Ciudad Real, ocho buenas razones para descubrir una provincia de berenjenas, vino y castillos
Fortalezas medievales edificadas por la Orden de Calatrava, bodegas, grandes humedales, parques mineros, un archivo marinero tierra adentro y rutas literarias que recuerdan a Cervantes y Quevedo aguardan en esta regi¨®n de Castilla-La Mancha
Ciudad Real es una provincia discreta que puede presumir de tener uno de los teatros m¨¢s antiguos de Espa?a, un in¨¦dito patrimonio industrial, yacimientos arqueol¨®gicos, castillos templarios y espacios naturales como el parque nacional de Las Tablas de Daimiel. Adem¨¢s, es tierra de grandes vinos, de volcanes extintos, de pueblos blancos, de aves migratorias, de llanuras cervantinas, de molinos de viento, de caballeros andantes y detectives de pueblo.
Estas son ocho buenas razones para visitarla.
Información en la guía En ruta por Castilla-La Mancha y en lonelyplanet.es.
Almagro: teatro, berenjenas y bolillos
Es la tercera ciudad m¨¢s visitada de Castilla-La Mancha, y por muchas razones. La principal es el flechazo que existe entre el teatro cl¨¢sico y esta localidad. Cada a?o, el Festival Internacional de Teatro Cl¨¢sico de Almagro (este a?o, del 29 de junio al 23 de julio) re¨²ne a profesionales y amantes de las artes esc¨¦nicas en diferentes espacios del municipio. Uno de ellos es su Corral de Comedias del siglo XVII, el ¨²nico que queda completo e intacto de los que proliferaron en el Siglo de Oro, de singular arquitectura dominada por el color almagre de sus galer¨ªas. El plus a la visita teatral a Almagro lo pone el Museo Nacional del Teatro instalado en los Palacios Maestrales, edificados por la Orden de Calatrava en el siglo XIII sobre un peque?o castillo ¨¢rabe.
El Corral de Comedias ya merecer¨ªa por s¨ª mismo el viaje a Almagro. En su d¨ªa acogi¨® obras de los autores m¨¢s populares de la ¨¦poca, como Lope de Vega, Calder¨®n y Tirso de Molina, hasta que el rey Felipe V prohibi¨® las representaciones en esos recintos por falta de higiene. El de Almagro se reconvirti¨® en el mes¨®n de la Fruta, y desde mediados del siglo XIX, en la posada de las Comedias. En 1950, el due?o de la posada encontr¨® una baraja espa?ola de principios del siglo XVIII pintada a mano lo que unido a otros hallazgos afianz¨® las sospechas que se trataba realmente del antiguo Corral de Comedias. Tras iniciar las obras, apareci¨® el escenario pr¨¢cticamente intacto.
De la importancia que tuvo Almagro en su ¨¦poca nos hablan otros de sus edificios, palacios e iglesias. La mansi¨®n de los F¨²cares ocupa los antiguos almacenes y las oficinas de los Fugger o F¨²cares, opulentos banqueros del emperador Carlos V, aqu¨ª instalados. Y la parte religiosa la ponen iglesias como las de San Agust¨ªn o la de la Madre de Dios, y conventos como el de la Encarnaci¨®n. Tambi¨¦n resulta una delicia perderse por las calles del llamado barrio noble e ir descubriendo las huellas que el pasado ha ido dejando en la que fue la capital de la provincia de La Mancha a mediados del siglo XVIII, gracias al conde de Valdepara¨ªso, ministro de Hacienda de la ¨¦poca.
Y no solo de teatro y palacios vive Almagro. Son famosas sus berenjenas encurtidas, con Indicaci¨®n Geogr¨¢fica Protegida, que entraron en las cocinas castellanas por influencia de los almohades, que iniciaron su elaboraci¨®n y ali?o en la zona del Campo de Calatrava para conservarlas durante todo el a?o. Hoy ese proceso de elaboraci¨®n se conserva intacto, y gracias a ¨¦l la berenjena de Almagro se ha convertido en uno de los productos estrella de Castilla-La Mancha.
Y luego est¨¢n los encajes de bolillos, otra tradici¨®n artesana t¨ªpicamente almagre?a que introdujeron hace cinco siglos los F¨²cares, banqueros alemanes procedentes de Augsburgo, quienes se encargaron de la explotaci¨®n de las minas de Almad¨¦n y dirig¨ªan sus operaciones desde la ciudad de Almagro. Todav¨ªa hoy se puede ver trabajar a las encajeras, sentadas a las puertas de sus casas, y escuchar el caracter¨ªstico sonido de los bolillos al entrechocar. En honor a estas laboriosas mujeres el pueblo tiene una estatua, un museo del Encaje y celebra multitud de eventos en torno a esta peculiar artesan¨ªa.
Los caballeros de Calatrava
La Orden de Calatrava es el hilo conductor para moverse por unos pueblos y ciudades en los que las huellas de aquellos monjes guerreros medievales siguen presentes: en los castillos que habitaron sus caballeros, en sus iglesias y conventos y hasta en el paisaje y las tradiciones. Todos los pueblos llevan el mismo apellido (de Calatrava), y as¨ª no es dif¨ªcil identificarlos.
Si comenzamos por el norte, cerca de Daimiel o de Ciudad Real capital, encontramos por ejemplo el castillo de Calatrava la Vieja, considerada una de las ciudades isl¨¢micas m¨¢s antiguas de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, ya que fue capital de una amplia regi¨®n musulmana en el siglo XI, cuando vivi¨® su momento de m¨¢ximo esplendor. Hoy se puede visitar el yacimiento de aquella antigua ciudad que ten¨ªa unas magn¨ªficas defensas, aprovechando el cauce del r¨ªo, que lo convert¨ªa en una isla entre las aguas. Est¨¢ dividido en dos zonas, separadas por una muralla, y a¨²n conserva restos de las mezquitas, los ba?os y los comercios de la medina. Esto fue hasta el siglo XII, cuando la ciudad pas¨® a manos cristianas y all¨ª se fund¨® la Orden de Calatrava, integrada por monjes guerreros.
No muy lejos de Almagro encontramos Moral de Calatrava, con una plaza Mayor presidida por la antigua casa de la Encomienda de la Orden de Calatrava (hoy Ayuntamiento) y, sobre todo, una extraordinaria iglesia edificada sobre una antigua torre vig¨ªa musulmana.
De Calatrava es tambi¨¦n Valenzuela, a unos kil¨®metros de Almagro, tambi¨¦n en torno a un castillo ¨¢rabe que pas¨® a manos de los caballeros. Hoy es famosa por sus aguas gasificadas que manan tanto en las fuentes p¨²blicas como en las viviendas. Cerca de all¨ª, en el t¨¦rmino municipal de Gran¨¢tula de Calatrava, est¨¢ el volc¨¢n Cerro Gordo, uno de los 300 que existen en la regi¨®n y el primero que fue visitable. No hay que olvidar que la comarca del Campo de Calatrava es una de las tres zonas de vulcanismo reciente m¨¢s importantes de la Pen¨ªnsula.
Y hay muchos m¨¢s pueblos en los territorios de la Orden de Calatrava, como Ballesteros, con sus calles tranquilas, sus fachadas blancas y sus tradicionales rejas. Hay quien va solo por ver (o disfrutar) el Palacio de la Serna, una granja de estilo neocl¨¢sico hoy convertida en hotel-museo que alberga una exposici¨®n permanente del artista Eugenio Bermejo. O Calzada de Calatrava, presidida por un castillo y con otro enfrente, el de Salvatierra, que fue primero romano y luego musulm¨¢n, aunque hoy solo quedan restos. De su antigua importancia quedan lugares con historia como la Hospeder¨ªa de los Caballeros levantada en el siglo XVII por la Orden de Calatrava; la casa Tercia o la casa de Claveros.
Uno de los pocos pueblos de la zona que no lleva el apellido de los caballeros es Aldea del Rey, en el valle del r¨ªo Jabal¨®n, entre pinares y arroyos. Merece la pena pasar por aqu¨ª aunque solo sea por ver el palacio de la Claver¨ªa, un edificio renacentista que orden¨® construir Felipe II y sirvi¨® de residencia temporal para algunos miembros de la realeza. Y en sus alrededores, concretamente en el cerro del Alacranejo, se alza una de las fortalezas medievales m¨¢s importantes de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica: el castillo del Sacro Convento de Calatrava la Nueva.
Viso del Marqu¨¦s y Santa Cruz de Mudela
Resulta muy curioso que el gran archivo de la Armada espa?ola est¨¦ tan lejos del mar, en un lugar tan de secano y de tierra adentro como es Viso del Marqu¨¦s, en las faldas de Sierra Morena. Todo tiene su explicaci¨®n: este pueblo fue importante tanto en la literatura como en la historia y aparece en libros y cr¨®nicas, incluso en un cap¨ªtulo del Quijote. Pero sobre todo, aqu¨ª naci¨® el se?or¨ªo de los Baz¨¢n, una familia importante y rica. Su castillo, construido por deseo de ?lvaro de Baz¨¢n, primer marqu¨¦s de Santa Cruz y almirante de la Armada Invencible, fue su residencia porque era un punto estrat¨¦gico equidistante de la corte madrile?a y de las bases navales de sus escuadras en C¨¢diz, Cartagena y Lisboa. ?l pasaba largas estancias en Italia e influenciado por los gustos de la ¨¦poca contrat¨® a un selecto grupo de artistas italianos para decorar su residencia.
Hoy su palacio alberga el Archivo-Museo de la Marina ?lvaro Baz¨¢n, una maravilla para cualquier investigador, con m¨¢s de 80.000 legajos sobre la historia de la Marina desde 1784 hasta la Guerra Civil. Y ya que estamos all¨ª, pues nos podemos asomar tambi¨¦n a la iglesia g¨®tico-renacentista del pueblo, que guarda incluso un cocodrilo del Nilo que trajo el marqu¨¦s de una de sus expediciones.
No muy lejos de all¨ª est¨¢ Santa Cruz de Mudela, en plena Autov¨ªa A4, que es la entrada a Andaluc¨ªa desde el centro de Espa?a. Es famosa por su plaza de toros cuadrada, de 1645. Es curiosa, adem¨¢s, porque comparte espacio con la ermita de las Virtudes (con un extraordinario artesonado mud¨¦jar y buenas pinturas barrocas), de forma que es la ¨²nica ermita-plaza de toros. Y ya que estamos all¨ª, podremos estirar las piernas paseando entre casas de fachadas blancas mezcladas con impresionantes monumentos arquitect¨®nicos como la iglesia de la Asunci¨®n, con su espectacular torre de 46 metros de altura, o la casa-palacio de Carlos Ortega.
Humedales de interior
Sorprenden los espect¨¢culos que el agua deja en los paisajes de Ciudad Real. El Guadiana tiene gran parte de la culpa de estos humedales extraordinarios como son el parque natural de las Lagunas de Ruidera y el parque nacional de Las Tablas de Daimiel. Los dos merecen la visita, y m¨¢s en tiempos en los que el agua es un bien precioso y los humedales, paisajes en peligro de extinci¨®n.
Las lagunas est¨¢n entre Tomelloso y Ossa de Montiel, aunque lleven el nombre de Ruidera, que es tambi¨¦n un pueblo, puerta de entrada al parque, con algunos rincones interesantes como la llamada Casa del Rey, construida en el siglo XVIII como casa de recreo para el infante don Gabriel, hijo predilecto de Carlos III.
Cerca del cementerio del pueblo se encuentra la cascada del Hundimiento, un gran salto de agua al que se adjudica la prerrogativa de haber dado nombre a la localidad por el ruido que hac¨ªa el agua al caer. Una parada estupenda es la del mirador de la Laguna del Rey, en la propia carretera que atraviesa el pueblo, que brinda unas vistas fant¨¢sticas de parte del valle del Alto Guadiana.
Con un entorno natural id¨ªlico y sus nueve lagunas, Ossa de Montiel es el lugar perfecto para los senderistas. Pero Ossa tiene tambi¨¦n evocaciones cervantinas. Aqu¨ª se encuentra la famosa cueva de Montesinos, que cita Cervantes en la segunda parte del Quijote. El pueblo, de casas encaladas y estrechas callejas, merece un paseo tranquilo para captar su esencia manchega.
Al otro extremo de la provincia est¨¢ el otro gran humedal, un espacio natural privilegiado y fr¨¢gil cuya continuidad se ve en muchos momentos amenazada: el parque nacional de Las Tablas de Daimiel. Este es un lugar ¨²nico, el mayor representante que existe en Espa?a de las llanuras de inundaci¨®n asociadas a los tramos medios de los r¨ªos, y estas concretamente se han formado en la confluencia del Guadiana y el Gig¨¹ela. Aproximadamente a dos kil¨®metros del pueblo Daimiel, entre la ciudad y el r¨ªo Guadiana, siguiendo el camino de El Nuevo, aparece la laguna de Navaseca, una de las que integran la reserva de la biosfera de La Mancha H¨²meda.
Una pista en la zona: a unos 10 kil¨®metros de Daimiel se encuentra la fortaleza del agua Motilla del Azuer, un gigantesco pozo de la Edad del Bronce (2200-1300 antes de Cristo).
Tierra de vinos, artistas y huellas cervantinas
De uno a otro humedal, de Daimiel a Ruidera, en transversal, podr¨ªamos seguir un camino marcado por los vi?edos y tambi¨¦n por otras referencias art¨ªsticas, a veces olvidadas, como Manzanares, Valdepe?as o Tomelloso.
Manzanares, una de las grandes poblaciones de la provincia, no est¨¢ muy lejos de Daimiel. Siempre fue importante, desde que en el siglo XIII la Orden de Calatrava construy¨® aqu¨ª un castillo para afianzar su dominio de la zona. Hoy alberga el hotel y restaurante Castillo Pilas Bonas. Tambi¨¦n mantiene su gran teatro, donde se proyectaron las primeras pel¨ªculas de cine mudo en Espa?a, o la famosa plaza de toros donde perdi¨® la vida Ignacio S¨¢nchez Mej¨ªas, el matador a quien Federico Garc¨ªa Lorca dedic¨® su famosa eleg¨ªa. El torero fue tambi¨¦n jinete, dramaturgo, novelista y piloto de coches y aviones, y Tomelloso le ha dedicado todo un museo que comparte con el del Queso Manchego.
Valdepe?as es nombre de vino, pero en este pueblo hay espacio para mucho m¨¢s que vi?edos y bodegas. Su plaza de Espa?a, presidida por una fuente central en forma de prensa de vino, est¨¢ rodeada por soportales de fachadas pintadas en blanco y a?il. All¨ª est¨¢n el Ayuntamiento, el mercado y la iglesia de la Asunci¨®n, sobre una antigua fortificaci¨®n musulmana. Por todo el pueblo hay casas interesantes, construidas en la ¨¦poca dorada de Valdepe?as ¨Dfinales del siglo XVIII y principios del XIX¨D, y tambi¨¦n algunas modernistas que merecen la pena. El vino vuelve a ser protagonista en el inevitable museo del Vino de Valdepe?as.
En Tomelloso las referencias son literarias y art¨ªsticas. Estamos en el pueblo de Antonio L¨®pez, el pintor, que cuenta con su propio museo. Pero estamos tambi¨¦n en el pueblo que dio a la literatura espa?ola uno de sus personajes m¨¢s curiosos: Plinio, un polic¨ªa municipal de Tomelloso, creado por el escritor Francisco Garc¨ªa Pav¨®n, que ejerc¨ªa como detective rural en una de las sagas m¨¢s originales de novela negra espa?ola, con m¨¢s de una treintena de t¨ªtulos. M¨¢s all¨¢ de los casos, siempre protagonizados por personajes del pueblo, estos thrillers recog¨ªan un lenguaje manchego hoy en desuso, costumbres y formas de vida rurales muy aut¨¦nticas.
En Tomelloso hay una plaza de Espa?a, con su Ayuntamiento, su iglesia y la emblem¨¢tica posada de los Portales, un alojamiento para viajeros y tratantes de ganado levantado en 1778. Otra muestra de su pasado son las chimeneas de las antiguas f¨¢bricas de alcohol de vino, que contin¨²an decorando el paisaje urbano y que pueden verse por ejemplo en las calles Domecq y Juli¨¢n Besteiro, en el parque urbano Mart¨ªnez y en el barrio de la Chimenea.
Y por el camino quedan rincones como San Carlos del Valle, al que llaman el Vaticano manchego, por la gran iglesia barroca que preside su plaza Mayor, que forma parte del mismo conjunto, lo mismo que San Pedro del Vaticano.
Turismo industrial en el valle de Alcudia
Almad¨¦n y Puertollano son nombres que evocan grandes minas o una potente industria. En La Bienvenida, una pedan¨ªa de Almod¨®var del Campo, est¨¢ el yacimiento arqueol¨®gico de Sisapo, donde se han excavado los restos de una ciudad cuyos or¨ªgenes se remontan a finales del siglo VIII antes de Cristo (¨¦poca tart¨¦sica). La Bienvenida es la mejor muestra de lo que el mineral aport¨® al valle de Alcudia. De ella ya hablaba Cicer¨®n por sus ricas minas; fue la explotaci¨®n de cinabrio (mineral de mercurio) m¨¢s famosa de la Antig¨¹edad, y tambi¨¦n eran c¨¦lebres las minas de plomo y plata de la comarca. Hoy se puede recorrer el yacimiento, ver los restos de una gran domus romana, de una muralla y otros restos antiguos.
Almod¨®var del Campo es un pueblo con joyas como la iglesia de Nuestra Se?ora de la Asunci¨®n, edificada sobre una antigua mezquita y con un espectacular artesonado mud¨¦jar. En la plaza del Carmen se levantan el neocl¨¢sico teatro municipal, la iglesia renacentista de Nuestra Se?ora del Carmen y la Biblioteca Cervantina, cuya colecci¨®n de 500 ejemplares del Quijote incluye ediciones en chino o ruso y da fe de la presencia de Almod¨®var del Campo en diversos pasajes de la novela universal de Cervantes.
En Puertollano, el monumento al Minero rinde tributo al pasado de la ciudad, desde lo alto del cerro de Santa Ana, para recordar la importancia que tuvo la mina en esta localidad. Igual que en el Museo de la Miner¨ªa, donde se explica la importancia que tuvo el carb¨®n en la comarca. Esta ciudad es tambi¨¦n la cuna de una de las grandes fot¨®grafas espa?olas: Cristina Garc¨ªa Rodero, a la que Puertollano rinde homenaje en un museo dedicado a su obra.
M¨¢s antigua es la tradici¨®n minera de Almad¨¦n (la mina, en ¨¢rabe). Desde tiempos remotos se explotaron sus yacimientos de cinabrio, pero la actividad ces¨® por completo a principios del siglo XXI, y en 2012 la Unesco la declar¨® patrimonio mundial del Mercurio. Hoy cualquier visita tiene que incluir el Parque Minero de Almad¨¦n, donde conocer los diferentes sistemas de explotaci¨®n utilizados en la mina durante los ¨²ltimos 15 siglos y su museo del Mercurio.
La miner¨ªa ha marcado la vida de Almad¨¦n durante siglos. As¨ª que todos los edificios giraban en torno a ellas, como el Real Palacio de la Superintendencia, del siglo XVIII, donde estaban las oficinas de contabilidad y pago, o el Real Hospital de Mineros de San Rafael, que hoy, adem¨¢s de ser sede del Archivo Hist¨®rico de las Minas de Almad¨¦n, tiene tres salas dedicadas a explicar el proceso de la metalurgia del mercurio o la vida y costumbres de la poblaci¨®n local y en la comarca.
Campo de Montiel: por tierras de Cervantes y de Quevedo
En tierras manchegas est¨¢n algunos de los pueblos m¨¢s quijotescos. Una ruta por la comarca del Campo de Montiel, en el l¨ªmite con Albacete, es un viaje en el tiempo que incluye fortalezas, santuarios, casas nobles, lagunas y pueblos sorprendentemente majestuosos como Villanueva de los Infantes.
En Villanueva de los Infantes, capital del Campo de Montiel, muri¨® Quevedo, en el convento de Santo Domingo, donde se conserva la celda en la que escribi¨® sus ¨²ltimos poemas. Quevedo est¨¢ enterrado en la iglesia de San Andr¨¦s, pero no fue el ¨²nico escritor que se sinti¨® atra¨ªdo por esta localidad. Algunos acad¨¦micos afirman que este es el lugar de La Mancha del que Miguel de Cervantes no quiso acordarse. Palacios y casas blasonadas que a¨²n conservan m¨¢s de 250 escudos hacen de esta villa un referente del Barroco y el Renacimiento manchegos.
Muy cerca, Montiel mantiene la personalidad de los n¨²cleos rurales manchegos, disperso a los pies del castillo de La Estrella, donde se enfrentaron los hermanastros Enrique de Trast¨¢mara y Pedro I el Cruel, ambos hijos de Alfonso XI, rey de Castilla, y fue asesinado el segundo. Todav¨ªa hoy se conmemora esta lucha cada mes de marzo en forma de Jornadas Medievales.
Las referencias cervantinas contin¨²an en Torre de Juan Abad, lugar de destierro de Quevedo, pero tambi¨¦n de inspiraci¨®n, porque fue aqu¨ª donde escribi¨® algunos de sus m¨¢s famosos versos y sus ¨²ltimas prosas. Hoy presume de su Casa-Museo de Francisco de Quevedo. De hecho, el autor fue nombrado se?or de la Torre de Juan Abad y, a su muerte la localidad se convirti¨® en se?or¨ªo de Quevedo.
A unos kil¨®metros, junto al r¨ªo Guadal¨¦n, Villamanrique est¨¢ ligado a otro poeta, en este caso Jorge Manrique. Fue su padre, el maestre de Santiago Rodr¨ªgo Manrique de Lara, al que dedic¨® sus famosas coplas, quien consigui¨® para la poblaci¨®n el t¨ªtulo de villa.
Y en la cercana Puebla del Pr¨ªncipe la vista se nos va hacia lo alto, hacia el torre¨®n fortaleza del siglo XIII, tal vez perteneciente a un castillo del que no quedan restos, pero que vigila todo el caser¨ªo. Igual que la cercana Terrinches, de calles empinadas y estrechas, que da la bienvenida desde su castillo de la Orden de Santiago.
Ciudad Real, la modesta capital
Ciudad Real es una de las capitales de provincia menos visitadas de Espa?a, convertida casi en ciudad dormitorio de Madrid gracias al AVE. Carece de grandes reclamos tur¨ªsticos o art¨ªsticos, pero quienes se han instalado en sus modernas urbanizaciones est¨¢n muy a gusto con esa combinaci¨®n de buena conexi¨®n y tranquilidad de una ciudad discreta, en la que se vive bien y en la que se pueden encontrar algunos rincones interesantes. Algunos sorprenden, como el tramo que queda de la muralla, que lleg¨® a tener 4,6 kil¨®metros de longitud, 130 torres y ocho puertas, entre ellas la de Toledo, la del antiguo convento de las Dominicas de Altagracia o la del Torre¨®n del Alc¨¢zar, que dan idea de que en el pasado fue una ciudad poderosa.
Tambi¨¦n la catedral g¨®tica, el Ayuntamiento, iglesias como la de San Pedro o los conventos de las Carmelitas Descalzas y de las Concepcionistas que permiten seguir su historia desde que Alfonso X la fundara en 1255. Completan la visita tur¨ªstica algunos palacios, el antiguo Gran Casino y el Museo del Quijote y Biblioteca Cervantina.
Y en el centro de todo, una plaza Mayor con siglos de historia, en la que siempre se celebraron las ferias de ganado. Hoy lo m¨¢s llamativo es la Casa del Arco y su reloj de carrill¨®n en el que las figuras aut¨®matas de Miguel de Cervantes, Sancho Panza y Don Quijote.
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