Catalu?a: una pol¨ªtica extenuante
La respuesta inteligente tras las elecciones ser¨ªa tomar nota y pensar en los problemas reales
La respuesta inteligente tras las elecciones ser¨ªa tomar nota y pensar en los problemas reales
La fragmentaci¨®n del voto refleja rupturas sociales e ideol¨®gicas. La volatilidad tensiona la pol¨ªtica
Espa?a ha optado por un sistema de partidos que gravitan sobre l¨ªderes burocr¨¢ticos
La democracia interna no est¨¢ en las primarias, sino en el equilibrio de poder dentro del partido. Pedro S¨¢nchez podr¨ªa plantear congresos anuales o bienales en los que se elija a la ejecutiva, se vote su gesti¨®n y se renueve el discurso
Nuestra pol¨ªtica est¨¢ estancada, no produce debates. La opini¨®n p¨²blica percibe que los nuevos dirigentes son inferiores a los de la Transici¨®n y sus ideas son clich¨¦s del pasado. Espa?a exige renovaci¨®n
Una generaci¨®n de pol¨ªticos parece pensar que la Constituci¨®n y las leyes son de plastilina
Las biograf¨ªas de sus candidatos muestran que no son ¡®frikis¡¯: aspiran a empleos estables, m¨¢s bien en el sector p¨²blico; son j¨®venes ¡ªcon incrustaciones de mayores¡ª que quieren integrarse y cambiar el sistema
La pol¨ªtica debe estar ordenada para que los pol¨ªticos se controlen entre ellos. No ocurre as¨ª en Espa?a, donde nadie denuncia la corrupci¨®n o las decisiones equivocadas por temor a perder sitio en las listas
Sobre la sociedad gravita la idea de que amplios sectores no podr¨¢n recuperar los niveles de vida anteriores ni un cierto grado de seguridad. Se lima el pesimismo, pero sin vislumbrar mejoras futuras
Las dos grandes formaciones tienen que reconstruir sus discursos y permitir la democratizaci¨®n interna. De Rajoy y Rubalcaba necesitamos altura de miras y que sean exigentes con ellos mismos y con sus partidos
La clave pasa por una ley que regule la actividad interna de los partidos y contrapese a sus c¨²pulas. Ni pueden invadir la justicia, ni hay capital humano para abastecer decenas de miles de cargos p¨²blicos
Tras la publicaci¨®n el domingo pasado del manifiesto ¡®C¨®mo reconstruir el futuro¡¯, EL PA?S abre con este art¨ªculo el debate sobre las reformas y los pactos necesarios para superar la crisis pol¨ªtica e institucional
Hay que regular a los partidos pol¨ªticos desde fuera, como en Alemania
CiU moviliz¨® todo su electorado, lo que en unas auton¨®micas sin tanta participaci¨®n le hubiera dado para una c¨®moda mayor¨ªa
No hay soluciones m¨¢gicas, pero se puede mejorar y sanear. Desliar este enredo requerir¨¢ altura de miras, liderazgo, ideas claras y capacidad de convicci¨®n, de lo contrario acabar¨¢ dando un serio disgusto al pa¨ªs
La pol¨ªtica se ha salido de sus ra¨ªles. La ra¨ªz del mal funcionamiento de las instituciones ha de buscarse en los grupos pol¨ªticos, que han evitado ponerse normas de democracia interna y legislar sobre s¨ª mismos
Los debates televisados pueden decidir las legislativas. Los ahora indecisos, una minor¨ªa, buscar¨¢n al candidato con m¨¢s empat¨ªa, profesionalidad y capacidad para combinar seguridad y renovaci¨®n
El autor arroja una mirada cr¨ªtica sobre el principal partido de la oposici¨®n y explica su temor de que se est¨¦ alejando de las clases medias, claves para conseguir mayor¨ªas
Partidos sin ley. La institucionalizaci¨®n del sistema pol¨ªtico espa?ol en la transici¨®n estuvo dominada por el temor a que la inestabilidad pol¨ªtica pusiera en riesgo la democracia y por la necesidad de consolidar unos partidos fr¨¢giles y d¨¦bilmente implantados. Como consecuencia, se acordaron una serie de disposiciones y convenciones para reforzar la estabilidad del Gobierno y el poder de las direcciones de los partidos. Se introdujo un variado instrumental para lograrlo: la moci¨®n de censura constructiva, listas electorales cerradas y bloqueadas -sin que la Ley Electoral ni la de partidos previeran los procedimientos por los que los partidos seleccionan a sus candidatos, lo que ha quedado a su arbitrio-, una ley de partidos que no regula su actividad interna, unos reglamentos parlamentarios que gravitan sobre los grupos, la financiaci¨®n de los partidos por los presupuestos estatales, etc¨¦tera. Adem¨¢s, el devenir pol¨ªtico favoreci¨® culturas de unanimidad interna alrededor de los l¨ªderes, dadas las experiencias del PCE y la UCD y la sensaci¨®n de ventaja competitiva del PSOE cuando este partido consolid¨® en 1979 el liderazgo de Felipe Gonz¨¢lez.Este entramado de disposiciones y convenciones fue ¨²til durante la transici¨®n. Ha permitido Gobiernos homog¨¦neos y estables, ha garantizado la representaci¨®n de las opciones nacionalistas y ha favorecido la consolidaci¨®n de grandes partidos, sometidos todos ellos a crisis "de identidad" entre 1978 y 1989. Pero desde mediados de los ochenta se empezaron a hacer patentes sus deficiencias, lo que se manifest¨® en una literatura period¨ªstica y acad¨¦mica que impugnaba algunos de sus elementos y en una inflexi¨®n de los indicadores de confianza de los ciudadanos en el sistema pol¨ªtico. Cabe conjeturar que las disposiciones que operaron positivamente en un marco de excepcionalidad pol¨ªtica, como fue la transici¨®n, se fueron haciendo menos operativas en un marco democr¨¢tico normalizado. Tal mutaci¨®n se produjo insensiblemente, pues la consolidaci¨®n de la democracia fue un proceso gradual, cuyo fin cabe situar en un momento impreciso en la primera mitad de los ochenta.