La izquierda sentimental
Muchas reivindicaciones de la izquierda forman hoy parte del patrimonio com¨²n. Otra cosa es que se d¨¦ por enterada de sus conquistas, incluso cuando los dem¨¢s, a rega?adientes, acaban por asumirlas
Muchas reivindicaciones de la izquierda forman hoy parte del patrimonio com¨²n. Otra cosa es que se d¨¦ por enterada de sus conquistas, incluso cuando los dem¨¢s, a rega?adientes, acaban por asumirlas
Las batallas pol¨ªticas comienzan por socavar los territorios comunes, que es algo bien distinto a discutirlos
Estamos ante una batalla pol¨ªtica y, en nuestro tiempo, las batallas pol¨ªticas comienzan por socavar los territorios comunes
Este es uno de los pa¨ªses con m¨¢s bajos ¨ªndices de nacionalismo; el espa?olismo identitario es residual. Hay diferencia entre la bandera de los que practican la limpieza ¨¦tnica en Serbia y la que ondea en una oficina de correos de EE UU
El 155 cambi¨® el guion nacionalista. Ganar no era la ¨²nica opci¨®n
Hay que dar al mercado se?ales de que uno es algo m¨¢s. Para eso sirve el m¨¢ster
Cuesta entender que se reclame m¨¢s autonom¨ªa para solucionar un problema agravado por el Estado de las autonom¨ªas. Se agradecer¨ªa que en esa apuesta de levantar fronteras en nombre de la identidad, no se invoquen valores de la izquierda
Poco a poco se van reforzando t¨®picos que ofician como anclas intelectuales
Muchas reivindicaciones son defendibles, m¨¢s all¨¢ del argumentario que casi siempre las enloda
M¨¢s de un liberal se transmuta en furibundo conservador cuando tropieza con el Impuesto de Sucesiones. Pero no tenemos derecho a conferir cualquier tipo de ventaja a nuestros hijos y no es cierto que el tributo incurra en doble imposici¨®n
La RAE no tiene la culpa. El diccionario no decide el significado de las palabras; lo recoge
La informaci¨®n abunda y es inequ¨ªvoca, pero muchos se tragaron los cuentos de los pol¨ªticos secesionistas y ese relato de un pueblo colonizado. Sin comprometer su hacienda, los dirigentes suministraron leyes para coser los delirios
Algo ha cambiado entre los independentistas. Se confirman las funciones pedag¨®gicas de la ley
El ecosistema de la convivencia no es otro que los principios constitucionales. El per¨ªmetro del entendimiento democr¨¢tico
No hab¨ªa af¨¢n de verdad en las ideas ni, por lo mismo, altura moral para defenderlas
Voluntad y cantidad son irrelevantes para fundamentar derechos. El voto femenino no depend¨ªa de que lo reclamaran muchas mujeres. Si un derecho est¨¢ justificado, si hay discriminaci¨®n objetiva, tanto da que lo solicite uno como un mill¨®n
Expulsar la discrepancia de la universidad es peor que defender tesis independentistas
La opini¨®n p¨²blica debe asumir con madurez democr¨¢tica c¨®mo funciona el Estado, cualquier Estado, ante la desobediencia de las leyes
La izquierda maneja bien ¡°Francia¡± o ¡°Italia¡±, pero se atasca en ¡°Espa?a¡± y acude a ¡°Estado espa?ol¡±
Si nuestros males vienen de Espa?a, las soluciones, naturalmente, requieren menos Espa?a. Ese es el discurso del independentismo y el resultado es una sociedad rota. Y es as¨ª porque su proyecto asume la exclusi¨®n como principio regulador
La comunidad intelectual siempre fue terreno de enfrentamientos, pero hoy se producen sin buenas maneras, con insidias y encarnizamientos. En los nuevos soportes informativos no hay ley, salvo la de la selva
Se ha impuesto proteger a las religiones de las provocaciones o, incluso, de las cr¨ªticas, lo que es contrario al debate democr¨¢tico. Mientras aquellas tercien sobre aspectos de la vida p¨²blica han de someterse al mismo trato que las otras ideas
El nacionalismo se nutre de los problemas que inventa. La idea ¡®naci¨®n de naciones¡¯, recuperada por S¨¢nchez, no puede sostenerse. Si Catalu?a es una naci¨®n porque hoy lo cree una parte de los catalanes, no lo era hace cuatro a?os cuando no lo cre¨ªan
El compromiso del activismo exige integridad pr¨¢ctica, disposici¨®n a asumir costes personales e implicarse por buenas razones. De entrada, debe ejercerse sin invocarse. Algunas virtudes se desbaratan cuanto se ostentan
Peligra hoy el v¨ªnculo entre elecciones y calidad democr¨¢tica. El sistema no es sensible al cambio; tampoco hay demanda ciudadana ni oferta pol¨ªtica. Los votantes, humanos, somos animales de senda y detestamos las novedades
En la revisi¨®n de sus principios el partido ha optado por t¨¦rminos que, en el mejor de los casos, son una obviedad. La f¨®rmula anterior, socialismo democr¨¢tico y liberalismo progresista, informaba bastante m¨¢s y recog¨ªa su herencia igualitaria
El problema es la miop¨ªa del votante, su infantilismo. Reclamamos medidas contra el cambio clim¨¢tico con nuestros radiadores a todo trapo; condenamos el cotilleo y nos abalanzamos sobre las revistas de peluquer¨ªa, como cuando Clinton y la becaria
Podemos abandon¨® hace tiempo la aspiraci¨®n a construir un proyecto nacional. Ha asumido el extravagante supuesto, que tanto ha contribuido al declive de los socialistas: la igualdad de todos es compatible con el nacionalismo
Ni somos infalibles, ni tenemos superpoderes y, sin embargo, a partir de nuestras limitaciones cognitivas es posible mejorar el proceso de elecci¨®n entre varias opciones en todos los campos, incluyendo la pol¨ªtica
Cierta izquierda opta por la sobreactuaci¨®n. Se ha visto en ayuntamientos y autonom¨ªas. En vez de ocuparse de las tareas para las que han sido elegidos, disparan por elevaci¨®n: refugiados, pobreza energ¨¦tica, rep¨²blica, paz, TTIP
Espa?a ha visto como instituciones en principio dise?adas para resolver problemas, como los territoriales, han servido para recrearlos al servicio de las ¨¦lites locales. Por eso cualquier reforma del modelo actual debe estudiarse con todo detalle
No se ganan elecciones recordando verdades amargas y retos fatigosos. Y se sabe que no es f¨¢cil rentabilizar en votos actuales la soluci¨®n a los problemas de ma?ana, que todav¨ªa no se ven, aunque se cultivan ahora
Son muchos los herederos ideol¨®gicos de Marx que se han vuelto comprensivos con la sinraz¨®n religiosa, simpatizan con quienes levantan comunidades pol¨ªticas identitarias y muestran antipat¨ªa contra el proceso globalizador
Otegi no estaba en la c¨¢rcel por sus opiniones, sino por su comprobada relaci¨®n con ETA. Nadie en Alemania reivindica a los nazis; aqu¨ª hay cargos p¨²blicos que honran a etarras o a quienes han colaborado con ellos
No se trata de alentar una imprecisa cultura del consenso, que escamotea los conflictos, sino de enmarcar un per¨ªmetro democr¨¢tico donde todo se puede discutir
Nuestra Constituci¨®n se redact¨® en una atm¨®sfera intelectual se?oreada por una izquierda que estaba pensando en el socialismo, utilizaba ¡°socialdem¨®crata¡± como insulto y consideraba al Estado de bienestar como un trampantojo
Iglesias decidi¨® ir a las elecciones generales con los nacionalistas catalanes; eso es lo que significa su exigencia de un refer¨¦ndum en Catalu?a. La izquierda tiene que abordar el nacionalismo como lo que es, un pensamiento reaccionario sin reservas
Cualquier ideolog¨ªa pol¨ªtica o concepci¨®n de mundo puede ser objeto de cr¨ªtica y hasta de burla. En democracia, esas actitudes no solo deben garantizarse, sino tambi¨¦n exigirse
La pol¨ªtica antiterrorista se enfrenta a una contradicci¨®n: cuando funciona, no hay noticia. Atribuir los atentados a la injusticia no nos dice c¨®mo reaccionar; en 1939, el problema era hacer frente a Hitler, no revisar el Tratado de Versalles
Por principio, el nacionalismo se resiste a aceptar el debate de ideas y propuestas seg¨²n baremos com¨²nmente aceptados de justicia, bienestar, inter¨¦s general o racionalidad. Por eso es insufrible la ch¨¢chara de la conllevancia