El rechazo de los j¨®venes a las reglas sectarias y otras claves para entender las protestas en L¨ªbano
Despu¨¦s de siete semanas de manifestaciones, el pa¨ªs se hunde en la crisis econ¨®mica y afronta una creciente violencia
En su s¨¦ptima semana de protestas, L¨ªbano se hunde en una crisis marcada por una econom¨ªa al borde del colapso y el temor creciente a una escalada violenta en las calles. Desde el martes, grupos de manifestantes intentan bloquear arterias estrat¨¦gicas de Beirut despu¨¦s de que fuentes gubernamentales filtraran un supuesto consenso para nombrar al empresario Samir Khatib como primer ministro. El Ej¨¦rcito intenta desalojarlos con gases lacrim¨®genos y porras. El exl¨ªder del Ejecutivo, Saad Hariri, ha rehusado ocupar de nuevo el cargo tras su dimisi¨®n del pasado 29 de octubre, mientras el presidente del pa¨ªs, Michel Aoun, ha llamado a un ronda de consultas parlamentarias el d¨ªa 9 para designar otro premier e intentar sacar al pa¨ªs de la profunda crisis que sufre.
Estas son cinco claves para entender unas protestas que, desde finales de noviembre registran, adem¨¢s, enfrentamientos violentos entre manifestantes y j¨®venes afiliados a partidos pol¨ªticos que intentan reventar las marchas.
1. ?Qui¨¦nes son los manifestantes y por qu¨¦ protestan?
El anuncio de la imposici¨®n de una tasa de 18 c¨¦ntimos de euro por el uso de WhatsApp fue la chispa que el pasado 17 de octubre desat¨® la ira popular. El descontento se ha ido gestando durante los ¨²ltimos ocho meses, desde que el ex primer ministro Hariri anunciara ¡°el presupuesto m¨¢s austero de la historia de L¨ªbano¡± para reducir una de las deudas externas m¨¢s elevadas ¡ª75.800 millones de euros, lo que equivale al 150% del PIB¡ª. Austeridad significa recortes: primero, fue la subida en un punto del IVA; despu¨¦s, la reducci¨®n de las pensiones de funcionarios y militares. La ciudadan¨ªa acusa a la clase pol¨ªtica que controla el pa¨ªs desde hace tres d¨¦cadas de haber llevado a L¨ªbano a la bancarrota con una mezcla de mala gesti¨®n, nepotismo y corrupci¨®n. Los manifestantes han logrado tumbar al Gobierno de unidad, pero a¨²n no se vislumbra una salida de la crisis.
En la mayor¨ªa de las urbes es la generaci¨®n de veintea?eros la que lidera las protestas que, seg¨²n estimaciones de ONG locales, han llevado a la calle hasta a un cuarto de la poblaci¨®n (de unos seis millones de personas, de los cuales 1,5 millones son refugiados sirios, seg¨²n estimaciones controvertidas del Gobierno). Se han apropiado de las principales plazas p¨²blicas, con tiendas de campa?a, grafitis en los muros y ¨¢goras de debate sobre asuntos ciudadanos con expertos en edificios abandonados.
Los j¨®venes de entre 15 y 29 a?os suponen el 30% de la poblaci¨®n libanesa y sufren una tasa de paro del 66%, seg¨²n el Ministerio de Juventud y Deportes. Decenas de miles emigran cada a?o en busca de un futuro mejor. Se trata de la primera generaci¨®n de la posguerra civil (1975-1990) que rechaza unas reglas sectarias que considera caducas. El sistema pol¨ªtico confesional que rige en L¨ªbano implica que el poder se reparte por cuotas, de modo que el presidente ha de ser cristiano; el primer ministro, un musulm¨¢n sun¨ª, y el presidente del Parlamento, un musulm¨¢n chi¨ª. Para los manifestantes, ese sistema intoxica la convivencia en el pa¨ªs, tanto que hasta la pena de muerte se rige por esta din¨¢mica: la ¨²ltima ejecuci¨®n se produjo en 2004 y deb¨ªa ser de un condenado chi¨ª, pero este acab¨® acompa?ado en la desgracia por un sun¨ª y otro cristiano.
Los cortes de carreteras y el consiguiente cierre de colegios y universidades han provocado roces entre quienes culpan a las protestas de paralizar el pa¨ªs y agudizar la crisis econ¨®mica y los manifestantes. Estos insisten en el car¨¢cter pac¨ªfico de sus marchas y acusan a los seguidores de los partidos Amal y Hezbol¨¢ y, en menor medida, del presidente Aoun, de intentar reventar las protestas y sembrar el miedo.
Los manifestantes no tienen un l¨ªder que se encargue de negociar sus demandas con el Gobierno en funciones. Temen que ello permita la instrumentalizaci¨®n de las protestas al servicio de terceros, como ha ocurrido con otras intifadas en la regi¨®n.
Los expertos coinciden en que la crisis de las basuras del verano de 2015 sirvi¨® de laboratorio de las actuales protestas. Adem¨¢s, unos 800.000 j¨®venes votaron por primera vez en las ¨²ltimas elecciones parlamentarias, en 2018, y demostraron sus ansias de cambio.
2. ?Qu¨¦ reclaman los manifestantes?
Las protestas aspiran a romper el actual statu quo con un Gobierno de tecn¨®cratas. Pero tras la dimisi¨®n de Hariri, es el presidente, junto con las fuerzas parlamentarias mayoritarias, el encargado de nombrar a un nuevo primer ministro.
Otra de las aspiraciones de los manifestantes es el establecimiento de un sistema judicial independiente, que no sea nombrado por el Parlamento. Ah¨ª los avances son lentos. El Ejecutivo en funciones ha permitido por primera vez la elecci¨®n de un jurista independiente, Melhen Jalaf, para dirigir el Colegio de Abogados de Beirut; por otro lado, ha propuesto una amnist¨ªa general a la que se oponen los manifestantes porque temen que se convierta en una garant¨ªa de inmunidad en futuras investigaciones por corrupci¨®n. De hecho, otra de las demandas es que los pol¨ªticos envueltos en casos de malversaci¨®n de fondos p¨²blicos sean juzgados y sus bienes, requisados.
Adem¨¢s, las protestas exigen una nueva ley electoral aconfesional y la celebraci¨®n de elecciones anticipadas. Ese nuevo Ejecutivo deber¨ªa aprobar un paquete de reformas econ¨®micas que permita recobrar la confianza de la comunidad internacional y, de esa forma, una necesitada inyecci¨®n de inversiones y ayudas.
Los l¨ªderes religiosos se han mostrado hasta ahora cautos respecto a las reivindicaciones. Son una pieza clave del sistema pol¨ªtico, que les da un papel crucial para regular y legislar las relaciones sociales. Un sistema que discrimina claramente a la mujer en las leyes de herencia, matrimonio, divorcio, traspaso de nacionalidad a sus hijos o custodia.
3. ?En qu¨¦ situaci¨®n est¨¢ la econom¨ªa del pa¨ªs?
La elevada deuda libanesa ¡ªen manos en su gran mayor¨ªa de acreedores internos¡ª es un problema estructural en una econom¨ªa que importa el 80% de los productos b¨¢sicos que consume y cuyos sectores industrial y agr¨ªcola apenas suponen el 15% del PIB. La guerra siria ha disparado el d¨¦ficit comercial. Las remesas de los expatriados libaneses quedan neutralizadas por las que env¨ªan los 1,5 millones de refugiados sirios que viven en L¨ªbano, mientras han ca¨ªdo los ingresos del turismo ¡ª265 establecimientos han cerrado en mes y medio¡ª, la inversi¨®n extranjera no llega y la comunidad internacional condiciona el desembolso de los 10.000 millones de euros prometidos durante la conferencia de donantes en Par¨ªs ¡ªen abril de 2018¡ª a la adopci¨®n de un plan de reformas econ¨®micas.
Los bancos, que controlan el 90% de las divisas, han cerrado sus puertas tres semanas desde el inicio de las protestas provocando el p¨¢nico entre los ciudadanos, que han hecho cola para intentar retirar sus ahorros. Los bancos han impuesto una especie de corralito para evitar la falta de liquidez en d¨®lares, imponiendo l¨ªmites semanales a la retirada de divisas. En consecuencia, la libra libanesa ¡ªcuya paridad con el d¨®lar se hab¨ªa mantenido desde 1997¡ª ha sufrido una dr¨¢stica depreciaci¨®n y se cambia un 45% por debajo.
La situaci¨®n ha disparado los precios un 20% en tan solo un mes, en un pa¨ªs donde, seg¨²n el Banco Mundial, un tercio de la poblaci¨®n vive por debajo del umbral de la pobreza ¡ªm¨¢s del 70% en el caso de los refugiados sirios¡ª. Conforme se agudiza la crisis, las gasolineras hacen huelga al no poder importar combustible por falta de d¨®lares, y tanto hospitales como empresas advierten de que pronto agotar¨¢n sus reservas de medicamentos y de v¨ªveres si no tienen acceso a divisas. Entre los ciudadanos se palpa el miedo de que, de seguir la devaluaci¨®n de la libra libanesa, escaseen los alimentos y aumente la criminalidad.
Las infraestructuras del pa¨ªs, mientras, se caen a pedazos y la poblaci¨®n sufre cortes de electricidad de entre tres y 12 horas diarias. Mafias vinculadas a las ¨¦lites pol¨ªticas gestionan el negocio ilegal de generadores privados, un negocio que mueve m¨¢s de 1.000 millones de euros al a?o penalizando doblemente al consumidor, que tambi¨¦n paga el d¨¦ficit cr¨®nico de 2.000 millones de euros anuales de la empresa estatal de electricidad.
Apenas un 1% de la poblaci¨®n acumula m¨¢s de un tercio de la riqueza del pa¨ªs, lo que acent¨²a la desigualdad social y sit¨²a a la clase media en v¨ªas de extinci¨®n. L¨ªbano ocupa el puesto 138 de 180 en la lista de corrupci¨®n de Transparencia Internacional. La ¨¦lite pol¨ªtica se solapa con la econ¨®mica: seis de los siete libaneses en la lista de fortunas de Forbes en 2019 son pol¨ªticos: tres del clan Hariri, dos del clan Miqatib.
4. La clase politica, ?un statu quo en disputa?
La determinaci¨®n de no dejarse contagiar por las crisis que se suceden entre sus vecinos (la llamada pol¨ªtica de disociaci¨®n regional) ha mantenido unido durante a?o y medio a los dos campos del espectro pol¨ªtico, bajo el liderazgo de Hariri. El primer bloque, mayoritario, est¨¢ formado por el t¨¢ndem chi¨ª del partido-milicia Hezbol¨¢ y de su aliado Amal junto con el principal partido cristiano, que lidera Yibran Basil, ministro de Exteriores y yerno del presidente Michel Aoun. El segundo bloque agrupa al grueso de la representaci¨®n sun¨ª ¡ªencabezada por el ex primer ministro Hariri¡ª y a la segunda y tercera fuerza cristianas. Con la negativa de Hariri de volver a ocupar el cargo, ambas fuerzas libran un pulso pol¨ªtico que se traslada a las calles. El bloque mayoritario lucha por mantener el statu quo con algunas medidas cosm¨¦ticas. Los minoritarios cierran filas con las protestas para tener un reparto de poder m¨¢s ventajoso.
El presidente ha propuesto un Gobierno h¨ªbrido con 18 tecn¨®cratas y seis pol¨ªticos, mientras que la calle pide uno ¨ªntegramente compuesto por expertos. Yibran Basil ha sido la figura pol¨ªtica m¨¢s vilipendiada por los manifestantes, que piden su exclusi¨®n de todo Gobierno. Las protestas entran ahora en una fase vol¨¢til y se teme que la crisis sea larga: la formaci¨®n del ¨²ltimo Gobierno necesit¨® m¨¢s de nueve meses; la elecci¨®n del presidente, m¨¢s de dos a?os y medio por falta de qu¨®rum, y las ¨²ltimas elecciones parlamentarias fueron las primeras celebradas en casi una d¨¦cada.
El Ej¨¦rcito liban¨¦s intenta erigirse en la instituci¨®n depositaria de la unidad nacional, ha garantizado la seguridad de los manifestantes pero tambi¨¦n ha chocado con ellos. Prominentes activistas y ONG locales denuncian un creciente n¨²mero de detenciones de manifestantes y algunos advierten contra un golpe militar en caso de producirse una transici¨®n violenta del poder.
5. ?Cu¨¢l es el riesgo de injerencias externas?
L¨ªbano ha sido tradicionalmente escenario indirecto de la lucha que libran Ir¨¢n y Arabia Saud¨ª. Adem¨¢s, otro pacto no escrito implica que EE UU puede influir en el nombramiento del comandante de las Fuerzas Armadas ¡ªWashington es el principal proveedor del Ej¨¦rcito liban¨¦s¡ª; Francia, en el del presidente, que ha de ser cristiano; Arabia Saud¨ª, en el del primer ministro sun¨ª, e Ir¨¢n sobre el presidente del Parlamento, que es chi¨ª.
La Administraci¨®n de Donald Trump defiende las reivindicaciones de los manifestantes, a quienes considera que se oponen a la pol¨ªtica de Teher¨¢n. ¡°Ir¨¢n es el factor com¨²n detr¨¢s de las protestas en Oriente Pr¨®ximo¡±, ha declarado el secretario de Estado de EE UU, Mike Pompeo. El bloque minoritario en el Gobierno liban¨¦s tambi¨¦n acusa a Ir¨¢n de injerencia al reventar manifestaciones a trav¨¦s de sus aliados.
Ir¨¢n y Hezbol¨¢ ¡ªel brazo iran¨ª en L¨ªbano, calificado por Washington como grupo terrorista y su brazo armado por la UE¡ª acusan a EE UU de azuzar las protestas en la regi¨®n y de declarar una guerra econ¨®mica en L¨ªbano para dividir a los chi¨ªes y expulsar a la milicia armada del Gobierno. El recrudecimiento de las sanciones estadounidenses contra Hezbol¨¢ en L¨ªbano en los ¨²ltimos meses provoc¨® en septiembre el cierre del banco Jammal Trust. Las sanciones han sido percibidas como un ataque a la comunidad chi¨ª en L¨ªbano, independientemente de su afiliaci¨®n, y no al Partido de Dios. ¡°Nuestras armas son una l¨ªnea roja en la resistencia frente a Israel¡±, sostienen oficiales de Hezbol¨¢ .
Arabia Saud¨ª, mientras, ha retirado el apoyo al dimitido Hariri, al que retuvo temporalmente durante un rocambolesco viaje a Riad, y busca un nuevo aliado para contrarrestar la influencia de su archienemigo iran¨ª y por ende de Hezbol¨¢. Partidarios de Hariri acusan a la teocracia sun¨ª de contribuir a su ca¨ªda y de manchar su imagen. ¡°No es casual que seis a?os despu¨¦s de hacerse p¨²blico que Hariri regal¨® 16 millones de d¨®lares [14,4 millones de euros] a una joven amante, los documentos se hayan filtrado a la prensa libanesa en plena crisis econ¨®mica¡±, sostiene en Beirut una fuente cercana al c¨ªrculo del ex primer ministro, en alusi¨®n al esc¨¢ndalo que monopoliz¨® el inter¨¦s de los medios libaneses el pasado mes de octubre.
Esa guerra soterrada se ha alimentado en las redes sociales, donde se han difundido v¨ªdeos antiguos con mensajes ofensivos contra partidos y sus l¨ªderes por parte de seguidores de los partidos tradicionales provocando verdaderas batallas campales en el centro y periferia de Beirut.
Las siete v¨ªctimas mortales de las protestas
Las protestas en L¨ªbano acumulan ya siete v¨ªctimas mortales, aunque en distintas circunstancias. El ¨²nico muerto por bala desde el inicio de las protestas, el pasado 17 de octubre, muri¨® tras recibir el disparo del conductor y escolta de un general militar que se enzarz¨® en una disputa con un manifestante al quedar su veh¨ªculo atascado en un ret¨¦n. Los heridos por bala lo han sido tambi¨¦n por guardaespaldas de diputados y ministros, que han abierto fuego para despejar el paso al convoy entre manifestantes encolerizados pero desarmados.
Las dos primeras v¨ªctimas mortales de las protestas fueron accidentales: dos trabajadores sirios murieron en el interior de una tienda del centro de Beirut, asfixiados por el humo del fuego que hab¨ªan prendido los manifestantes. Las dos ¨²ltimas v¨ªctimas tambi¨¦n fallecieron en un accidente, cuando el veh¨ªculo de una familia fue desviado por un ret¨¦n al sur de Beirut y el conductor perdi¨® el control. Tanto el conductor como su cu?ada fallecieron en el acto.
Entre las pancartas que ondean los manifestantes est¨¢n los rostros de tres hombres que se han quitado la vida por su situaci¨®n econ¨®mica. El primero fue antes de las manifestaciones, el taxista George Zreik se quem¨® a lo bonzo en febrero ante la puerta del colegio de sus dos hijos por no poder hacer frente a los gastos de escolarizaci¨®n. El segundo, casado con dos mujeres y padre de dos hijos, se quit¨® la vida este lunes despu¨¦s de que su hija le pidiera 50 c¨¦ntimos para comprar pan y no los ten¨ªa. El ¨²ltimo se dispar¨® este mi¨¦rcoles con su arma ante la desesperaci¨®n, dice su familia, por ver su salario reducido a la mitad.
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