Una extra?a joya arquitect¨®nica de Francisco Alonso en peligro
La amenaza de demolici¨®n de una zapater¨ªa en Madrid que nunca se inaugur¨® marca la ¨¦poca reivindicativa de lo peque?o
La microhistoria, el relato de lo peque?o, se consider¨® durante siglos irrelevante y, por lo tanto, intrascendente. Cuando en los a?os setenta se empez¨® a analizar ¡ªde la mano de, entre otros, Carlo Ginzburg¡ª fue eso peque?o lo que sacudi¨® los cimientos de la gran historia. En la arquitectura, como en las ciudades, la vida o las personas, suele ser lo peque?o ¡ªel detalle¡ª lo que define la calidad. Y lo peque?o, claro, no grita. Por eso exige una b¨²squeda, un tiempo. Cuando se halla, reescribe lo que sabemos.
Peque?a es la obra ahora amenazada por la piqueta: Jorge Juan 55. La direcci¨®n del local en Madrid da nombre a lo que iba a ser una zapater¨ªa exquisita. En los a?os ochenta, M. Losada importaba zapatos de Italia. Y quiso transformar su negocio en ¡°una zapater¨ªa que se viviera como un palacio¡±, explica Francisco Alonso, su arquitecto.
Nacido en Madrid hace 80 a?os, Alonso es un profesional tan escaso ¡ªpor cantidad de obra construida¡ª como intenso ¡ªpor las puertas que ha abierto su trabajo¡ª. Sus viviendas, pabellones, instalaciones y, ojo, sus patentes redefinen lo peque?o que lleva a lo grande. Su mano est¨¢ en los vidrios de la ¨®pera de S¨ªdney que levant¨® Jorn Utzon y que ¨¦l calcul¨® para Ove Arup en Londres. Est¨¢ en las patentes de hormig¨®n pretensado que Alejandro de la Sota emple¨® en el mar Menor. En las esculturas cin¨¦ticas que ide¨® con Max Bill en Z¨²rich y, sobre todo, en la modernidad del Banco de Bilbao que firm¨® S¨¢enz de Oiza.
Oiza era su jefe en el departamento de proyectos de la ETSAM cuando fue a buscarlo a casa de sus padres. Alonso estaba en cama con fiebre. Su madre se opuso a que se levantara, pero Oiza lo arrastr¨® hasta el estudio: no estaba satisfecho con la torre que iban a presentar al concurso. El resto es leyenda. Otra peque?a historia clave en la gran historia de la arquitectura. ¡°Era un momento ambiguo. Los arquitectos estaban infectados por la religiosidad laica historicista de Kahn. El posmodernismo acechaba, el organicismo de Wright se ve¨ªa viejo, grosero. No hab¨ªa modelos v¨¢lidos. Todas las propuestas para la torre del Banco de Bilbao en la Castellana de Madrid delatan ese caos¡±, explica al tel¨¦fono.
Lo que Alonso plante¨® fue buscar un clasicismo moderno, ¡°una modernidad evolucionada que creyese en su causa social, hist¨®rica y t¨¦cnica¡±. La pregunta que hizo fue: ?qu¨¦ podemos ofrecer a la antig¨¹edad con la misma potencia que ella? Hoy conserva los dibujos definitivos del proyecto. Y tambi¨¦n esa idea. Es lo que ha hecho toda su trayectoria: digerir la modernidad, llevarla fuera del tiempo, dedicando horas a cada proyecto. Viviendo ¡°no sin dificultades¡±, admite.
¡ª?Un proyecto que se conserva tapiado durante m¨¢s de 30 es un ¨¦xito o un fracaso? El objetivo de la arquitectura es la vida ¨²til. Pero pas¨® a ser un sitio arqueol¨®gico.
¡ªLa propiedad lo apart¨® del mundo. Pero lo conserv¨®. Se sintieron mecenas. Los propietarios se transformaron. Participaron de una ¨¦pica ajena. Presum¨ªan de lo que estaba apareciendo. Llegaron a identificarse con algo alejado de ellos. Eso los llev¨® a protegerlo. Fue entonces cuando, tapiada, se convirti¨® en una arquitectura m¨ªtica. Secreta.
Alejandro Aravena, que le dedic¨® a Alonso un pabell¨®n en la Bienal de Arquitectura de Venecia que comisari¨® en 2016, lee en su trabajo ¡°el ADN de lo atemporal que, justo por eso, apunta al futuro¡±, explica desde M¨¦xico. Le atribuye una ¡°monumentalidad ¨ªntima, una reserva moral, una cumbre de la civilizaci¨®n y la densidad que deber¨ªamos esperar de la arquitectura¡±. Patrimonio arquitect¨®nico. Eso es la obra de este arquitecto. Y pocos proyectos lo representan mejor que el local de Jorge Juan 55 que la Escuela de Arquitectura de Toledo consigui¨® abrir en 2017. Atenci¨®n a lo que opin¨® Alonso de esa apertura: ¡°Me dio miedo: se convert¨ªa en una virgen desnuda en medio de la violencia de la ciudad. Estaba siendo usada solo para ser mirada, no para ser utilizada¡±.
Alonso cuenta que busc¨® hacer ¡°algo unitario pero atonal, que la unidad no la consiguiera un ¨²nico material¡±. En Jorge Juan 55 convive el m¨¢rmol de Calatorao con el travertino de Almer¨ªa o el ¨®nix iran¨ª. Formalmente evoca esas cajas de perspectiva empleadas por pintores holandeses como Samuel van Hoogstraten, por eso las embocaduras de m¨¢rmol funcionan como una c¨¢mara fotogr¨¢fica. ¡°Consegu¨ª hacerla visitando las canteras de Calatorao, en Arag¨®n, una y otra vez. Esperando meses para que extrajeran bloques que pesan 18 o 20 toneladas. Hoy ya no existe esa manera de trabajar. Las empresas que compraron las canteras lo hicieron para producir grava. El precio no fue caro para el cliente, s¨ª para m¨ª. Muchos materiales fueron una investigaci¨®n. Los yesos negros son perfectos, toda la obra tiene un esp¨ªritu socr¨¢tico de oficios que ya no existen¡±, aclara. Ese es su valor. Y su posibilidad de salvarse.
Alonso explica que se enter¨® de la amenaza de demolici¨®n para levantar una inmobiliaria porque los llam¨® un vecino arquitecto: ¡°El presidente de la comunidad de propietarios le hab¨ªa dicho que quer¨ªan desmantelarlo¡±. Defiende que lo que debe tener en cuenta el grupo inversor es que lo que tiene valor es lo que est¨¢ hecho. ¡°El espacio es angosto y torturado¡±, admite.
Eso es lo que defendi¨® un grupo de arquitectos, casi todos Premios Nacionales ¡ªde Manolo Gallego a Pep Llin¨¢s, pasando por El¨ªas Torres o Solano Ben¨ªtez¡ª, cuando, en 2021, solicitaron la inclusi¨®n de Jorge Juan 55 en el cat¨¢logo de elementos protegidos de la Comunidad de Madrid.
Mariano Benavente Gaona, jefe de proyectos y obras de la subdirecci¨®n de arquitectura en la Consejer¨ªa de Vivienda, calificaba la posible demolici¨®n de ¡°p¨¦rdida irreparable para el patrimonio arquitect¨®nico de Madrid¡±. Colegios de arquitectos como el COAM, COAG o CSCAE se sumaron. Dos a?os despu¨¦s la Administraci¨®n no se ha pronunciado. En agosto, amenaza la piqueta.
Profesor de proyectos en la ETSAM, en la Universidad Pontificia de Salamanca y conferenciante por el mundo, Alonso defiende que una sola obra puede justificar una vida. Y plantea: ?a qu¨¦ llamamos obra? ?A edificios? ?A investigaciones? ?A patentes? En su caso cabr¨ªa preguntarse tambi¨¦n si a las clases. O a su lucidez. Habiendo trabajado para dos grandes de la arquitectura moderna espa?ola, subraya la diferencia entre O¨ªza y Sota: ¡°A Sota siempre le gustaba lo que hac¨ªa. A Oiza nunca¡±.
Los defensores de Jorge Juan 55 argumentan que ¡°nadie ha llevado esa intensidad al acto de construir desde Brunelleschi¡±, como sostiene Carlos Pita. ¡°No hay referencias a las que agarrarte¡±, explica Aravena. ¡°Es un edificio elocuente. Hablan los materiales¡±, opina Manolo Gallego. Para Pita deber¨ªa preservarse por ¡°una cuesti¨®n de salud cultural, de respeto¡±: ¡°Saber convivir con una obra excepcional nos obliga a ser mejores¡±.
El proyecto fue una lucha contra lo inaut¨¦ntico, contra las franquicias y a favor de lo original. ¡°No quer¨ªa hacer una cosa nueva. Quer¨ªa hacer una cosa de siempre. Como dir¨ªa Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, como el oro, el desnudo o el mar¡±, explica Alonso. Justo por eso deber¨ªa conservarse: porque lo consigui¨®.
Babelia
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