaci¨®n a lo largo de la vida
El catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas Joan Subirats (Barcelona, 71 a?os) se ha convertido a matacaballo en el segundo responsable en la historia del Ministerio de Universidades, creado apenas hace dos a?os como cartera ¨²nica, con un presupuesto muy peque?o y las atribuciones compartidas con las comunidades y Ciencia; pero tambi¨¦n con una tarea enorme por delante: presentar en Europa una nueva ley universitaria a la altura de los retos del siglo XXI. La alcaldesa de Barcelona se resisti¨® a dejar marchar a Madrid a su faro ideol¨®gico y, por eso, tal como reconoci¨® Manuel Castells en su despedida, ¨¦l fue el primero en ocupar esa cartera. Subirats es la voz de los comunes en el Consejo de Ministros y es partidario de una consulta en Catalu?a tras acordarse una nueva estructura del Estado.
Pregunta. Si Ada Colau le hubiese dejado ser ministro antes, ?habr¨ªa planteado as¨ª la ley?
Respuesta. Es un proyecto muy avanzado pero quiero hacer la ley un poco m¨ªa. Est¨¢ bien planteada, estos 20 a?os que han pasado desde la LOU [Ley Org¨¢nica de Universidades] son de cambios muy profundos y las universidades est¨¢n en un cruce espectacular de conocimiento, difusi¨®n, investigaci¨®n, innovaci¨®n, transferencia¡ Hay una necesidad evidente de puesta al d¨ªa de la ley. Es un instrumento necesario, aunque seguramente no el ¨²nico.
P. ?A qu¨¦ se refiere con hacer la ley suya?
R. Hay que poner ¨¦nfasis en el valor de la docencia o que la ley recoja bien la complejidad de un sistema universitario que tiene cuatro grandes actores: la Uni¨®n Europea, cada vez m¨¢s presente; el Estado, que tiene un papel de planificaci¨®n, de redistribuci¨®n y de evaluaci¨®n; las comunidades, que suponen el 77% de la financiaci¨®n; y algo innegociable, la autonom¨ªa de las universidades. Hay que respetar sus espacios de poder. La ley no puede ser muy reglamentista y, en cambio, ha de marcar horizontes, hacer florecer elementos: ciencia abierta [aquella libre y accesible para todos], ciencia ciudadana [la investigaci¨®n que se hace entre cient¨ªficos y voluntarios] y formaci¨®n a lo largo de la vida. Son cosas que est¨¢n en la ley, pero que hay que reforzar. En 2029, dice Europa, un 60% de la gente se estar¨¢ formando. ?Puede ser posible en Espa?a sin contar con las 50 universidades p¨²blicas?
P. Hoy el negocio de esta formaci¨®n permanente est¨¢ sobre todo en manos de universidades privadas a distancia que han estado expidiendo t¨ªtulos sin control.
R. El sector de 17-18 a?os, que es el target de las universidades, va a decrecer. Tenemos capacidad e instalaciones en el territorio [para dar formaci¨®n permanente] con 190 ciudades con un centro de educaci¨®n superior, pero para los profesores de universidad es lo menos importante. En el resto de niveles educativos, el profesor tiene que pasar por cursos de capacidad docente, pero si t¨² eres doctor, se da por supuesto que sabes dar clase. Deber¨ªamos conseguir que la universidad no sea una excepci¨®n. Una forma de defender a los estudiantes es defender la docencia. Hay gente que dice: ¡°Si quitas la investigaci¨®n en la Universidad, es una academia¡±. Bueno, ni una academia ni un laboratorio.
No logramos atraer a profesionales de prestigio como asociados
P. ?Hay que ir hacia un modelo de ciertas universidades de ¨¦lite?
R. Tenemos un sistema diverso que tiene reglas iguales. Lo contrario de homogeneidad es la diversidad, que es un valor muy importante. Hay que conseguir que las universidades que tienen un perfil m¨¢s investigador, internacional, puedan seguir as¨ª y que otras de perfiles distintos ¨Dsin negarles esto¨D puedan reforzar su relaci¨®n con el desarrollo local.
P. Pa¨ªs Vasco o Catalu?a hacen pol¨ªtica de pa¨ªs financiando sus universidades, mientras en otras comunidades est¨¢n asfixiadas. ?Pasar¨¢ factura a sus econom¨ªas?
R. Debemos de defender la diversidad como un valor del sistema, pero hemos de ser capaces desde el Estado de redistribuir.
P. ?C¨®mo se consigue?
R. La Universidad de Granada trabaja en recuperar canales de irrigaci¨®n con entidades locales. Es un ejemplo magn¨ªfico. No quiere decir que la Universidad de Barcelona solo se dedique a investigar internacionalmente. Cuando yo era concejal, plante¨¢bamos el papel de las universidades en el desarrollo local de Barcelona. No me da miedo la diversidad, una funci¨®n del Estado es la capacidad de redistribuir.
P. Hay que terminar con la precariedad de los asociados. ?Ofrecer¨¢n otra f¨®rmula?
R. La aplicaci¨®n de la idea de asociado ha sido totalmente tergiversada y no logramos atraer a profesionales de prestigio como asociados. Tendremos probablemente que pagar m¨¢s. No podemos convertir esa figura en un refugio de precariedad y [la forma de] reducir la carga docente de titulares y catedr¨¢ticos. Reducir al 20% la temporalidad creo que es correcto, pero para recuperar el perfil de asociado. La reforma laboral trabaja tambi¨¦n en una l¨®gica de evitar la precarizaci¨®n. Por ejemplo, eliminando los contratos de obra y servicio.
Si t¨² eres doctor, se da por supuesto que sabes dar clase. Deber¨ªamos conseguir que la universidad no sea una excepci¨®n
P. Se han quejado los rectores.
R. Es buena noticia. Cuando dirig¨ªa proyectos, mi universidad me dec¨ªa que iba a reservar parte [del presupuesto] para pagar la indemnizaci¨®n si hubiera juicio. La nueva norma dice que tienes que usar un contrato laboral indefinido e incorporar la indemnizaci¨®n. Estamos viendo con el Ministerio de Ciencia si hay alguna f¨®rmula que permita que los contratos duren lo que el proyecto.
P. ?La universidad puede quedarse sin estos investigadores?
R. No. La idea de incorporar indemnizaciones es positiva para la estabilidad del sistema.
P. Invertir un 1% del producto interior bruto (PIB) en universidades, su objetivo, supondr¨ªa destinar 1.715 millones de euros m¨¢s. ?De d¨®nde van a salir?
R. Estamos en el 0,7% o 0,8% del PIB, que es el promedio de la UE. La ley necesita ir acompa?ada de financiaci¨®n y en los ¨²ltimos 20 a?os la universidad ha perdido un 20%. Son las comunidades las que deciden qu¨¦ porcentaje va a la universidad y tenemos que conseguir que en los Presupuestos Generales del Estado se reconozca. Pero, al final, una parte muy importante de esta decisi¨®n ser¨¢ de las comunidades, cada uno ha de ser responsable.
P. ?Hay que reinventar el papel de la universidad privada?
R. La ¨²ltima universidad [p¨²blica] que hicimos fue la Polit¨¦cnica de Cartagena en 1998 y en estos 20 a?os se han fundado 30 privadas. El decreto [de creaci¨®n y reconocimiento de las universidades] intenta poner un poco de orden en un sistema que ten¨ªa el peligro de que le llam¨¢semos universidad a cualquier cosa. Las universidades tienen que cumplir unas condiciones determinadas, tambi¨¦n las p¨²blicas, con altos porcentajes de precariedad: un porcentaje dedicado a la investigaci¨®n [5%], n¨²mero de doctores... Los chiringuitos son ahora m¨¢s dif¨ªciles de hacer. Si no cumplen [el decreto], tendr¨¢n que decidir qu¨¦ quieren ser porque no podr¨¢n ser universidades.
P. ?Habr¨¢ menos universidades privadas entonces?
R. Tenemos que ir con cuidado. Tenemos la Universidad de Deusto, Navarra, Ram¨®n Llull, Comillas¡ que tienen una tradici¨®n enorme, por tanto, no hay que confundir en el mundo de las privadas con cualquier cosa. Las universidades que no cumplan el decreto, tienen ahora cinco a?os para ser universidades de verdad. Si no lo pueden hacer, no podr¨¢n llamarse universidad.
P. En las redes sociales se despidi¨® a Castells como un ministro que no hab¨ªa hecho nada cuando la evidencia es otra. ?Qu¨¦ ha fallado?
R. No ha podido desplegar lo que ven¨ªa a hacer. Me cont¨® sus planes de visitar los centros. Fue a la Universidad de Barcelona, Pa¨ªs Vasco y lleg¨® la pandemia. Ven¨ªa de estar muchos a?os fuera, un h¨¢ndicap que se le puede atribuir a Castells ¨Dcon el que no coincido, porque su labor normativa y de cambios ha sido significativa¨D que viene determinado por esa sensaci¨®n de lejan¨ªa, de ausencia.
P. ?Quiz¨¢s por no tener trayectoria pol¨ªtica no entendi¨® el oficio de la pol¨ªtica?
R. Es, creo, el quinto autor m¨¢s citado del mundo en ciencias sociales. Ha tenido una influencia enorme. Devaluar su figura por dos a?os en un momento excepcional es totalmente injusto.
P. Visto desde dentro del Gobierno, ahora que es ministro, ?el conflicto catal¨¢n tiene soluci¨®n?
R. Creo que ha habido un cambio muy importante. Ahora hay una mesa de di¨¢logo y se asume que estamos frente a un problema pol¨ªtico. Ahora tienen que pasar cosas.
P. Usted posiblemente estar¨¢ en la mesa. ?Qu¨¦ cosas tienen que pasar ah¨ª?
R. No s¨¦ si estar¨¦ en la mesa, pero tenemos que conseguir que haya procesos de avance, que esa mesa d¨¦ frutos. Cosas que pongan de relieve que se reconoce el problema y se buscan f¨®rmulas de soluci¨®n. El president de la Generalitat hablaba de acci¨®n exterior, lengua, financiaci¨®n, respeto a las decisiones del Parlament. Estas son cosas concretas.
P. Usted plante¨® una consulta, algo que el PSOE rechaza. ?Le llamaron la atenci¨®n en el Gobierno?
R. No, de hecho luego vi que la portavoz del Gobierno habl¨® de consulta en relaci¨®n a un acuerdo. Yo lo que dije es que cualquier modificaci¨®n en el sistema pol¨ªtico deber¨ªa tener una ratificaci¨®n por consulta. Esto es, si se llega a un acuerdo tendr¨¢ que haber alg¨²n tipo de votaci¨®n.
P. La encuesta de EL PA?S se?alaba el desgaste del Gobierno. ?Qu¨¦ tendr¨ªa que hacer la coalici¨®n para evitar caer ante una ola de derecha?
R. La encuesta se?alaba que el grado de acuerdo sobre las pol¨ªticas del Gobierno es mucho mayor que sobre la pol¨ªtica. Esto es importante. Las pol¨ªticas de igualdad, de transici¨®n ecol¨®gica, digital, de redistribuci¨®n, de protecci¨®n, est¨¢n bien valoradas. La capacidad de recuperar la legitimidad de la pol¨ªtica deber¨ªa basarse en la capacidad de protecci¨®n de la gente.
P. ?C¨®mo se frena la ola de derechas?
R. La ola de derechas expresa tambi¨¦n esa sensaci¨®n de desasosiego hacia el futuro, la b¨²squeda de elementos m¨¢s b¨¢sicos, un rechazo a cambiar. Deber¨ªamos ser capaces de relacionar protecci¨®n y cambio. Hay que volver a Polanyi y su libro La gran transformaci¨®n, que escribi¨® en 1944. Reflejaba muy bien el gran cambio de ¨¦poca de la transici¨®n hacia la sociedad industrial. Eso explica los procesos de gran estatalizaci¨®n del fascismo, el comunismo o el welfare state. Eso es algo que hoy vuelve a estar muy presente. No es extra?o que haya una revitalizaci¨®n del laborismo, de protecci¨®n ante una sociedad que cambia.
P. ?Qu¨¦ queda del Unidas Podemos que lleg¨® a tener cinco millones de votos?
R. Bueno, se fund¨® en 2014 y ahora estamos en un Gobierno de coalici¨®n, no est¨¢ mal. Entonces el bipartidismo parec¨ªa infranqueable. UP trajo una nueva agenda, un nuevo sentido com¨²n y otra manera de hacer pol¨ªtica. El balance es positivo.
P. ?Yolanda D¨ªaz puede llegar m¨¢s lejos que Pablo Iglesias?
R. Creo que ella est¨¢ captando bien esa necesidad de superar las l¨®gicas de erosi¨®n de valores socialdem¨®cratas. No es casual que S¨¢nchez insista mucho en los valores socialdem¨®cratas y que D¨ªaz debata con Piketty en Madrid hace unos d¨ªas. Es un momento distinto al de Pablo Iglesias, que ten¨ªa que remover el sistema pol¨ªtico. Ahora el reto es c¨®mo afrontamos de manera redistributiva y con protecci¨®n estos a?os de cambio.
P. Si Ada Colau ped¨ªa a otros que dimitiesen cuando eran imputados, ?no deber¨ªa hacerlo ella tambi¨¦n al ser imputada?
R. El contexto no tiene nada que ver. No podemos dar credibilidad a una asociaci¨®n fantasma que, insistiendo en un tema ya desestimado anteriormente por los tribunales, utiliza un c¨®digo ¨¦tico ultraexigente para cargarse sin m¨¢s a un pol¨ªtico electo.
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